El bochorno en San Vicente
Una pelea entre burócratas
Por Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 26/10/06
Los hechos ocurridos en San
Vicente el pasado 17 de octubre, durante el traslado de los restos de
Perón, nos muestran con claridad qué es lo que ha quedado de la
“columna vertebral” del movimiento peronista: una mafia totalmente
ajena a los trabajadores que se pelea por prebendas del poder político.
Desde sus inicios en la década
del 40, la dirigencia peronista, con Perón a la cabeza, sostenía que
el movimiento obrero era la columna vertebral del peronismo. Sin
dudas, la irrupción del peronismo en la vida política de la
Argentina significó también la entrada en escena de una generación
de obreros que tomaron al entonces coronel Perón como su
representante. Y durante más de cincuenta años, este apoyo le ha
servido al peronismo para llegar al gobierno y ser uno de los pilares
del capitalismo en la Argentina. También desde los inicios del
peronismo, los sindicatos fueron asimilados rápidamente como apéndices
del Estado y del régimen y sus dirigentes se convirtieron en parte de
una capa social privilegiada por las prebendas del gobierno y la
patronal: la burocracia sindical.
Desde la movilización obrera del 17 de octubre de
1945, en defensa de Perón, hasta los actos y marchas multitudinarios
de la década del 70 tuvieron como componente fundamental la presencia
de trabajadores.
Este año, bajo el gobierno de Kirchner, el traslado
del féretro con los restos del líder peronista se convirtió en una
parodia de aquellas masivas concentraciones peronistas. Mas allá
de algunos trabajadores que se asomaron a la ruta para ver el
cortejo-marcha, la caravana estaba encabezada por los burócratas y
algún que otro geronte sobreviviente de aquellos años, como el
senador Antonio Cafiero. Y como broche de oro del ridículo y circense
trayecto, el enfrentamiento entre las patotas sindicales de la
burocracia de Moyano y los “muchachos” del “Pata” Medina de la
UOCRA platense mostró el verdadero rostro de estos dirigentes
sindicales y a quiénes representan.
Una disputa por la tajada más
grande de la torta
La pelea entre los sectores sindicales no es nueva.
El enfrentamiento entre los “gordos” de Martinez de la UOCRA y los
camioneros de Moyano tiene su historia, pero esta pelea resulta ajena
a los intereses de los trabajadores. La mayor porción de poder
que se disputan los burócratas es para negociar sus propios
beneficios frente al gobierno y la patronal.
El gobierno de Kirchner ha logrado el acuerdo con
Moyano en el tema salarial y también está discutiendo retoques a la
legislación laboral en el Congreso de la Nación en lo que se conoce
como el “paquete Recalde”, una
serie de reformas que el diputado Recalde, ligado al sector de Moyano,
ha presentado para su aprobación. De ahí que ante el enfrentamiento
en San Vicente, Kirchner haya
sido cuidadoso en un primer momento y luego respaldara de manera no
grosera pero evidente a Moyano. De hecho, Moyano y Viviani –del
gremio de los taxistas– fueron recibidos por el ministro del
Interior, Aníbal Fernández, en la Casa de Gobierno, tanto como para
mostrar con quién dialoga primero el gobierno.
Frente a lo ocurrido en San Vicente, el gobierno
recurrió a la teoría del complot. Algo que en un primer momento había
dicho Piumato, el burócrata judicial y ladero de Moyano. Los medios,
por su parte, criticando el violento enfrentamiento, mostraban a Quirós
disparando con un arma en medio de los incidentes y a los barrabravas
de uno y otro sector apaleándose. Mientras algunos se preguntaban quién
les pagaba a estos matones, lo primero que debemos denunciar es cuánto
se está embolsando la burocracia. Sólo así es posible entender la
defensa que hace de sus sillones y de sus intereses, para la cual
organizan y bancan a la lacra social del matonaje.
Porque el acuerdo de Kirchner con los burócratas,
desde ya, tiene su costo. Kirchner, que fue en su momento apoderado
del sindicato de los petroleros (SUPE) y de ATE en el sur patagónico,
conoce bien a la burocracia sindical. El acuerdo con Moyano ha
significado el desembolso de 544,7 millones de pesos en aportes y
subsidios para el sector camionero. Desde mediados de 2003 hasta
setiembre de 2006, el gremio y los empresarios del sector recibieron
una ayuda estatal de más de 60 millones de pesos, y a esta
“ayudita” hay que agregarle 67,5 millones por la rebaja en los
peajes. Moyano recibe estos beneficios en su doble papel de dirigente
de la CGT, por un lado, y como dirigente de la Federación de
Trabajadores Camioneros, por el otro.
La mayor parte de estos subsidios proviene a partir
de la implementación del Registro Único del Transporte Automotor
(RUTA), que en los papeles se hizo para regularizar el trabajo en
blanco de los conductores que trabajan informalmente (Clarín,
22-10). A Moyano y sus amigos del sindicato esto le permite aumentar
la cantidad de afiliados y de ingresos por los exámenes de aptitud
psicofísica y la capacitación laboral de los trabajadores del
sector.
Hay que terminar con la
burocracia sindical
De esta mugre no puede salir nada beneficioso para
los trabajadores. Por el contrario, son una escoria enquistada en la
superestructura política que se arroga la representación obrera,
pero que hace rato dejaron de representar a los asalariados y viven a
costa de frenar sus luchas y
entregar sus conquistas. Y se cobijan en el peronismo, lo cual no es
casual. Porque el movimiento nacional justicialista fue siempre burgués
y, como tal, fue la apoyatura política fundamental de la patronal.
Una nueva generación de obreros
está surgiendo en un país y en un mundo distinto al que vio nacer al
peronismo. Es necesario impulsar la lucha contra la putrefacta
burocracia sindical peronista a partir de los procesos de lucha que
van surgiendo. Debe ser un proceso que debe tener su raíz en las
nuevas bases obreras. Los jóvenes trabajadores deben tomar conciencia
que hay que hacer saltar por los aires a los Moyano, Gerardo Martínez,
José Rodríguez y compañía. Pero eso sólo puede ser a condición
de que sean los propios trabajadores con sus organizaciones, sus métodos
de lucha y una clara conciencia de clase quienes lo lleven adelante.
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