China
Cambios
para enfrentar la crisis del campo
Por
Rafael Poch
Corresponsal en Pekín
La Vanguardia, 14/03/06
El presupuesto
agrario se incrementa este año un 12,5%, dos puntos por debajo del de
defensa. La mayor sociedad campesina del mundo va a dedicar un poco más
de atención a ese sector. Desde el punto de vista de los presupuestos
no es un gran desembolso, pero el propósito es muy significativo. La
nueva atención a los pobres está abriendo un importante y necesario
debate en China sobre el rumbo de su desarrollo.
“Construir un nuevo
agro socialista” ha sido la gran directiva sancionada por la
Asamblea Nacional Popular de China, cuya sesión anual ha concluido en
Pekín. En este país de políticas gradualistas no hay sorpresas: la
gran directiva es resultado de un proceso largamente incubado que
refleja un nuevo consenso para dedicar una mayor atención al mundo
rural, es decir a la mayoría pobre de unos 700 millones de ciudadanos
de este país que han sido poco o nada beneficiados por la orgía
neoliberal de los últimos veinte años, marcados por la
industrialización, la urbanización y el “enriquecerse es
glorioso”.
El nuevo consenso
tiene diversos componentes. El más decisivo es, por desgracia, el
imperativo del “crecimiento”: sin “incrementar el consumo” de
la mayoría pobre y rural, la locomotora podría averiarse. El segundo
es la “estabilidad”: los pobres protestan cada vez más. En los últimos
veinte años se han expropiado 6,6 millones de hectáreas a unos 40
millones de campesinos. Las indemnizaciones que les correspondían
fueron robadas, en un 90%, por una alianza de funcionarios, gángsteres
y promotores urbanos e industriales que forman el protoconglomerado
social de la “nueva clase” acomodada china. Un estudio ha revelado
que en ese proceso se escatimaron a los campesinos 450.000 millones de
euros. Muchos de ellos al perder la tierra, perdieron su identidad y
el único recurso para alimentar a sus familias, reconviertiéndose en
proletarios urbanos, emigrantes, o en “mitad trabajadores, mitad
campesinos”, según el particular término chino.
Ese dinero no se les
va a devolver. En términos generales, el robo continua a razón de
300.000 millones de euros anuales, pues ese es el precio de mercado
actual de las 200.000 hectáreas agrarias expropiadas cada año en las
grises condiciones descritas. Es la contribución del campesinado de
este país, en nombre del cual se hizo una revolución hace medio
siglo, a la última acumulación de capital del desarrollismo chino,
pero cada vez hay más protestas: fueron 87.000 el año pasado, lo que
plantea un problema de orden público. Como tercer elemento, las
consideraciones de “justicia social”, restringidas a un sector del
Partido Comunista y de la izquierda de dentro y fuera del partido.
Algo de todo esto
reconoce la nueva política cuando el Primer Ministro Wen Jiabao dice
que, “la industria debe retribuir a la agricultura por la ayuda que
ha recibido de ella”.
La nueva atención al
campo es menos de lo que se proclama: 34.000 millones de euros en
gastos para el campo, la agricultura y el campesinado en el 2006, lo
que supone 4200 millones de euros más que el año anterior, es decir
un incremento del 12,5%. El aumento es menor que el registrado por el
presupuesto (declarado) de defensa: 14,7% sobre una cantidad total
similar a la dedicada al campo, pese a que por cada soldado hay 700
campesinos en China. Además, eliminación total del impuesto rural,
educación de nueve años libre de tasas en un plazo de dos años,
mayor esfuerzo y énfasis en construcción e infraestructuras rurales
y menor en las urbanas.
Es poco, muy poco,
pero es muy importante, porque el gobierno del país con más
campesinos del mundo ha decidido ocuparse un poco de ellos. No es
“populismo”, como repite estos días la prensa principal de
Londres y Nueva York. También es importante, porque puede ser un
inicio de una política general más social, de un debate nacional que
ya ha empezado y que está poniendo nerviosos a algunos nuevos ricos
que contemplan el proceso con desconfianza.
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