El
PCR, Isabel y la Triple A
Una
historia nefasta
Por
Oscar Alba
Socialismo
o Barbarie, periódico, 08/02/07
La
reapertura de la causa judicial sobre la Triple A reabre la discusión
sobre las respuestas políticas que se dieron en aquel momento por
parte de los sectores de la izquierda. En el número anterior
planteamos que las organizaciones guerrilleras, con su accionar
armado, con sus atentados a sectores de la policía y el ejército,
lejos de ser una herramienta para frenar el ataque de las bandas
fascistas, no hacía más que “legitimar” nuevos asesinatos por
parte de la Triple A. Hoy queremos referirnos a las posiciones
sustentadas en aquel entonces y aún hoy reivindicadas por el Partido
Comunista Revolucionario (PCR), de ideología maoísta, y la Corriente
Clasista y Combativa (CCC) que dirige.
La
Triple A fue parte de un proyecto político
La
Triple A fue organizada entre fines de 1973 y principios de 1974 por
el gobierno de Juan Domingo Perón. Se formó para liquidar físicamente
a sectores de la oposición y a la vanguardia obrera y estudiantil que
peleaba contra el plan económico patronal-peronista, contra la
burocracia sindical atornillada en sus sillones y cuestionaba
globalmente la sociedad capitalista.
Esto
quiere decir que la existencia de esta banda fascista no fue un hecho
aislado ni la obra de algunos fascistas descolgados de la situación
política nacional. Fue parte de un proyecto de gobierno que se inició
con el retorno de Perón en 1973 y tuvo su continuidad y profundización
durante la presidencia de Isabel Perón. Por eso, era un punto
fundamental denunciar al gobierno peronista como el responsable del
ataque político y económico que sufría el movimiento obrero. El
gobierno se valía de la Triple A, entre otras cosas, para terminar
con la lucha que llevaban adelante distintos sectores de la
vanguardia.
El
análisis justificación de los “dos imperialismos”
Sin
embargo y de manera escandalosa, el PCR no vaciló en apoyar
claramente al gobierno de Isabel y López Rega. Claro que el PCR tenía
que mostrar su careta “obrera” porque el rostro real, burocrático
y contrarrevolucionario, no servía frente a los trabajadores para
acomodar las “fichas” de su política. Para esto contaba con su
teoría de los “dos imperialismos” (el imperialismo yanqui y el
imperialismo ruso). Según esta “teoría”, estos
“imperialismos” se hallaban en puja en nuestro país, y cada uno
de ellos tenía sus representantes aun dentro del propio gobierno.
“El
PCR dio en esos años una gran batalla para demostrar que además del
imperialismo yanqui, conocido como el enemigo declarado de los
pueblos”, actuaba otra superpotencia “de carácter
imperialista”, la URSS, que “como imperialistas, se asociaban y se
asocian a los terratenientes en los países dependientes como el
nuestro; y que, como imperialistas, introducen a sus agentes en el
movimiento revolucionario”. (“Golpismo o antigolpismo”, Hoy, 24-01-07).
La
burocracia estalinista que gobernó la URSS, sin duda trató de ganar
terreno en el marco de los acuerdos de Yalta y Postdam. Pero
centralmente respetó los acuerdos sobre las esferas de influencia que
debían tener las grandes potencias al fin de la Segunda Guerra
Mundial. Y en esto no dudó en boicotear y frenar cualquier intento
revolucionario o de independencia en los países semicoloniales.
No
obstante, el PCR ubicaba el problema de manera tal que afirmaba que el
problema central, en aquel momento, era la puja entre los yanquis y
los rusos por la expoliación de nuestro país... por lo que el
enemigo principal no era el gobierno de Isabel y López Rega.
Así
lo escribían y lo escriben: “Muerto el general Perón el 1º de
julio de 1974, la situación se hizo más compleja. Nuestro partido
caracterizó al gobierno de Isabel Perón como «un gobierno débil y
heterogéneo, reformista, que practicaba una política internacional
tercermundista; un gobierno de burguesía nacional que tenía sectores
profundamente reaccionarios en su seno como el de López Rega,
Ottalagano, Ivanisevich, y el sector prosoviético que encabezaba
Gelbard; pero ese gobierno no era el enemigo principal a golpear»”
(Hoy,24-1-07).
Vaya
caracterización de un gobierno con rasgos fascistizantes. Porque
cuando el PCR caracteriza como “reformista” al gobierno de Isabel,
¿a qué reformas se refiere?. Toda la legislación económica y política
y todas sus medidas se caracterizaron por ser antiobreras y de sumisión
a los grandes grupos económicos. ¿Qué clase de “gobierno
tercermundista” era que encarcelaba y asesinaba a quienes peleaban
por la liberación nacional y social? Una caracterización escandalosa
que no resiste el menor análisis.
El
PCR dice que el gobierno de Isabel “tenía sectores profundamente
reaccionarios en su seno como el de López Rega, Ottalagano,
Ivanisevich” ¿Y quién representaría al sector “progresivo”?
¿Isabel y Luder que firmaron los decretos de “aniquilamiento de la
subversión apátrida” para que Videla y sus generales arrasaran
Tucumán y comenzaran a militarizar el país?.
Estos
“revolucionarios” le ponen varios adjetivos a su caracterización
del gobierno de Isabel pero no dicen que fue un gobierno burgués,
reaccionario y represivo hasta la médula.
Las
“trincheras” del PCR y su boicot a la lucha contra el
“Rodrigazo”
Para
el PCR en 1975 había “dos trincheras: las del golpismo y la del
antigolpismo”.[1] Para nosotros, las dos trincheras fundamentales
eran de clase: la del gobierno capitalista y la de los trabajadores.
La burguesía y el imperialismo yanqui habían comenzado a barajar la
alternativa del golpe. Pero todavía seguían apostando a que el
gobierno de Isabel sea el que llevara adelante el trabajo “sucio”
derrotando a los trabajadores y logrando la estabilidad necesaria para
sacar sus ganancias.
Por
esto, la tarea central en la defensa de los ataques al salario y a las
libertades democráticas, era denunciar y enfrentar a Isabel
(verdadera responsable política de la Triple A), desarrollando la
movilización y planteando la necesidad estratégica de un gobierno de
los trabajadores.
Cuando
el movimiento obrero salió a la huelga general en junio de 1975, el
PCR salió a boicotearla!!! Así lo hicieron frente a miles de
trabajadores que se encontraban ante las puertas de la CGT. Eran
trabajadores de las grandes fabricas de Capital y Gran Buenos Aires
que habían paralizado sus tareas y conformado las Coordinadoras
fabriles, y reclamaban la huelga general en defensa de los convenios.
Allí, conspicuos dirigentes del PCR plantearon que “había que
volver a trabajar y no servir al ala prosoviética del gobierno y la
burocracia”. Una abierta y tremenda traición a los trabajadores, de
la que el autor de esta nota no puede ser desmentido porque fue
testigo presencial.
La
verdadera trinchera del PCR fue
el gobierno de Isabel Perón
La
huelga general triunfó y se restituyeron los convenios. Pero además
la movilización obligó a López Rega a salir del país, invalidando
de esta manera la política de los maoístas.
Los
maoístas denunciaban a la triple A diciendo que eran bandas
golpistas, pero se cuidaban de ubicarlas como parte del gobierno de
Isabel y López Rega. La Triple A asesinó a miles de honestos
luchadores y militantes, entre ellos a dirigentes como Enrique Rusconi
y Luis Márquez [2] del PCR, pero esto no le da validez a su política.
En todo caso la vuelve más trágica y equivocada.
El
apoyo del PCR al gobierno facistizante de Isabel es parte de la
historia de esta corriente, la misma que años después llamó a votar
a Menem y que hizo un pacto de gobernabilidad con Duhalde, junto a la
CTA, inmediatamente después del Argentinazo. O alguien se puede
olvidar que el 19 y 20 de diciembre del 2001 llamaron al movimiento de
desocupados que dirigen, a quedarse en La Matanza y no marchar a Plaza
de Mayo, epicentro de la lucha para tirar abajo a De la Rua.
Evidentemente,
semejante trayectoria política, no es un camino confiable para que
las nuevas generaciones de luchadores obreros y estudiantiles
transiten hacia la lucha por la liberación nacional y social y la
independencia de clase.
Notas:
1.
“A favor o en contra del golpe pasaron a ser las dos trincheras que
se abrieron en la política argentina”, Jacinto Roldán, “Así
luchamos contra el golpe”.
2.
Enrique Rusconi era dirigente de la facultad de Humanidades de La
Plata, y Luis Márquez, delegado del SMATA de Córdoba, fue
secuestrado y desaparecido en octubre de 1975.
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