Lo
que empezó siendo una protesta política se ha convertido en un
movimiento popular contra el rey autócrata
La
monarquía asediada
Por
Rafael Poch
Corresponsal
en Asia
La
Vanguardia, 20/04/06
Mas
de cien mil personas desafiaron el toque de queda y salieron a la
calle en Katmandú y alrededores. Los disparos de la policía añadieron
3 muertos y decenas de heridos más, a los 13 muertos registrados
desde el 6 de abril en Nepal. El desprestigio del rey absolutista,
Gyanendra, encerrado en su palacio y protegido por un ejército
patrimonial, no tiene precedentes
Cuando
el Rey Gyanendra dio su golpe absolutista, en febrero del año pasado,
el sentir popular le era más bien favorable. La gente estaba harta de
la corrupción de los políticos y muchos pensaron que el golpe, sin
sangre ni violación seria de derechos básicos, podía ser una solución
de orden que abriera una vía de progreso en el empobrecido país.
Pasaron los meses, y el escepticismo se instaló porque no hubo
grandes cambios. Las protestas de los partidos políticos, un grupo
relativamente reducido de “politiqueros” urbanos, no suscitaban ni
simpatía ni rechazo.
Pero
todo ese estado de ánimo, primero expectante, luego escéptico,
reposaba sobre el denominador común del prestigio de la institución
monárquica en una sociedad imbuida de tradicionalismo. Esa base es la
que parece estar resquebrajándose estos días.
Cuando
Nepal entra en su tercera semana de protestas, lo que hay en la calle
ya se parece a un movimiento popular. No sólo los estudiantes, sino
también los funcionarios, comerciantes, abogados, empleados de banca,
burócratas de los ministerios y hasta los miembros del Tribunal
Supremo, se han manifestado. Hay un clima de resentimiento contra
Gyanendra.
Encerrado
en su Palacio de Narayanhiti, una fortaleza guardada por su ejército
particular, el rey es visto, cada vez más, como el principal obstáculo
para la paz y la democracia.
Algo
se está rompiendo en Nepal. Gyanendra, que llegó al poder tras la
oscura masacre de la familia real al completo de junio del 2001, es el
primer rey–hombre de negocios de la historia de este país. Controla
la industria del tabaco, tiene intereses en la automoción y es
propietario de algunos de los principales hoteles de Katmandú. Con él,
el presupuesto de palacio se ha multiplicado por seis.
“Su
hermano y antecesor, Birendra, era un caballero”, decía con respeto
un joven periodista de oposición en octubre, “él no lo es”. Hoy,
aquel susurro se ha convertido en gritos coreados por miles. Ya no
solo se pide democracia, se pide que se vaya el Rey. Además está la
represión.
La
actual protesta ha sido reprimida a palos y a tiros desde su inicio,
el 6 de abril. Lleva contabilizada más de una docena de manifestantes
muertos, uno por día, centenares de heridos y detenidos. El toque de
queda ha sido la respuesta real a las convocatorias de
manifestaciones, pero no las ha impedido. El miércoles murieron
cuatro cuando la policía tiroteó una manifestación de 50.000
personas en Chandragadhi, en el extremo sudoriental del país. Hoy,
por los menos tres cayeron en Katmandú cuando la policía disparó
desde helicópteros sobre las concentraciones formadas en el cinturón
de circunvalación de la capital, que movilizaron a decenas de miles
en desafío al toque de queda.
Pero
lo más importante es que la sociedad tradicional se ha roto. Las
castas, las mujeres, las nacionalidades, todos cuestionan su papel en
el orden tradicional. La monarquía reposa sobre ese orden. La
guerrilla maoísta, que arrancó su lucha armada en 1996, forma parte
de esa quiebra y ha formulado las principales propuestas de cambio. Su
pacto difuso con los siete partidos convocantes de la actual protesta,
su coordinación con el movimiento urbano y pacífico, son también
novedad. Ese escenario de quiebra social de antiguo régimen es el
proceso de fondo, y contiene riesgos de un gran derramamiento de
sangre.
Más
de 12.000 vidas se ha cobrado la guerra que los maoístas y el ejército
real sostienen en los distritos rurales. El ejército real no hace
prisioneros y Nepal ocupa el primer puesto mundial en ejecuciones
sumarias y “desaparecidos”, según organismos de la ONU. Los maoístas
no son ángeles, pero van muy por detrás del ejército en
responsabilidades de sangre, según las organizaciones de derechos
humanos locales. La ampliación de esa violencia a las ciudades, es el
gran riesgo del momento. Los desordenes comienzan a traducirse en
escasez o carestía de productos básicos. Hay llamadas a boicotear
las empresas de la familia real, a una huelga de impuestos y al impago
de cuentas de la electricidad y demás servicios.
El
Rey ofreció ayer el puesto de primer ministro al líder del Partido
del Congreso, Krishna Prasad Bhattarai, una figura del primer
movimiento contra la autocracia, en 1951, y de la democratización de
1990. El veterano político declinó la oferta. Al Rey solo le queda
el ejército y con el aún puede hacer mucho daño.
Al
menos tres manifestantes muertos por disparos de la Policía en
Katmandú
Protestaban
contra el rey Gyanendra
La
Vanguardia, 20/04/06
Katmandú
(EFE).– Al menos tres personas resultaron muertas hoy en Nepal
cuando la policía disparó contra manifestantes que violaban el toque
de queda impuesto en el valle de Katmandú, informaron fuentes
opositoras.
Según
miembros de la alianza política opositora de Nepal, tres personas
murieron en el área de Kalanki, en el oeste de Katmandú, cuando los
agentes abrieron fuego contra los manifestantes que protestaban contra
la monarquía autárquica del rey Gyanendra.
Otros
informes todavía no confirmados señalan que otras dos personas
pueden haber fallecido en Kalanki y otra en la zona de Gwarko, al este
de la ciudad, también por disparos de las fuerzas de seguridad
gubernamentales.
Además,
alrededor de una cincuenta de personas resultaron heridas en otros
enfrentamientos que se registraron en distintas partes de la capital.
Los heridos fueron trasladados a hospitales locales. Unas 20.000
personas participan en las protestas que se celebran hoy en Katmandú,
en plena violación del toque de queda y con la intención firme de
retomar el poder asumido por el rey Gyanendra cuando se proclamó
monarca absoluto hace un año.
Al
menos catorce manifestantes han muerto en los 16 días de protestas y
huelga general, al ser tiroteados o apaleados por las fuerzas de
seguridad.
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