La
reforma previsional de Kirchner
Gatopardismo
electoral
Por
Marcelo Yunes
Socialismo
o Barbarie, periódico, 08/02/07
El
término, tomado del escritor Tomaso de Lampedusa, designa la intención
de hacer cambios de menor entidad para que la esencia permanezca. Es
decir, “cambiar algo para que nada cambie”. En el terreno de la
configuración neoliberal impuesta por Menem, se puede decir que el
gatopardismo ha sido un sello de la política económica del gobierno
de Kirchner. Así ocurrió con la legislación laboral –que se
mantuvo en todo lo fundamental–, o con las compañías privatizadas,
a las que el gobierno denuncia agitando la mano izquierda mientras que
con la derecha les pasa jugosos subsidios. Con el anuncio del proyecto
de ley de reforma previsional, se abre un nuevo capítulo del
gatopardismo K.
Empecemos
con una aclaración: el sistema jubilatorio perpetrado por Menem-Cavallo
en los ‘90 constituyó y constituye una estafa monumental a
trabajadores jubilados o en actividad que casi no tiene paralelo en el
mundo, con la posible excepción de Chile. En efecto, casi en ningún
otro país hubo una política tan sistemática de privatización del
sistema previsional, que daba a los bancos y aseguradoras (en su
amplia mayoría extranjeras) garantías totales de ganancias
increíbles, a la vez que no daba ninguna certeza a los millones de
aportantes de que su futura jubilación alcanzaría una cifra
digna.
Pasada
la euforia privatista de los ‘90 –con amplia venta de buzones que
fueron comprados por muchos, desgraciadamente–, todos saben lo que
pasó: los “genios inversores” de las AFJPs se dedicaron a
prestarle plata al Estado, que emitía bonos con desesperación.
Llegado el default, de la noche a la mañana los activos de los
aportantes pasaron a valer mucho menos, salvo los de aquellos
afiliados a las AFJPs administradas por bancos públicos. Poco a poco,
todo el mundo fue intuyendo que el único verdadero garante de la
futura jubilación seguía siendo el Estado, como siempre. A eso
se agrega la experiencia de los pocos que se jubilaron en el sistema
privado: sin el aporte estatal obligatorio, sus haberes serían
directamente de indigencia, incluso inferiores al mínimo legal.
Este
sistema jamás hubiera podido implementarse si los sucesivos gobiernos
no le hubieran dado vía libre a este verdadero negociado, no sólo
con instrumentos legales sino avalando la publicidad totalmente falaz
de las AFJPs, a sabiendas de que todo era una montaña de mentiras.
Negocio
capicúa para K: político - económico - político
El
gobierno sabe perfectamente del descrédito de las AFJPs, que por otra
parte era un área de la economía en la que todavía no había
desarrollado la “intervención política” manifiesta en otras áreas
(salarios, tarifas, impuestos, etc.). La reforma, por otra parte, es
bien moderada: la medida principal consiste en eliminar la prohibición
de pasarse a la caja jubilatoria del Estado (uno de los tantos
costados escandalosos del sistema). Se trata de un período de 180 días,
cada cinco años, en los que se podrán hacer traspasos que desde 1994
estaban vedados.
Otros
aspectos irritativos que se cambiarían son: a) las comisiones de las
AFJPs, que hoy son confiscatorias, deberán bajar; b) la ANSES
reconocería a los que se jubilan en el estado un 1,5% del sueldo
promedio de los últimos diez años por cada año aportado (hoy es un
0,85%); c) los “indecisos” (esto es, los que empiezan a aportar
por primera vez y no eligieron sistema) pasarán automáticamente a la
caja estatal, cuando hasta ahora pasaban a una AFJP.
Como
se ve, no se patea ningún tablero ni nada por el estilo. De
hecho, ni siquiera las AFJPs protestaron; mas bien deben haber sentido
alivio, porque después de tanto curro durante una docena de años,
el “castigo” oficial podría haber sido mucho peor: saben que están
en una posición de debilidad. De todos modos, un cambio tan módico y
elemental como que a uno no le prohíban pasarse al Estado fue
suficiente para que todo el espectro de chupamedias de la prensa y de
la burocracia sindical hablaran de “día histórico” (como exageró
la CTA en un comunicado).
Por
supuesto, el anuncio de Yasky y Cía. de que se trata de “un paso
fundamental” para “terminar con la estafa de muchos bancos y sus
AFJPs” (Clarín, 25-1-06) no tiene el menor fundamento y es
pura campaña oficialista. La realidad es que Kirchner hace todo esto,
entre otras cosas, para proteger “la estafa de muchos bancos
y sus AFJPs”, sólo que advirtiéndoles que no deben currar
demasiado porque se pueden quedar sin la gallina de los huevos de oro.
Además,
este gobierno no da puntada sin hilo: parte del paquete de la reforma
sería obligar a las AFJPs a que un 20% de la masa de aportes sea
invertida en un fondo para obras públicas (recordemos que hace tiempo
que más de la mitad de los fondos “administrados” por los buitres
de las AFJPs se siguen invirtiendo en bonos del Estado).
De
esta manera, el gobierno sale ganando a dos puntas: políticamente,
queda como el que les “para el carro” a las insaciables AFJPs; en
lo económico, le ahorra al fisco una erogación importante. Y para
remachar, se trata de obras públicas, que es un vehículo muy
apropiado para ganar votos en un año de elecciones presidenciales. El
círculo cierra perfecto. Y todo sin tocar ninguno de los intereses
fundamentales de los dueños de las AFJPs, que, por el contrario, están
sumamente agradecidas de que la “reforma” sea tan inofensiva.
En
resumen: una medida muy rendidora frente a la opinión pública (le
pega a un blanco odiado), económicamente conveniente y sin pagar
costos políticos ni pelearse con sectores capitalistas o
imperialistas. ¿Beneficios reales para los jubilados actuales o
futuros? Salvo la posibilidad de escapar a la estafa del siglo de las
AFJPs, eso está por verse. Algunos especialistas ya observaron que el
aumento del 0,85 al 1,5% que reconocería el sistema estatal podría
quedar totalmente licuado por la inflación, porque el “salario
promedio de los últimos diez años” NO se va a ajustar por el índice
inflacionario. Pero claro, en el fondo lo que importa no son las
jubilaciones de un futuro lejano, sino los votos del futuro cercano…
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