El
Partido Obrero y el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores)
A
la rastra de Castells
Por Roberto Sáenz
(Socialismo o Barbarie
–periódico– 19/02/03)
En
las últimas semanas han ocurrido una serie de hechos graves en el
“frente piquetero”. Cuando la derogación tramposa de la Ley
Banelco planteaba la oportunidad de la unificación de la vanguardia
independiente alrededor de un tema sentido por el conjunto de
los trabajadores (ocupados y desocupados), Castells montó un show
mediático en el Ministerio de Trabajo por el reclamo corporativo (sólo
de los desocupados) de 250.000 planes Jefas y Jefes. A los pocos días,
luego de amenazar que permanecería en el Ministerio hasta una
respuesta favorable del gobierno, se
retiró sin pena ni gloria...
Luego
de esta derrota política, el Bloque Piquetero Nacional salió
al rescate del MIJD definiendo (a puertas cerradas) nuevas jornadas de
un plan de lucha alrededor de exactamente el mismo programa de
Castells: la pelea
corporativa sólo por los planes.
Con
esta orientación lo único que se está logrando es entregarle más y
más a Kirchner la opinión publica (vaya “frente opositor”...).
Y, sobre todo, regalarles gratuitamente los trabajadores ocupados a
la burocracia sindical en todas su variantes.
Esta
situación es la que plantea de manera perentoria volver a poner sobre
la mesa el debate que desde el MAS y el FTC Nacional venimos
desarrollando, sobre todo con el PO, que junto al MST y a la
rastra del MIJD de Castells se orientan cada vez más hacia
estrategia de tipo populista y no de clase, haciéndose
responsable de conducir crecientemente al conjunto del movimiento de
trabajadores desocupados hacia un
callejón sin salida.
¿Populismo
o estrategia de clase?
Entre
los sectores independientes del movimiento de trabajadores desocupados
está cada vez mas planteado poner sobre la mesa un debate estratégico:
¿seguir con una orientación populista que sólo se dirige
hacia los sectores “pobres” o girar 180 grados hacia una
estrategia clasista, verdaderamente de unidad de ocupados y
desocupados?
La
primera orientación la encarnan a la perfección Raúl Castells y el
MIJD (arrastrando al PO y el MST). Veamos sus propias palabras. Ante
la pregunta “¿Entonces este round no lo ganó el gobierno?”,
Castells responde: “Es un punto para nosotros por el entusiasmo que
despertamos en la gente pobre de los barrios. Esa es nuestra franja
del mercado donde tenemos apoyo de masa (...) Después de esta
patriada, quedó Carrió como líder de la oposición para la
centroizquierda, y entre los sectores más empobrecidos nosotros nos
convertimos en los abanderados de los reclamos del pueblo” (La Nación,
12/02/04).
En
otro reportaje agrega que su movimiento prioriza “la lucha por los
pobres de la humanidad (...) Nina [Peloso, su mujer] va a ser la otra
Evita. Tiene los ovarios, la tenacidad y el amor por su pueblo que tenía
Evita” (La Nación, 15/02/04). No contento con sumarse a la
iconografía tramposa del PJ, destaca la figura de Jesús “por ser
un luchador de los pobres que vivió perseguido” (un regalo para la
Iglesia) y considera a Mao Tse-Tung “el dirigente más brillante de
toda la humanidad”. Esto lo hace a caballo de la afirmación de que
en la Argentina va a ocurrir una revolución semejante a la china:
“los sectores medios y los mas pobres nos vamos a unir en un frente
común porque el sistema capitalista ya demostró ser endeble” (Idem).
Pero
todo esto no es más que la afirmación de una estrategia
completamente equivocada, que, por eso mismo, sólo puede conducir a
la derrota. Porque estamos en un país con el desarrollo
capitalista y urbano que no tiene nada que ver con la China de 1949, y
donde a pesar de la tremenda crisis que estamos atravesando existen
entre 7 y 9 millones de trabajadores asalariados. Y donde, además,
la gran mayoría de los desocupados se siguen considerando
trabajadores. En estas condiciones, “olvidarse” de la clase
trabajadora como tal y dirigirse centralmente hacia los “pobres” a
secas (hacia los sectores desclasados o marginales) es un crimen político.
Es regalarle la clase trabajadora ocupada al gobierno (y a la
burocracia) y conducir a los desocupados al callejón sin salida del
populismo.
Peor
aún; en la actual coyuntura es hacerle lisa y llanamente el juego al
gobierno, que esta jugado con todo a premiar (reforma laboral
mediante) a la burocracia sindical en todas sus expresiones por su
“buen” comportamiento a lo largo de los últimos dos años, en el
intento de reforzar
la hegemonía de esta sobre los sindicatos.
Castells,
el PO y el MST parecen no ver lo evidente: que lo terrible para la
burguesía sería la confluencia clasista del movimiento piquetero y
el movimiento sindical: esto es, la unidad de ocupados y desocupados.
Ahí se acabarían todas las campañas de desprestigio antipiqueteras.
Pero,
lamentablemente, estas organizaciones parecen trabajar para lo
contrario: por resguardar a toda costa los intereses corporativos y
de aparato de cada sector.
Esta
y no otra es la explicación de porqué tanto el Partido Obrero como
el MST se han disciplinado detrás de la orientación
corporativa y populista de Castells, justamente en momentos en que lo
que hay que poner sobre la mesa es el debate y la lucha alrededor de
la derogación tramposa del gobierno. Justamente cuando se ha puesto
sobre la mesa una cuestión
que es la que verdaderamente puede unir a ocupados y desocupados.
Porque en el mar de superdesocupación y superexplotación que es la
Argentina, la cuestión del desempleo y de la explotación esclavista
evidentemente son una y la misma cosa. No cuestiones separadas y
distintas.
Acciones
y lucha política
Junto
con esto, como parte del balance de la “toma” del Ministerio, hay
otra cuestión de importancia. La mayoría de las organizaciones de
trabajadores desocupados (grandes y pequeñas) han ido derivando hacia
una práctica en la cual las meras “acciones” mandan por encima
de la lucha política.
En
la tradición de lucha de las corrientes socialistas obreras esto
siempre fue al revés: la política es la que debe mandar sobre las
acciones. Que las “acciones” sean las que manden ha sido característico
de las corrientes populistas.
Porque
cuando se trata de los socialistas y la clase obrera, toda acción de
lucha (sea un paro, la toma de una fábrica, un corte de ruta, una
marcha) tienen que estar en función de ganar esa lucha y esto
–en lo esencial– pasa por ganar políticamente a la mayoría
de los trabajadores y la sociedad para la causa obrera.
Pero
cuando estas acciones logran el objetivo contrario, es señal
de que algo anda mal. Esto es precisamente el caso de la reciente toma
del Ministerio por parte de Castells. Cuando a éste le preguntan si
siente como un fracaso la decisión de abandonar el edificio,
contesta: “¡No! Es un triunfo político. Logramos tener por una
semana a todos los medios en cadena nacional trasmitiendo nuestro
reclamo. Para el gobierno esto significó el costo más importante en
ocho meses de gestión”.
Este
“balance” disparatado no resiste el menor análisis. El verdadero
balance es que fue el gobierno el que se anotó un triunfo gratuito
(aunque “por arriba”, no estructural). ¿Cómo se puede hablar de
“triunfo” cuando se le regala la opinión de franjas mayoritarias
de los trabajadores y los sectores medios al gobierno y se sale con
las manos vacías?
Esto
se debe acabar. Los movimientos de trabajadores desocupados
independientes deben dar un giro de 180 grados en su orientación
hacia la pelea conjunta con los ocupados por trabajo genuino y contra
la esclavitud laboral. En él MAS y el FTC le llamamos a esto una
estrategia de unidad de clase. Pero no importa cómo lo quieran
llamar. Si no se da este giro, se llevará crecientemente al
movimiento a un callejón sin salida, abandonando a la vez a los
ocupados a su suerte.
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