Mientras
K se aumenta el sueldo un 58% y niega aumentos a los trabajadores...
Emerge
una nueva generación obrera
Impulsar
con todo su organización por abajo
Editorial
de Socialismo o Barbarie, periódico, 22/06/06
Los
6 goles de la selección argentina, ante Serbia y Montenegro,
terminaron de cerrar cualquier otra discusión que no sea la futbolera
y en la medida que la selección avance de fase, el fútbol será el
centro de las discusiones y ocupará los titulares de las noticias…
El mundial, en tanto show, es uno de los instrumentos de dominación
con que cuenta la burguesía mundial. El gobierno, la patronal y los
medios masivos de comunicación lo usan como un narcótico social
a los problemas reales de los trabajadores. La patronal, ni lerda ni
perezosa, incentiva el fervor futbolero poniendo televisores en fábricas
y oficinas, parando la producción (para recuperarla después con
creces) y reduciendo las tareas al máximo, permitiendo, de esa
manera, que los trabajadores podamos ver las “hazañas” de la
selección en tierras germánicas.
Mientras
la selección juega, el gobierno aumentó los sueldos del
presidente en un 58%. Es evidente que para K no funciona el tope del
19% como para la clase trabajadora. Mientras la selección juega,
ya se cerraron cerca del 85 % de las paritarias con el tope de hambre
que pactó Moyano-Kirchner
y las patronales; para los trabajadores en blanco el aumento va del
12 al 19 %. Mientras la selección juega, gusta y golea, los
trabajadores seguimos con los mismos problemas: bajos salarios,
desocupación, trabajo en negro, flexibilidad laboral, ritmos
infernales y accidentes laborales por doquier, es decir vivimos en el
reino de la esclavitud laboral.
Y
los festejos por los triunfos deportivos (al que tienen derecho todos
los compañeros), lamentable y rápidamente darán paso al gusto
amargo de que no ayudan a cambiar en nada las condiciones de vida de
los obreros.
“Las
penas son de nosotros… las ganancias son ajenas”
El
acuerdo del gobierno-Moyano y las patronales, tiene toda una serie de
implicancias políticas y sociales. Ya nos hemos referido a su
significado como tope salarial y como cepo a las luchas
reivindicativas de los trabajadores. Pero también habla de los
ganadores y perdedores en el “capitalismo nacional”. Durante
este gobierno la distribución del ingreso, es decir, el reparto de la
torta, solo empeoró. La parte que se llevan los trabajadores
apenas alcanza al 22% del total.¿Pero como se operó ésta reducción
del pedazo de la torta?
En
los últimos días ha salido a luz un estudio donde se muestra que el
costo laboral real promedio de la industria (datos del 2005) todavía
está un 16% más bajo que el que existía en 2001. Es decir, los
salarios y el poder de compra de los trabajadores, no sólo no han
mejorado en relación al 2001 sino que está peor. “Aquí hay
dos etapas: Inicialmente, tras la devaluación, los precios
industriales se dispararon –subieron más de un 100%– mientras los
salarios casi no se movieron, salvo por los decretos de suma fija no
remunerativa. Por eso, en 2002 y 2003, el costo laboral real tuvo una
significativa caída de casi el 40%. Luego, los salarios se fueron
recuperando (...). La distancia inicial se fue achicando; pero aún
así los precios industriales aventajan todavía a los salarios”.[1]
Pero no sólo por esta vía se le fue sacando a los trabajadores parte
de la torta: si se agrega el incremento de la productividad, el
costo laboral resulta casi un 30% inferior al de antes de la
devaluación.
Para
que no queden dudas: otro periodista, con los mismos datos oficiales
de la Secretaría de Industria, nos aclara adonde fue a parar esa
diferencia: “las empresas obtuvieron ingresos un 72 % superiores
como consecuencia del alza de sus precios mayoristas más la mejora
aportada por la productividad. Comparada con la evolución de los
salarios de los trabajadores privados registrados, que subieron el
61%, se produjo una reducción del costo laboral por obrero y esa
diferencia pasó a engrosar la rentabilidad empresaria” [2]
Es
decir, el mismo gobierno que se llena la boca hablando de la
“distribución del ingreso”, es el que puso junto a la burocracia
de la CGT, la CTA y los empresarios, un techo del 19% [3] que
constituye una estafa lisa y llana a los trabajadores. K reconoce
que el 19% no llega a cubrir lo que se perdió desde la devaluación…
pero nos “manda presos”. Para colmo, con un cínico
caradurismo, Kirchner y Moyano han escondido debajo de la mesa lo que
está en todos los diarios “serios”: que el escandaloso aumento de
la productividad se lo han quedado los empresarios de eso no se
ha ni hablando en estas “paritarias”.
“El
infierno llegó, hace rato”
Todos
los datos anteriores se refieren a los trabajadores del sector privado
y en blanco. No toma en cuenta a los trabajadores del Estado, ni a los
trabajadores privados en negro, donde su situación tanto salarial
como de condiciones de trabajo es peor. Pero para colmo de males, hay
algo que los números y las estadísticas apenas dejan entrever: las
brutales condiciones de trabajo que implican, al mismo tiempo, un
aumento sideral de los accidentes de trabajo. La productividad
significa ritmos enloquecedores (ver en esta misma edición una
explicación marxista): “todos los días le dan un toquecito a la
perilla y la máquina anda mas rápido” –nos decía un compañero–
y más rápidas son las operaciones de los trabajadores. Estos ritmos
enloquecedores, cada vez más veloces, llevan a que las condiciones
sean más brutales, a enfermedades profesionales e, insistimos, a un
aumento considerable de los accidentes de trabajo.
Para
garantizar estas condiciones se establece en las fábricas, los
call-centers y demás lugares de trabajo, verdaderos sistemas
policiales de control. Está el tradicional capataz o supervisor
“vigilanteando”. Pero, también, en muchas empresas hay cámaras
que filman permanentemente. Y como si fuese poco, están los propios
sistemas computarizados de las máquinas que registran hasta el más mínimo
detalle y, por lo tanto, una y cada una de las operaciones que realiza
el obrero y…“todo por dos pesos”.
A
esto hay que agregar que muchas empresas trabajan en turnos
continuos de producción que hace que las fabricas produzcan las
24 horas del día prácticamente los 365 días del año, sin importar
sábados, domingos o feriados. A esto se lo llama “turno
americano” o de otra manera; hay muchas variantes de llamarlo y de
implementarlo. Por ejemplo, en un establecimiento de zona sur del gran
Buenos Aires, se trabaja 4 días de 12 horas cada uno por tres de
descanso, caiga como caiga y todo pago como horas normales. En
otra fábrica de la zona norte, se trabaja en turnos de 8hs rotativos
seis días por dos de descanso. La “función debe continuar” y
para que continúe son los trabajadores que sacrifican su salud,
tener “una vida ordenada” o seguir estudiando, o poder ver
crecer a sus hijos, estar con su compañera y disfrutar algún
esparcimiento.
Emerge
una nueva generación obrera
Son
las condiciones objetivas de recuperación de la producción en
distintas ramas el trasfondo y base material del molecular proceso de
reorganización en curso entre los trabajadores. La esclavitud
laboral, la poca “guita” que se tiene, el ver que la patronal
“se la lleva con pala”, son un aguijón permanente que ni
el mundial puede hacer olvidar.
En
la década del ’90 el “mundo” de la clase obrera cambió imponiéndose
una tremenda fragmentación. Pero ahora está ocurriendo un hecho
“revolucionario” en las entrañas de nuestra clase: está en
marcha una profunda tendencia en sentido inverso: emerge una nueva
generación obrera que está dando sus primeros pasos y haciendo
sus primeras experiencias. Este proceso comenzó hace un par de años
y no se detiene: tiene las características de un proceso orgánico,
estructural.
Hay
un doble recambio en las filas obreras. Por un lado, generacional: decenas
de miles de jóvenes están consiguiendo su primer trabajo. Y, por
otro, también despuntan (o se recuperan) nuevas e importantes ramas
de la producción, como es el caso de las automotrices, toda la rama
de la producción de las comunicaciones, por ejemplo es el caso de los
“call-centers”. En estos casos son jóvenes altamente calificados
donde entran a trabajar en procesos de calidad total y just-time.
Todas estas nuevas generaciones están haciendo sus primeras armas y
justamente esto es lo que señala que el proceso de reorganización
está dado un salto en calidad, aunque más no sea –por ahora–
en el sentido más “estructural” del término, por lo que es poco
visible todavía, pero puede preanunciar para el futuro, grandes
luchas obreras para las cuales hay que prepararse desde ahora.
Impulsar
la organización clandestina por abajo
La
nueva clase obrera ha empezado a entrar en escena, y no es muy
visible, pero están surgiendo nuevos delegados y activistas.
Es cierto que como proceso es muy desigual, en algunos casos es por
lugar de trabajo y en otros hasta por sector. Pero desde el punto de
vista de los revolucionarios, es un proceso estratégico porque
es nuestra clase la que está preparando sus nuevos destacamentos y
sus nuevas armas. A ellos hay que ayudarlos a que no “mueran en el
camino”, a que no se deschaven ante la burocracia y la empresa, a
que no sean presa fácil del despido, de los aprietes y/o castigos. Organizarse
en forma clandestina, cuidarse de no deschavarse, marcar a los
buchones de los burócratas, junto a empujar toda acción que lleve a
mejorar las condiciones de trabajo y preparase para echar a la
burocracia; así como buscar el momento de “dar el zarpazo” para
imponer delegados luchadores, clasistas, antiburocraticos y
antipatronales. Esto está planteado en el orden del día por todo el
período que se ha abierto. Impulsemos con todo la organización por
abajo e independiente de nuestra clase.
Notas:
1-
Ismael Bermúdez, Clarín 20/06/06
2- Daniel Muchnik Clarín 17/04/06
3- Mientras tanto, para disimular esta estafa,
Moyano se dedica a “luchar” contra los supermercados chinos…
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