La condena a Etchecolatz
Pormenores
de un fallo histórico
Por
Roberto Sáenz
Socialismo
o Barbarie, periódico, 12/10/06
La discusión acerca de los alcances de la condena a
Etchecolatz ha quedado oscurecida ante la gravedad de la desaparición
del compañero López. Sin embargo, queremos volver sobre este fallo
que ha sentado un precedente legal de enorme importancia. Los alcances
reales del fallo dependerán de cómo avance la pelea por la
aparición con vida del compañero López y el castigo al grupo
fascista que lo secuestró.
Esto es así porque el terreno de la justicia burguesa sólo
puede ser un punto de apoyo secundario respecto del terreno
real de lucha de la clase trabajadora y los socialistas
revolucionarios, es decir, la movilización. De hecho, el propio fallo
no es, en última instancia, más que el subproducto de la
movilización independiente. Pero no por eso la condena al
“asesino serial” deja de ser un enorme triunfo.
Radiografía del
infierno
De los testimonios vertidos en el juicio, lo que surge es
lo más parecido a una radiografía del infierno:
detenciones ilegales; apropiación de bienes; torturas con picana y
“submarino”; violaciones sistemáticas a las mujeres;
hacinamiento; condena a la sed, hambre y enfermedades; prisioneros
“crucificados”; pérdida de la personalidad; simulacros de
fusilamiento; asesinatos a sangre fría con disparo en la nuca;
detención de adolescentes de 15 años; apropiación de bebes;
homicidios de niños; familiares
que cargaron a cuestas con su búsqueda hasta 1999; familiares que
siguen reclamando el derecho de tener al menos los restos de su ser
querido y poder enterrarlo dignamente.
La prensa sintetizó así el testimonio de Nilda Eloy, una
ex desaparecida: “Respecto de quienes estaban a cargo de la guardia
de los detenidos, señaló que eran policías y que no sabe si tendrían
ordenes militares, pero que en caso de que las tuvieran, hay cosas que
no cree que se hagan porque se las ordenen, no cree que ningún hombre
pueda tener una erección y violar una mujer porque se lo manda el
jefe de arriba, no lo cree. De las condiciones de detención, agregó
que cuando eran trasladados era como que se iban hundiendo. Todo
estaba preparado para que uno se cosificara, habían perdido su
nombre, su relación con el dia, la hora, el tiempo; ahí adentro
siempre hacía frío, era como si fuera un túnel continuo a pesar de
los traslados, era siempre lo mismo. Definió el centro de detención
Arana como todo lo inhumano que se pueda pensar: olor a sangre,
gritos de tortura, hacinamiento”.
A lo largo de paginas y paginas el fallo retrata el
infinito sufrimiento humano de parte de lo mejor de la generación que
en la década del 60 y 70 estuvo dispuesta a dar todo de sí por
acabar con este sistema miserable de explotación y opresión del
hombre por el hombre que es el capitalismo.
Plan sistemático de
exterminio
En el fallo se destacan tres aspectos que queremos subrayar
y que, al no quedar claros los límites respecto de los eventuales
alcances de este precedente [1], ha desatado la respuesta fascista
con la desaparición de López.
En
primer lugar, la fehaciente demostración de que se trató de un plan
sistemático de exterminio de un grupo social o político, contra la
teoría de los supuestos “excesos”. Dice el fallo: “El
sistema puesto en práctica –secuestro, interrogatorio bajo
tormentos, clandestinidad e ilegitimidad de la privación de la
libertad y, en muchos casos, eliminación de las víctimas–, fue
sustancialmente idéntico en todo el territorio de la Nación y
prolongado en el tiempo (...) esta descripción (...) marcó el
comienzo de un reconocimiento formal, profundo y oficial del plan de
exterminio llevado adelante por quienes manejaban en esa época el país
y en el cual Etchecolatz tuvo un indudable rol protagónico. Es
precisamente a partir de esta aceptación tanto de los hechos como
de la responsabilidad del Estado argentino en ellos que comienza, a mi
entender, el proceso de producción de verdad, sin el cual sólo habría
retroceso e impunidad”.
Y
agrega luego: “Uno de los elementos que llama la atención en estos
hechos es la exhaustiva planificación previa. El exterminio se
realizó con una velocidad y precisión que denotaron años de
elaboración conceptual y aprendizajes previos. Los perpetradores
no se privaron de aplicar ninguno de los mecanismos de destrucción de
la subjetividad de experiencias genocidas o represivas anteriores. Los
campos de concentración argentinos constituían un compendio de lo
peor de las experiencias de los campos de concentración del nazismo,
de los campos de internacion franceses en Argelia, de las prácticas
de contrainteligencia norteamericanas en Vietnam”.
No
hace falta recordar que la “exhaustiva planificación previa” sólo
pudo hacerse bajo el gobierno de Perón e Isabel Perón, lo que
muestra la complicidad del conjunto de la burguesía y los partidos
patronales con la dictadura y el genocidio que ésta perpetró sobre
la vanguardia obrera y estudiantil.[2]
Delitos
de lesa humanidad y genocidio
Junto
con lo anterior, que en cierta medida tenía precedentes legales, el
fallo introduce, por primera vez, el reconocimiento de los delitos de
“lesa humanidad” [3] en el marco de señalado plan de exterminio y
genocidio. Esto hace que los delitos sean imprescriptibles y no
haya límites muy precisos acerca de quiénes pueden ser
alcanzados por la persecución judicial. De ahí el zarpazo del
secuestro de López.
Respecto
de los delitos de lesa humanidad, precisamente el fallo señala que
los “delitos iuris gentium [son] (...) aquellos que hacen
a sus perpetradores enemigos del género humano (...) el
asesinato, la exterminación, la esclavitud, la deportación”. Y
respecto de la defensa de Etchecolatz, el fallo sostiene que
“pretender banalizar la degradación producida en las víctimas es
en sí mismo un acto de brutalidad insoportable. Se trata de hechos
criminales cometidos por individuos que si bien por momentos parecen
alejarse de la condición humana, son lo suficientemente humanos
en términos jurídicos para estar sentados ante un tribunal”.[4]
Junto
con la prueba del delito de lesa humanidad viene la calificación del
plan sistemático de exterminio como “genocidio”: “está
planteada la necesidad ética y jurídica de reconocer que en la
Argentina tuvo lugar un genocidio”, que significa “la negación
del derecho a la existencia de grupos humanos enteros (...) al ser
destruidos completamente o en parte, grupos raciales, religiosos, políticos
y otros”.
Finalmente,
en cuanto a los límites de clase de la justicia patronal, caben dos
señalamientos. El primero, reconocido por el propio fallo, es la
trampa del paso del tiempo: “uno de los mayores aliados de la
impunidad es el paso del tiempo. Testigos que mueren, testigos que no
están en condiciones de volver a relatar el horror, testigos que
no se sienten con la seguridad de poder hacerlo”. Al margen de
que este último aspecto le cabe total responsabilidad al gobierno,
podríamos agregar que se condenan, básicamente, gerontes, al tiempo
que se salvaguarda la institución represiva como tal, pilar
del Estado burgués.
El
segundo es que el fallo demuestra que hubo un genocidio en la
Argentina, pero da una explicación puramente formal de él: se
lo atribuye a una indeterminada búsqueda “de instaurar un nuevo
orden (...) en el que no cabían determinadas clases de personas”.
Esto no deja de ser una generalidad que no puede dar cuenta del
esencial carácter de clase, antiobrero y procapitalista de la
dictadura militar. Por esto mismo, el fallo no puede dar cuenta de
la complicidad de los más grandes empresarios [5], la burocracia
sindical y el imperialismo con la dictadura militar. Pero aun con
estos límites, este fallo configura un triunfo y un muy importante
punto de apoyo para la lucha contra la impunidad.
Notas:
1. Precisamente de eso se trató la Obediencia Debida y el Punto Final
de Alfonsín, y luego los indultos de Menem. Por eso no sorprende que
en el acto derechista del 5 se haya vuelto a reclamar la “amnistía”.
2. El fallo consigna los porcentajes de los desaparecidos: obreros,
30,2%; estudiantes, 21%; empleados, 17,9%; profesionales, 10,7%;
docentes, 5,7%; luego siguen ítems menores.
3. La figura de delito de “lesa humanidad” está tomado del
ordenamiento jurídico internacional y, por sí misma, no es ninguna
garantía contra cualquier futuro “genocidio”. Porque el derecho
no está en el “aire”, sino que es funcional a la sociedad de
clases, aunque deje “brechas” que pueden ser utilizadas por los
explotados, como en este caso.
4. La dictadura en la argentina es una muestra de lo lejos que pueden
llegar los capitalistas cuando se ven ante el terror de una eventual
revolución social. De ahí los límites de este operativo
kirchnerista “legitimador” de las instituciones, que “condena el
terrorismo de Estado”, pero no dice que fueron el mismo PJ y la
UCR quienes pavimentaron el camino hacia el golpe de 1976.
5. Es sabido que en el playón de la planta de Ford funcionaba un campo
clandestino de detención.
Donde mueren las palabras
Por Ana Vázquez
Socialismo o Barbarie, periódico, 12/10/06
Con la trágica desaparición de López
(lamentablemente, ya no hay margen para los supuestos de amnesia
temporal, ni la visita a la tía, ni unos días en el campo), se ven los
límites del discurso y la política “progre” en derechos
humanos de este gobierno. Esta desaparición muestra que de poco
sirven los Museos de la Memoria, el 24 de marzo como día feriado, los
cambios en las cúpulas de las FF.AA., la designación de Nilda Garré
(ex integrante del CELS) como ministra de Defensa, el encuadramiento
detrás de su política de organismos de derechos humanos, la
blasfemia de que los “desaparecidos setentistas” luchaban por
“esta democracia”.
El “gobierno de los derechos humanos” además
de ser campeón en casos de gatillo fácil y torturas seguidas de
muerte [1], no protege ni siquiera a los testigos de un resonante
juicio que él mismo promovió. Al gobierno le ha estallado este dramático
caso porque no resuelve los problemas de fondo de los derechos
humanos, que no son sólo los de los represores de ayer, sino los de
hoy.
¿Por qué le ha tocado a este gobierno y no a
los anteriores? ¿Por qué no le tocó a Alfonsín durante el cual se
realizó el juicio a las Juntas o a los sucesivos que siguieron
barriendo la basura debajo de la alfombra? ¿Por qué ahora, se
preguntan desde algunos medios, cuando la “democracia” está
consolidada y no antes que estaba en pañales?
Justamente, creemos que esta desaparición ha
ocurrido a más de 30 años del golpe porque se han ido acumulando contradicciones
entre la herida abierta por el genocidio y la impunidad. El
fortalecimiento de la democracia burguesa no ha hecho más que
desarrollarlas, al punto que cuando empieza a haber condenas efectivas
y la posibilidad de otras, ocurre la primera desaparición política
luego de la caída de la dictadura.
Por eso criticamos la política de conjunto del
gobierno: sus medidas reformistas son puntos de apoyo para continuar y
profundizar la movilización, como la anulación de las leyes de punto
final y obediencia debida. Pero, si no van acompañadas por cambios
de fondo, estructurales, también revientan como globos, como éste
que le estalló al Presidente.
Nota:
1. Según Correpi (Informe de situación 2003/2006.Los
derechos humanos en la gestión Kirchner), “desde
el 25 de mayo de 2003 hasta el 28 de julio de 2006 han sido 505 las
personas asesinadas por las Fuerzas de Seguridad. En su mayoría jóvenes
pobres, los números en cada uno de los años de esta gestión son:
102 asesinados entre el 25-5-03 y el 31-12-03. 159 asesinados en 2004.
175 asesinados en 2005. 69 asesinados entre el 1-1-06 y el 28-7-06.
Desde la décima Presentación del Archivo, tomamos conocimiento de 95
nuevos casos de gatillo fácil o muertes en la tortura, en cárceles y
comisarías en 10 provincias, 79 de ellos ocurridos con posterioridad
al 10 de diciembre de 2005”.
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