Después de la renuncia del gobernador Sancho en Santa Cruz
Se
le empieza a caer la Kareta
Editorial
de Socialismo o Barbarie, periódico, 10/05/07
“En Buenos Aires [Kirchner] se hace el Fidel Castro,
pero
acá actúa como un Fulgencio Batista”.
Al cierre de esta edición acaba de caer Carlos Sancho
[gobernador kirchnerista de Santa Cruz]. La durísima lucha de los
docentes santacruceños (que no se amedrentaron siquiera ante la
escandalosa calificación presidencial de “patoteros”) lo
terminó haciendo saltar por los aires. Una provincia en rebeldía
pudo más que la provocadora política represiva del gobierno
K, que se había cobrado más de 15 trabajadores heridos, algunos de
ellos de gravedad.
Pero las consecuencias de la caída de Sancho no se reducen
a la renuncia: lo fundamental es que nunca antes como en las últimas
semanas Kirchner se ha desnudado más como lo que en realidad es:
un gobierno agente de los grandes grupos capitalistas que no duda
en usar la represión contra las legítimas luchas de los
trabajadores. ¡Vaya gobierno “defensor de los derechos humanos”!
En ese sentido, es muy ilustrativa la referencia hecha por
un periodista de Santa Cruz sobre el doble juego presidencial: si
Kirchner de ninguna manera está presidiendo un proceso como la
revolución cubana de fines de los 50, es verdad que cuando se le cae
la careta como en su provincia natal lo que queda es un gobierno
patronal común y corriente que, cuando es desbordado por las luchas
obreras, apela a policías y gendarmes. De ahí lo atinado de
la comparación con el dictador cubano Batista.
Retrocediendo en
chancletas
Sin embargo, la situación política del país no da para
“dictadores”: con las brasas aún calientes del Argentinazo de
2001, el que se pasa de la raya ante las luchas obreras y populares
casi siempre termina perdiendo. Sucedió cuando Kirchner y Fernández
mandaron su patota al Hospital Francés: la agresión se les volvió
en contra y el gobierno terminó obligado a decretar la estatización.
En el caso de Sobisch, si bien logró evitar su renuncia luego del
fusilamiento de Carlos Fuentealba, es un hecho que quedó muy
debilitado y no pudo imponerles una derrota a los docentes de su
provincia. Ahora le tocó el turno a Sancho: terminó volando por los
aires sin pena ni gloria.
No se trata sólo de las maniobras represivas: Kirchner había
festejado a lo grande cuando en plena Casa Rosada firmó el acuerdo
por un techo salarial del 16,5% con Moyano, el 20 de abril. También
la CTA y CTERA venían de hacerle el gran favor de no convocar a un
plan de lucha nacional luego de la enorme jornada del 9 de abril,
cuando con un contundente paro se repudió el asesinato de Fuentealba.
El gobierno creyó tener entonces la coyuntura en su
bolsillo. Pero la realidad no evolucionó para donde quería: a pesar
del frente único K–CGT–CTA, ahora se ha visto obligado a
retroceder ante la firmeza de los docentes santacruceños despidiendo
a Sancho. Además, están en curso otras durísimas peleas como las de
los obreros de Fate y se vienen más paritarias (que aun en manos de
burócratas significan cierto juego de presiones y negociaciones). Es
decir, la dura coyuntura abierta, a pesar del rol “mediador” de
los burócratas, no ha podido ser cerrada: sigue en curso y en
ninguna parte está escrito que no pueda haber triunfos.
“El 16 por ciento se
lo meten en el...”
La lucha de los docentes de Santa Cruz lleva ya prácticamente
dos meses. Su fortaleza y valentía son destacables: han enfrentado
las acusaciones gubernamentales de “extorsionadores” y
“patoteros”; la militarización provincial; la ocupación de los
colegios por la Gendarmería; la quema del auto del sindicato, una
molotov arrojada contra una fiesta escolar, más todo tipo de
amenazas; el dictado de la “conciliación obligatoria” (a la que
votaron desconocer); todo esto, sumado a la represión en los últimos
días, y no se han amilanado. Al contrario. A pesar de las
vacilaciones de la dirección de ADOSAC, el sindicato que los agrupa,
que por dos veces consecutivas, el fin de semana pasado, planteó
“aceptar suspender las medidas para poder negociar”. La
consecuencia luchadora de los docentes les valió el apoyo de la mayoría
de la población trabajadora de la provincia, así como la adhesión
activa de otros sectores de trabajadores como los estatales y
municipales. A todos los efectos prácticos, una verdadera rebelión
popular en la mismísima “granja” presidencial.
Pero no se trata sólo de esta rebelión en el Sur. Con
menos publicidad pero enorme importancia estratégica, está en curso
otra situación de rebeldía y desborde: la que están encarnando
los obreros de FATE. No vamos a desarrollar aquí los últimos
detalles de esta pelea (ver
artículos en este número). Pero sí destacar lo acontecido el ultimo
martes 18: en una acción que rememora las grandes jornadas obreras
de movilización en la Panamericana de la década del 70, unos mil
obreros en ropa azul, hartos de las maniobras patronales y burocráticas
y del “silencio de radio” de los medios respecto de una lucha que
ya lleva más de un mes, decidieron salir masivamente a la calle y
cortar nada menos que Panamericana y Márquez, uno de los accesos mas
transitados de todo el país.
Y le dieron un cachetazo a los miserables acuerdos firmados por la
CGT, al son de “qué boludos, el 16 % se lo meten en el culo”.
En estas condiciones, los docentes santacruceños y los
obreros de Fate están dejando una enseñanza fundamental para todos
los trabajadores del país: que la clave para ir por la ruptura del
techo salarial y las patoteadas del gobierno K es el desborde a los
dirigentes burocráticos; es resolver todo democráticamente en
asambleas de base; es no amedrentarse aunque la pelea venga dura; es
poner en pie representaciones directas de los trabajadores en lucha;
es debatir minuciosamente qué hacer en cada caso frente a la trampa
de la conciliación.
Inflación y
autoritarismo K
Las últimas semanas no han sido buenas para Kirchner:
por una serie de razones, el gobierno ha venido quedando demasiado
en evidencia respecto de su verdadero carácter patronal, con
menos margen de maniobras para disimularlo.
Es que el elemento “legitimador” en el que se viene
apoyando toda su gestión, el contraste entre la relativa estabilización
de hoy y el pico de la catástrofe en el 2001, cada vez puede tapar
menos los elementos de crisis en el “modelo K”.
Nos referimos, por un lado, a los problemas que se
comienzan a acumular en el frente de la economía. Si bien se
desarrolla esto en artículo aparte, adelantamos que cada vez se hace
más cuesta arriba una realidad donde con salarios devaluados los
trabajadores deben enfrentar precios (y, eventualmente tarifas)
crecientemente “dolarizados”. Los empresarios chantajean con
el desabastecimiento o el aumento de los precios de productos, que
amenazan con destinar a la exportación. Y mientras los subsidios
gubernamentales a los capitalistas cada vez alcanzan menos, los
miserables aumentos salarios son deglutidos por una inflación que
resulta, en este cuadro, creciente. Es que con el 1 a 1 o con la
inflación, a la postre, en un país capitalista y semicolonial como
es el nuestro, los trabajadores siempre vamos a perder. Esto es lo
que comienza a sentir o intuir un amplio sector, aun esto recién esté
en sus inicios.
Por el otro lado, es visible que determinados rasgos políticos
del gobierno K están cada vez más cuestionados. Es que como
subproducto del cuestionamiento a las instituciones de la
“democracia” que viene de 2001, la gestión Kirchner se
caracteriza por determinados rasgos de “árbitro” que sanciona y
resuelve “desde arriba” los conflictos sociales, pasando
relativamente por encima o dándole menos juego a la oposición
burguesa y el Parlamento. Claro está, los que ponen “el grito en el
cielo” son sólo determinados sectores políticos patronales o
grupos empresarios, disconformes cuando los favores van para un lado
que no es el suyo.
Pero lo importante realmente no son estas expresiones de
descontento patronal, sino las que tienen que ver con la relación del
gobierno ante los sectores en lucha: demasiado a menudo esta
pasando de las bellas palabras acerca de los “derechos humanos” a
la provocación, la patoteada y la represión. “Bonapartismo”
se llama a esto en el lenguaje del marxismo; y la realidad es que
entre crecientes sectores cada vez se soporta menos este
“bonapartismo” presidencial, que ha dejado impune la desaparición
de López, que ha tenido responsabilidad política en la continuidad
de Sobisch y que cada vez apela mas a la represión contra las justas
luchas obreras.
Son estos dos flancos del gobierno K los que empiezan a
acumular elementos de crisis y cuestionamiento y los que precisamente
anuncian que, ahora sí, la experiencia con el gobierno (incluso
aunque la reelección todavía parezca asegurada) esté llamada a
profundizarse cada vez más.
Se puede ganar
Como ya hemos señalado, no está predeterminado el
resultado de ninguna de las luchas en curso. El hecho de que el
gobierno no haya podido cerrar la coyuntura, sumado a la caída de
Sancho, es un elemento favorable a los que están en lucha,
pero, claro está, no significa que la coyuntura deje de ser muy dura.
Sin
embargo, la caída de este gobernador K muestra que se puede ganar: ha
sido un triunfo político de los docentes en lucha. Y si,
efectivamente, esto no implica que automáticamente ahora K vaya a
retroceder frente a los reclamos, evidentemente deja a las luchas
en mejores condiciones para imponerlos. También sirve de ejemplo
para los compañeros de FATE, que frente a la intransigencia patronal
y gubernamental y la posible entregada del SUTNA, seguramente se
verán obligados a redoblar su lucha.
En estas condiciones, el apoyo a las luchas en curso
sigue siendo la tarea más urgente del momento para la izquierda
independiente y revolucionaria. Porque no hay nada más importante
que jugarse a brazo partido por romper el techo salarial, dar pasos
para poner en pie direcciones alternativas a las de la burocracia y
empujar cada vez más a fondo la experiencia obrera y popular con el
verdadero carácter del gobierno K.
Elecciones en la Ciudad de Buenos Aires
Coyuntura de luchas y candidatura K
Filmus
en terapia intensiva
Socialismo o Barbarie,
periódico, 10/05/07
Esta coyuntura de duras luchas y elementos de crisis política
para el gobierno no dejará de tener consecuencias en las
elecciones del 3 de junio en la ciudad de Buenos Aires. Si Filmus
ya venia tercero cómodo detrás de Macri y Telerman, los
desmanejos gubernamentales de las últimas semanas seguramente lo habrán
hundido un poco más. También Macri había sido rozado por la
coyuntura en oportunidad del asesinato de Fuentealba en manos de su ex
aliado Sobisch. En todo caso, el que aparece más “indemne” es
Telerman, no casualmente candidato a ganar en segunda vuelta, pero no
se puede descartar que de aquí al 3 no termine afectado por el
costado que tiene que ver con su carácter de agente de grandes
negocios capitalistas en la ciudad (por ejemplo, el caso de las
facturas truchas de publicidad).
En todo caso,
lo fundamental desde el punto de vista político más de conjunto
tiene que ver con las previsiones electorales de la reelección
“pingüino” o “pingüina” en relación con las elecciones
capitalinas. Por ahora, a pesar de los incipientes elementos de crisis
y de experiencia con el gobierno K que marcan esta coyuntura, no debería
estar afectado el proyecto reeleccionista. Cada elección tiene su
especificidad, y no está claro hasta qué punto los elementos de
crisis que empiezan a acumularse en el terreno político y en el económico
puedan pesar sobre la comparación entre al pico de la crisis 2001 y
2002 (de la cual se beneficia Kirchner) y la situación actual de
relativa “mejora”.
Sin embargo, es un hecho que el gobierno ya no está en
“el mejor de los mundos”. Como venimos diciendo, la
consecuencia más importante de la actual coyuntura, es que al
gobierno se le está comenzando a caer la careta y esto va a tener
consecuencias inevitables en las elecciones porteñas: Filmus no sólo
podría quedar tercero, sino incluso hundirse profundamente, hasta
quedando más cerca de alguna de las opciones minoritarias que de las
dos que irán al ballottage. Y aunque todavía falta casi un mes para
la elección del 3, puede ser una fuerte señal de alerta para el
gobierno K con consecuencias para el escenario electoral nacional.
En estas condiciones, lo que se plantea para la izquierda
es aprovechar la circunstancia para redoblar la denuncia del raído
doble discurso K y utilizar el terreno electoral para agitar el apoyo
a las luchas en curso.
Días atrás, un periodista santacruceño hizo estas pintorescas
declaraciones desnudando los límites del discurso
“progresista” de K. Fulgencio Batista era el dictador que
gobernaba Cuba en oportunidad de la revolución de 1959.
Baradel abrió el reciente congreso provincial del Suteba diciendo
muy ofendido y provocadoramente, que “hay unos hijos de puta que
decían que el SUTEBA tenía responsabilidad en la muerte de
Fuentealba”. Efectivamente la tiene, y ningún insulto puede
borrar el hecho material de que este fusilamiento ocurrió en
condiciones en que Baradel y Yasky se esforzaron por dejar aisladas
las luchas del interior.
El nuevo MAS fue el único partido que estuvo presente en esta
importantísima movilización obrera.
Ejemplo actual es el llamado caso Skanska / Techint.
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