EEUU
tomado por sorpresa
Por Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 17/05/05
Washington.
Tras la inesperada y sangrienta represión en Uzbekistán, Estados
Unidos parece estar dejando de lado la antigua política de apoyo a su
autoritario aliado en la guerra contra el terrorismo, el presidente
Islam Karimov.
Washington
destacó esta semana la necesidad de reformas políticas y económicas
en Uzbekistán, luego de haber expresado el viernes preocupación por
la participación de ”integrantes de una organización terrorista”
en una fuga de la cárcel de Andijan, en el valle de Fergama, ese
mismo día.
La
fuga desató los choques entre civiles y fuerzas de seguridad que, según
organizaciones uzbekas de derechos humanos, se cobraron casi 750
vidas, la mayoría de manifestantes inocentes emboscados en la ciudad
vieja de Andijan el viernes.
Muchas
otras personas murieron intentando huir del país hacia el vecino
Kirguizstán el fin de semana. Cientos de opositores terminaron en la
cárcel.
El
tono de Washington cambió el lunes, cuando el Departamento de Estado
(cancillería) comenzó a recomendar reformas políticas de gran
alcance.
”Hemos
alentado al gobierno de Karimov a hacer reformas, a abrir más el
sistema”, dijo la secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice.
El país más rico y poblado de Asia central ”necesita (...) las válvulas
de presión de un sistema político más abierto”, agregó.
El
portavoz de Rice, Richard Boucher, fue aun más directo este martes.
”Hemos dejado en claro a las autoridades uzbekas que la estabilidad
depende de que acerquen la mano a su ciudadanía e instituyan reformas
democráticas reales y el respeto por el estado de derecho”, dijo.
”La
represión y la violencia no conducirán de ningún modo a la
estabilidad en el largo plazo, sino todo lo contrario”, advirtió el
funcionario. Ésa es también la percepción de expertos
independientes.
Martha
Brill Olcott, del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, alertó
este martes que, sin grandes reformas políticas y económicas,
Uzbekistán se sumergirá fácilmente en una guerra civil como la que
paralizó a Tayikistán a comienzos de la década del 90.
”Uzbekistán
está a punto de caer”, dijo Brill Olcott, para quien las
manifestaciones del fin de semana se refirieron más a ”la reforma
económica y la justicia social” que al Islam.
Aunque
la represión parece haber funcionado, si se registraran
levantamientos similares y simultáneos en tres ciudades uzbekas o más,
”el uso de la fuerza fracasará, y el régimen se resquebrajará por
dentro”.
Dado
el carácter mediterráneo del territorio de Uzbekistán y su condición
de país más poblado y con las fuerzas armadas más poderosas de la
región, su caída en el caos desestabilizaría a toda Asia central.
”Esto
puede crear situaciones de conflicto” en otros países, según la
experta. En los vecinos Tayikistán y Kirguizstán, la oposición logró
el mes pasado poner fin a añejos regímenes autoritarios mediante
levantamientos eminentemente pacíficos.
Ӄstos
son estados muy frágiles”, coincidió Nancy Lubin, experta en Asia
central que dirige JNA Associates, firma consultora que asesora a
gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales que operan en
la región.
”Si
esto deriva en mayor violencia o incluso en una guerra civil, tendrá
repercusiones en los países vecinos, incluso en Afganistán”, añadió
Lubin.
Washington
tiene muchos intereses en Uzbekistán, incluido el acceso a sus
yacimientos de gas natural, petróleo y carbón.
Si
bien hace mucho que está preocupado por el autoritarismo de Karimov,
quien gobierna el país aun antes del divorcio de la hoy disuelta Unión
Soviética en 1991, Estados Unidos ha cultivado un vínculo amistoso
con Uzbekistán desde su independencia.
Esta
relación avanzó aun más tras los atentados que acabaron con 3.000
vidas en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001. Karimov
abrió entonces la estratégica base aérea de Khanabad a los aviones
estadounidenses que participaron en la guerra de Afganistán.
El
régimen fue recompensado con un gran aumento de la asistencia militar
y económica. Bush declaró, además, que el mayor enemigo de Karimov,
el Movimiento Islámico de Uzbekistán, debería ser considerado una
rama de Al Qaeda, red terrorista responsable del operativo del 11 de
septiembre.
Desde
ese momento, Karimov fue recibido por Bush en la Casa Blanca y
funcionarios del Departamento (ministerio) de Defensa visitaron
Tashkent en reiteradas oportunidades.
El
Pentágono exhibía gran adhesión por el régimen uzbeko, pero otras
áreas del gobierno manifestaban frustración por su negativa a
implementar reformas políticas y económicas.
Además,
las denuncias de torturas cometidas por las fuerzas de seguridad
contra disidentes, especialmente islámicos, fueron confirmadas por un
ex embajador británico en Uzbekistán, Craig Murray, quien informó
que un detenido había sido asesinado a golpes.
El
Departamento de Estado declaró en julio pasado que Tashkent no había
cumplido con las reformas políticas prometidas, por lo que anunció
un recorte de 18 millones de dólares en su asistencia para este año.
De todos modos, se trataba de una pequeña fracción de la ayuda
financiera estadounidense al régimen de Karimov.
De
todos modos, Washington y Tashkent se distanciaron en los últimos dos
años, mientras el presidente uzbeko, molesto con la retórica
prodemocrática ensayada por Bush tras la guerra en Iraq, se acercaba
a Rusia.
Eso
deterioró el vínculo con Karimov y dificultó la tarea de
persuadirlo de implementar reformas, según Olcott. ”Debemos pensar
en algunas zanahorias, además de los palos”, ilustró la experta.
”Todavía
nos concentramos en encontrar las manzanas podridas, pero no le
prestamos atención al barril”, lamentó Lubin. ”Y éste es un
barril en que solo las manzanas podridas pueden alcanzar el éxito.”
|