El desaparecido 30.001
¡Que aparezca el compañero López!
Editorial de Socialismo o
Barbarie, 28/09/06
El 29 de junio Jorge Julio López
declaró en el juicio contra Etchecolatz que éste “era un asesino
serial que no tenía compasión”.[1] En la madrugada del lunes 18
desapareció, justo el preciso día en que el genocida debía hacer su
descargo ante el tribunal.
“El primer desaparecido de la democracia”.
Así lo calificó el propio gobernador bonaerense Felipe Solá una
semana después. Incluso agregó que “podría haber sido
desaparecido por su condición de testigo fundamental en el caso
contra Etchecolatz. Nos cabe suponer que pueda haber sido secuestrado
para intimidar a futuros testigos en otros juicios”. Aunque después
intentó arreglar la cosa ante la reprimenda de Kirchner, la certera
definición ya estaba hecha. El gobernador de una de las provincias
con mayor tradición represiva pasada y presente haya dicho lo que
dijo –sin duda a sabiendas o con ciertos elementos de juicio–
marca que la hipótesis de su desaparición política cada minuto,
cada hora y cada día que pasa tiene más asidero.
Ésta es la explicación de que
la marcha a Plaza de Mayo del miércoles 26 haya tenido la
convocatoria que tuvo. Se está abriendo un proceso de lucha democrática
que amenaza con hacer estallar una grave crisis política en el
gobierno, más aún ahora cuando los provocadores que desaparecieron a
López han amenazado a todo el tribunal que condenó a Etchecolatz.
En estas condiciones, dos tareas
están colocadas de manera urgente: desarrollar una amplia movilización
de masas nacional por la inmediata aparición con vida del compañero
López. Y junto con esto, no dejar de subrayar la responsabilidad del
gobierno nacional y provincial en lo sucedido, porque ellos son los
garantes de la continuidad de los aparatos represivos del Estado,
desde las Fuerzas Armadas, pasando por la Policía Federal y
bonaerense, hasta la SIDE. Más allá de una serie de reformas y
retoques que haya hecho el gobierno lo que prima es la continuidad.
Porque nadie duda de que el secuestro y desaparición del compañero
provienen de los organismos de seguridad.
Desaparición política y
responsabilidad K
El intento del gobierno K de
sacarse la responsabilidad de encima y adormecer la justa movilización
que ha comenzado no puede ser más descarado. Alberto Fernández llego
a decir que “López podía estar en la casa de su tía”. El martes
26, Kirchner retó a Sola por sus declaraciones. Se han echado a
correr hipótesis del supuesto Alzheimer de López. Pero el argumento
más de fondo que empieza a esgrimirse es que ya ha habido “otros
desaparecidos bajo la democracia”, por ejemplo, el caso de Miguel
Bru.
No se trata más que de un
intento de tirar la pelota afuera y que Kirchner y Solá se puedan
sacar la responsabilidad. Pero como dice el dicho popular, no se puede
tapar el sol con la mano: es evidente que no se trata de un mero hecho
delictivo o policial, ni siquiera de un caso como el de José Luis
Cabezas: se trata del primer caso de una desaparición política bajo
la democracia de ricos. Y no en cualquier momento, sino cuando se han
comenzado a sustanciar juicios que incorporan la figura del genocidio.
Estos juicios podrían, eventualmente, derramarse hacia abajo, hacia
militares y políticos no gerontes sino en actividad.
No sería la primera vez que los
políticos patronales, incluso los más “progresistas”, jueguen el
papel de aprendices de brujos, es decir, que la administración de
concesiones o “reformas” desde arriba (como la anulación de las
leyes de Obediencia Debida y Punto Final) desencadene consecuencias no
planificadas ni queridas, que vayan más allá de los precisos límites
relegitimadores de la democracia que tenían esas medidas.
Cara y ceca de la relegitimación
institucional
En un sentido, los hechos que
vinculan hoy a Etchecolatz y López son dos caras de una misma moneda.
Una es que el reciente juzgamiento y condena a perpetuidad de este
asesino, bajo la figura de genocidio, es un evidente triunfo de la
lucha popular y democrática. Así sea esto mediado por la institución
judicial y se intente aprovechar la sentencia para relegitimar las demás
instituciones de la democracia, todo lo que este fallo tiene de
alcance y de triunfo tiene que ver con la lucha desde abajo. No fue
casual que durante el juicio se cantaba “no es el Estado, es la
lucha popular”, y tampoco lo fue que la “izquierda K” no se hizo
presente en las afueras del tribunal.
Blumberg
y Castells un solo corazón
Según
el diario Ámbito
Financiero, Juan Carlos Blumberg y Raúl Castells convocaron para
el mismo día y a la misma hora de la marcha a Plaza de Mayo por la
aparición de Jorge López, a una marcha contra la inseguridad en
Villa Fiorito, Lanús. Castells calificó la marcha a Plaza de Mayo
como “una contramarcha encubierta del gobierno, afirmó que esa
movilización también es un síntoma de la falta de seguridad que
reina en el país.” Para hacer demagogia reaccionaria y demostrar su
simpatía por la represión y la “mano dura” no se encontró una
dupla más en sintonía.
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Sin embargo, el secuestro y
desaparición de López muestran con crudeza los límites de este
triunfo en los marcos de la continuidad del Estado patronal y la política
gubernamental. Al mismo tiempo que se “alienta” el desarrollo de
los juicios, el garante de la continuidad de los aparatos represivos
de este Estado capitalista es el propio jefe de estado, Kirchner. Y
fue desde estos aparatos que salió la mano negra que eventualmente
secuestró al compañero, fueren elementos en “actividad” o
“retirados”.[2]
Son visibles, entonces, los
alcances de una conquista, pero también los graves límites que le
impone una orientación que busca, en última instancia, el
“saneamiento” de las instituciones. Y el aparato represivo no sólo
sigue practicando impunemente el gatillo fácil contra la juventud de
los sectores populares, no sólo montó un espectacular operativo
represivo en oportunidad de la huelga de los petroleros de Las Heras,
sino que ahora parte de su personal está directamente involucrado en
una “venganza” contra la valentía de López por haber declarado
contra Etchecolatz.
La policía es irreformable
El gobernador Sola separó de la
policía bonaerense a más de 60 agentes que habrían cumplido
funciones en centros clandestinos de detención durante la última
dictadura militar. Nada podía ser más grafico acerca del carácter
de los aparatos represivos que esta noticia: décadas después de la
dictadura, las instituciones de “seguridad” siguen infectadas de
genocidas.
Kirchner, Solá y Arslanian son
los responsables –con su política de cambios “cosméticos”–
de que aparatos represivos como la policía de la provincia de Buenos
Aires no hayan sido lisa y llanamente disueltos. Porque la policía es
“irreformable”. Se han “dado de baja” en los últimos años,
supuestamente, miles de “malos” policías. Pero hechos como éste
son reveladores del carácter antipopular, represivo y genocida de la
policía como tal.
Si hoy, 30 años después de la
dictadura, todavía hay decenas de policías directamente involucrados
en los campos de detención clandestinos de Etchecolatz y Camps, se
trata de una prueba irrefutable de que la policía provincial es un
abismo insondable de represores: la única medida revolucionaria para
acabar realmente con este ámbito represivo es imponer su inmediata
disolución lisa y llana.
Aparición con vida ya
Disolución inmediata de los
aparatos represivos del Estado
Antes de continuar, no se puede
dejar de señalar el triste espectáculo de Hebe de Bonafini y otros
organismos de derechos humanos directamente cooptados por la política
gubernamental, ahora enfrentados entre ellos por el caso López.
Bonafini ha salido a exigir la renuncia de Solá, Fernández y
Arslanian, exigencia que compartimos. Pero con ello, Bonafini pretende
esconder su complicidad con un gobierno que de ninguna manera puede ni
quiere ir hasta el final en la resolución del problema del genocidio.
Prueba de ello es que hayan dividido la movilización del miércoles
27: no se animan ni a aparecer en la marcha organizada, centralmente,
por los organismos que han tenido el valor de permanecer
independientes del gobierno y la izquierda.
Los reflejos han sido rápidos:
ha comenzado un importante proceso que hay que profundizar,
desarrollando la más amplia movilización popular y de trabajadores
en una campaña de masas y nacional. Ha sido un ejemplo el hecho de
que los médicos de la provincia de Buenos Aires hayan resuelto
participar de la movilización a Plaza de Mayo levantando las banderas
de sus 10 desaparecidos. A nivel de los distintos lugares de trabajo y
fábricas está la oportunidad y necesidad de seguir este ejemplo.
Los “desaparecedores” no
pueden pasar: hay que parar este zarpazo de manera inmediata y en
seco. Hay que redoblar la movilización por la inmediata aparición
con vida de López. E imponer, junto con esto, la inmediata disolución
de todos los aparatos represivos y la renuncia de Solá, Arslanian y
Fernández, funcionarios que tienen responsabilidad política por los
hechos.
Aparición con vida ya de Jorge
Julio López
Profundicemos la movilización
Disolución de todos los aparatos
represivos
Cárcel común y perpetua a todos
los genocidas
Renuncia de Solá, Arslanian y
Fernández
Notas:
1. Las impactantes declaración
de López incluyeron la denuncia de que “llegó a ver, desde una
pequeña mirilla en la puerta del Pozo de Arana, cómo Etchecolatz en
persona ordenaba el fusilamiento del matrimonio de Patricia Dell
‘Orto y Ambrosio De Marco: ella les pedía que no la maten, que quería
criar a sus nenitas”. Página 12, 23-9-06.
2. El propio presidente del
Tribunal Federal Nº 1 de La Plata a cargo del juicio, Carlos
Rozansky, marcó más limites de la política gubernamental: “Uno de
los mayores aliados de la impunidad es el paso del tiempo: testigos
que mueren. Testigos que no están en condiciones de volver a relatar
el horror. Testigos que no se sienten con la seguridad de poder
hacerlo”. Sobre esto último, la responsabilidad del gobierno es
insoslayable.
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