XXI Encuentro de Mujeres en Jujuy
Un ejemplo de “consenso”...
con el obispo y el gobernador
Por Patricia López
Socialismo
o Barbarie, periódico, 26/10/06
Al finalizar el Encuentro anterior, en Mar del Plata,
se impuso por aclamación realizar el siguiente Encuentro en Jujuy,
por una sola razón: la lucha por la libertad de Romina Tejerina. En
el acto de apertura de Jujuy, la comisión organizadora menciona al
pasar “que no haya más Rominas”. Las miles de participantes
gritan: “a los violadores la cárcel ya, para Romina la libertad”.
Durante todo el desarrollo del Encuentro, a pesar del constante
reclamo de las participantes en las comisiones, y a pesar del consenso
logrado el año anterior, la comisión organizadora mantuvo su cerrada
negativa a pronunciarse por la libertad de Romina.
Durante el debate en las comisiones, las mujeres de
la Iglesia nos informaron lo siguiente: que nosotras somos invitadas
en la casa de otros, que las dueñas de casa son las jujeñas, y que
Jujuy no defiende a Romina porque es una chica mala. Las coordinadoras
asentían sonrientes. Qué conveniente es el método del consenso, ¿verdad?
Si no querés pelear por la libertad de Romina, no te esfuerces en
convencer a miles de mujeres de que abandonen esa bandera: basta con
traer a la Iglesia a los encuentros, y con una, sólo una participante
que esté en contra, esta lucha pasará al cuarto de los recuerdos. No
nos tiene que asombrar entonces el repugnante espectáculo que ofrecen
las militantes del PCR haciéndole la “seguridad” a la gente de la
Iglesia cuando las mujeres indignadas se les van encima. La comisión
organizadora consensúa con la Iglesia, no con el movimiento de
mujeres.
El acto por Romina, o cómo convertir un reclamo en
lamento
“Sólo nosotros tenemos derecho a hablar de Romina,
porque la abogada se la pusimos nosotros, y gracias a ella le dieron
solamente catorce años”. Esto respondían las militantes del PCR
cuando las mujeres reclamaban que el Encuentro se pronuncie por la
libertad de Romina. Veamos cuál fue la actitud de la comisión
organizadora y del PCR en cuanto al acto en el penal.
En reuniones previas al Encuentro, las mujeres de
varias corrientes de izquierda habíamos acordado movilizarnos al
penal y hacer un acto por la libertad de Romina. Cuando llegamos a
Jujuy, nos encontramos con un documento ya redactado, en el cual las
compañeras del PCR expresan su tristeza por las cosas terribles que
nos pasan a las mujeres en general y a Romina en particular. Y punto.
Nada de libertad a Romina. Nada de lucha por el aborto legal, aunque
se menciona que si existiera, Romina no estaría presa. Salvo el PTS,
las demás corrientes decidimos ir igual, con nuestras consignas y
banderas, a enfrentar esta maniobra y hacer oír el reclamo de
“libertad”, como había sucedido ya en el acto de apertura a pesar
de las evasivas de la comisión organizadora.
Esta comisión no había informado que iba a haber un
acto en el penal. Las mujeres se fueron enterando de boca en boca. A
pesar de eso, miles de mujeres intentaron movilizarse al penal. No había
medios de transporte. Las que teníamos micros subimos a todas las que
pudimos, y muchas paraban colectivos de línea con piquetes para poder
llegar. En medio de esta impresionante movilización espontánea
llegamos al penal, y nos encontramos con que ¡el acto había
terminado! En efecto, el PCR, gente muy ocupada, había leído los
discursos rapidito y se aprestaba a irse. Pero se vieron obligados a
hacer el acto de nuevo, porque las que llegábamos éramos miles y las
del acto “oficial”, doscientas. Entonces sí, la consigna que sonó
fue “libertad a Romina y cárcel al violador”, impuesta a gritos
por sobre el pedorro documento oficial.
Como vemos, esta realidad está lejos, muy lejos del
cuento chino que relata el PCR en el “balance del Encuentro” que
publicaron. Allí hablan de mujeres organizadas subiendo a los micros
“dispuestos” (¿dispuestos por quién?)
para ir al penal, como si las organizadoras del Encuentro
hubieran promovido el acto, invitado a las mujeres y garantizado su
llegada. Compañeras, ¿se puede ser tan caradura?
Párrafo aparte merece el sectarismo milenario del
PTS, que se negó a ir al acto para “no hacerle el caldo gordo al
PCR”. Pero todo el Encuentro de Jujuy estuvo manejado, maniobrado y
pactado entre el PCR, la CTA, la Iglesia y el gobierno. La idea de las
mujeres de izquierda era ofrecer una posición alternativa,
anticonciliadora, y pelearla. Si accedieron a hacerlo en el resto de
las actividades del Encuentro, ¿por qué no en el acto por Romina?
“Anticonceptivos para no abortar... ¿cómo seguía?...
era algo para no morir... ay, no me acuerdo”
En los meses anteriores, los casos de las dos
adolescentes discapacitadas, embarazadas por violadores, en Buenos
Aires y Mendoza, habían puesto el tema del aborto a la orden del día.
A pesar de eso, y de que una indiscutible inmensa mayoría de
las participantes en el Encuentro (todas menos la Iglesia) está a
favor del aborto legal, libre y gratuito, la comisión organizadora se
negó también a que este derecho de las mujeres fuera consigna del
Encuentro. Ni siquiera a las promotoras de la tibia “Campaña” se
les permitió subir al escenario. El reclamo de aborto legal
desapareció de los discursos, debates y cantitos por parte de la
comisión organizadora. Incluso, la habitual comisión de
“estrategias para la legalización”, en este Encuentro se
transformó en “estrategias para la despenalización progresiva”.
Algunas representantes de la “Campaña” (no todas
las mujeres que participaron de ella expresaron las mismas posiciones)
opinaron que sí vamos a lograr alguna ley a favor, aunque no va a ser
la que queremos. Además, dicen, si queremos legalización del aborto
le tenemos que poner un plazo de tres meses de embarazo, para que no
haya problemas con los médicos. Aunque las compañeras se indignan
cuando les decimos que están bajando el programa de su propia campaña,
nos dio la impresión de que la “Campaña por el aborto legal,
seguro y gratuito” ya está abriendo el paraguas para dejar de
serlo, y promover alguna “ley trampa” de despenalización parcial.
¿Por qué decimos “ley trampa”? Sin duda, sería
un avance que, al calor de la lucha por el aborto legal, seguro y
gratuito, lográramos, por ejemplo, la despenalización en caso de
embarazo por violación o con un límite de tiempo de embarazo. Pero
ya sabemos que hecha la ley, hecha la trampa. Por ejemplo: ¿cuánto
tarda una mujer en probar ante la justicia que sufrió una violación,
y que el embarazo es producto de esa violación? ¿Tres meses, tres años?
Y en cuanto a poner un plazo: la gran mayoría de los embarazos no
deseados se detectan tarde; son pocos los casos de menos de tres
meses. Además, si no hay legalización total, las mujeres pobres (las
que se mueren por esta causa) seguirían sin solución, porque nada
obligaría a los hospitales a practicarles un aborto gratuito: aunque
no vayan presas, igual no se lo pueden hacer.
Si se lograra una ley parcial, como dicen las
militantes de la “Campaña”, podremos denunciar sus limitaciones y
luchar para superarlas sólo si no nos bajamos de “aborto legal,
libre y gratuito”, si la trampa la pone el Estado y no nosotras
mismas. Pero si ya desde el vamos limitamos nuestra demanda, ¿qué
camino queda para superar la trampa?
Marcha final y conversaciones con los jujeños
La comisión organizadora pactó con el obispo y el
gobernador de Jujuy que la marcha de las mujeres no pasaría por
ninguna iglesia. ¿Por qué? Porque se enteraron de que hay
“grupos” que tienen intenciones de pintarrajear las iglesias. Y
usted vio cómo es Jujuy, hay iglesias por todos lados, así que sólo
podemos marchar por el centro comercial, y terminar en la estación de
tren. O sea: la culpa de que en lugar de movilizarnos contra los
centros de poder de la provincia vayamos a mirar vidrieras para luego
tomar el tren, no es del pacto PCR-CTA-Fellner-sotanas, sino de las
herejes que quieren pintar cosas feas en la iglesia, o sea de la
izquierda. Esta decisión tan “horizontal” y “consensuada” nos
fue comunicada el domingo por miembros de la comisión organizadora,
al mismo tiempo que se nos informaba el fin anticipado de los debates
“porque hay que ir corriendo a organizar la marcha”. La indignación
fue general. Muchas mujeres independientes, que durante los debates se
mostraron acordes con las posiciones de las organizadoras, pidieron
que en la lectura de las conclusiones se incluyera una severa crítica
a la comisión por esta decisión.
Concluida la marcha oficial, miles de mujeres nos
movilizamos a la Catedral, la Policía y la Gobernación, dándole al
Encuentro un final más digno de mujeres que luchan por sus derechos.
Pero para completar este cuadro de divorcio cada vez
mayor entre las organizadoras y las mujeres que participan de estos
Encuentros, hay que comprender en qué provincia justamente se dio
este pacto desembozado con el poder político y religioso. Jujuy es la
provincia con mayor índice de niñas embarazadas y de violaciones.
Los jujeños con los que hablamos, gente del lugar que no pertenece a
ninguna organización, nos decían que a Romina la condenó la
sociedad, que en Jujuy la violación no es vista como un delito, que
es cosa de todos los días, y que el movimiento de mujeres tenía que
denunciar muy fuerte eso. Y había que ver los “ejemplos de vida”
con que se vino la Iglesia al Encuentro. Una mujer con cuatro hijos de
cuatro violaciones y que había perdido dos embarazos por los golpes
del marido; una chica de quince años que estaba embarazada por
segunda vez de las violaciones de su propio hermano. A estas mujeres
puso la Iglesia como ejemplo de lo que agrada a Dios, porque a pesar
de todo no abortaron. El Encuentro estaba lleno de funcionarias de
minoridad y familia de Jujuy. Ninguna salió corriendo a denunciar en
un juzgado a ese hermano abusador o a ese marido golpeador que provocó
dos abortos. Eso es común en Jujuy. Y en este lugar, con el poder que
promueve y sostiene este estado de cosas para las mujeres, pactó la
comisión organizadora, la democrática y combativa CTA y el
Partido... ¡Comunista Revolucionario! Qué baratos son los
nombres en este país generoso.
“Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor
cura a sus misas...”
La pelea que pudimos dar en este Encuentro viciado
fue sin duda fortalecida por las reuniones y acuerdos previos que las
corrientes de izquierda logramos antes de viajar. Pero podemos hacer
mucho más. Luego de este bochorno de las organizadoras, creemos que
muchas compañeras feministas, y muchas no organizadas, se mostrarán
más dispuestas a autoconvocarse durante el año para continuar en la
calle con la pelea por nuestros derechos. Desde las facultades,
barrios y lugares de trabajo tenemos que promover acciones
permanentes, charlas, marchas, etc., para extender el movimiento de
mujeres, y llegar al próximo Encuentro con un frente sólido que
rechace las maniobras y permita que las mujeres trabajadoras y
luchadoras se “apropien” del Encuentro y lo conviertan en una
verdadera organización de lucha.
Sabemos que muchas compañeras sienten rechazo a las
discusiones subidas de tono que se dieron en Jujuy, pero tenemos que
saber que este Encuentro no es en realidad la expresión de mujeres
con parecidos intereses. Las diferencias no son sólo de ideas, ni se
discuten a la vista de todos. Las mismas organizadoras que rechazan
las votaciones porque producen “peleas de aparato”, son las que
negocian con los aparatos del poder a espaldas de todas nosotras. Lo
que hay en juego son intereses. El feminismo es, además de un
conjunto de ideas, un movimiento que ha sido cooptado en parte por el
sistema, y muchas de sus representantes gozan de privilegios, algunas
con sueldos de funcionarias. Lamentablemente, cuando estas diferencias
de intereses empiezan a tallar, no alcanza con el intercambio de ideas
o con sólo “escucharnos”: hay que dar pelea, porque en el
movimiento de mujeres hay enemigos de las mujeres, así como en el
movimiento sindical hay enemigos de los trabajadores.
Invitamos a todas las compañeras
que se interesan por la lucha de la mujer a debatir con nosotras en la
agrupación Las Rojas y a programar entre todas un plan de lucha por
el aborto legal, libre y gratuito, la libertad de Romina y todos
nuestros derechos.
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