Silencio
en Taishi
Por
Rafael Poch
Corresponsal
en Pekín
La
Vanguardia, 10/10/05
El
caso de tres periodistas occidentales maltratados en la provincia de
Cantón, una de las más ricas de China, evocó el domingo la crónica
y banal brutalidad que rige los conflictos sociales de este país sin
ley, en el que, a nivel local, lleva años fraguándose una coalición
de gángsteres y autoridades, sin aparente alternativa.
Desde
julio, los 1500 vecinos de la localidad de Taishi mantenían un pulso
con el jefe electo de su pueblo, Chen Jinsheng, a quien acusaban de
haber cedido gran parte de las tierras de la aldea a empresas agrarias
y siderúrgicas, a cambio de su propio enriquecimiento personal. La
operación había reducido en cuatro veces la exigua renta de la
comunidad, lo que dio lugar a un movimiento de protesta encaminado a
la destitución del jefe, con disturbios importantes a lo largo de
agosto y septiembre. En ese plazo, el movimiento ha sido anulado por
completo, con todo tipo de abusos e intimidaciones contra los vecinos,
que ya no se atreven ni a hablar.
En
ese clima, el domingo debían celebrarse “elecciones”,
presumiblemente para afianzar los intereses empresariales en juego.
Como suele ocurrir, las autoridades locales contrataron a una banda de
matones para mantener el orden e impedir el acceso al pueblo de extraños.
En una situación similar, estos grupos de matones asesinaron a seis
campesinos el pasado verano en la provincia de Hebei, alrededor de Pekín.
El
domingo, el coche en el que viajaba un activista chino, que acompañaba
a un periodista británico del diario británico “The Guardian” a
Taishi para observar ese cuadro, fue detenido a la entrada del pueblo
por un grupo de 50 personas, algunos de ellos policías, y otros
matones contratados. El activista, Lu Banglie, de 34 años, delegado
electo de la cámara legislativa provincial de Hubei, implicado en la
defensa de movimientos de base como el de Taishi, fue sacado del coche
y bárbaramente apalizado por los matones.
El
corresponsal en Pekín de “The Guardian” ha explicado que Lu,
inerte en el suelo, fue golpeado hasta diez minutos después de que
hubiera perdido conocimiento, por lo que se teme que haya muerto. El
periodista Benjamin Joffe-Walt, que asistió a la escena, escribió
ayer que los agresores escupieron y orinaron sobre el cuerpo
ensangrentado de la víctima. El propio periodista fue abofeteado,
algo excepcional en China, y su teléfono móvil destrozado. El
viernes, otros dos periodistas, uno de Radio France Internationale y
otro del diario “South China Morning Post” de Hong Kong, sufrieron
una suerte similar, lo que ha hecho trascender informativamente el
asunto en el extranjero, pero todos los componentes de la escena se
repiten cuando en China hay un conflicto social que enfrenta a
empresas, amparadas por la autoridad, y campesinos o trabajadores sin
la más mínima posibilidad, o capacidad, de defender sus intereses
por procedimientos civiles.
Pekín
justifica los ataques a periodistas
Corresponsales
en China: «aténganse a las consecuencias»
Por
Elena de Regoyos
Periodista
Digital, 11/10/05
Los
periodistas extranjeros que trabajan en el país "deben respetar
las normativas legales"... han advertido las autoridades chinas.
Y sino, aténganse a las consecuencias. Tras los ataques de policías
chinos a periodistas internacionales los últimos días (británico,
francés y honkonguense), el Gobierno del país ha respondido con críticas
a la prensa extranjera, justificando en cierta medida lo ocurrido y
desentendiéndose de las agresiones.
Y
es que, claro, los reporteros violaron las leyes nacionales. Se
merecieron lo que se llevaron, parecen decir las autoridades chinas
que, no obstante, afirman que las noticias aparecidas al respecto de
estas agresiones "no son exactas".
Aunque,
si bien no son exactas, no son ellos quienes las aclaran, alegando que
"como comprenderán, no conozco la situación de todos los
distritos de China", y asegurando que "los visitantes
intentaron falsear su identidad" y "violaron repetidamente
la ley".
De
todas formas, pueden estar tranquilos, señores corresponsales en
China, porque el Gobierno investiga "si los policías mostraron
excesiva rudeza en su comportamiento", y que en caso afirmativo
podría haber sanciones.
Relato
de las agresiones
El
reportero Benjamin Joffe-Walt, del diario británico The Guardian,
viajó acompañado de un legislador chino, Lu Banglie, a la localidad
de Taishi, en la provincia sureña de Cantón, escenario de una
protesta campesina.
El
reportero y Lu fueron atacados por personas vestidas con uniformes
militares y policiales, pocos días después de que otros dos
periodistas, el francés Abel Segretin y el honkonguense Leu Siew Ying,
fueran igualmente golpeados por más de 20 hombres armados en la misma
localidad. Lu perdió la consciencia en la paliza, y se desconoce su
paradero.
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