EE.UU.
y la "amenaza" china
Por
Carlos Chirinos
BBC, Washington, 04/03/05
Entre
a una tienda en Estados Unidos, tome cualquier producto de un anaquel
y las posibilidades de que la etiqueta diga "made in China"
son grandes.
Lea
análisis en la prensa local sobre política china y encontrará críticas
y "preocupaciones" por el pobre desempeño de aquel país en
derechos humanos.
Note
que cada vez que se reactiva la crisis con Corea del Norte la Casa
Blanca agradece el balance que ponen los chinos en la región.
Pero
extráñese después cuando Washington le muestre los dientes a Pekín
cada vez que Taiwán se sienta amenazado por el gigante rojo.
Alguien
diría que hay cierta esquizofrenia en las relaciones entre Estados
Unidos y China. ¿Socio comercial? ¿Aliado? ¿Enemigo potencial? ¿Qué
es China para Washington?
"Es
un fenómeno complejo" dijo a la BBC Albert Keidel, experto en
China de la Fundación Carnegie para la Paz de Washington.
"Es
una economía en crecimiento. Todavía muy pobre, pero será muy
grande en lo futuro. Ayuda a Estados Unidos en Corea del Norte, pero
es visto como una amenaza cuando hablamos de Taiwán, aunque su poder
militar es muy débil como para considerarlo un enemigo".
Desde
Washington hay un doble enfoque sobre China, según Ian Vásquez, del
Centro Cato.
"Unos
piensan que China puede ser un socio económico, y que su crecimiento
mejorará las relaciones entre los dos países. Otros consideran que a
medida que se enriquece China puede hacerse más amenazante
militarmente".
Más
allá de los derechos humanos y las diferencias ideológicas con la
China comunista, es la "invasión" comercial lo que preocupa
a cierta prensa y a no pocos políticos que ven en los productos
chinos una "amenaza" para empresas y empleos
estadounidenses.
Ejemplo
japonés
Cuando
en los años 80 los autos japoneses desembarcaron con enorme éxito en
Estados Unidos, se generó una feroz reacción
"anti-importaciones". "Nos quitan el trabajo", era
el principal argumento.
Dos
décadas después, para vender sus coches una marca reconocida como
Toyota todavía tiene que insistir en que fabrica sus vehículos de
este lado del Océano Pacífico y que da trabajo a miles de
estadounidenses.
China
no exporta autos, pero sus productos son omnipresentes en los hogares
estadounidenses, desde electrodomésticos hasta textiles. Y sin
embargo, no todos la consideran una amenaza.
"Es
difícil saber qué piensa el estadounidense promedio" dijo a la
BBC Ian Vásquez, "pero son ellos los que se benefician de los
productos venidos de China".
"El
ciudadano se beneficia de productos buenos y baratos", concuerda
Albert Keidel, de la Fundación Carnegie, quien no cree que pueda
hablarse de una "invasión" china.
Una
razón, argumenta, es que muchos de los productos que llegan desde
China se originan en otros países asiáticos y en los últimos años
han sido "redirigidos" a través de puertos chinos.
La
otra, según Keidel, es que muchos son ensamblados allí con insumos
asiáticos, europeos o estadounidenses que aprovechan las ventajas de
producir en China.
"Hay
que entender que los empleos son un tema políticamente sensible aquí
en Washington. Pero los analistas reconocen que la pérdida de empleos
no se debe a China, sino a la baja en el sector manufacturero
estadounidenses", asegura Keidel.
Déficit
creciente
Las
cifras oficiales ubican el déficit comercial estadounidense (la
diferencia entre lo que importa y lo que exporta) en unos US$615.000
millones, el más alto de su historia.
Muchos
ven con particular preocupación el crecimiento de las importaciones
provenientes de China y el creciente déficit comercial bilateral.
La
Asociación Nacional de Manufactureros de EE.UU. (NAM, por sus siglas
en inglés) asegura que ese incremento se ha logrado mediante prácticas
ilegales, como la manipulación del valor del yuan, la moneda china.
"Los
economistas estiman que el yuan puede estar hasta un 40% por debajo de
su valor" aseguró recientemente John Engler, presidente del NAM
ante el National Press Club de Washington. "Es una gigantesca
ventaja artificial".
"No
en vano tenemos un déficit de US$162.000 millones con China,
principalmente en productos manufacturados" sentenció Engler,
quien vincula el cierre de empresas estadounidenses a lo que llama la
"deslealtad china".
Falso
dilema
Según
Albert Keidel, el déficit comercial con China representa sólo el 6%
del total, mientras que la diferencia en el intercambio con la Unión
Europa o Japón hace el 80% del déficit.
Según
Keidel, la prensa y cierto manejo político han jugado un papel al
presentar la "amenaza China" basados en lo que considera un
falso dilema: que "China no es un aliado, China no es un
amigo".
"Es
fácil hacer de China un chivo expiatorio, porque no tenemos una sólida
relación política o diplomática", agrega.
A
medida que el intercambio con China siga creciendo, lo hará la polémica
sobre las conveniencias de comerciar con lo que muchos consideran
"el enemigo".
Algo
ajena al debate, la sociedad estadounidense seguirá con lo que parece
la "nueva moda" de consumir importados: vehículos de
Europa, ropa hecha en Asia, comidas... de todos lados.
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