Uzbekistán:
Violencia
quedó latente tras los disturbios
Por
Sanjay Suri
Inter
Press Service (IPS), 16/05/05
La
violencia que dejó cerca de 500 muertos el fin de semana en la república
centroasiática de Uzbekistán está bajo control, pero es probable
que resurja, advirtieron observadores.
Los
disturbios populares, reprimidos a sangre y fuego por el ejército,
responden a problemas socioeconómicos profundamente arraigados, y el
endurecimiento de la represión podría desatar una fuerte reacción
de extremistas islámicos, dijeron.
”Uzbekistán
tiene un pequeño movimiento islamista que está proscripto, al igual
que todos los partidos de oposición”, dijo a IPS Margot Light, de
la Escuela de Economía y Ciencia Política e Londres.
”Sin
embargo, en este país existe una larga historia de represión política
con el pretexto del peligro fundamentalista islámico”, advirtió.
Los
enfrentamientos comenzaron el viernes en la ciudad oriental de Andizán,
con la represión de protestas para exigir la anulación de un juicio
contra empresarios islamistas y la renuncia del presidente Islam
Karimov, que cuenta con el respaldo de Rusia y Estados Unidos.
Los
choques con fuerzas militares dejaron una gran cantidad de víctimas
civiles que fuentes independientes calcularon en 500. Karimov aseguró
que sólo murieron 10 militares y ”muchos más” insurgentes.
El
fin de semana, el foco de la crisis se trasladó a la localidad de
Karasu, donde manifestantes tomaron control de las oficinas centrales
del gobierno. Luego, fuerzas militares acordonaron el poblado.
El
régimen de Karimov ”es muy capaz de aplastar los actuales
disturbios, pero éstos no desaparecerán para siempre”, dijo Light.
”Los
extremistas islámicos que debieron huir de Uzbekistán se refugiaron
en Afganistán y lanzaron varios ataques a través de Tajikistán y
Kirguizistán”, explicó la analista. Por lo tanto, los movimientos
en territorio afgano podrían ser cruciales en el proceso.
”Se
sostiene que ese movimiento islámico fue eliminado después de la
guerra” lanzada por Estados Unidos contra el régimen radical islámico
de Talibán a fines de 2001, ”pero las simpatías que cosecha no han
desaparecido por completo”, advirtió.
La
violencia resurge ”en cualquier país donde se proscriben partidos
políticos”, y además en este contexto ”los extremistas pueden
movilizar gente con facilidad”, señaló.
”Esto
implica un grave peligro, porque quienes se oponen al régimen no
tienen a quién acudir, salvo a movimientos extremistas”, agregó
Light.
La
académica consideró probable que Moscú continúe respaldando a
Karimov, porque ”el fundamentalismo islámico preocupa mucho a Rusia
y otras repúblicas centroasiáticas”. Pero en privado, ”es
posible que (Rusia) exija una respuesta menos violenta” a los
disturbios, especuló.
La
violencia ya se ha propagado, y muchos temen que el proceso continúe.
”Esto
podría empeorar antes que mejorar”, dijo a IPS Jennifer Moll, del
Centro de Política Exterior, un centro de estudios británico afín
al primer ministro Tony Blair. ”Hay malestar hace mucho tiempo por
la pobreza, el desempleo y otros problemas sociales.”
El
ingreso nacional por habitante de Uzbekistán es de 1.800 dólares
anuales, pero las inequidades no cesan. La minoría de origen ruso,
por ejemplo, goza de mayor prosperidad que el resto de la población.
Veintidós
por ciento de la población urbana y 28,7 por ciento de la rural es
pobre, según datos divulgados este lunes por el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Los más pobres son los musulmanes sunitas, que
constituyen 88 por ciento de los 28 millones de habitantes.
Uzbekistán
es rica en petróleo y algodón, pero los musulmanes han visto pocos
beneficios de esa producción bajo el gobierno de Karimov, consagrado
presidente el 24 de marzo de 1990, un año antes de la disolución de
la Unión Soviética, de la que esta república formaba parte.
Los
actuales disturbios se agravaron con la prisión de islámistas.
”Karimov atribuyó la revuelta a ellos”, dijo Moll. ”Pero la
gente común está molesta por la pobreza y el desempleo. Fueron las
dificultades las que empujaron a algunas personas al extremismo islámico.”
Karimov
no tomó en cuenta tales frustraciones, agregó. ”Se aisló cada vez
más”, y, como consecuencia, ”habrá, al menos, más disturbios y
una mayor expresión de la ira” popular.
El
vecino Kirguizistán se verá particularmente afectada, consideró
Moll. El gobierno uzbeko carece de control en algunas franjas de su
frontera, y miles de refugiados huyeron, al parecer, a territorio
kirguizo.
La
alarma está prendida en la mayoría de los países de Asia central,
concluyó la experta.
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