Debates sobre de la legislación sobre
ligadura de trompas y vasectomía
De cómo el
“progresismo” logra no hablar de lo que urge hablar
Por César Rojas, de Carne Clasista
Socialismo o Barbarie, periódico, 20/07/06
El proyecto de ley de anticoncepción quirúrgica que
obtuvo media sanción en Diputados el 28 de junio se apresta a ser
considerado por el Senado. A juzgar por el resultado obtenido en la cámara
baja (147 votos a favor contra 41 en contra y 2 abstenciones) y la
mayoría oficialista del Senado, según trascendió, su aprobación
sería inminente y hasta es posible que se lo haga sin debate.
Impulsado por diputadas del Frente para la Victoria
(Marino, Gutiérrez, Bosch), del ARI (Rodríguez), el Peronismo
Federal (M. Rico, la hija de Aldo) y el socialismo (Barbagelatta),
este proyecto de ley abre la posibilidad de garantizar gratuitamente,
a través de la salud pública y las obras sociales, la realización
de la anticoncepción quirúrgica (ligadura de trompas y
vasectomía). Esta posibilidad no estaba contemplada en la Ley
Nacional de Salud Reproductiva y Procreación Responsable (25.673), en
las que sí estaban incluidos otros métodos anticonceptivos como
preservativos, píldoras, DIU y parches. Si bien este tipo de
intervención ya es posible en 14 provincias del país, la medida aún
no tiene alcance nacional. Podría acceder toda persona mayor de edad
con el simple consentimiento ante los médicos, sin autorización
judicial ni de sus parejas.
En el caso de las mujeres, la “ligadura tubaria”
o de trompas de Falopio consiste en una cirugía que impide el
paso del óvulo al útero, evitando así la posible fertilización del
mismo. En el caso de los hombres, la vasectomía se trata de
una intervención con anestesia local que corta los canales deferentes
de los testículos para bloquear el circuito normal de los
espermatozoides e impedir que desciendan. Pese a lo delicado y lo
cruento de estas intervenciones quirúrgicas, no son irreversibles
pero sí de carácter permanente (por eso no puede hablarse de
“esterilización”). Aunque el proceso es reversible, los costos
del tratamiento son muy altos y no en todos los casos siempre puede
asegurarse su éxito (algunos especialistas lo estiman entre un 70 u
80 % de los casos).
“De eso no se habla”
Hasta aquí los hechos más salientes alrededor del
proyecto de ley. Pero para poder tomar posición respecto de este
debate y el “mar de fondo” en que esto ocurre, es necesario partir
del contexto de la política general del gobierno, su política de
salud y su nuevo acercamiento a la Iglesia. Podremos conocer así sus
verdaderas intenciones y sus claros límites a la hora de dar
respuesta a una problemática tan acuciante como lo es la salud sexual
y reproductiva.
Esta media sanción en diputados se da en el marco de las
discusiones que abrió meses atrás, más precisamente en mayo, el Proyecto
de reforma del Código Penal presentado por el Ministerio de
Justicia, que entre otras modificaciones referentes a derechos
humanos, ecología, etc., preveía la de despenalizar y autorizar el aborto
dentro de los tres primeros meses de gestación bajo determinadas
circunstancias. Esta propuesta de reforma era muy endeble, por cierto,
pero levemente mejor en este punto respecto de la legislación
vigente.
Por supuesto que esto alcanzó y sobro como para reabrir un
debate urgente y siempre presente en la sociedad, y para que la
Iglesia increpara al gobierno obligándolo a pronunciarse. La
respuesta no se hizo esperar. Las declaraciones del ministro del
Interior Aníbal Fernández fueron contundentes: “el aborto es
tema terminado y no va a ser presentado nunca por el gobierno” (La
Nación, 20-6-06). Por supuesto, a la fecha, esta propuesta no
prosperó y la reforma del código penal fue desestimada por el
gobierno, que no la consideró prioritaria, y se anunció que los
juristas seguirán trabajando, aunque con otros plazos…Lo que está
claro, más allá de los dichos es que el gobierno nacional le
“bajó el dedo” a este de por sí tibio proyecto.
En esta misma lógica podemos entender lo que declaró la
diputada del Frente para la Victoria, autora del proyecto de ley para
permitir las ligaduras y vasectomía, Juliana Marino: “la ley
busca modificar patrones culturales” y “desterrar el aborto
como método de regulación de la maternidad” (Clarín,
30-6).
Esto es lo que intenta hacer el gobierno: desterrar todo
posible debate por el aborto libre, legal y gratuito, barriendo
bajo la alfombra las más de 500 mujeres muertas cada año por no
contar con este derecho elemental. Ni tampoco discutir por qué una
joven de clase acomodada se practica un aborto seguro en una clínica
privada, mientras otras jóvenes pobres deben arriesgar su vida en prácticas
abortivas caseras exponiéndose a la violencia, la agresión, el
maltrato y hasta la cárcel, como es el caso de Romina Tejerina.
Tampoco el gobierno quiere hablar de las nefastas
consecuencias de la implementación del Programa de Salud Reproductiva,
aplicación de la ley 25.673, donde en la mayoría de las salas de los
barrios las pastillas anticonceptivas no se entregan, los
preservativos no llegan y los controles sobre los DIU aplicados no se
hacen.
Métodos anticonceptivos cruentos
Está claro que los sectores populares y trabajadores son
los más afectados por la falta de anticonceptivos, la falta de
información y de una educación sexual libre de la injerencia de la
Iglesia. Es fundamentalmente sobre las mujeres pobres donde se
manifiestan las brutales consecuencias de estas políticas, puesto que
estadísticamente son minoritarios los casos en que los hombres
acceden a someterse a una intervención como la vasectomía, hecho que
refleja el carácter patriarcal y machista de la sociedad capitalista.
Asimismo son sobre estos sectores, esencialmente las
mujeres pobres y en mucha menor medida sobre los hombres pobres,
sobre los que se legisla la aplicación de estos cruentos métodos de
anticoncepción, como si fueran un “método más” y no una excepción
en casos extremos, producidos porque el gobierno no hace nada
sobre la falta de anticonceptivos, de información y de una educación
sexual libre y científica, ni legisla el aborto libre y gratuito.
Pero al gobierno y al “pseudo-progresismo” de algún sector del
feminismo institucionalizado parecen no preocuparle por qué
alguien llega a la instancia de tener que recurrir a esos métodos, ni
quién se hará cargo de los altísimos costos de la intervención en
caso de querer revertir el proceso.
Sabemos de antemano que garantizar el cumplimiento efectivo
y real de un derecho en el plano de la salud no puede hacerse sino en
el marco de asegurar el derecho al trabajo, la educación y de
propiciar las condiciones sociales que permitan ejercer de forma real,
no “formal”, ese derecho. Pero este gobierno no hace sino ir en
contra de todos ellos y de las necesidades reales de las y los
trabajadoras/es y el pueblo: Es más, no tiene ningún empacho en
hacer pagar con nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestro futuro las
consecuencias de sus políticas. Por eso, como socialistas
revolucionarios no debemos depositar ninguna confianza en este
gobierno y su política, y debemos seguir luchando por conseguir el aborto
libre y gratuito, una educación sexual científica en los
colegios y la libertad a Romina Tejerina.
|