Después
de San Vicente
El
gobierno de las patotas
Rodear
de apoyo al Hospital Francés para que ganen
los trabajadores
Editorial
de Socialismo o Barbarie, 26/10/06
En
nuestra edición anterior decíamos que estábamos ante una crisis
política latente o larvada, y que ésta no había terminado de desplegarse
plenamente. En estos últimos quince días, estos elementos no
pararon de desarrollarse y se siguen acumulando nuevos hechos que
golpean al gobierno, a sus más importantes aliados y a sus más
importantes iniciativas políticas. En poco más de un mes, se ha
pasado de una situación de relativa estabilidad social y política a
una coyuntura que, por primera vez desde que asumió Kirchner, tiene
al gobierno a la defensiva. A esto puede agregarse la posibilidad
de una derrota electoral en Misiones, donde el protegido de
Kirchner, Carlos Rovira que hace uso del peor clientelismo
pejotista, ve amenazada una victoria que creía segura en las
elecciones para reformar la Constitución y permitir su reelección
indefinida.
La
“relegitimación institucional”, bajo fuego
La
desaparición de López cuestiona toda la política del gobierno en
derechos humanos por derecha, pero no lo convierte en víctima sino en
responsable directo. La derogación de las leyes de obediencia
debida y punto final tuvieron como objetivo fundamental cerrar el
“que se vayan todos” del Argentinazo por la vía institucional.
La política de derechos humanos de K fue una de las avanzadas
del gobierno “progresista” para relegitimar las instituciones y
congraciarse con la sociedad. Pero es desde las propias
instituciones, de los aparatos de seguridad o por lo menos con su
complicidad que se cuestiona esa política y se intenta golpear a la
vanguardia independiente.
La
gravedad de la desaparición de López es mucho mayor de lo que
admite el gobierno, con la ayuda de los medios que, gradualmente, van
barriendo el caso debajo de la alfombra. No se trata sólo de que la
vida del compañero está en peligro cierto y las expectativas son más
pesimistas a medida que pasan los días (cosa que normalmente a los
gobiernos patronales les importa poco). Hubo además una sucesión
de agresiones y amenazas a militantes de los organismos de
derechos humanos y de la izquierda, a lo que se suman otras a jueces y
fiscales. Nada de esto ha sido esclarecido ni existe un solo
acusado por estos hechos. Siquiera el menor indicio.
De
esta manera, toda la política del gobierno de relegitimación
“por izquierda” vía los “nuevos juicios” está en entredicho:
¿cómo van a continuar los juicios programados si hay continuas
amenazas a fiscales y testigos sin que nadie identifique ni mucho
menos frene a los intimidadores? ¿Qué garantías ofrece K de que no
va a haber un nuevo caso como el de Julio López, si a más de un mes
de su desaparición debe reconocer que no tiene la más mínima pista?
¿En qué posición quedaría el gobierno si hay un hallazgo macabro
al respecto?
Todas
preguntas sin respuesta que le abren al gobierno un potencial frente
de profundización de la crisis.
“Descansando
en paz”
El
traslado de los restos de Perón al Mausoleo, a cargo de la CGT, es
parte de un operativo mayor que viene haciendo la burguesía y este
gobierno: lavar la imagen de la burocracia sindical para que
pueda cumplir su rol traidor en forma eficiente. Es decir, su rol de carcelero
de la clase trabajadora. Los “gordos” más allá que mantengan
en buena medida el control sindical, son impresentables para la
sociedad y no puedan cumplir esa función fundamental para la burguesía:
tener controlados a los trabajadores.
El
operativo “lavada de cara” estuvo centrado en Moyano y en su
sector, que habían mantenido cierto perfil opositor al menemismo y
cierta aura luchadora. El acto en las puertas de la CGT y el final en
San Vicente era parte de esta política de consolidación de la
burocracia y su acuerdo con el gobierno. Este operativo
relegitimador quedó fuertemente herido por los hechos de San
Vicente. El gobierno, en defensa de la burocracia y en defensa
propia, salió a esgrimir un supuesto complot señalando hacia Duhalde.
Pero el juez de la causa aseguró que “el tema del complot hace un
par de años que lo vengo escuchando en distintos momentos políticos:
parecería que es algo grave, pero nadie aporta pruebas para poder
investigarlo”.
Las
consecuencias del escandalete del 17 están todavía por verse.
Kirchner ha dicho a algunos medios internacionales, que el hecho le
costó “un millón de votos”. Pero al mismo tiempo, hace todo
lo posible para que Moyano no sea desplazado de la CGT y salga lo
menos debilitado posible porque lo necesita para que intente en
2007 lo que hizo en 2006: es decir, ser el garante de que el
movimiento obrero en su conjunto acepte la pauta de techo salarial.
Si este año el aumento fue del 19%, para 2007 se baraja no más
del 12 ó 13%. Y Kirchner necesita un Moyano lo más fuerte posible
para hacer pasar esa miseria y mantener la conflictividad obrera más
o menos bajo control.
La
“base política activa” que sustenta a Kirchner
Hace
rato que el gobierno encontró una base político/material que lo
sostenga: el aparato del PJ y el aparato de la burocracia, junto con
el asistencialismo clientelar de D’ Elía (FTV), Pérsico (MTD
Evita) y otros por el estilo. La imagen del presidente, el día después
de los hechos de San Vicente, diciendo “que intentan frenar el
cambio”, mientras a su lado estaba el impresentable intendente de
José C. Paz Mario Ishii y entre los concurrentes destacados estaba el
aún más impresentable Jesús Cariglino, intendente de Malvinas
Argentinas, entre otros varios personajes por el estilo, hubiera sido
cómico si no fuera patético. Más allá del discurso de la “nueva
política” y de la “transversalidad”, la realidad es que su
capacidad de movilización real se asienta sobre aparatos
descompuestos hasta la médula.
Los
lamentos de las figuras de la oposición reflejan una paradoja: los
defensores de la “institucionalidad” política no tienen partido (el
ARI de Carrió no califica, el PRO de Macri es más una marca
comercial que una organización real y de la UCR, para qué vamos a
hablar), pero el único partido nacional burgués digno de ese
nombre es un antro de mafias descompuestas e incontrolables. Lo
que establece, por ahora, otro límite insuperable para la
relegitimación del régimen.
El
gobierno de las patotas
En
la desaparición de López el gobierno es responsable por omisión
por no proteger a un testigo clave de las patotas procesistas y por
haber mantenido las continuidad de esas patotas en los organismos de
seguridad.
En
el Hospital Francés la responsabilidad del Ejecutivo es directa.
Fue el gobierno nacional quien intervino el Hospital hace casi cuatro
meses y la intervención entró con la patota del “Tuto”
Muhamad desde el primer día. El 10 de octubre, la patota de
Salvatierra-Muhamad-Kirchner desató una brutal agresión contra
los trabajadores del hospital. Hasta el día de hoy no sólo la
mantiene sino que la defiende a capa y espada, a pesar de que el
repudio a la patota entre los trabajadores y sectores populares fue
masivo.
Si
faltaba algo para terminar de convencer hasta a los más incrédulos
de que este gobierno es un gobierno de patotas, la burocracia montó
el espectáculo de San Vicente.
El
impacto negativo que significa para el gobierno quedar pegado –la
necesidad tiene cara de hereje– a un Moyano que sacó patente de
organizador de mafiosos parece empezar a tener impacto en su imagen
positiva.
Cuentan
que Kirchner, durante las peleas del 17, se agarraba la cabeza
pensando en el costo que tendría el hecho para su reelección. Esto
empezaría quedar confirmado por las últimas encuestas.
El
gobierno ahora intenta posar de “duro” y de “hacer caer todo el
peso de la ley” sobre los lúmpenes del aparato que quedaron más en
evidencia. Pero por más esfuerzos que haga el gobierno para echar
tierra al asunto, es indudable que los coletazos del 17 no terminaron,
y el costo político a pagar todavía es incierto.
Rodear
de apoyo al Francés para que ganen los trabajadores
En
este marco de una coyuntura de crisis política latente o larvada y
donde cualquier hecho podría terminar, finalmente, de hacerla
explotar, comienza a despuntar una serie de luchas entre los
trabajadores ocupados. El paro de los docentes de la provincia de
Buenos Aires fue masivo y refleja la bronca por el retraso salarial.
Los trabajadores de las terciarizadas de Telefónica y Telecom han
vuelto a la carga para que se los incorpore al convenio telefónico.
Pero sobre todo, el hecho central, es que sigue la lucha de los
trabajadores del Hospital Francés, lucha que se proyectó
nacionalmente y es una parte integrante fundamental de la nueva
coyuntura abierta marcada por la crisis política gubernamental
(cuestión que siquiera los propios trabajadores del hospital llegan
muchas veces a visualizar). Hasta el cierre de esta edición, el
impresentable interventor Salvatierra sigue ahí. Redoblar el apoyo a
la lucha de los compañeros, el sostenimiento de su fondo de huelga, y
la realización de de actos para arrancarle otro triunfo a un
gobierno que atraviesa un momento de cierta debilidad imponiéndole el
retiro de la intervención patotera y la estatización bajo control de
los trabajadores del Hospital.
|