En
este 1° de mayo
No
a la precarización laboral
Por
un encuentro obrero
Editorial
de Socialismo o Barbarie, periódico, 04/05/06
Todas
las miradas apuntaron hacia Norteamérica: ¿podrían los trabajadores
inmigrantes, en su gran mayoría latinos, parar la producción,
retrasar las cosechas, cerrar los negocios, detener la construcción
de edificios, boicotear los productos norteamericanos y marchar
masivamente en el corazón del sistema imperialista mundial? Y…
pudieron. A pesar de las amenazas, a pesar de las marchas paralelas
que llamaron la iglesia y los gobernadores “progres”. A pesar de
los despidos, las suspensiones y las amenazas. La fuerza de los
trabajadores inmigrantes se hizo sentir (ver páginas centrales). El
golpe repercutió en todo el mundo.
Una
nueva clase obrera comienza a dar sus primeros pasos
En
los cuatro puntos cardinales hubo manifestaciones, paros y luchas.
Veamos el mapa de este 1º de Mayo:
En
Alemania, en distintas manifestaciones, alrededor de 500.000
trabajadores marcharon contra las reformas laborales que
prepara la canciller Angela Merkel. En España, miles de
personas se manifestaron en varias ciudades bajo el lema "empleo
estable en la igualdad". En Francia, los sindicatos
organizaron 110 manifestaciones en todo el país contra el trabajo
precario, tras la victoria lograda el mes pasado contra el CPE y en
rechazo del nuevo proyecto que prepara el gobierno de Dominique de
Villepin. En Polonia, miles de manifestantes desfilaron en
Varsovia para denunciar el desempleo, mientras en Grecia
la jornada estuvo marcada sobre todo por huelgas de marineros, así
como de empleados de autobús y de metro. En Irán (sí, en Irán),
varios miles de trabajadores protestaron en las calles de Teherán por
los sueldos atrasados y la precariedad.
Las
celebraciones del Día del Trabajo se iniciaron en Asia. En Nepal,
los manifestantes inundaron nuevamente las calles de Katmandú después
de casi tres semanas de protestas para pedir la abolición de leyes
sociales impuestas por el odiado rey Gyanendra. En Camboya,
cientos de trabajadores desafiaron la prohibición de manifestar
desfilando por el centro de Phnom Penh. En Tailandia, miles de
trabajadores marcharon hasta la sede del gobierno en Bangkok exigiendo
un aumento del 25% del salario mínimo. En Indonesia, decenas
de miles de personas se reunieron en las principales ciudades y en la
capital, Yakarta. Los sindicatos denunciaron una legislación que
autorizaría los contratos de trabajo más flexibles y que suprimiría
las indemnizaciones por despido.
Este
mapa pone de relieve que la condición obrera está más viva que
nunca y que los trabajadores comienzan a recuperar el centro de la
escena político-social reafirmando en los hechos que son una clase
mundial.
Enfrentando
la división en las filas obreras
Sería
necio no ver que la condición obrera ha sufrido transformaciones, que
las condiciones laborales donde se desarrolla han sufrido dramáticos
cambios. Los dogmáticos dirán que la explotación es la misma.
Efectivamente, pero las condiciones de esa explotación no son las de
antaño. Las condiciones de la producción y reproducción de plusvalía
han asumido nuevos métodos. En este comienzo del siglo XXI, la
clase trabajadora está más fragmentada, y parte de esa fragmentación
se sostiene en la precarización del empleo.
Precaria
es la condición del trabajador inmigrante y sin papeles en Norteamérica
y en el mundo. Ahí está la tragedia de Caballito que atestigua ese
mal mundial. Pero precaria también es la condición de casi la mitad
de los trabajadores no registrados en Argentina. Precaria es la
situación que quieren imponerles a los jóvenes trabajadores
franceses y alemanes. Precaria es la situación de la juventud
trabajadora en España. Precaria es también la situación de las
tercerizadas. Precaria se vuelve la situación obrera con las
deslocalizaciones de industrias. Precaria es la vida del trabajador en
las minas mexicanas o argentinas. Por eso, el grito de guerra de esta
nueva clase obrera que surge es no a la precarización en todas
sus formas y con todas sus caras.
Otra
característica que empieza a mostrar a esta nueva clase obrera es su carácter
multiétnico. Bastaba ver las imágenes de la gran marcha de Los
Angeles: mexicanos, nicaragüenses, negros, blancos, amarillos, una
fuerte presencia de trabajadores llegados del Lejano Oriente. Esas imágenes
se repetían en Alemania, España y Francia.
Por
un Encuentro Obrero y un Movimiento Político de Trabajadores
En
este marco, en la Argentina el 1º estuvo marcado por una muy
fuerte presencia de las organizaciones de la izquierda, en
particular las del socialismo revolucionario, el trotskismo.
Contra viento y marea, en una coyuntura marcada por los acuerdos de la
CGT, el CTA, los empresarios y el gobierno, se logró realizar
igualmente un importante acto en la Plaza de Mayo y en varias ciudades
del interior del país.
En
la Plaza se juntaron más de 10.000 compañeros, de los cuales, desde
nuestro partido, aportamos nuevamente una importante columna: más de
800 compañeros, junto con el compañero Andrés Fontes del Subte,
compañeros del Hospital Francés, del Garrahan, docentes de varias
seccionales, obreros de varias fábricas del gran Buenos Aires,
trabajadores del diario Crónica, del FTC, de la juventud del Ya
Basta.
Nos
hicimos presentes con dos banderas que creemos de gran actualidad y en
las que hay que avanzar: la necesidad de trabajar para la urgente
convocatoria a un Encuentro Obrero, cada vez más necesario para
evitar el aislamiento de las duras luchas que están por delante. Así
como la otra gran necesidad, en el terreno más estrictamente político:
dar un canal para que la amplia vanguardia que se viene expresando se
proyecte políticamente. Es decir, un Movimiento Político de
Trabajadores.
Estas
dos tareas, junto con el apoyo incondicional a todas las luchas
obreras, son las decisivas del próximo período. Al tiempo que
rodeamos cada lucha para romper el techo salarial y el cerco político
del gobierno, los empresarios y la burocracia, hay que desarrollar la
polémica alrededor de esas tareas. Lamentablemente, en el caso del
acto del 1º de mayo, no fue posible incorporar estas tareas en el
documento que se leyó, por la oposición expresa o de hecho de la
mayoría de las otras corrientes. Por nuestra parte, en estas
condiciones, redoblaremos la lucha política y la polémica para que
sean incluidas en la agenda de tareas que es imprescindible llevar a
cabo en este período.
El
1º de mayo según la burocracia sindical
“Un
día de fiesta”
Por
Isidoro Cruz Bernal
Socialismo
o Barbarie, periódico, 04/05/06
En
el programa “Desayuno”, conducido por Víctor Hugo Morales, estuvo
como invitado Julio Piumato (dirigente moyanista de los judiciales)
con motivo del día de los trabajadores.
Lo
primero que hizo Piumato fue deshacerse en elogios respecto al
gobierno K. Según él, hace años que los trabajadores no estamos tan
bien, y sólo es cuestión de tiempo para que vivamos en el mejor de
los mundos.
Pero
no se detuvo allí. También explicó por qué la CGT no hace un acto
el 1º de mayo desde hace mucho tiempo. El argumento de Piumato fue el
siguiente: “para los obreros argentinos, el 1º de mayo siempre fue
una fiesta, y si bien las cosas han mejorado todavía falta un
poco”. Terminó diciendo que cuando se alcancen las metas comunes al
gobierno K y a la CGT, en la Argentina el 1º de mayo volverá a ser
una fiesta para los trabajadores. Y que de ahí en más la CGT volverá
a hacer actos de 1º de mayo.
Estas
declaraciones son ilustrativas del daño que la hegemonía peronista
causó a la conciencia de los trabajadores. Las clases dominantes han
tratado de borrar, o por lo menos domesticar, el contenido de clase
del 1º de mayo, ya sea convirtiéndolo en un insípido día del
“trabajo” o proclamando que es una “fiesta” como en este caso.
Los
burócratas, al haberse reafirmado el kirchnerismo, quieren volver a
legitimarse, aunque sea parcialmente, subiéndose al carro del
gobierno. Para esto, sacan la guitarra y tratan de volver a entonar
las viejas melodías de la nostalgia del primer peronismo. Tratan de
engañar a los trabajadores con el cuento de que con Kirchner volverán
los viejos y buenos tiempos.
Los
socialistas tenemos que dar nuestra contribución para que la clase
obrera retome las concepciones clasistas que estuvieron en el origen
del movimiento obrero. Esto quiere decir que ningún patrón o
militar “bueno” (llámese Perón o Kirchner) nos van a dar nada
porque sí; todo lo que podamos conseguir los trabajadores va a ser
producto de nuestra propia lucha independiente.
La
lucha política no está formada únicamente por contenidos
racionales, teóricos o intelectuales (por más que los socialistas
tratamos de estimular las inquietudes intelectuales de todos los compañeros).
Hay aspectos simbólicos y emotivos que tienen igual importancia para
la formación de una conciencia clasista. La conmemoración del 1º de
mayo tiene mucho de esto. Por eso debemos pelear para que no sea un
simple día en el almanaque ni, como pretende la burocracia, una
fiesta.
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