Las vueltas

del Argentinazo

 

Acuerdo con el FMI, presupuesto y ALCA

Por Marcelo Yunes
Socialismo o Barbarie –periódico– 4/12/03

“Peronista, no progresista”

A medida que pasan los meses, se va haciendo cada vez más claro para quien lo quiera ver que el rumbo del gobierno conduce muy lejos de cualquiera de las ilusiones de los “progresistas”. En realidad, si algo caracteriza el accionar del gobierno es su evidente pragmatismo, es decir, su criterio práctico. En eso, se puede decir que repite una marca de origen de todos los gobiernos peronistas. Por más que alguien se ofenda, si hay algo que el peronismo de todas las épocas jamás tuvo es un cuerpo de doctrina coherente: sus gobiernos partieron siempre de su capacidad de interpretar y ejecutar los deseos de determinados sectores capitalistas, nunca de criterios ideológicos.

Algo de eso le recordó Cristina Kirchner al canciller Bielsa: cuando éste partía a Miami rumbo a las negociaciones por el ALCA, la primera dama le susurró más o menos esto: “hacé lo que nos convenga y no te dejes llevar por prejuicios ideológicos”. Y la propia Cristina Kirchner le espetó en Francia a un auditorio asombrado ante su postura antiaborto: “soy peronista, no progresista”. Es decir, las veleidades “centroizquierdistas” son para encandilar a los crédulos, y este gobierno es, en ese sentido, el peronismo clásico de toda la vida: plata en mano y culo en tierra.

Después de un período inicial en el que ciertos sectores de la burguesía veían a Kirchner con desconfianza y escepticismo (paralelos a las delirantes ilusiones de los “progres”, que ya lo veían barbudo y con acento cubano), las cosas se están poniendo en su lugar. Es sintomático que “neoliberales” tan convencidos como Julio Ramos (director de Ámbito Financiero) y el ex ministro de Obras Públicas Roberto Dromi (el de las privatizaciones, ése al que le decían “Cometa”) hayan salido a felicitar al gobierno. Ramos dijo desde la tapa de su diario que “ni Menem hubiera podido hacer tanto como Kirchner”. Y Dromi aplaude la política de Kirchner como “un avance progresivo de ratificación de la política de privatizaciones” (Clarín, 28-11-03). Para muestra basta un botón: Techint y las compañías de gas se relamen tras un contrato firmado con el estado y calculan que en dos años la tarifa de gas subirá un... ¡114%! (La Nación, 25-11-03).

Por supuesto, todo esto cuenta con el beneplácito de la embajada y el gobierno de EE.UU., que se deshacen en elogios al gobierno cada vez que pueden. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué méritos ha acumulado Kirchner para recibir flores de semejantes personajes?.

Presupuesto 2004: “dejá que yo manejo la guita"

Después de cerrado el acuerdo con el FMI, el gobierno continúa prolijamente el camino de la disciplina fiscal, tan caro a los deseos del imperialismo. El máximo ejemplo de la buena letra de Kirchner en ese terreno es el Presupuesto 2004 recién aprobado. Por supuesto, el coro oficialista salió a batir el parche con los “aumentos” en las áreas de Seguridad Social y Desarrollo Social, como para seguir mostrando cuán sensible y progresista es el gobierno.

Los hechos son muy distintos. En primer lugar, si se miran los números con atención, el supuesto aumento no es tan grande, y en algunas áreas ni siquiera es un aumento. En efecto, dado que se estima la inflación en un 10%, el 11,9% de aumento del gasto social se reduce, en términos reales, a menos de un 2% (una burla, considerando las urgencias sociales actuales). Y si la previsión de gastos para obras públicas, por ejemplo, aumenta menos que la inflación, el gasto real neto disminuye.

En segundo lugar, ninguno de los aumentos en las partidas “sociales” es tan grande como el aumento en el gasto destinado a pagar el servicio de deuda. Casi el 40% del aumento de los recursos presupuestarios irá a parar a los acreedores (Clarín, 27-11-03). Y tercero, y más importante, el gobierno hizo votar sin hacer ruido la delegación de facultades especiales al jefe de gabinete.

¿Qué significa eso? Que si llega a aparecer algún pesito de más (cosa bastante probable, porque la estimación de crecimiento de la economía es deliberadamente conservadora), el destino que se le dará a esa plata extra lo decidirá el jefe de gabinete, es decir, el Presidente. En una palabra: si sobran ingresos, el Poder Ejecutivo tiene la potestad para resolver qué hacer con ese excedente sin siquiera consultar al Congreso ni hacer votar nada. Y no es poca plata: en el Congreso estiman que la cifra podría llegar a los 5.000 millones de pesos (¡el doble del “grandioso” presupuesto para Desarrollo Social!). En conclusión: si Kirchner decide que esa platita tiene destino de FMI, bancos o acreedores varios, legalmente nadie puede decir ni mu, porque los diputados, junto con el Presupuesto, votaron ese cheque en blanco al gobierno.

Del verso anti ALCA a la negociación de un “ALCA justo”

Una vez más, los ingenuos que se creyeron la retórica de Lula y Kirchner contra el ALCA salieron con la nariz estropeada. Si alguien pretendía conservar alguna ilusión pretendía conservar en que el gobierno se iba a poner duro, que el Mercosur y el bloque regional, que la afirmación de la soberanía nacional y paparruchas por el estilo, el propio canciller Bielsa se encargó de llamar a la realidad a todo el mundo. Y de manera definitiva: publicó una columna de opinión con el inequívoco título de “Vamos a pelear un ALCA justo” (Clarín, 27-11-03). Más claro, agua: el gobierno decidió entrar al ALCA, sólo que intentará negociar condiciones “menos desfavorables”.

Los argumentos de Bielsa no tienen desperdicio. Por ejemplo, dice que “la situación desventajosa que enfrentamos en la región requiere nuestro esfuerzo para equilibrar la mesa de negociación”. No se aclara qué clase de “esfuerzo” será suficiente para compensar el “desequilibrio” que significa negociar con una potencia cuya economía es varias veces más grande que la de todos los países de la región juntos, y que cuenta con una mayoría de gobiernos adictos. “Queremos un ALCA que contemple nuestros intereses”, dice luego. Serán los intereses de los exportadores locales y extranjeros, porque, como el propio Bielsa reconoce, la agenda del ALCA no incluye ningún capítulo dedicado a nuestros intereses, los de los trabajadores y los sectores populares.

El canciller tiene la desfachatez de decir que “pocas negociaciones han tenido la apertura que tiene la negociación del ALCA, no sólo porque son públicos los textos de base, sino porque se consulta a diversos sectores”. ¡Pues se han acordado un poco tarde, señor canciller! Durante años, las negociaciones del ALCA fueron un secreto guardado bajo siete llaves, y en la era de Internet era imposible acceder a un solo sitio que tuviera información oficial sobre la agenda y los acuerdos parciales entre EE.UU. y los demás países. Y en cuanto a la “consulta a diversos sectores”, Bielsa oculta que jamás se “consultó” de forma que tuviera peso efectivo a la inmensa mayoría de la población del continente que, según todas las encuestas, no quiere saber nada con el ALCA. Si tanto lo entusiasman las “consultas”, ¿accedería el gobierno a someter a la voluntad popular el ingreso al ALCA y acatar la decisión de la población? Si no se atreven (y no se atreverán), por lo menos que se ahorren el cinismo de decir que este ingreso al ALCA, antidemocrático y a espaldas de la población, es un signo de “apertura”.

Mirar de frente la realidad y difundirla

La verdad es bien simple y está a la vista: una a una se caen todas las caretas y las políticas “gestuales” del gobierno de Kirchner. Lo que queda en firme son las políticas “de estado” y “responsables” que exigen los sectores decisivos de la clase capitalista y el imperialismo, sólo que adecuadas a las nuevas condiciones planteadas por el Argentinazo y la crisis.

La negociación “durísima” y “digna” por la deuda externa terminó en un compromiso de ajuste fiscal inédito para beneficio del FMI (aunque con más margen político que los de Cavallo-De la Rúa). El supuesto “portazo” a los acreedores con la quita del 75% es una novela que no terminó pero, como hemos visto, el gobierno ya se reservó la posibilidad de destinar cualquier mango suelto a pagos de “buena voluntad” para calmar a las fieras. El Presupuesto 2004, detrás del “fabuloso incremento del gasto social”, muestra la voluntad de cumplir (incluso en exceso) con los reclamos de los acreedores.

Por donde miremos, el cuento chino “progresista” se desfleca. La política impositiva (llave para definir ganadores y perdedores de cualquier modelo económico) sigue con la misma estructura regresiva de los 90, sólo que con mayor apriete a los evasores (¡así el fisco recauda más para los acreedores externos!). El verso antiprivatizadas llegó hasta el caso Correo Argentino: lo máximo que Kirchner va a hacer es una reprivatización, y si Dromi dice que está todo bien, no hay nada que agregar.

El broche de oro de este verdadero strip-tease político es el ingreso al ALCA. Hablar de un ALCA “justo” o “equitativo” es un engaño consciente o un despropósito; tanto valdría hablar de “saqueo justo” o “explotación equitativa” (ver el análisis de Claudio Katz en esta edición). Lo que hace falta es sacar conclusiones. Y la más importante se impone sola: el gobierno de Kirchner está demostrando para quiénes gobierna, y no con discursos, sino con hechos, medidas, leyes y decisiones políticas. Nada bueno va a venir de su gestión para los trabajadores y el pueblo, porque su objetivo es recomponer el dominio global de la clase capitalista y el imperialismo sobre el conjunto de la sociedad, dominio que el  Argentinazo había puesto en cuestión.

Compañero: juzgue al gobierno por lo que hace, no por lo que dice. No hay peligro más mortal para la clase trabajadora y la vanguardia en lucha, que depositar la más mínima confianza o expectativa en Kirchner.

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