Ley Nacional de Educación K
¡La culpa la tienen los maestros!
Por
Marina Alonso
Socialismo
o Barbarie, periódico, 06/07/06
El
gobierno K ha presentado la “nueva”
ley educativa. La CTERA y el SUTEBA –como ocurrió con las leyes en
los 90– han salido a apoyar; lo propio están haciendo los
“especialistas en educación” que ayer redactaron las leyes que
hoy critican y que son, precisamente, los redactores de la nueva ley.
Incluso los mismos empresarios
y la iglesia que ayer aplaudieron... hoy vuelven a aplaudir. La
“nueva” ley, que de nueva tiene poco, es más bien un intento
continuista y legitimador de la estructura educativa heredada de la década
pasada.
Las
reformas impulsadas por el Banco Mundial en los 90 transformaron el
sistema educativo nacional en un “mercado persa” con ofertas de
todo tipo, precio y calidad, logrando lo que buscaban: que cada sector
reciba una “educación” que refuerce su condición social de
origen; un sistema educativo que acompañe y reproduzca la
atomización social de la nueva argentina con millones de desocupados,
trabajadores en negro y salarios miserables.
Las
armas para lograrlo tuvieron 5 ejes:
–
La descentralización de los “servicios” educativos.
–
La sanción por ley de subsidios para salarios en la escuela privada
como manera de fomentar la expansión de la educación como un negocio
privado.
–
El cambio del principio de “igualdad” (muy socavado ya, por
cierto) por el de “equidad”, afirmando que no todos tenían
necesidad de una igual educación, sino que ésta debía
adaptarse a las necesidades “de origen”.
–
La libertad para cualquier empresario de abrir una escuela privada a
su antojo.
–
La estratificación y pauperización de los salarios de los
trabajadores de la educación junto con un brutal ataque a las
condiciones de trabajo.
Está
claro que luego de más de una década de aplicación de la Ley
Federal de Educación el resultado ha sido tan evidentemente
desastroso que ahora, luego de que las jornadas del 19 y 20 de
diciembre del 2001 evidenciaron el quiebre de la Argentina de los 90,
el gobierno se apresta a un vasto operativo continuista de
relegitimación de los criterios más de fondo de la estructura
educativa heredada de la década pasada, introduciendo cambios
superficiales que en nada van a revertir la actual situación de
destrucción educativa.
Parámetros de la nueva “Ley Nacional de Educación”
La
ley que está presentando el gobierno y que ha despertado cierta
expectativa entre sectores de los docentes y de la población en
general, hay que decirlo, es un trampa de frente y de perfil. ¿Por qué?
Porque es una estafa que no retrotrae ninguno de los efectos de las
leyes “menemistas” que dieron origen al actual sistema
educativo que la mayoría de la población critica.
Veamos
un poco más de cerca la cosa:
–
Fija a través de la nueva LFE (Ley de Financiamiento Educativo) un
“compromiso” prácticamente igual al de la LFE (Ley Federal de
Educación) de aumento al 6 % del PBI anual a destinar a educación,
pero para... una década más tarde.
–
Mantiene los subsidios a
las escuelas privadas.
–
Mantiene la famosa “descentralización” que significa un
Ministerio de Educación “sin escuelas” y que cada provincia y
municipio financien con sus presupuesto sus propias escuelas. No hay
que ser muy imaginativo para saber cómo es la educación en una
escuela de La Banda, o del Chaco.
–
Mantiene el concepto tramposo de “equidad”, continuidad
estructural de la liquidación del criterio “igualitario” en la
educación.
–
Refuerza el rol de la Iglesia Católica, en contra del principio de
laicidad.
–
Incorpora una nueva espina en la fragmentación salarial, con la
promoción de variaciones salariales por mérito (a los “buenos
docentes”, al decir de la UIA)
¿Cuál
es la gran medida “progresista” de Kirchner, Filmus y Puiggrós
para enfrentar las consecuencias nefastas de la LFE y la
descentralización educativa de los 90 respecto de la población
trabajadora? ¿Cuál es el “compromiso del Estado” con un fin tan
noble? Ante el mantenimiento esencial de la estructura educativa de la
LFE, lo que se propone es “igualar” a través de los
“contenidos” y poner en la picota a los docentes. Veamos.
Manual
estandarizado y competencia entre maestros para “mejorar” la
calidad
La
“innovadora” medida que trae la ley del gobierno se reduce a lo
siguiente: diseñar “contenidos” entendidos como resultados
“medibles” en pruebas al viejo estilo “Odol pregunta” o al
nuevo estilo “Pulsaciones”. ¿Qué significa esto? Dos cosas.
Por
un lado, se postula que el Ministerio de Educación sería el que se
ocupe de los planes de estudio con el criterio de que se enseñen iguales
contenidos a lo largo y ancho del país. El fin es muy
“loable”, pero encierra una trampa: de no cambiarse las
condiciones sociales de acceso a la educación de los diversos
sectores sociales, evidentemente no puede haber contenidos iguales que
alcancen para elevar la “calidad” de la educación.
Por el otro, se responsabiliza a los docentes de que
los alumnos adquieran los nuevos conocimientos, por la vía de
“medir” los resultados que logran los maestros. Y luego de esta
“evolución” se les pagaría un sueldo... acorde a los resultados
que exhiban las víctimas, es decir, los alumnos.
¿En
que consisten esas diferencias de acceso a la educación? Hay
coincidencia en que una de las consecuencias más nefastas de las
reformas de los 90 es la fragmentación del sistema educativo,
dividido en provincias con regímenes y estructuras distintas, con
salarios, contenidos, escuelas y expectativas distintas. Hay escuelas
privadas sin subsidio, escuelas privadas con subsidio, escuelas
religiosas y laicas, escuelas del estado con secundaria y escuelas del
estado con “primaria de 9 años”, escuelas con laboratorio y
estufas y escuelas sin puertas, sin vidrios en las ventanas; escuelas
que tienen convenios con supermercados y escuelas con convenios con
universidades; escuelas confortables y escuelas con los pozos
rebalsados; escuelas donde los maestros cobran un plus y escuelas
aisladas en cuadras de barro, sin agua potable a las que se les ha
quitado el plus por zona desfavorable; escuelas con computadora e
internet y escuelas sin computadoras, ni cable, ni TV, ni borrador, ni
tiza, ni lavandina; chicos con celular y chicos sin lápiz ni
cuaderno; escuelas donde los alumnos estudian porque saben que pueden
elegir “qué hacer cuando sean grandes” y chicos que tiene la
percepción de que estudiar no los va a salvar de un destino cierto de
desocupación o superexplotación.
Ésas
son las desiguales condiciones que el gobierno tendría la
responsabilidad de cambiar. Con estas desigualdades, que son
desgarros, no hay manual ni maestro que opere el milagro. Sólo
puede ocurrir lo que meses atrás vimos en Chile, cuando el ministro
de Educación atribuyó la desigualdad educativa al rendimiento
desigual de los maestros de las escuelas estatales que no supieron
transmitir bien los contenidos. Otra vez, la escisión no es de la
sociedad en clases sociales antagónicas sino entre los maestros
“buenos” y “malos” docentes, mientras un inmenso movimiento de
masas encabezado por los estudiantes salía a las calles a decir Ya
Basta!
Luchemos para derrotar esta nueva trampa que es
la nueva ley de educación nacional.
Debate
sobre la nueva Ley de Educación – La encuesta como “presente
griego”
Impulsar una Ley de Emergencia Educativa
Lista Negra de Gral. Sarmiento y
San Fernando
Socialismo o Barbarie, periódico, 06/07/06
Al servicio de hacer pasar la nueva ley, el gobierno esta
impulsando una “encuesta” para que “todos opinemos” acerca de
los “criterios” para la nueva ley (apareció en los principales
diarios). En la misma se preguntan cuestiones de nula importancia
o meramente retóricas como si se cree que el idioma a impartir en las
escuelas debe ser “el inglés o el francés”o si el “Estado
nacional debe jugar un papel más activo en la educación”, cuando
es obvio que la mayoría responderá que sí (aunque el Estado por sí
mismo no es garantía de nada, la educación debe estar realmente
controlada por docentes, alumnos y padres). Se pregunta eso cuando en
una provincia está en riesgo el derecho de aprender de los alumnos...
¿el papel “m{as activo” aludirá a enviar a la Gendarmería a
reprimir a los docentes como en Neuquén, o a garantizar el pago de un
salario acorde a la canasta familiar? Esta encuesta, que interroga
acerca de “lo humano y lo divino”, omite precisamente preguntar lo
que realmente importaría clarificar:
– ¿Cree usted que el Ministerio Nacional de Educación
debe tener responsabilidad en la creación y el mantenimiento de
escuelas; el salario de los docentes, el numero de alumnos por curso,
el fomento para crear mejores
condiciones de enseñanza y de aprendizaje para los menos favorecidos?
– ¿Cree usted que debe seguir siendo un Ministerio sin
escuelas, que sólo elabora la “lista de temas” que los maestros
tienen que lograr –vaya a saber cómo– que los chicos aprendan?
– ¿Cree usted necesario seguir financiando con sus
impuestos a las escuelas privadas que cobran cuotas a sus alumnos para
brindar educación?
– ¿Cree usted que tiene que financiar de su bolsillo las
escuelas católicas o de otras religiones reconocidas por el gobierno
en detrimento del histórico principio de laicicidad en la educación?
– ¿Cree usted que los maestros deben seguir teniendo un
salario básico de $ 414, o algo más cercano a la canasta familiar,
de manera que se pueda dedicar a un turno de trabajo (bien preparado)
en vez de tener que hacerlo dos o tres turnos para alcanzar un ingreso
digno?
– ¿Cree usted que tres o cuatro aulas de una escuela
rebautizadas con otro nombre merecen la categoría de “escuela
secundaria”, la que fue liquidada por la LFE?
En síntesis,
alrededor de ocultar
los grandes problemas y responsabilizar a los docentes y
no al Estado y el gobierno K del seguro fracaso de esta reforma,
haciendo incluso responsables a los maestros del futuro laboral de los
alumnos, se abren algunos debates para “entretener” a la población,
mientras se legitima lo esencial de la fragmentación y atomización
educativa de los 90.
¿Qué proponemos?
Rechazar la ley del gobierno. Rechazar este “cambio de la
mano de los docentes” que sólo busca ponernos a competir entre
nosotros y hacernos cargo de la responsabilidad del desastre educativo
que sólo es producto de las políticas de los gobiernos patronales
(incluso de los que se dicen “progresistas”) y de un sistema
capitalista que, en el mundo como en el país, sólo acumula una masa
creciente de parias mientras que unos pocos viven de fiesta en fiesta.
Rechazar la mentira de que a partir de un supuesto criterio
de “igualación de los contenidos” se podría igualar realmente
las condiciones de acceso y calidad de la educación a recibir.
Rechazar la falsa “derogación” de la ley de transferencia de los
servicios educativos, que sólo sirve para dejar a salvo los efectos
ya cumplidos
Por el contrario, proponemos la necesidad de discutir las
causas de la debacle de la educación de los sectores populares y
trabajadores, y a partir de allí impulsar inmediatamente una ley
de emergencia educativa que establezca:
– el inmediato aumento del presupuesto educativo al 25% del
presupuesto nacional, liquidando los subsidios a la escuela privada y
la confesional, ni gastos en ninguna otra área que pueden ser
“disfrazados” de gasto educativo;
– elevar ya el salario de los docentes a un básico de $
1000 por cargo (6 horas de trabajo); anulación completa y en todos
sus efectos de las leyes federal de educación, de transferencia
educativa y de educación superior;
– establecer un financiamiento único del Estado del
presupuesto e iguales condiciones de trabajo para todos los docentes,
sin pasantías, convenios con empresas privadas, sponsoreado,
arancelamiento de cualquier especie ni cooperadoras;
– establecer un sistema nacional de educación único para
todo el país;
– el pase de la educación al control de sus verdaderos
interesados: los docentes, estudiantes y padres;
– establecer que la
educación debe estar al servicio de la transformación social y para esto abrir un período de discusión con los
trabajadores, los desocupados, las minorías, etc., a fin de elaborar
un proyecto educativo verdaderamente al servicio de los intereses de
las mayorías populares.
.-
Secretaria de DH del SUTEBA (Sindicato de trabajadores de la
educación) de Gral. Sarmiento (Gran Buenos Aires).
.–
Este cambio de una mera palabra (mantenido exactamente de la misma
manera en la “nueva” ley) encierra sin embargo un significado
profundo. En el caso de la vieja ley 1420, lo que se sancionaba
era la perspectiva de una educación que supuestamente debería
ayudar a “igualar” las condiciones de todos los habitantes
del país, provinieran de la clase social que provinieran. Con las
actuales (contra) reformas educativas, en todo el mundo, se
abandona la “utopía” igualadora reemplazándola por el
criterio de “equidad”, que “realistamente” pretende darle
a cada estudiante “lo que necesita” en función de lo que
“es” (el rico para seguir siéndolo, lo mismo que el
trabajador para continuar sometido a la explotación). En este
esquema, obviamente, lo que se abandona es cualquier perspectiva
transformadora, aunque esa misma perspectiva de “igualdad” que
jalonó por varias décadas del siglo XX el sistema educativo no
tuviera condiciones para ser llevada realmente a cabo.
.–
Por “presente griego” nos referimos a la historia del Caballo
de Troya, donde en un regalo, el caballo gigante, estaban
escondidos los soldados que adentrándose en la ciudad la
conquistaron.
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