Asia oriental y el mundo: las décadas
por venir
Por Immanuel Wallerstein
La Jornada, México, 01/04/05
Traducción, Ramón Vera Herrera
Hace no tanto todavía, en la década de los años
60, pocos analistas del mundo occidental hubieran pensado que Japón o
China, y por supuesto mucho menos Corea, se convertirían en actores
importantes en la economía-mundo. Hoy, nadie duda que son
precisamente eso. En los años 80 aparecieron en la prensa occidental
interminables artículos, casi histéricos, que hablaban de la próxima
dominación de Japón. El tema se murió en los años 90, pero fue
remplazado en los años ulteriores a 2000 por una serie de artículos,
también casi histéricos, acerca de la posible y venidera dominación
de China. ¿Cuál es la realidad?
Hay pocas dudas de que todos los países
del Asia oriental han logrado un enorme progreso como centros de
acumulación de capital, tecnología avanzada y productividad
creciente. Es más, las curvas de todos ellos se mueven estables hacia
arriba. Lo importante, por supuesto, no son las cifras absolutas, sino
las que se relacionan con otros centros importantes de acumulación de
capital, en particular Estados Unidos y Europa occidental. Grosso
modo, uno puede afirmar que desde por lo menos los años 70 la fuerza
económica de Estados Unidos declina en relación a Europa occidental
y Asia oriental, y que por el momento Europa occidental y Asia
oriental se mantienen a la par entre ellas.
Me refiero aquí a una fuerza en
todos los ámbitos: producción, comercio y finanzas. El último gran
baluarte de Estados Unidos es el hecho de que el dólar se mantenga
como la divisa mundial de reserva. Sin embargo, la continua caída del
valor del dólar, causada por los inmensos déficits fiscales de
Estados Unidos en cuanto a su deuda pública y a las cuentas
corrientes (déficit que parecen crecer constante y vertiginosamente)
pone en entredicho este baluarte. Como todo el mundo ha notado, la única
forma en que Estados Unidos ha podido lidiar con estos dos inmensos déficits
es pidiendo prestado. Y los principales prestamistas son China, Japón
y, en menor medida, aunque no insignificante, Corea del Sur. El gran
debate en la prensa mundial es si Asia oriental continuará o no
comprando bonos del Tesoro estadounidense a la tasa que lo venía
haciendo en años recientes. Los tres países han dado señales
durante los últimos seis meses de que están considerando una mayor
diversificación de sus valores en otras divisas. Por lo general se
argumenta (pero no en forma unánime) que si Asia oriental comienza a
hacer esto, el dólar caerá aún más, tal vez precipitadamente, lo
que ocasionaría una seria depresión no sólo en Estados Unidos sino
en el resto del mundo.
Me parece claro que el gobierno de
George W. Bush no tiene la intención, ni la posibilidad política, de
frenar cualquiera de estos dos grandes déficits. Los países de Asia
oriental tendrán que escoger, en el futuro cercano, entre dos
riesgos. Por un lado, si reducen sus inversiones de valores en dólares
frenarán la posibilidad de que Estados Unidos compre sus mercancías,
lo cual los pone en riesgo de abatir el empleo y las ganancias. Por
otro lado, si continúan invirtiendo en un dólar que cae, estarán
perdiendo, con el tiempo, su riqueza nacional. El primero es un
peligro de corto plazo y el segundo es un peligro de mediano plazo.
Conforme crecen los déficits estadounidenses, el peligro de mediano
plazo se pondrá más y más en primer plano. De hecho, esto es lo que
está ocurriendo. Considero virtualmente inevitable que Asia oriental
se diversifique y que entonces el dólar pierda su posición de única
divisa mundial de reserva. Creo que Estados Unidos perderá mucho más
que Asia oriental -económica y políticamente- en el gran alboroto
resultante, y esta consideración, de hecho, será un acicate para que
Asia oriental actúe más pronto que tarde.
¿Qué ocurrirá entonces? Nuestro
sistema-mundo, que ya es caótico en grado significativo, lo será
mucho más. Una preocupación generalizada es el impacto de este caos
sobre el poderío militar y los conflictos de poder. Esto es muy difícil
de predecir. Porque Estados Unidos podría moverse en una de dos
direcciones muy diferentes, retornar a un aislacionismo basado en la Fortaleza
América, o embarcarse en más aventurerismo unilateral. Podría
hacer ambas cosas: primero más aventurerismo y luego ser la Fortaleza
América. Esto es, por supuesto, extremadamente importante para
Asia oriental. Tendrá un impacto inmediato en lo que ocurra en la península
de Corea y en las tensiones entre el gobierno chino y Taiwán. Hará
surgir, como asunto de urgencia, si Japón se involucra en un rearme
militar importante. Tanto en Corea del sur como en Japón, estará en
cuestión si prosiguen o no con el desarrollo de armas nucleares.
Asia oriental tendrá que enfrentar
una cuestión fundamental: si la región se encamina o no en dirección
de algún tipo de integración seria, como ha venido haciendo Europa
en los últimos 50 años. Las dificultades son obvias. China y Corea
son, ambos, países divididos en busca de reunificación. Y los tres
-China, Japón y Corea- albergan querellas históricas importantes, vis-avis,
entre ellos. Tales querellas no son insuperables, como nos lo está
demostrando la saga de Europa, pero deben asumirse con mucha seriedad
y encararse directamente de alguna manera. ¿Ocurrirá esto?
La ventaja de encaminarse hacia una
cooperación y una reconciliación asiática oriental es obvia. Los
poderíos económico, político y sí, militar, de Asia oriental se
volverían formidables en el lapso de 50 años. En la transición que
sufre el sistema-mundo, de su estructura histórica actual -una economía-mundo
capitalista- a algo diferente, el bloque asiático oriental vendría a
jugar un papel central.
El lado negativo es también obvio.
Primero, tal esfuerzo provocaría una vigorosa oposición en Estados
Unidos y, en menor grado, en Europa occidental. Enfrentaría también
la oposición de India. Pero, tal vez lo más importante, abriría un
debate en torno al papel relativo de China y Japón en cualquier
arreglo que se discutiera, y renuencia de Corea a ser tratada como
socio menor sin mucho derecho a voz. Muchos esfuerzos en favor de
unificaciones regionales durante el siglo pasado se fueron a pique
justamente por tales aspectos.
Lo que es importante entender es
que la cuestión de un acuerdo y la integración de Asia oriental habrá
de resolverse, en gran medida, dentro del ámbito de competencia de
Asia oriental. El resto del mundo no va a poder hacer mucho al
respecto, ni ayudar ni obstruirla. La pelota, como decimos, está en
la cancha de Asia oriental.
© Immanuel Wallerstein
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