India,
China, y el eje asiático del petróleo
Por
Siddharth Varadarajan
The
Hindu, 25/01/06 / Znet, abril 2006
Traducido por Adam Moorman
y revisado por Alfred Sola
En menos de un año,
India y China han confundido a analistas del mundo entero al convertir
su famosa rivalidad para la adquisición de petróleo y gas en otros
países en una asociación que es capaz de alterar la dinámica del
mercado global de energía.
En juego está no sólo
el tema de la adquisición conjunta, aunque el acuerdo más importante
de los que se firmaron en Pekín el 12 de enero durante la visita del
ministro de Petróleo y Gas Natural, Mani Shankyar Aiyar, prevé
ofertas conjuntas presentadas por ONGC Videsh S.L (OVL) y la Corporación
Nacional de Petróleo de China (CNPC) en distintos lugares del mundo.
Las futuras posibilidades de cooperación china–india podrían abrir
el camino hacia la creación de un mercado y arquitectura de energía
asiáticos – es decir, un eje asiático del petróleo – con
importantes consecuencias geopolíticas para los EEUU.
El mercado
internacional de hidrocarburos no es libre y nunca lo ha sido. Existe
un cártel de proveedores – la Organización de Países Exportadores
de Petróleo (OPEP) – y un mercado muy organizado, principalmente
dirigido por la demanda de las economías avanzadas del mundo, todos
miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE). Las transacciones se realizan en dólares, garantizando que
todos los países del mundo utilicen esta moneda para la mayoría de
sus reservas extranjeras. Además, los precios se calculan utilizando
como modelo petróleos occidentales, por ejemplo West Texas
Intermediate o Brent, y éstos no representan más que una parte
diminuta del petróleo que se produce y se vende en el mundo. Este
poder monopolístico de los EE.UU y Europa es tan grande que el petróleo
que exportan los países del Golfo de Persia es capaz de costar $2 más
por barril. Este efecto se llama el recargo asiático del petróleo.
Hay que añadir dos
constantes más a esta ecuación. Primero, el papel que desempeñan
los especuladores que comercian con futuros del petróleo en la Bolsa
Mercantil de Nueva York y la Bolsa Internacional del Petróleo. Éstos
han provocado una subida desbocada en el precio del petróleo, y la
situación sólo empeorará. "Se especula una cantidad enorme de
dinero en el mercado de futuros de energía" según informó el
presidente del Liberty Trading Group de Tampa, Florida James Cordier a
la Associated Press este mes. En segundo lugar, la presencia masiva
del ejército estadounidense en Asia que asegura el sistema unipolar
de dólares y petróleo. Esta presencia que crece cada vez más crea
violencia y desestabiliza la región. Sería difícil que la posición
de Asia empeorara.
El continente donde
se hallan los mayores productores de energía y donde se ha visto el
mayor crecimiento en el nivel de consumo de energía se ve obligado a
desempeñar un papel de importancia menor. Es decir, depende de
instituciones y mecanismos de comercio ajenos, y de la presencia de ejércitos
extranjeros, para comerciar consigo mismo. Además de desestabilizar
la política de la región, esta situación no tiene lógica económica
ni geográfica. Asia Central está cerca de China y Irán, pero los
EE.UU llevan la mayor parte de esta década asegurando que los
conductos que trasladan petróleo y gas corren en un sentido único:
hacia el occidente. Un conducto que una la India con Irán tiene
sentido desde un punto de vista económico pero la amenaza de
sanciones de los EE.UU es capaz de impedir el progreso de este
proyecto. Si el siglo veintiuno va a ser un 'Siglo Asiático', hay que
poner fin a la pasividad en el campo de energía.
Las circunstancias
objetivas favorecen un cambio. Asia Central se ha establecido como un
productor importante y las tasas de crecimiento de las economías de
China e India son de las más elevadas del mundo. Los proveedores
tradicionales se beneficiarían mucho de un mercado asiático también
si esto supusiera mayor estabilidad y precios previsibles.
Para asegurar que
esta nueva cooperación entre China y la India tiene éxito los dos países
tienen que invertir el capital político necesario. Hay que combatir
las sospechas tradicionales, y también tener en cuenta que la
cooperación comercial entre empresas, incluso las de propiedad pública,
es capaz de encontrarse con obstáculos prácticos a la hora de
trabajar juntas. Todavía habrá competencia para acuerdos
individuales y esto no debería provocar tensión, como en el caso de
la oferta de trasladar gas desde Birmania a China. También está el
papel negativo que desempeñan los EE.UU, que consideran a la India
como el punto débil de la nueva cadena asiática. Hoy en día,
Washington hace un esfuerzo para disuadir a Nueva Delhi de crear una
nueva arquitectura regional, ofreciendo como premio la capacidad
nuclear y la promesa de convertirse en una potencia mundial aliada a
los EEUU. La India tendrá que resistir esta tentación si el proyecto
va a tener éxito en el futuro.
La propuesta de
negociar ofertas conjuntas en otros países, a través de OVL y CPNC,
está en el centro de esta nueva asociación entre India y China. En
diciembre del año pasado las dos empresas lograron comprar los
yacimientos petrolíferos de al–Furat en Siria, y aparentemente están
preparando una adquisición en la república rusa de Udmurtia. Hubo
enfrentamientos en el pasado – por ejemplo en Kazajstán donde los
chinos ganaron a OVL – y en el futuro habrá ocasiones en que los
recursos financieros y el talento para la estrategia de China le darán
una clara ventaja. Un ejemplo sería la decisión este enero de la
Corporación Nacional China de Petróleo Extranjero de comprar el
yacimiento Akpo en Nigeria. Unas semanas antes el gobierno de Manmohan
Singh había impedido la adquisición propuesta por OVL por
considerarla demasiado arriesgada. Sin embargo, la cooperación entre
los dos países tiene un futuro muy prometedor.
Aunque algunos
analistas occidentales desprecian los esfuerzos de los dos países por
adquirir yacimientos petrolíferos, haciendo hincapié en que el petróleo
está siempre a la venta en el mercado, es precisamente este elemento
del acuerdo lo que es más problemático para las grandes petroleras
establecidas. Tanto los indios como los chinos consideran que estos
consejos son interesados, ya que se podría dar los mismos consejos a
las potencias petroleras occidentales que compiten para las mismas
adquisiciones en distintos lugares del mundo. Según le informó el
Sr. Aiyar al presidente de la poderosa Comisión Nacional de
Desarrollo y Reforma, Ma Kai, poco antes de que los dos firmaran su
acuerdo de entendimiento, "Si nuestras empresas presentan ofertas
conjuntas, ningún proyecto estaría fuera de nuestro alcance".
Por su parte, ejecutivos petroleros chinos de alto nivel se mostraron
de acuerdo con estos sentimientos. "Debemos dar juntos un paso
adelante y empezar a hacer ofertas", comentó el presidente de
CNPC Chen Geng, al Sr. Aiyar. "Si no, el que gana es otro".
Aparte de la
adquisición de yacimientos de petróleo y gas hay otras competencias
en que las empresas de los dos países pueden colaborar. Los chinos
han sido los primeros en aplicar la nueva tecnología de rescate de
petróleo, que en yacimientos viejos como Dagang y Daqing ayudan a
mantener un nivel de producción superior al de instalaciones indias
de la misma edad. La superioridad informática da una ventaja a las
empresas indias en los campos de exploración y servicios de producción.
En este ámbito existe la oportunidad de colaborar pero supondría un
cambio de actitud por parte de los servicios indios de seguridad. Habría
que superar el miedo a la presencia de expertos chinos en ubicaciones
domésticas de energía, sobre todo las marítimas. Además, los dos
países necesitarán trabajar juntos para desarrollar nuevos
mecanismos de transporte de energía, por ejemplo conductos dentro de
la región y cargamentos transportados por Barcos Petroleros de Alta
Capacidad, y también para procurar suministros de petróleo de
fuentes lejanas como Venezuela y Africa Occidental.
¿Un
mercado asiático de petróleo en euros?
Como prioridad, los
dos países tienen que pensar en los objetivos a largo plazo, es decir
un mercado asiático de petróleo y productos, contractos de larga
duración y precios estables, y finalmente una Unión Asiática de la
Energía. En un discurso a especialistas chinos en energía en Pekín,
el Sr. Aiyar señaló que la Unión Europea nació como una unión del
carbón y el acero antes de llegar a ser una comunidad política y
económica. ¿Sería posible ver la situación repetirse en Asia con
India y China desempeñando los papeles principales, tal como hicieron
Alemania y Francia en Europa? La idea ya no parece exagerada cuando
tenemos en cuenta que India y China se han comprometido a desarrollar
recursos estratégicos de petróleo, Corea del Sur ofrece su ayuda
para crear un Sistema Inter–Asiático de Transporte de Petróleo y Gás,
e Irán planifica su propia bolsa de hidrocarburos.
Entrelazada con un
mercado asiático de petróleo está la importantísima cuestión de
un comercio energético que no dependa del dólar. Los países asiáticos
poseen un total superior a dos billones de reservas extranjeras, la
abrumadora mayoría de las cuales están denominadas en dólares. La
prudencia muestra que ya ha llegado la hora de diversificar la gama de
fondos extranjeros de Asia. En China, la Administración Estatal de
Cambio Extranjero ha declarado su intención de investigar "un
uso más eficaz" de las reservas extranjeras del país, y en
India comentaristas como S. Venkitramanan opinan que el Banco Central
de la India (RBI) debería poner en marcha una estrategia parecida.
Una manera de llevar
a cabo este cambio sería contemplar el comercio energético basado en
el euro o el yen. El dinamismo económico de Asia en el futuro
previsible sugiere que lo que hace falta no es un cambio táctico sino
estratégico en la composición de reservas. El enorme e insostenible
déficit que acumulan los EE.UU socava el "estándar del petróleo"
que ha sido la raíz de la hegemonía tanto de Washington como del dólar
durante más de tres décadas. Confiar tanto en el dólar en el
comercio energético hará daño tanto a los productores como los
consumidores a largo plazo. Un mercado asiático de petróleo que
comercie en euros. Eso tiene que ser una buena receta para un mundo
multipolar.
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