China, uno de los países
socialmente más desiguales del mundo, ha iniciado una discusión
parlamentaria para la reforma del impuesto sobre la renta. Todo indica
que se subirá el actual baremo, según el cual pagan IRPF todos los
ciudadanos que ganen más de 800 yuanes mensuales (80 euros)
China prepara la
abolición del IRPF para los más pobres
Tras la abolición
del impuesto agrario, se prevé aumentar el nivel de ingresos a partir
del cual es obligatorio pagar
Por Rafael Poch
Corresponsal en Pekín
La Vanguardia, 05/10/05
En China, una nueva
reforma fiscal, actualmente en discusión, eximirá pronto del pago
del impuesto sobre la renta a quienes ganen menos de 1500 yuanes
mensuales, 150 euros. El 50% de los asalariados cobran en China unos
1500 yuanes, informó ayer el diario “China Daily”. Actualmente,
todo aquel que cobre mas de 800 yuanes debe pagar. Siendo
significativa, esta medida no parece muy enérgica para atajar el
hecho de que la minoría de nuevos ricos sufre poca presión fiscal.
En 1979, Deng Xiaoping
dijo que, “la desigualdad no nos asusta, si algún día aparece de
forma importante entre colectivos e individuos, introduciremos el
impuesto sobre la renta para corregirla”. Entonces China era uno de
los países más igualitarios del mundo y el IRPF se introdujo al año
siguiente, pero, transcurrido un cuarto de siglo, China es uno de los
países socialmente más desiguales, y sus problemas de desigualdad y
desequilibrio territorial aumentan, año tras año.
El 0,16% de la población
controla el 65% de los activos líquidos del país, lo que supone la
mayor concentración de riqueza en pocas manos de Asia. Los
especialistas afirman que sólo 20 millones de hogares urbanos (12%
del total de hogares urbanos) han alcanzado el nivel de ingresos
urbanos de los nuevos países industrializados de Asia Oriental. Con
diez años más de crecimiento igual, se generarían otros 20
millones. En ese caso, la clase media china seguiría siendo una minoría
en medio de, lo que el experto Peter Nolan de la Universidad de
Cambridge, describe como, “un mar de pobres urbanos excluido, por
sus bajos ingresos y por los guardias de seguridad, del consumo de ese
sector y de sus bloques de apartamentos residenciales”.
Pese a medidas
importantes para los campesinos como la abolición del impuesto
agrario, la diferencia de rentas entre ciudad y campo, ha seguido
creciendo en los últimos años. La proporción era de 2,9 a 1 en
2001, 3,1 / 1 en 2002, y 3,2 / 1, en 2003 y 2004, explica el
vicedirector del Departamento nacional de estadísticas, Qiu Xiaohua.
Mientras tanto, el numero de multimillonarios se duplicó en 2004, con
la fortuna de los cien primeros estimada en unos 7000 millones de
euros.
En un país en el que
aun hay 400 millones de personas (más del 30% de la población)
viviendo con menos de dos dólares diarios, un informe de la auditora
“Ernst & Young” acaba de revelar la previsión de que China
superará, en diez años, a Estados Unidos para convertirse en el
segundo consumidor mundial de “productos de lujo”, solo por detrás
de Japón. Actualmente, las ventas de productos de lujo en China
ascienden a unos 2000 millones de dólares anuales. Este es el
contexto del nuevo concepto de “sociedad armoniosa” (“He xie she
hui”) acuñado por el Presidente chino Hu Jintao para contrarrestar
el potencial desestabilizador de la desigualdad. Pese a su moderación,
el concepto está encontrando resistencias en los sectores
neoliberales del Partido Comunista, que fueron dominantes con el
anterior Presidente, Jiang Zemin. En julio, una significativa
editorial del “Diario del Pueblo”, explicó que la desigualdad es
inevitable y que hay que concentrarse en el crecimiento, ignorando
manifiestamente el concepto.
De la idea de
“sociedad armoniosa”, se desprenden iniciativas como el actual
debate sobre “estado de bienestar”, seguridad social, enseñanza y
la reforma del impuesto sobre la renta, esta última parte de una
reforma fiscal más amplia que también afecta al IVA y al impuesto de
sociedades.
Actualmente las
empresas extranjeras se ven favorecidas fiscalmente. Dependiendo de
circunstancias, pueden reducir el impuesto de sociedades hasta el 15%,
mientras que para las empresas chinas es del 33%. Esta discriminación
en favor de los extranjeros -matizada por la mayor facilidad que las
empresas chinas tienen para el fraude fiscal- tenía sentido cuando el
país se concentraba en atraer la inversión extranjera, pero ha
cambiado desde que China es primer receptor mundial de inversiones
extranjeras directas.
La discusión de
equiparar el impuesto de sociedades en torno a un 24%, divide al
Ministerio de Finanzas y al de Comercio, que teme una caída de la
inversión extranjera. La propuesta mantiene importantes exenciones
impositivas, pero ya no según criterios de nacionalidad, sino
dependiendo de los sectores y regiones de China en los que se
invierta, con ventajas para las empresas de alta tecnología, o que
operen en el oeste del país, el más pobre y retrasado.
Cómo la pena de
muerte protege a la corrupción
Por Rafael Poch
LVD, Corresponsal Pekín, 05/10/05
La pena de muerte tiene
un problema en China. No se trata solo de derechos humanos, sino de
corrupción. En los últimos años, casi 4000 funcionarios corruptos
huyeron de China, llevándose al extranjero 50.000 millones de dólares.
China mantiene acuerdos de extradición con 20 países del mundo, pero
no con los tres principales destinos de los corruptos fugados: Estados
Unidos, Canadá y Japón. El motivo es la pena de muerte vigente en
China, que impide a muchos países firmar acuerdos de extradición con
Pekín.
“Si los funcionarios
corruptos no estuvieran amenazados por la pena de muerte, los países
occidentales colaborarían con China a la hora de extraditarlos, o los
delincuentes se lo pensarían dos veces antes de refugiarse en
ellos”, dice Chu Huaizhi, un profesor de derecho de la Universidad
de Pekín, citado por la agencia “Xinhua”.
“Amnesty
International” estima que por lo menos 3.400 personas fueron
ejecutadas, y otras 6.000 condenadas a muerte, el año pasado en
China. En marzo, un diputado de la Asamblea Nacional Popular citó la
cifra de 10.000 ejecuciones anuales. China es uno de los 60 países
del mundo (el grupo incluye también a Estados Unidos y Japón) que
todavía mantienen la pena de muerte.
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