Desórdenes
en Uzbekistán
¿Desestabilizarán
la situación en toda Asia Central?
Agencia RIA "Novosti", Moscú, 14/05/05
Moscú.
Los desórdenes que tienen lugar en Andizhán (Uzbekistán) pueden
desestabilizar la situación en toda la región centroasiática, dijo
a RIA "Novosti" Dina Malisheva, experta del Instituto de
Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la Academia de
Ciencias de Rusia.
Según
ella, la situación socio–política y económica en Uzbekistán y
Asia Central en su conjunto seguía siendo tensa a lo largo de todos
los años 1990 y comienzos de los 2000. El factor que la complica aún
más en Uzbekistán es la presencia en el valle de Fergana de unos
individuos, a los que las autoridades llaman extremistas islámicos.
Pero lo de explicar los sucesos que se desarrollan en Andizhán por la
intensificación de la actividad de los integristas significaría
simplificar la esencia de lo que pasa en la región. Aunque Andizhán
realmente a partir de los comienzos de la década del 90 es uno de los
centros del movimiento extraoficial de la oposición islámica uzbeca.
Últimamente,
el marbete de terrorismo y extremismo islámico a menudo se pega a
cuantos pasan a la oposición a las autoridades oficiales, sostiene la
experta.
Según
ella, hay varios factores que podían provocar desórdenes.
Primero,
en Uzbekistán existen problemas en las relaciones entre la población
y los organismos judiciales. La dureza con que actuaron las
autoridades con respecto a aquellos a los que ellas llaman extremistas
islámicos, no pudo menos que provocar descontento en la población.
Por lo cual los desórdenes podían estallar como una reacción a los
abusos cometidos por las autoridades. Lo viene a confirmar el que uno
de los primeros blancos de ataques haya sido un centro correccional.
Resultado de lo cual, una parte de los recluidos fue puesta en
libertad. Pero por otra parte, los acontecimientos en cuestión podían
desarrollarse como resultado de un ajuste de cuentas entre estructuras
criminales, las que se han propagado mucho en el país últimamente y
actúan bajo banderas del islamismo.
Segundo,
dichos acontecimientos los podía provocar la situación socio–económica
que se vive en la república. Los problemas que intentaba resolver el
Gobierno siguen pendientes: es el desempleo masivo, la desigualdad
social, la falta de perspectivas para los jóvenes y el aumento del
narcotráfico. Lo más probable es que precisamente ello haya
desestabilizado la situación y provocado desórdenes en Andizhán.
Los problemas van a quedar hasta en el caso de lograr las autoridades
aplastar el motín. La explosión del descontento puede repetirse
tanto en Andizhán como en otras provincias. Es por eso que las
autoridades deben concentrar sus esfuerzos en la solución de los
problemas sociales y la realización de las reformas económicas.
Tercero,
los sucesos de Andizhán no deben analizarse por separado de las
"revoluciones de terciopelo" que empiezan en la región, una
ya se dio en Kirguizia. Esa amenaza las obliga a las autoridades
regionales a reaccionar con dureza ante la manifestación de cualquier
descontento, hasta en caso de no estar tras éste unos revolucionarios
o islamistas. La revolución que se realizó en Kirguizia sentó un
precedente, mostrando con qué ligereza se puede resolver problemas
usando de violencia. Y actualmente, a las autoridades uzbecas no les
queda otra opción que mostrar firmeza y aplastar en embrión la
sublevación. Aunque ello no es ninguna panacea, dijo Malisheva.
Si
los acontecimientos se desarrollan según el peor de los guiones, el
incendio puede propagarse a otros Estados de la región, por ejemplo
provocar una segunda guerra civil en Tayikistán, señaló.
La
experta ha subrayado otro elemento muy importante. De creer a la
información que llega de Uzbekistán, los sublevados se han dirigido
al presidente de Rusia solicitando su mediación en el conflicto. Es
difícil saber qué gente es ésta y qué objetivos se plantea. Pero
en todo caso, lo que sucede actualmente en Uzbekistán es una
oportunidad para las estructuras regionales como la Organización de
Cooperación de Shanghai (OCSh) y la Organización del Tratado de
Seguridad Colectiva (OTSC) de demostrar con hechos reales su eficacia,
dijo la experta.[1]
Malisheva
ha hecho recordar que dichas organizaciones fueron instituidas, a la
par con otros objetivos, para garantizar la seguridad en Asia Central.
Uzbekistán es miembro de la OCSh, y en cuanto a la OTSC, suspendió
su participación en ésta en 1999. Según la experta, una de las
causas de esto último consistió en que nadie le prestó sustancial
ayuda a Uzbekistán en su lucha contra la amenaza integrista, con la
que él había chocado antes que otros Estados.
Nota:
1.–
El Tratado de Seguridad Colectiva fue firmado el 15 de mayo de 1992.
Sus signatarios son Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizia, Rusia
y Tayikistán. La OCSh es
una organización internacional integrada por Rusia, China, Kasajstán,
Kirguizia, Tayikistán y Uzbekistán. La declaración de su institución
se suscribió el 15 de junio de 2001 en Shanghai.
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