La cumbre de la Asean
excluye a EEUU, que la creó como organización proamericana
Washington acusa a
Pekín de maquinación para apartarle del dinámico Sudeste Asiático
Por Rafael Poch
Corresponsal en Pekín
La Vanguardia, 14/12/05
Inspirador de la
organización en 1967, Estados Unidos imputa a China su exclusión de
la cumbre de una super Asean de 16 países, con Australia e incluso
Rusia como observadora. La organización anhela convertirse en un gran
foro comercial.
Fundada en 1967 como
una organización de países asiáticos proamericanos, la Asociación
de Naciones del Asia Suroriental (Asean) pasó a ser un organismo
neutral en 1975, como resultado de la derrota de Estados Unidos en
Indochina. Treinta años más tarde, vive una nueva mutación, que
enfurece a Washington: su transformación en un gran foro asiático,
que implica a la mitad de la población mundial y a una quinta parte
del comercio global, en la órbita de China.
Consecuencia de este
cambio sería la exclusión de EEUU de la cumbre ampliada que se
inicia hoy en Kuala Lumpur, a la que acuden además de los diez
miembros de la Asean otros siete países; Rusia, Australia, Nueva
Zelanda, India, Japón, Corea del Sur y China. Todos menos Estados
Unidos.
Según el Departamento
de Estado, todo ha sido una maquinación de China, que ni siquiera
pertenece a la Asean, orquestada desde la sombra. Washington lleva mal
esa exclusión, que preocupa como síntoma de pérdida de influencia
en la región, y de una mala política que, distraída en Iraq y otros
frentes, no presta suficiente atención a Asia. Como prueba, se
critica la ausencia de Condoleezza Rice del foro regional de la Asean,
en julio, y del encuentro de ministros de Exteriores asiáticos de
octubre en Australia.
Más allá de las
conspiraciones está el hecho de que la Asean es el quinto mercado
exportador de China y la cuarta fuente de importaciones, con un
volumen de intercambio comercial, que, desde que empezó el proceso
hacia la configuración de una gran zona de libre comercio en el 2002,
no ha hecho más que crecer, lo que, evidentemente, tiene
consecuencias políticas.
La idea inicial de un
gran foro asiático surgió a principios de los noventa a propuesta
del ex primer ministro malasio, Mahathir Mohamad, crítico con EEUU.
Cobró más fuerza tras la crisis de 1997, en la que la región se
sintió maltratada por los organismos económicos internacionales y,
hasta cierto punto, salvada por la actitud estabilizadora de China. En
1999 se dio el primer paso práctico de la propuesta de Mahathir,
creando la Asean + 3, que institucionalizó el vínculo con China, Japón
y Corea del Sur. En mayo, incluso Australia, el "sheriff de EEUU
en la zona", como dijo su primer ministro, firmó –con
seguridades de que no se actuaría contra intereses americanos– el
acuerdo de amistad y cooperación, que la califica para el ingreso en
el gran foro.
En este clima, no extraña
que el primer mensaje lanzado por el primer ministro chino, Wen Jiabao,
en Kuala Lumpur, haya sido que China se opone a la creación de
"cualquier bloque exclusivista en la región" y que "no
aspira a ningún liderazgo en la cooperación regional".
"Apoyamos la ampliación del diálogo y la comunicación con
Estados Unidos, la Unión Europea y otros países y organizaciones
ajenos a la región", añadió.
El otro gran asunto ha
sido la ausencia de un encuentro específico de los primeros ministros
de China y Japón, y del presidente surcoreano, para tratar de los
temas de Asia nororiental, con Corea del Norte como gran cuestión
pendiente. Desde hace algunos años, el formato de la Asean+ 3 ha
servido para paliar la ausencia de instituciones de diálogo allí,
pero en esta ocasión, las visitas del primer ministro japonés al
santuario sintoísta de Yasukuni, que tanto irritan en Pekín y Seúl,
lo han hecho imposible. "Que el líder de cierto país todavía
ore ante los criminales de guerra (representados en Yasukuni), se
comporte de forma tan arrogante e hiera tan obviamente los
sentimientos de otros países asiáticos no se puede aceptar",
afirmó el ministro de Exteriores chino, Li Zhaoxing.
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