Artículos
de En Marcha de Patria Libre
Patria
Libre es uno de los sectores de izquierda que da "apoyo
crítico" al nuevo gobierno del presidente Néstor Kirchner.
Publicamos aquí tres artículos de su órgano En Marcha, donde expone
sus caracterizaciones y balance de Kirchner, así como de la
situación del movimiento social al cumplirse el 2º aniversario del
Argentinazo.
Presente
y Futuro
Editorial
de
En
Marcha nº 202, diciembre 2003
Han
pasado seis meses de gobierno de Néstor Kirchner; es hora ya de hacer
un balance del mismo.
Digamos
que esta primera parte del mandato presidencial transcurrió de manera
mucho más positiva, mirando desde los intereses nacionales y
populares, que lo que era dable esperar luego del 22% de los votos
obtenidos en la primera vuelta, y de una alianza con el duhaldismo
para llegar a la Rosada que preanunciaba un sinfín de
condicionamientos. Ha habido para ello algunas condiciones objetivas
favorables; en este sentido se pueden mencionar tres cuestiones
principales: a) la transitoria moderación del gobierno norteamericano
en su política retrógrada hacia Latinoamérica a partir de los
problemas económicos internos y del empantanamiento en Irak, dos
cuestiones que ponen en entredicho la reelección de Bush hijo; b) la
debilidad relativa en que se encuentra la derecha local a partir de la
durísima derrota del menemismo, de sus divisiones internas y del revés
de Macri en la Capital Federal; c) un contexto económico
internacional que ha favorecido a los principales productos de
exportación argentinos.
Sin
embargo, es de destacar que el gobierno nacional no ha sido un actor
pasivo en ese contexto. Por el contrario, ha jugado positivamente, en
muchos casos fuerte, para llegar hasta estos momentos con importante
consenso social. En este sentido vamos a destacar lo que nos parece más
trascendente.
En
primer lugar, Kirchner contribuyó a profundizar la defensiva de la
derecha, conciente de que allí radica el riesgo principal para su
proyecto. Golpeó así sucesivamente (en concreto en algunos casos y
en la consideración popular en todos ellos) a la cúpula militar, a
la Corte Suprema, al establishment económico, a la derecha política
en la cabeza de Macri, al neo menemista Scioli, a la Policía Federal
y a la Bonaerense, etcétera.
En
segundo lugar, mostró firmeza en la conducción del gobierno,
aventando rápidamente la idea de que sería Duhalde el que estaría
detrás del trono, más allá de la indudable alianza con éste.
En
tercer lugar, instaló en el ideario colectivo que es posible tener
otro país por fuera del camino neoliberal que transitamos desde 1976
en adelante. Una Nación con mas soberanía, más justicia social,
menos impunidad y mayor respeto a los derechos humanos, con un Estado
fuerte y con producción nacional.
En
cuarto lugar, como actitud meritoria, es de destacar que se ubicó
como parte del proceso que vive hoy Latinoamérica, de realce de su
derecho a la autodeterminación; y que tuvo en ese marco el valor político
de invitar al país a Fidel, a Hugo Chávez, y de legitimar como líder
para el cambio al boliviano Evo Morales.
No
obstante todo ello, es justo también decir que en estos seis meses se
han tomado decisiones que, por lo menos, contradicen lo anterior e
incluso le pueden poner trabas significativas al proceso de
transformaciones que se intenta transitar. Una de ellas es el acuerdo
con el FMI que condiciona fuertemente la recuperación productiva del
país; se debió ser más firme, ya que no es real que no había
condiciones para ello. Otra es lo moderado y lento del proceso de
redistribución de ingresos que se lleva adelante. La tercera es lo
casi nulo del avance en el control estatal de los recursos naturales
estratégicos como el petróleo y el gas, como así también lo
limitado de esto en el terreno de los servicios públicos, con un
discurso en este caso confuso respecto del supuesto rol de la
"burguesía nacional", que hoy por hoy aquí solo existe en
los manuales. Y la cuarta es la falta de una mayor convicción para
embestir contra la "clase política" corrupta y vendepatria,
cómplice de la destrucción nacional, y contra sus métodos;
dirigencia a la que muchas veces se le lava la cara.
Finalmente,
una mención aparte merece la postura del gobierno en torno del
movimiento piquetero, equivocada en muchos sentidos y confusa en
otros, de coqueteo la mayor parte de las veces con las propuestas de
la derecha de mano dura y de cortar los subsidios de desempleo. Grave
error el de minimizar las necesidades de los más humildes de la
sociedad (que son millones y millones) y criticar la decisión de
estos de pelear por sus derechos si no se los contempla.
Sintetizando
entonces, digamos que el gobierno de Néstor Kirchner parece haber
puesto, aun con sus claroscuros, los primeros pilares para que la
Argentina pueda marchar en un sentido distinto y, en alguna medida,
contrapuesto al que la condujo a la catástrofe actual. El tiempo dirá
si ese rumbo se consolida, se estanca o involuciona. La presión
-desde afuera y desde adentro del país, desde afuera y desde adentro
del gobierno- de aquellos sectores que buscan el continuismo
neoliberal y proyanqui será cada vez más fuerte y agresiva; hay que
tener eso claro. Pero también es ostensible la voluntad de la mayoría
del pueblo respecto de que se profundicen los cambios en un sentido de
progreso y soberanía. Si en ella se apoya el presidente, su gestión
será exitosa, para bien de la patria y de su gente.
Panorama
Político
Dos
Plazas de Mayo
En
Marcha nº 202, diciembre 2003
Parece
un siglo y sin embargo ha sido apenas un año el que está
concluyendo. Acostumbrados a luchar políticamente desde la dura
confrontación con el modelo neoliberal expresado de variadas formas
durante las últimas décadas, los sectores populares hemos tenido un
último año que podría caracterizarse como de rica acumulación.
La
agresión descarada que sufrimos por aquellos tiempos nos ubicaron
decididamente como opositores frontales a quienes gobernaron bajo dos
grandes premisas: destruir económica y socialmente a la Nación, y
reprimir cualquier atisbo de resistencia de la población.
Y
lo bien que hicimos de ponernos en primera fila de quienes resistían
al enemigo, aun cuando muchas veces fuimos acusados de "tirapiedras",
mientras algunos se escondían en la tibieza de algún pliego del
modelo, o bien otros que ahora gustan de llamarse "duros"
nos acusaban de "aventureros sin política"
En
aquellos tiempos nos hicimos fuertes en la resistencia activa que
desde el santiagazo de 1993 en adelante regó de puebladas la
Argentina dando nacimiento luego a lo que ahora se conoce como
"piqueteros" allá en Cutral-Có. Fueron sin dudas tiempos
donde la prioridad política era la confrontación, la resistencia a
cualquier costo.
Hoy
esa realidad se ha transformado y no verlo puede conducir a graves
errores. Y no porque hayan desaparecido las consecuencias del modelo
neoliberal, ni siquiera porque estén dadas todas las garantías de
que el gobierno actual rompa con las estructuras que nos atan aun a
intereses foráneos. No somos ciegos, pero sí sabemos ubicar
correctamente lo que percibe la gran mayoría de los argentinos: hay
una oportunidad nueva de reconstruir un modelo nacional, productivo,
democrático, de justicia. Situación que no depende de la voluntad de
Kirchner pero que se ha abierto en parte por su actuación
diferenciada a los anteriores gobiernos entreguistas y corruptos.
Este
es un momento de acumulación política para organizar millones en una
nueva fuerza política, reconstruir un movimiento popular que rompa
con lo viejo y presione para que se acabe de una vez por todas con el
modelo de los vendepatrias que lo impusieron. No serán tiempos de
"blanco o negro" como prefieren mirar la realidad algunos
que tienen temor de modificar sus consignas principistas. Serán
tiempos de contradicciones como las que ya se plantean, pero se abrió
en este 2003 nuevamente la "chance" de imprimir una dura
derrota a la derecha y sembrar el terreno para otra Argentina.
2002:
confrontación
Frescos
los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001, continuamos con las
cacerolas y las marchas piqueteras a Plaza de Mayo. El fenómeno del
despertar a la participación de millones de argentinos iba de la mano
con la lucha cotidiana para enfrentar el aun vigente
"corralito", la continuidad de los administradores del
modelo, y posteriormente la devaluación de Duhalde que terminó de
destruir el salario y el poco trabajo que quedaba. El movimiento
piquetero, de la mano de las asambleas y otros sectores, dimos
contundente respuesta a la represión que costó la vida de Kosteki y
Santillán, y abrimos a partir de allí un fuerte proceso de
movilización bajo la consigna "que se vayan todos". Varios
políticos bastardearon la consigna porque, claro, la fuerte respuesta
popular había obligado a Duhalde a adelantar el calendario electoral
y comenzaron allí sus maniobras de perpetuación. La Marcha Federal
unitaria que realizamos en el primer aniversario del 19 y 20 tenía
que ver con ese año y la prioridad de confrontar al gobierno como
medida principal.
2003:
acumulación
Los
tres primeros meses del año vieron la danza de los candidatos.
Primero Reutemann, luego De la Sota y finalmente Kirchner para
resolver en una interna del PJ la puja Menem-Duhalde. Elecciones con
todo tipo de trampas que dieron triunfador transitorio a Menem
relegando a Kirchner a un 22 %, con la derecha tras L. Murphy y el
centroizquierda con Carrió. A partir de allí el fuerte rechazo a
Menem y su declinación para segunda vuelta. Elecciones que fueron en
abril y que permitieron a Kirchner asumir el 25 de mayo.
Apenas
medio año a partir de entonces, donde asistimos al recambio de la cúpula
militar, a la "expulsión" del presidente de la Corte
menemista y el juicio a Moliné, donde vivimos la presencia de Fidel
en un masivo acto inimaginable tiempo atrás, la de Chávez y su
revolución bolivariana hablando a la multitud y también por el canal
estatal, los golpes a las cúpulas policiales y la ubicación de estas
fuerza como productoras de la inseguridad, el freno a la voracidad de
las privatizadas y las AFJP, la derrota del proyecto Menem-Macri, etc.
Por
supuesto no todas han sido rosas ya que también se ha permitido que
avance el ataque al movimiento piquetero y no se han resuelto aun los
graves problemas sociales, que el acuerdo con el FMI mantendrá si no
se profundizan los cambios en materia económica.
Frente
a este nuevo panorama no podemos menos que ubicar nuestra política en
ese marco. Nuestros enemigos siguen siendo los mismos de siempre a
pesar de encontrarse ahora agazapados y en cierta medida acorralados
por el humor social, pero se equivoca profundamente la izquierda
tradicional influida por el pensamiento trotskista al igualar la
realidad actual con la pasada. Al punto de ubicarse marginal del
pensamiento de los sectores populares. No quiere decir esto que
pierdan su capacidad de movilización ganada en luchas anteriores,
pero sí significa resignar una vez más la posibilidad de convertirse
en fuerza de mayorías y de real transformación política. Este es un
tiempo de acumulación para desafíos mayores y no de resistencia
hacia una política que los mismos Fidel, Chávez, Evo Morales y otros
líderes indiscutidos de Latinoamérica han caracterizado como
diferente a la anterior.
El
segundo aniversario del 19 y 20 de diciembre, con el movimiento
piquetero dividido en distintas Plazas de Mayo, tiene que ver con todo
esto.
Panorama
Político
Navegar
a dos aguas
En
Marcha nº 201,
¿noviembre de 2003?
"El
balance de los primeros seis meses de gobierno de Kirchner muestra que
éste se mueve como navegando a dos aguas, con políticas
diferenciadas a las que caracterizaron durante décadas al modelo
imperante y otras que son una continuidad del mismo. El impulso
inicial, que lo mostró firme ante los eternos beneficiarios del
esquema neoliberal, en algunos terrenos ha ido cediendo para
convertirse en contradictorias marchas y contramarchas.
Sin
dudas, el principal límite que encuentra es el acuerdo firmado en su
momento con el FMI que pone serios límites a la recuperación económica
y a las posibilidades de cierta redistribución de ingresos. La economía
crece pero desde un punto muy bajo, y el ritmo no alcanza a resolver
el problema del desempleo ni una verdadera recuperación salarial, por
lo tanto del consumo. El Presupuesto 2004 ya aprobado no indica que se
prevea revertir la regresiva política fiscal y continúa contemplándose
un alto porcentaje al pago de la deuda externa; tampoco se avanza en
meter mano al sistema de las AFJP, mayor inversión estatal ni aumento
significativo de inversión social frente al panorama de pobreza que
subsiste.
Las
presiones del FMI, las privatizadas y el establishment, por un lado, y
las necesidades de los sectores populares insatisfechas aun en lo
concreto, por otro, actúan estrechando el margen de maniobra política
inicial y el navegar a dos aguas es una estrategia que conmueve el
barco ante cada intento de avance en un sentido u otro.
Las
contradicciones entre los funcionarios no hacen sino reflejar este
ambivalente accionar y el ir y venir en algunas determinaciones como
se ha visto con el Aguila III, las negociaciones del ALCA, el
posicionamiento ante el movimiento piquetero, la relación con el
duhaldismo, etc. Vienen duras pruebas por delante y de cómo se
posicione el gobierno frente a ellas depende en buena medida que
mantenga o pierda el importante consenso social alcanzado en este
primer medio año de gobierno. Su actitud frente al aniversario del 19
y 20 de diciembre será una de ellas; y cómo construya su apoyatura
política ahora que quedaron las cartas echadas pasadas las elecciones
de gobernadores y legislativas, permitirán ver más nítidamente
hacia dónde se encamina la nave "K".
El
"problema" piquetero
El
acuerdo con el FMI ata de manos la economía y de allí que se
reiteren los anuncios de que aquí "no habrá más Planes",
siendo los subsidios para micro emprendimientos o el anunciado empleo
en obra pública apenas paliativos frente a la extendida miseria de
las mayorías. Agravado por la mantención de más del 90 % de los
Planes Jefes y Jefas en manos de intendentes, dirigentes y punteros
del PJ y demás partidos tradicionales, destinados a "hacer política"
y apenas el resto dirigido a las verdaderas organizaciones de
desocupados (donde para colmo se favorece a algunas de ellas por sobre
otras), el "problema" piquetero oscila entre una política
de negociación y otra de dureza, donde incluso actúan los más
interesados en la salida represiva como ocurrió en Salta o Neuquén
sin que desde boca del propio Kirchner surgiera una condena efectiva a
la brutal represión e incluso se alientan iniciativas como la
"brigada antipiquetera". Si la estrategia dominante es
desarticular el movimiento piquetero a fines de controlar la protesta
social irán de bruces en la medida que no se ataque el problema real:
la pobreza.
El
problema ALCA
También
aquí el discurso es a dos puntas: por un lado se plantea seguir
negociando pero por otro se recuesta en la estrategia de Brasil de
poner mayores condiciones para firmar el tratado. La Consulta Popular
que se realizó con una participación masiva, si bien no fue
boicoteada por el gobierno, tampoco ha sido utilizada hasta el momento
como respaldo para ir por más. Otra política es posible si se
hiciera fuerte una alianza de gobiernos latinoamericanos como el de Chávez,
el probable gobierno de Morales en Bolivia, y las fuerzas y sectores
sociales populares que en todo el continente se movilizan contra el
imperialismo yanqui. Especular con la reelección de Bush o no en el
2004, ganando tiempo en las negociaciones, es un arma de doble filo ya
que pone a la Argentina a merced del humor del principal agresor del
planeta.
El
problema de la "transversalidad"
La
tan mentada fuerza propia kirchnerista no termina de definirse y tensa
constantemente la política. Del anunciado intento inicial de armar
algo distinto a lo conocido (incluso tomando parte del reclamo
"que se vayan todos"), se ha pasado a una estrategia de
negociación permanente con el duhaldismo y con Solá, entre otros
referentes de lo "viejo", que también ata de manos
cualquier posibilidad de cambio serio en este sentido.
Las
sucesivas elecciones del año presentan para Kirchner un escenario
complejo. Por una parte han "revalidado" títulos muchos de
los mismos de siempre; y por la otra se hizo fuerte un espacio de
centroizquierda (Binner, Ibarra, Juez, Sabatella, etc.) que juega en
apoyo al gobierno por fuera de la estructura del Justicialismo. Al
mismo tiempo que la Carrió se para por "izquierda" de
Kircher al ver peligrar su propio espacio al que se le desgranan poco
a poco dirigentes que se hacen oficialistas.
Por
otro carril, la izquierda tradicional, bajo fuertes influencias
trostskistas, aprovecha las vacilaciones y contradicciones del
gobierno para meterse en su mejor escenario: el de oposición
"dura" ante una administración que ven erróneamente como
"más de lo mismo" igualando a Kirchner con Menem, De la Rúa
o Duhalde. Su baja perfomance electoral se disimula volviendo a
movilizarse desde lo social y ya plantean el aniversario del 19 y 20
como el punto principal para ser la oposición "combativa".
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