La
resistencia de la población trabajadora
Por
Wong Kam Yan (*)
Sin
Permiso, 30/04/05
Traducción
de Camila Vollenweider
Las
revueltas populares en China aumentaron un 30% en los últimos años.
Mientras que en 1993, se reportaron 10.000 casos con 700.000
participantes, en 2003 los casos aumentaron a 60.000, y los
manifestantes alcanzaron los 3 millones. Entre estos ejemplos, los
disturbios protagonizados por los trabajadores fueron notables, a
pesar de lo dificultoso de obtener estadísticas oficiales.
La
primera oleada de protestas sindicales fue protagonizada
principalmente por trabajadores de empresas de propiedad estatal
(EPEs) contra la privatización total o reestructuración en empresas
modernas. Comenzó a principios de los 90, y a comienzos del siglo XXI
se volvió más profunda, e involucró a más trabajadores. El campo
petrolero de DaQing y el ejemplo de Liao Yang han sido los casos más
sonados.
En
Marzo de 2002, 50.000 trabajadores petroleros de DaQing protestaron
durante varios días contra el ajuste de la empresa (downsizing). La
industria del petróleo sufrió una inmensa reestructuración para
competir con los gigantes del petróleo extranjeros en el mercado doméstico.
Antes, en 2001, una planta de metales en LiaoYang situada –al igual
que el campo de DaQing– al Noreste, fue a la quiebra con los activos
de la propiedad pública saqueada por la dirección y los funcionarios
locales. Los trabajadores tomaron las calles para protestar.
Mientras
que el caso de DaQing sobresalió por el gran numero de manifestantes
y su llamado a formar sindicatos independientes, el caso de LiaoYang
fue espectacular por sus esfuerzos destinados a conseguir la adhesión
de otros trabajadores industriales para luchar contra la privatización.
Ambos
casos fueron severamente reprimidos por las autoridades, y los dos líderes
principales de Liao Yang fueron sentenciados a entre cuatro y siete años
de prisión. Seguidamente, la fábrica fue llevada a la quiebra. Al
final, 600.000 obreros de la industria petrolera fueron despedidos.
Puede
haber cientos, o aun miles de casos de trabajadores de empresas
estatales luchando en los últimos diez años, pero en general han
perdido las batallas. Unos 30 millones de trabajadores fueron
despedidos y, frecuentemente, las primeras en irse han sido las
trabajadoras mujeres. Entre 1993 y 2003, el producto industrial de las
EPEs en relación al total de la industria cayó desde el 47% al 38%.
Bajo
la política de "mantener las grandes (EPEs), dejando ir las
pequeñas" (de hecho muchas medianas EPEs también se dejaron
ir), se privatizaron muchas pequeñas y medianas empresas. En el caso
de las grandes EPEs, han sido reestructuradas como establecimientos
comerciales cuya máxima ambición es convertirse en Corporaciones
Transnacionales (CTs) y competir en el mercado internacional junto a
Mobile o Ford. Si podrán ser exitosas, ese es otro asunto.
La
nueva clase trabajadora
Mientras
los trabajadores de las empresas estatales fueron cesados en gran número
y sus trabajadores de menor rango transformados, en términos de
condiciones de trabajo, edad y experiencia, una nueva clase
trabajadora fue formándose en las zonas de procesamiento de exportación
(ZPEs), ubicadas principalmente en el Delta del Río Perla.
Hay
unas 800 ZPEs en el mundo, empleando aproximadamente a 30 millones de
trabajadores. Las ZPEs chinas emplean cerca de 20 millones, dos
tercios del total.
Estos
datos hablan del hecho de una China que se ha convertido en la
favorita para la inversión extranjera directa (FDI) de las CTs, ya
que sus empleados trabajan entre 12–14 horas diarias por un salario
mínimo, suficiente para comprar sólo tres raciones diarias de
comida. Desde esas ZPEs se exportan productos chinos increíblemente
baratos al mercado mundial, causando desindustrialización en todos
los sitios, y provocando el desplazamiento de fábricas extranjeras
hacia China.
Esta
es una doble pérdida, tanto para la clase trabajadora internacional
como para la china: mientras la primera pierde sus puestos de trabajo
mejor pagados, la segunda no percibe el beneficio, sino que sólo
consigue empleos precarios con terribles condiciones de trabajo.
Los
trabajadores de las ZPEs aceptan estas lamentables condiciones de
trabajo porque principalmente son migrantes rurales que no tienen otro
lugar al que acudir para ganarse la vida. Gracias a la revolución de
1949, y de hecho una de las pocas conquistas sociales de la revolución
que no han sido anuladas a lo largo de los 15 años de la restauración
capitalista, los campesinos aún poseen pequeñas porciones de tierra,
que simplemente no resultan suficientes para sobrevivir. Los padres
tienen que enviar a sus hijos a trabajar a las ciudades.
Las
hijas tienen mejores oportunidades de conseguir trabajo en las ZPEs
porque sus patrones prefieren mujeres jóvenes, dado que perciben que
son más pasivas y proclives a resistir más horas de trabajo duro.
Allí las mujeres obreras representan un 70% de la fuerza de trabajo.
Mientras
los trabajadores de las EPEs han sido ampliamente derrotados en su
lucha contra la privatización, se ha producido un aumento de las
huelgas y las protestas en las ZPEs. De acuerdo con datos oficiales,
Shenzhen, una gran ciudad de inmigrantes cercana a Hong Kong,
experimentó protestas laborales que involucraron a 300.000
trabajadores en 2004. En el último año se reportaron más de una
docena de huelgas y cortes de carreteras sólo en la provincia de
Guangdong. Muchos otros ejemplos de disturbios no han sido reportados.
En
Julio de 2004, se informó que en dos fábricas de pilas en China
continental, al menos 370 trabajadores fueron envenenados con cadmio.
Las dos fábricas pertenecen al Gold Peak Industrial Holding Ltd, una
firma asiática transnacional con base en Hong Kong y Singapur; sus
productos electrónicos son vendidos en todo el mundo bajo diferentes
marcas.
Los
trabajadores afectados recibieron una pequeña compensación, y en
cierta medida fueron amenazados por la compañía y las autoridades
locales, de que si acudían al gobierno central en Beijing podrían
terminar con cargos criminales.
Los
trabajadores se las arreglaron para defenderse. Desde entonces, se
iniciaron varias huelgas y cortes de carreteras, la única manera de
hacer oir sus voces. Las mujeres trabajadoras tomaron el liderazgo en
estas acciones.
Globalization
Monitor, una ONG con base en Hong Kong, ha seguido el caso desde
entonces, haciendo campaña contra la compañía. Ha conseguido el
apoyo de muchos sindicatos y ONGs para demandar que Gold Peak
establezca un fondo médico en Hong Kong para atender a sus
trabajadores.
El
5 de agosto, la compañía finalmente cedió a la presión de los
trabajadores y sus defensores en Hong Kong, y anunció la creación de
un fondo de 10 millones de dólares locales. La intervención de Hong
Kong fue importante para conseguir la concesión de Gold Peak. Sin
ella, la lucha de los trabajadores podría no haber sido sostenida o
informada. Lo mismo ocurre con el caso Stella que tratamos más
adelante. Hong Kong ha sido crucial para la burocracia en su proyecto
capitalista, pero también puede ser instrumental en el futuro del
movimiento obrero chino: es la única ciudad china que disfruta de
libertad de expresión y derechos electorales parciales.
La
violenta huelga de Stella
Stella
es una compañía de propiedad taiwanesa que fabrica calzados para
Nike y otras grandes marcas. Dos fábricas proveedoras de esta compañía
repetidamente pagaron a sus trabajadores salarios menores al que habían
acordado. El 21 de abril de 2004 los obreros de una de estas fábricas
vieron que sus salarios estaban siendo recortados nuevamente, y 1.000
trabajadores respondieron de inmediato con una revuelta: máquinas
destrozadas, coches volcados y supervisores golpeados.
Dos
días más tarde, en otra fábrica sucedió lo mismo, pero esta vez
con aún más violencia. 3.000 obreros irrumpieron en las plantas y
destrozaron todo. La policía se presentó, pero fue sobrepasada en número.
Al día siguiente fueron enviados más efectivos policiales.
Finalmente diez obreros fueron condenados y sentenciados a entre tres
y tres años y medio de prisión. Varias docenas de trabajadores
fueron despedidos de las dos plantas. A principios de 2005 todos los
trabajadores fueron liberados luego de las campañas a favor de su
causa realizadas por activistas laborales en Hong Kong y en los
Estados Unidos.
A
pesar de que ha habido numerosas huelgas en las ZPEs, poca organización
se ha creado, incluso cuando las acciones resultaron exitosas para
conseguir concesiones desde la gerencia. Las huelgas se disolvieron
espontáneamente o abruptamente después de la represión, o bien
luego de algunas concesiones por parte de los directivos. Esto es
porque estos migrantes rurales tienen poco conocimiento del
sindicalismo, y su pensamiento aún carece de identidad colectiva como
trabajadores, lo cual dificulta su habilidad para organizarse en el
largo plazo. Es esta circunstancia la que hace tan significativo el
caso Uniden.
Uniden:
¿Primera organización consciente?
Uniden
es una firma electrónica japonesa, la cual opera en China desde 1987.
Es una gran compañía con 12.000 obreros. El salario básico mensual
para los trabajadores comunes era de 480 RMB, lo cual es menos que
suficiente para sobrevivir. Para ganar 800 RMB, los trabajadores
tienen que aumentar sus horas extras hasta llegar a 12 horas diarias.
Estos
bajos salarios siempre han sido la queja principal. Otro reclamo fue
la mala comida que servía el restaurante de la planta. Este y otros
reclamos finalmente provocaron una gran huelga el 10 de diciembre de
2004. Uno de los activistas escribió: "En la mañana cuando íbamos
a trabajar todos teníamos un panfleto en nuestros armarios. Todos sabíamos
que algo iba a suceder. Y entonces a las 4 de la tarde los
trabajadores comenzaron a salir de la línea de ensamblaje. Sólo imagínese
cómo se ven 10.000 trabajadores unidos, si no fuera que las cosas han
ido más allá de su resistencia física, estas jóvenes mujeres
adolescentes no habrían salido, más bien habrían continuado
trabajando como robots".
Desde
aquel día hasta abril de 2005 se organizaron cinco huelgas –y
realmente fueron organizadas, no surgieron espontáneamente–. En
realidad, los trabajadores en Uniden hicieron algo muy poco frecuente
entre los trabajadores de ZPEs: solicitaron la creación de
sindicatos. Un comité preparatorio ha sido establecido y está
funcionando.
La
razón de ello es principalmente el hecho de que los técnicos de
rango medio y los trabajadores especializados que han estado en la
vanguardia del esfuerzo organizador, son personas que probablemente
provengan de las ciudades. Han puesto en circulación panfletos entre
sus compañeros trabajadores, colocado sus reclamos e informes en
internet, una tarea poco familiar para los trabajadores de origen
campesino.
Los
trabajadores rurales migrantes también tienen numerosos reclamos,
pero nuestras entrevistas con los obreros de Uniden confirmaron que
fueron los técnicos y trabajadores más especializados quienes
tomaron el liderazgo y mantuvieron una dirección más consciente. Lo
que hace tan especial al caso de Uniden, entonces, son estos técnicos
de rango medio y trabajadores especializados unidos a los trabajadores
rurales migrantes, en contraste con el caso de Stella donde la
revuelta de los trabajadores comunes simplemente no tuvo ningún
liderazgo serio, ni siquiera demandas muy claras.
Librados
a sus propios medios, aun en los casos en que algunos trabajadores
inmigrantes elevaron reclamos, tendieron a ser bastante limitados,
dirigidos sólo a cuestiones específicas que conciernen a
trabajadores individuales, con poca preocupación por generalizar las
demandas para englobar a todos ellos y construir solidaridad.
Como
sea, las demandas de los trabajadores de Uniden fueron mucho más
claras:
1.
Los salarios básicos deberán estar en línea con los salarios mínimos,
como estipula la ley;
2.
La compañía deberá pagar a los trabajadores un seguro básico, tal
como estipula la ley;
3.
Las trabajadoras recibirán un mes de permiso por maternidad;
4.
Compensación por las horas extras debe ser de 150–300% del salario
básico;
5.
Ninguna hora extra será obligatoria, como estipula la ley;
6.
Los trabajadores establecerán su propio sindicato;
7.
No se deducirán salarios ante ausencias justificadas por enfermedad;
8.
Dietas para comida y alojamiento;
9.
Incrementos salariales de acuerdo con la antigüedad laboral.
El
20 de abril de 2005 los trabajadores de Uniden nuevamente fueron a la
huelga, esta vez coincidiendo con el movimiento anti–japonés
(protestas contra la negativa de Japón a reconocer su brutal ocupación
de China durante la década de 1930 y la Segunda Guerra Mundial). Dado
el sentimiento general de entonces, las huelgas pronto se volvieron más
radicales; no solo se reclamó el derecho a crear sindicatos, sino que
durante las acciones también se destrozaron algunas ventanas. Los
huelguistas pronto se enfrentaron a la represión policial, tal como
sucedió en las últimas cuatro huelgas, con líderes arrestados,
encarcelados o despedidos.
El
Washington Post entrevistó a una trabajadora que dijo: "Algunos
funcionarios del departamento de trabajo local nos dijeron que
nosotros teníamos que cooperar, o algunos inversores se irían para
trasladarse a algún otro lugar y seríamos despedidos de nuestros
trabajos". ¿Serán capaces estas amenazas de disuadir las
protestas en el futuro?
Necesitamos
esperar y ver. Pero volviendo a diciembre de 2004, cuando sucedió la
primera huelga, una trabajadora fue entrevistada y dijo: "Si
nosotras fuésemos hombres, la huelga habría tenido lugar bastante
tiempo antes. Las mujeres son fáciles de intimidar, pero tenemos
corazones de acero" (New York Times, 16 de diciembre de 2004).
Como
es habitual, todavía hay muchos datos que simplemente no conocemos, y
los lectores tienen que disculpar la falta de detalles, ya que bajo la
severa censura es extremadamente difícil verificar los hechos. (Es
bienvenida la correccion desde fuentes confiables). Aún así, desde
diferentes fuentes, más o menos podemos delinear las tendencias
generales de la situacion; esto es, que ha tenido lugar un esfuerzo de
organización más consciente.
Por
supuesto quedan numerosas preguntas sin responder: ¿Por qué en otros
casos los técnicos no han tomado el liderazgo como lo hicieron los de
Uniden? ¿Es significativo el hecho de que Uniden sea de propiedad
japonesa? ¿Es Uniden un caso especial? ¿Cuál es el destino de los
trabajadores encarcelados?
El
futuro
En
contraste con los trabajadores despedidos por las EPEs, los
trabajadores de las ZPEs son muy solicitados por las empresas que
sufren escasez de trabajadores. Esta diferencia da una ventaja a los
trabajadores de las ZPEs. Dado que los salarios reales de los
trabajadores de las ZPEs han decaído en los ultimos 15 años, y las
condiciones son peores que en las maquilas de Indonesia, es altamente
probable que habrá en adelante más huelgas por parte de esta nueva
clase trabajadora.
Aún
así, hay un largo camino entre las luchas espontáneas y la huelga
organizada, dadas las desventajas que enfrentan los migrantes rurales.
El caso de Uniden puede ser un ejemplo, pero podría tomar algún
tiempo antes de ser duplicado. Y sin organización, a pesar de sus
heroicas y espontáneas luchas, los trabajadores de las ZPEs alcanzarán
pocos objetivos de largo alcance.
De
todas maneras, cuando se valore el potencial para el conflicto, uno no
sólo debe mirar hacia los trabajadores. La situación general de
China debe ser tomada en consideración: después de más de veinte años
de rápido crecimiento, este país puede estar entrando en una nueva
fase, simplemente porque los enormes ritmos de crecimiento han sido
sostenidos a costa de enormes costes humanos, sociales y
medioambientales, al margen de los enormes desembolsos relizados para
pagar intereses de la deuda pública. Y, por los requisitos de acceso
de la OMC, los mercados locales tendrán que ser liberalizados en el
2007.
Todo
esto es insostenible en el largo plazo. En efecto, ha sido
insostenible en ciertos sectores. Y los nuevos líderes del Partido
Comunista Chino no serán capaces de gestionar todos esos problemas.
Por el hecho, por supuesto, de que ellos mismos son parte del
problema, no de la solución.
El
primer secretario general, Zhao Ziyang, en su lecho de muerte,
profetizó que China, al igual que las viejas dinastías, no sería
capaz de auto reformarse y que la fecha para el colapso repentino no
estaría muy lejos. Deberíamos agregar que, cuando hay una crisis de
gobierno, puede ocurrir un progreso repentino de conciencia en medio
de este nuevo proletariado en construcción.
Es
de importancia fundamental que el movimiento trabajador internacional
se prepare para solidarizarse con las futuras rebeliones de los
obreros chinos. China tiene una poderosa clase trabajadora de 200
millones. La clase trabajadora puede estar declinando en algunas
partes del mundo, pero en otras areas está creciendo –su distribución
alrededor del mundo está en constante cambio–. Sólo con la
solidaridad entre la clase obrera china y la internacional se puede
detener y revertir la insana carrera global hacia los salarios
deprimidos por el capital.
(*)Wong
Kam Yan es el seudónimo de un activista e investigador de Hong Kong.
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