Chávez entra al MERCOSUR
La contención del presidente
“díscolo”
Socialismo o Barbarie, periódico,
06/07/06
En las últimas semanas ha sido
intensa la actividad internacional de Kirchner. En España cerró
acuerdo con Zapatero por los intereses de Repsol y Aerolíneas
Argentinas en nuestro país; de vuelta en la Argentina, se firmó el
acuerdo automotriz con Brasil y, de paso, K. apoyó la reelección de
Lula; días después, el gobierno recibió a Evo Morales y se aprobó
el aumento del precio del gas que compra el país. Pero de toda esta
“ronda” de actividad internacional, el gran anuncio político fue
el ingreso de Venezuela al MERCOSUR como miembro pleno. La
administración Bush (a pesar de las dificultades, roces y regateos
con varios gobiernos de la región) debe haber festejado la
“contención” que significa este hecho desde el punto de vista político.
Por supuesto, esto fue ocasión
ideal para que los presidentes y el periodismo se despacharan con la
guitarra de la “unidad latinoamericana”. Pero conviene mirar la
cuestión un poco más de cerca.
El ALCA en el freezer, el ALBA...
al baúl de los recuerdos
El “relanzamiento” del
MERCOSUR –después de las recientes crisis políticas en su seno–
tiene, para los gobiernos de “centroizquierda” en particular, un
sentido claro: el de buscar una mejor inserción regional en el
mercado internacional y la mundialización capitalista. Objetivo
que en nada se distingue, en lo esencial, del de su fundación, en los
tiempos de Alfonsín y Sarney.
Se advierte, no obstante, una
diferencia “política”: el rol del Estado capitalista, hoy
más activo y orientado a la “protección” de determinados
sectores económicos. Básicamente dos sectores: por un lado, aquellos
que pueden hacer punta en un desarrollo de las exportaciones
–con una presencia decisiva de las multinacionales y alguna
petrolera estatal–; por el otro, busca dejarse cierto margen para
una más que acotada inversión pública (de importancia más política
que económica).
Es decir, uno de los cambios que
introduce la “ola centroizquierdista” respecto de la década de
las “relaciones carnales”, es que los gobiernos capitalistas de la
región ya no tienen el carácter de gerentes políticos de un
funcionamiento social totalmente librado a las “fuerzas de
mercado”... Más bien, son ahora administradores de una realidad
política, social y económica que ha pasado por las experiencias de
rebeliones populares, colapso económico y desintegración del sistema
político tradicional; así como de la necesidad de un regateo y
arbitraje respecto de los grandes grupos capitalistas de los cuales
–respecto de varios de ellos– ofician de agentes.
Pero este doble rol, exige
la recuperación de ciertos márgenes de acción estatal y de políticas
públicas de contención social y clientelismo. Y todo eso implica,
por supuesto, una base material: es decir, un Estado capitalista
financieramente capaz de instrumentar lo que se decide en la esfera
política; y un rol de loobistas arbitrando y fomentando los
intereses de los grupos capitalistas más afines.
Con lógicos matices, a veces
importantes, es en esta lógica que se inscribe la acción de todos
los gobiernos de “centroizquierda”, incluido Chávez. La retórica
del gobierno venezolano sobre una “unidad latinoamericana”
asentada sobre bases que no serían las de la lógica de relaciones
comerciales entre estados (capitalistas)– teñidas con un poco
de color ideológico y algún acto de solidaridad política– se
estrella contra el hecho material del ingreso de Venezuela al
MERCOSUR.
Es cierto que algunas formas de
colaboración internacional ensayadas por Chávez –sobre todo con
Cuba y, en menor medida, con Bolivia– no se ajustan del todo al patrón
de relaciones clásicas entre estados sobre criterios comerciales.
Sobre estas prácticas se sostiene, en lo discursivo, la propuesta del
ALBA. Pero con este “golpe de timón” (“un hecho histórico”
según el líder bolivariano...), Chávez manifiesta su voluntad de integrarse al principal mercado capitalista regional sin
modificar ni una coma de sus condiciones de origen, y con el
objetivo declarado de buscar una mejor inserción en la
mundialización y el mercado mundial capitalistas.
Así, detrás de los discursos de
Kirchner y Chávez en Caracas (en los actos por el aniversario de la
independencia de Venezuela), lo tangible son los negocios: grupos
capitalistas como Techint o Repsol se refriegan las manos con las
“oportunidades de inversión” que podrán tener bajo este
“paraguas” político. Como aclaró Lula, no se trata de
“comprar ni vender ideología”, sino de “hacer negocios”
buscando una integración al mercado mundial en condiciones que no son
exactamente las que pretende EEUU y el ALCA, pero que siguen siendo
100% capitalistas. Expresión también de que
a determinadas
multinacionales radicadas en la región, les conviene
“acordonarla” en su pelea competitiva con otros grupos
capitalistas.
Entrar mejor al mercado mundial
Desde que el capitalismo es
capitalismo, la competencia entre capitalistas ha sido connatural a él.
Mucho de lo que está en juego en estos “rutilantes” acuerdos, es
justamente lograr mejores condiciones de inserción de la región
en este juego competitivo económico mundial que se ha redoblado
en los últimos años. Juego competitivo –está claro–
dentro de las propias condiciones que establece el sistema mismo. No
hay aquí ni un atisbo de medidas que vayan en un sentido distinto (es
decir, anticapitalistas), sino solamente un regateo por mejores
condiciones de “inserción”.
Es en este marco que debe
comprenderse uno de los principales anuncios producidos por Kirchner y
Chávez: el rutilante “Bono del Sur”. Este se emitiría en
conjunto entre la Argentina y Venezuela, y es una muestra palmaria de
lo que estamos señalando. Es que ya ambos gobiernos habían hecho un
buen negocio con la compra venezolana de bonos de deuda argentinos.
Ahora, se busca conseguir financiamiento en común en el mercado
financiero internacional con un bono en dólares, con garantía de los
Estados pero bajo jurisdicción extranjera (al mejor estilo del
festival de bonos de Cavallo). Así lo admitió el propio ministro de
Finanzas de Venezuela, Nelson Merentes, quien justificó la medida
diciendo que se busca “la mayor liquidez posible, que deberá
reflejarse en una tasa de interés inferior” de esta “salida
creativa para recuperar y ampliar las fuentes de financiamiento”
(Clarín, 6-7-06).
¿Cuál será el destino de los
fondos recaudados mediante el “Bono del Sur”? Simple: obra pública
(con contratistas privados), y financiamiento de deuda (para beneplácito
de los acreedores). En una palabra, darle armas financieras al Estado
para que apuntale el proyecto político (y los grupos económicos
afines) de los respectivos gobiernos. ¿Es este el “MERCOSUR más
político” que pide Chávez?
En cuanto a los “grandiosos
objetivos” del MERCOSUR (así “remozado”), démosle la palabra
al ministro de Finanzas venezolano: “Queremos armar un mercado
regional (...) [una] capital financiera de América del Sur, que
concentre las operaciones y pueda transar los bonos de los países
emergentes. Esto debería ir acompañado por la creación de una
nueva forma de medir el riesgo país, porque son economías que están
creciendo”...
Más claro, agua: somos “países
emergentes” –“dignos”, eso sí–, y queremos nuevas y mejores
condiciones en el marco de la mundialización... capitalista. Eso es
todo. ¿Dónde quedaron el supuesto “socialismo del siglo XXI” y
el ALBA “antiimperialista”?
Por la Unidad Socialista de
Latinoamérica
La contención de Chávez en el
MERCOSUR, muestra los limites del discurso de “integración”
latinoamericana de la actual ola de gobierno centroizquierdistas.
La aceptación de todas las normas y criterios de un espacio económico
que en nada ha beneficiado a los trabajadores y que es un ámbito
privilegiado de grandes grupos económicos capitalistas (como las
automotrices y otros) sirven para
comprobar los límites de clase
de estos gobiernos.
¿Qué queremos decir con los
“limites de clase”? Que dándole más importancia al Estado en la
regulación de las economías y actuando como “loobistas” –en
ultima instancia– de grandes grupos económicos (que se
aprovechan de las “economías de escala” que facilitan estos
espacios de “unidad” comercial), evidentemente no se puede
avanzar un paso en una unidad latinoamericana que verdaderamente pueda
estar al servicio de las masas laboriosas.
La parodia actual es como la
repetición de la tragedia de la “independencia” del siglo XIX, y
de todos los mitos de los próceres “fundadores”, que encabezaron
una pelea por la independencia política de España, sólo para caer
en la colonización económica de Inglaterra, al tiempo que se
dedicaron a decapitar una a una las autenticas rebeliones que surgían
desde abajo y que tenían reales perspectivas emancipadoras.
Hasta ahora, ninguno de estos
gobiernos han podido (ni se han visto obligados) a “decapitar” los
proceso de luchas de masas, hoy “mediados” en la actual confianza
popular en los gobiernos “progresistas”. Pero esto no va a durar
eternamente. Como amenazó la crisis de las bolsas en las últimas
semanas, en algún momento la situación de la economía se va a
“dar vuelta” y volverá a emerger la lucha popular.
Pero para preparar las
condiciones para el retorno de la lucha obrera y popular a una escala
superior, hoy hay que explicar pacientemente que no se puede
tener ninguna confianza en estos nuevos gobiernos que aparecen
como “progresistas” (y venden “espejitos de colores”), pero
que siguen siendo agentes de los capitalistas. Porque de la
mano de estos últimos, sometidos por uno y mil lazos al capitalismo
mundial y garantes de la continuidad de la explotación de los
trabajadores en cada país, no puede ver la auténtica unidad (en
sentido popular) de la región.
Esto sólo podrá venir de la
mano de sus clases explotadas y oprimidas que con la clase obrera al
frente, que son las únicas que no tienen nada que perder con una auténtica
ruptura con el imperialismo. Porque el grito de guerra de los obreros,
campesinos y demás sectores populares deberá ser por la Unidad
Socialista de Latinoamérica.
¡Ninguna confianza en los
gobiernos “progresistas”!
¡Impulsar la más intransigente
independencia política y organizativa de los trabajadores!
¡Por imponer gobiernos obreros,
campesinos y populares camino a una Federación Socialista
Latinoamericana!
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