Desigualdades
sociales en el gigante asiático
Chino
pobre, chino rico
Por
Adrián Foncillas
Corresponsal
en Pekín
El
Periódico, 14/11/06
Pekín
y sus Juegos Olímpicos, Shanghai y su Expo, los arrogantes
rascacielos que brotan como setas, la cuarta economía mundial y
subiendo... El envés del milagro chino es mucho menos mediático,
pero existe. La muerte de un niño es la última prueba de las
sangrantes desigualdades entre las opulentas ciudades del sureste
chino y las provincias del interior.
Niño
de 4 años muere en un hospital porque su familia no pudo pagar un
lavado de estómago
Xiong
Honghui, de 4 años, falleció tras negarse un hospital a tratarle por
no pagar por adelantado, un requisito habitual en la sanidad china. El
suceso ha provocado una revuelta en Guangan, provincia de Sichuan.
El
abuelo llevó al niño el miércoles al Hospital Popular de Guangan
con síntomas de intoxicación tras haber ingerido pesticidas. Según
la oenegé Derechos Humanos y Democracia, con base en Hong Kong, en el
centro le comunicaron que los 100 yuanes (10 euros) que llevaba encima
quedaban muy lejos de los 800 yuanes (80 euros) que cuesta un lavado
de estómago. El abuelo rogó que se lo practicaran mientras iba a su
casa a reunir la suma de yuanes. Los médicos se negaron y el niño
murió mientras esperaban al abuelo.
Inyección
de suero
El
Gobierno municipal exoneró de responsabilidad al hospital. Al niño
se le inyectó suero de forma inmediata, mucho antes de discutir el
precio del lavado de estómago, afirma. En el periódico Sichuan
Daily, las autoridades aseguraron estar investigando el caso, que
consideraron "muy importante".
La
familia instaló el santuario en la entrada del hospital y le
reclamó 2.980 euros, pero solo consiguió 49 euros. Los guardias de
seguridad agredieron a la madre cuando reclamó la compensación
legal, informó The Epoch Times, un diario editado en EEUU por
chinos críticos con el Gobierno de Pekín. Los estudiantes mediaron
en la pelea y reclamaron una explicación que, al no llegar,
desencadenó la revuelta.
El
hospital fue arrasado por unas 2.000 personas, que después se
enfrentaron al centenar de policías antidisturbios enviados con
urgencia desde la vecina Nanchong. Las consecuencias de la revuelta no
están claras, ya que el Gobierno central ordenó el protocolo
habitual: cerró los accesos del pueblo y prohibió a la población
contestar a la prensa extranjera. En Guangan se ha cortado el acceso a
internet e impera la ley marcial. Su alcalde ya está en Pekín para
rendir cuentas.
Las
versiones de los desórdenes oscilan entre las 3 furgonetas policiales
volcadas, 10 heridos y 5 detenidos que señala la oenegé de Hong Kong
y los 4 muertos (3 estudiantes y un policía) que defiende The
Epoch Times. Este cita a un funcionario bajo exigencia de
anonimato.
El
caso de Xiong no es aislado. Según un estudio, en 116 distritos
rurales, la mitad de los menores de cinco años muertos por enfermedad
no fueron tratados en un hospital y el 28% de ellos no fueron
admitidos por falta de prepago. Es uno más de los desajustes del
desarrollo económico.
Fuertes
desigualdades
En
China hay un 47% de pobres (700 millones de personas viven con menos
de 1,5 euros diarios), casi el mismo porcentaje que en 1949. El
milagro, pues, ha beneficiado a pocos. Para el resto ha sido un cúmulo
de malas noticias. La sanidad es el ejemplo más claro. La cobertura
se acabó con el comunismo con características chinas, un
feliz eufemismo de Deng Xiaoping, padre de las reformas.
Ahora
solo el 25% de la población urbana y el 10% de la rural tiene seguro
médico. La inversión estatal ha pasado del 54% en 1979 al 17%
actual. Los beneficios de los hospitales crecieron un 70% entre el
2000 y 2003, a pesar de tratar cada vez a menos enfermos.
Las
dos hijas de Wen Fang, que vive en un pueblo a 200 kilómetros de Pekín,
dejaron los estudios cuando su madre fue operada de la rodilla. El
caso de Wen es habitual: una operación no muy compleja arruina a una
familia, que suele tener que pedir dinero a los allegados.
Esas
desigualdades son motivo de constante conflicto. El mayor reto del
Gobierno de Hu Jintao es acortar el abismo entre ricos y pobres
mediante políticas sociales opuestas a las de su predecesor, Jiang
Zemin, que llevó al extremo las directrices de Deng. El ministro de
Salud, Gao Qiang, en una autocrítica poco habitual en la política
china, reconoció hace meses que las reformas de los últimos años
habían sido "un fracaso".
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