El repunte de la
pobreza en China
Por Xulio Ríos (*)
AIS (Agencia de
Información Solidaria), 04/11/04
En los últimos
veinticinco años, el número de pobres en China había ido
disminuyendo de forma drástica, pasando de 250 millones de habitantes
a poco más de 28. En 2003, sin embargo, ha aumentado, según estadísticas
oficiales, en casi un millón de personas, afectando a 29 millones de
ciudadanos, residentes en su mayoría en las zonas rurales. Todo ello
en un contexto en el que se afirma el renovado crecimiento de la
economía china y la apuesta por la singularidad de su proceso que se
encuentra, paradójicamente, con la dificultad creciente del aumento
de las desigualdades, lo que equipara su sistema con alguno de los
defectos más visibles del más tradicional capitalismo.
Corrupción y
carencias estructurales
La explicación de
Liu Jian, responsable de la lucha contra la pobreza en el gobierno
chino, se remite a las consecuencias de las calamidades naturales. La
combinación de residencia en zonas alejadas, débil protección
social, bajo nivel de desarrollo, ausencia de servicios básicos,
inversiones reducidas, etc., provoca que cualquier cambio en el
entorno transforme la falta de medios en pobreza. La destrucción de
viviendas y el anegamiento de tierras cultivadas tienen consecuencias
nefastas. Cada inundación genera muchos y nuevos pobres. En 2003, en
provincias como Henan, Anhui, Shaanxi o Heilongjiang se han
sobrepasado los dos millones de personas.
Sin duda, las
calamidades influyen, pero no representan la única causa ni quizás
la más importante. Un informe oficial de la Comisión Nacional de
Cuentas desvela por ejemplo que, entre 1997 y 1999, el gobierno
central y los provinciales destinaron 48,8 mil millones de yuanes a
luchar contra la pobreza en 592 distritos pobres, pero casi el diez
por ciento de esa cantidad al menos y de forma fehaciente y demostrada
fue desviada a otros fines ilícitos. Otras fuentes consideran que el
cálculo oficial es muy modesto y solo reconoce la punta del iceberg.
Según Dang Guoying,
investigador del Instituto de la Economía Rural de la Academia de
Ciencias Sociales de China, la reaparición del fenómeno de la
pobreza con una nueva pujanza se debe a la insuficiencia de las políticas
centrales que no tienen en cuenta que el objetivo de su erradicación
es cada vez más difícil y exige más esfuerzos y mayores
inversiones. Algunas líneas de trabajo pueden adoptarse
administrativamente, pero otras dependen de factores más complejos,
pues no todos aceptan, por ejemplo, los patrones culturales del
momento y las insuficiencias educativas son importantes. Por otra
parte, la privación de la tierra, promovida a través de
pseudoexpropiaciones expeditivas para atender las necesidades del
desarrollismo en boga (proceso llevado a cabo sin que las autoridades
locales habiliten medidas compensatorias adecuadas) empuja
inevitablemente a muchos campesinos a la pobreza y el desarraigo.
Muchos aventuran un
nuevo aumento de la pobreza en 2004. En el campo, los problemas
tradicionales de alimentación y de vestido se han vuelto crónicos
para muchos. Si, en la década de los noventa, la situación había
mejorado a una media de 6 millones por año, en los primeros años del
nuevo siglo, esa cantidad se ha reducido a la tercera parte. Las
diferencias de renta entre los campesinos normales y la población
rural pobre han pasado de 1/2,45 en 1992, a 1/4,12, en 2003.
Progresos
insuficientes
El gobierno dice ser
consciente del problema, pero los avances en la lucha contra la
corrupción son muy lentos y faltan políticas sostenidas que mejoren
la fiscalidad del campo, alivien la carga de los campesinos y eviten
el éxodo rural, que tiene su origen en el bajo rendimiento del
trabajo en el campo y en la ausencia de mejora sustancial en las
condiciones de vida. El estado de los servicios básicos como la salud
o la educación, cuando existen, es muy precario. Además, falta
servicio médico en muchos distritos, el abandono escolar es aún
importantísimo.
Los objetivos del
gobierno se centran en resolver el problema de la alimentación y el
vestido en 2010, y en 2020 la asistencia general. Todo lo cual, con
independencia de su cumplimiento en el plazo previsto, asemeja una
carrera contra reloj para impedir que el actual descontento campesino
derive en una rebelión abierta e incontrolable. El aumento de la
pobreza en el ámbito rural es indicativo de un deterioro más general
que afecta al retroceso o estancamiento del nivel de vida en el campo.
Mientras tanto, la
tasa de urbanización en China se elevará al 58-60 por ciento en
2020, según ha estimado Lian Yuming, rector del Instituto
Internacional de Desarrollo Urbano de Beijing. En 2002, la tasa de
urbanización ha sido del 37,7 por ciento. De un año para otro, entre
80 y 90 millones de campesinos se instalan en las ciudades, y en ellas
está surgiendo una pobreza de otro signo.
(*) Director del
IGADI (Instituto Gallego de Análisis y Documentación Internacional)
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