A
tres meses del asesinato de Carlos Fuentealba: Sandra
Rodríguez y Alcides Christiansen en la Universidad del Comahue
"Sobisch
es exactamente igual al que jaló el gatillo"
Socialismo
o Barbarie, periódico, 28/06/07
El
22 de junio se llevó a cabo una charla
en el marco de la campaña por el castigo a los responsables de
la masacre de Puente Pueyrredón y del asesinato de Carlos Fuentealba
en la Facultad de Humanidades de la Universidad del Comahue,
organizada por el centro de estudiantes. En ella estuvieron presentes
Sandra Rodríguez (compañera de Carlos Fuentealba), Alcides
Christiansen (ex dirigente de la UOCRA Neuquén y dirigente de nuestro
partido), compañeros docentes, de Zanón y del Polo Obrero. Antes del
inicio se descubrió una placa que designaba con el nombre de Carlos
Fuentealba el aula 1 de esa sede y se inauguró un mural que
homenajeaba las luchas de los docentes. Reproducimos las
intervenciones de Sandra Rodríguez y Alcides Christiansen.
Habla
Sandra
Rodríguez:
Para
mí es existencial el pedido de Justicia ya! Nosotros debemos
revertir, ésta es la responsabilidad nuestra, la impunidad que hubo
en todos los casos como el de Kosteki y Santillán, como Teresa Rodríguez,
Silvia Rochetti y tantos casos más. Todas las paredes están
llenas de impunidad. Yo quiero que impulsemos una campaña lo más
amplia posible, exigiendo que se haga justicia efectiva. Para
eso necesitamos la mayor cantidad de pronunciamientos, la mayor
cantidad de firmas, pero no sólo la firma, sino el compromiso con
la acción, con salir a luchar en la calle, que es donde somos
escuchados porque no les queda otra. Ellos son inmorales, la moral es
nuestra; la ubicación como trabajadores la tenemos nosotros, por lo
tanto la exigencia debe ser nuestra. Es por esto que nosotros tenemos
que seguir exigiendo la renuncia de Jorge Sobisch. Lo tenemos que
cercar políticamente, aislar políticamente en todo el país.
En
mis visitas a Buenos Aires pude constatar que hay una gran
predisposición de todos los sectores, de los trabajadores, en las
organizaciones, de mantener viva esta exigencia, con la memoria activa
diciendo: Basta de impunidad y justicia ya!
Carlos
debe ser un caso ejemplo, para que podamos revertir un montón de
cosas. Primero teníamos que meter preso al que jaló el gatillo;
ahora vamos por Sobisch, que para mí es exactamente igual que el
que jaló el gatillo. El cinismo con que se reprimió fue enorme,
se transformó en una enfermedad para los docentes. Si nosotros no nos
levantamos y nos ponemos de pie, qué futuro podemos dar a esto. Una
carta que me llegó decía: “Un país que mata a un maestro deja sin
palabras al futuro”, y es así, nos dejó mudos, en silencio,
callados, enfermos, nos mata de a poco de alguna forma. A mí me
siguen llegando cartas de apoyo, pronunciamientos, pero para mí se
está viviendo un estado de terrorismo en nuestra provincia. Es como
que estamos refugiados en lugarcitos para hablar del tema. No está
toda la Universidad acá hoy hablando del tema, sería interesante que
se sume toda la Universidad a discutir lo que pasó.
Cuando
hablamos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán estamos hablando
de personas, que tienen su identidad su historia, su trayectoria. El
gobierno quiere borrarles su identidad y tratarlas como un número. Un
muerto más, un número más, que sea anónimo. Yo, como compañera,
tengo el deber de hablar quién era Carlos. Él tenía sus
convicciones, mantenía sus banderas enarboladas. Es verdad que podía
haber sido cualquiera, fue un momento muy difícil. Yo sé lo que
ocasionó en muchos de sus compañeros. Cuando yo dije que habían
fusilado a mi familia, también están fusilando de alguna forma a los
docentes.
Está
en nosotros no bajar los brazos. Que ese mensaje que quiso dar Sobisch
al escarmentar a los docentes se vuelva su contrario, que el
escarmiento sea para este gobierno que con total libertad reprime y
fusila cobardemente por la espalda a un trabajador.
Este
fue un fusilamiento en un período democrático, Carlos se estaba
retirando, ni siquiera le dieron la posibilidad de defenderse. Ellos
le quitaron esa posibilidad. Todos actuaron como en la época de la
dictadura, en el encierro de los autos, en el cinismo de un
torturador, porque fue una tortura lo que se hizo con los compañeros,
persiguiéndolos, amedrentándolos, sembrando miedo. Fueron tan crudas
las imágenes que se vieron, que en lugar de generar una bronca
impulsiva está generando el acallar, el silenciar y el inmovilizar,
esa cosa que nos provoca la impotencia. Si nosotros dejamos que esto
pase, si permitimos que esto quede impune… hoy fue Carlos, cuántos
Carlos más van a haber. Y no Carlos “maestro”, sino Carlos
“cualquier-trabajador” que salga a pelear, que salga a luchar por
reclamos justos. Ustedes saben que los reclamos los vamos a tener que
hacer por mucho tiempo, hasta que realmente este sistema cambie.
Habla
Alcides Christiansen
“Carlitos vivió queriendo cambiar este sistema
podrido”
Yo
fui compañero de Carlos desde hace 20 años, estuvo con nosotros en
la UOCRA y durante estos 3 últimos años fue docente. Lo conocíamos
bien y sabemos cómo pensaba. Carlitos no fue solamente un trabajador
de la construcción, un maestro, sino que también educaba en otras
cosas: cómo defenderse de la patronal, cómo acuñar la democracia
obrera en las obras; enseñó la solidaridad junto a los compañeros
que estábamos con él y nos formamos con él. El compañero
aprendió a abrazar las banderas de la lucha de clases, pero también
las de la revolución socialista; era un revolucionario. Él se educó
así y así educaba. Carlitos quería cambiar este sistema, murió
luchando por mejores condiciones de vida, pero Carlitos vivió
queriendo cambiar este sistema podrido donde no podemos salir a la
calle a pelear porque nos mandan a fusilar y a matar. Y no es
solamente acá; el gobierno nacional y los gobiernos provinciales
tienen que llevar adelante una política de hambre urgente porque
tienen que cerrarles los números a ellos y a los empresarios.
Allá
vimos la muerte de los compañeros Kosteki y Santillán, cuando
estaban peleando por fuentes de trabajo y estaba prohibido pedir
trabajo y había que fusilarlos. Por eso hay grandes coincidencias
entre la muerte de estos compañeros, de las cuales se cumple 5 años
este 26 de junio, y el caso de Carlitos. Si bien están presos los
que dispararon, los responsables siguen sueltos, porque los jueces
los quieren sueltos para que sigan haciendo lo que hicieron aquella
vez con Darío y Maxi y lo que hicieron con Carlitos. Por eso depende
de nosotros cómo nos paramos frente a esta agresión. Y no sólo de
Sobisch; ya vimos cómo en Santa Cruz, gracias a la mala puntería,
hoy no tenemos un compañero estatal muerto.
Porque
a ellos nunca se les puede hacer un juicio, porque el que necesita a
esta gente libre es el sistema para reprimir a las luchas de los
trabajadores. Así es el sistema capitalista contra el que Carlitos
murió peleando. Y ésa es la enseñanza más grande que nos tiene
que quedar. Muchos nos
vamos a encontrar en las calles peleando y allí les vamos a decir:
“No termina la lucha en el tema salarial, hay una perspectiva mucho
más profunda, cambiar este sistema podrido”. Para que estos jóvenes,
que no son el futuro sino el presente (muchos les quieren prometer el
futuro para que no hagan nada ahora), aprendan de estas enseñanzas,
de estos libros que escribe la lucha de clases, que se escribe en las
calles, en las aulas y las obras; para poder llevar adelante una
pelea, que no es sin fin, que va a llegar a término cuando la clase
trabajadora y los pueblos estemos en una posición en la que mandemos
sobre nuestras vidas.
El problema central que nos cruza hoy es que no podemos
dejar impune la muerte de nuestro compañero. Ellos nos quieren sentar
un precedente como el que quisieron sentar hace 10 años, cuando
fuimos presos y el pueblo nos sacó, por ir a protestar a la Gobernación,
a pedir, igual que Kosteki y Santillán, fuentes de trabajo, y
terminamos tras las rejas. No es casualidad que Carlitos estaba en esa
pelea y que se fuera último con nosotros, defendiendo a los compañeros
y a las compañeras que estaban siendo agredidas por la policía.
Tuvimos otra actitud, nos defendimos y atacamos. Nos habían
encerrado y tuvimos que salir a pegar, en ese caso las ambulancias
entraron a cargar policías, y Sobisch se escapó por la ventana.
Puede ser casualidad o no que Carlitos haya caído, pero Carlitos
estaba ahí.
Para
llevar adelante con todo esta campaña, necesitamos la fuerza de todos
con las diferencias que tenemos. Hay un punto de coincidencia: Juicio
y castigo, No a la impunidad. Pero todo el mundo a marchar,
no solamente juntamos las firmitas, hay que ponerle las fichas a la
lucha y a la movilización. En este sentido, los estudiantes
tienen que marchar junto con nosotros. Por eso saludo la iniciativa de
esta charla. El 4 de julio vamos a hacer una gran marcha, quisiera
verle las luces apagadas de la universidad porque estemos todos en la
calle. Y ahí sí que empieza a gustarme esta película, porque
empiezan a moverse aquellos que el gobierno no quiere que se muevan,
aquellos que tienen por delante una vida completa, que el gobierno
quiere que la tengan rezando y trabajando como esclavos silenciosos. Nosotros
queremos que la tengan en la lucha de clases.
Fíjense
que si quisiéramos llenar el calendario con compañeros caídos, lo
llenamos, y eso es lamentable; por eso tenemos que tomar los más
inmediatos para revertir ese precedente que nos quiso tirar Sobisch.
Hacer lo mismo que hacía la Triple A en el 74, con la diferencia que
ellos tiraban y se iban, este hijo de mil puta tiró y se quedó, se
quedó a decir: “así te vamos a seguir pegando si salís a
luchar”. Sobisch no es un loco, tiene los principios burgueses
capitalistas bien puestos, por eso mismo lo tenemos que tratar como
tal. Sobisch no está muerto, quiere nacer de vuelta. A los
muertos los contamos cuando están fríos, es decir, cuando caen.
En
este sentido la lucha va a ser un éxito, pero no un exitazo –un éxito
mediado en relación a lo que perdió Sandra y sus hijas y lo que
perdimos nosotros– cuando éstos estén tras las rejas. Va a ser una
victoria total cuando todos aquellos compañeros que cayeron o están
presos sean vengados por nosotros. Ese día nosotros vamos a decir:
tarea cumplida. Para ese día falta mucho, compañeros, pero para
andar mil kilómetros hay que dar el primer paso y a eso los convoco.
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