China

 

Cita anual del Parlamento

Consagran la “sociedad armoniosa”

Por Rafael Poch
Corresponsal en Pekín
La Vanguardia, 06/03/07

La construcción de una "sociedad armoniosa", según el lema central de la cuarta generación de dirigentes chinos desde la revolución de 1949, ha dominado claramente la apertura de la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular, en Pekín. Un discurso del primer ministro, Wen Jiabao, de dos horas ha dado el pistoletazo de salida. De sus 40 folios, quince estaban dedicados a aspectos de justicia y nivelación social, política agraria, Seguridad Social, medio ambiente y freno al exceso especulativo-inmobiliario.

"Persistiendo en considerar a la persona lo principal, concederemos más importancia al desarrollo social y al mejoramiento de la vida del pueblo, promoveremos el desarrollo de los servicios sociales, solucionaremos con dinamismo los problemas ligados a los intereses más candentes de las masas populares y se salvaguardarán la equidad y la justicia social, de modo que el pueblo se beneficie de los logros de la reforma y el desarrollo", dijo Wen en su enumeración de objetivos para el año.

La sociedad armoniosa no es ninguna broma. Discretamente, describe algo muy serio: la imperiosa necesidad de corregir los defectos de veinte años de política de reforma y apertura, entre ellos la desigualdad (social, regional, entre la ciudad y el campo) y la manifiesta insostenibilidad medioambiental. El concepto significa el reconocimiento de una grave crisis, e implícitamente contiene un rechazo de la famosa sentencia de Deng Xiaoping "enriquecerse es glorioso".

La idea de que el mercado lo es todo, que los chinos recibieron con la onda neoliberal de los ochenta, recién salidos de los excesos de la revolución cultural, continúa teniendo poderosos defensores, tanto en el mundo académico como entre el empresariado, pero ha sido sustituida oficialmente por un cierto regreso a los principios socializantes. El énfasis en la apertura exterior y el entusiasmo hacia las oportunidades de la globalización ha sido matizado con nuevas preocupaciones nacionalistas de soberanía e independencia económicas, así como por consideraciones de seguridad nacional.De la suma de todo ello resulta nada menos que una transformación ideológica del Partido Comunista. Se espera que esa línea aún se imponga más en el XVII congreso del partido, el próximo otoño.

Todo esto ocurre sin grandes aspavientos y entre juramentos de evolutiva continuidad, lo que despista a los impacientes y a los periodistas, que buscamos vanamente en cada sesión anual de la Asamblea Nacional Popular un titular rompiente y agresivo, sin darnos cuenta de la importancia y consecuencia práctica de esa acumulación de matices.

El discurso del egoísmo social ya no es políticamente correcto en China, donde hasta los millonarios se adaptan a la nueva ola y la interiorizan. Los extranjeros y el bienvenido, mister Marshall inversor han dejado de ser los dioses y la panacea. Eso se nota tanto en la nueva política fiscal, con una ley que va a abolir el tradicional trato preferente a las empresas extranjeras, como en la política de inversiones expresada en el último documento de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, titulado Programa del undécimo plan quinquenal para la utilización de la inversión extranjera. También en detalles insignificantes como una política de visados y permisos de residencia algo más estricta que la holgura vivida hasta hace poco.

En China hay doscientos millones de campesinos pobres y más de cien millones de emigrantes, parados y precarios urbanos, instalados en la explotación y la ausencia de perspectivas. Los campesinos luchan contra la policía y las mafias para impedir el progreso de la continuada expropiación de tierras de cultivo imprescindibles para la subsistencia familiar, la cual es animada por funcionarios emparentados, económica o familiarmente, con turbios empresarios. El año pasado hubo 87.000 conflictos y protestas, mayormente agrarias, en un país que antes de los noventa desconocía los conflictos rurales. "En la cuestión de la tierra, no debemos cometer errores históricos irremediables y deparar desastres a la posteridad", dijo el primer ministro en su discurso. China, el país con la relación más ajustada del mundo entre población y superficie agraria, ha perdido quince millones de hectáreas de cultivo desde los años noventa en beneficio del trío urbanización-industrialización-especulación. Con el 7% de la tierra cultivable del planeta, el país alimenta al 20% de la población global.

"Tenemos que mantener como límite de alarma una superficie de tierra de cultivo no inferior a los 120 millones de hectáreas, prohibiendo especialmente su uso para el desarrollo inmobiliario de chalets o la construcción de campos de golf", añadió Wen.

Siendo muy serio, el discurso de la sociedad armoniosa está dando lugar a todo tipo de chistes. Uno afirma que la sociedad armónica es "aquella en la que esposas y amantes conviven en paz". Otro dice que cuando uno presencia impasible al ladrón que está saqueando su casa quiere decir que vive en una sociedad armoniosa.Yun tercero describe a un artista que pinta un pez en una jaula de pájaro y un pájaro metido en una pecera. El cuadro se llama Armonía.Cuando se le pregunta al autor por el sentido del título, dice: "Es que la armonía es esto, algo imposible en el mundo real".

El discurso de la armonía se ha generalizado hasta lo grotesco. En diciembre, Xu Xianming, un miembro del comité permanente de la Asamblea Nacional Popular acuñó el concepto derechos de armonía como algo superior a los derechos humanos. "El espíritu de la armonía debe superar al del antagonismo", decía, antes de proponer una síntesis entre el "innato espíritu chino de armonía" y la tradición occidental de derechos humanos, de la que resultaría una nueva categoría de "derechos humanos orientados a la armonía". Li Changchun, el miembro del Politburó responsable de propaganda, dice que China tiene que "promover con fuerza la construcción de una cultura armónica".

Mientras tanto, un periodista constata que el concepto ya se ha integrado en el universo doméstico. Efectivamente, en los barrios de Pekín pueden leerse anuncios y avisos como: "En nombre de la construcción de una sociedad armoniosa, dejen de hacer escándalo a altas horas de la noche". Practicar el bien de forma anónima convierte al ciudadano en un "héroe de la armonía". En los concursos de la tele se oyen comentarios como "su vestido de hoy es realmente armonioso", y hasta en una clínica veterinaria se ha visto un cartel que dice: "Trate armoniosamente a su gato". Entre broma y broma, China está cambiando en vectores fundamentales.


China afronta su desigualdad social y la corrupción

Por Rafael Poch
Corresponsal en Pekín
La Vanguardia, 05/03/07

China abre hoy la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular, su órgano legislativo. El papel de la Cámara ha crecido en los últimos años, pero no es decisiva en un país gobernado por el Partido Comunista. La búsqueda de una orientación más social y nacionalista de la política económica marcará las sesiones.

El momento de China puede caracterizarse como el mantenimiento de un dinámico crecimiento, superior al9% anual desde hace casi 30 años, con crecientes tensiones entre la "sociedad armoniosa" - el término con el que los dirigentes describen el ideal de la estabilidad resultado del buen gobierno y la nivelación social- y las enfermedades del desarrollismo de mercado, expresadas en capitalismo salvaje, dependencia exterior, desigualdad, corrupción y contaminación.

Tres preocupaciones estrechamente interrelacionadas dominan el discurso y la práctica política china este año: disminuir la dependencia del comercio exterior (que representaba un 40% del PIB en 1994 y es del 80% ahora), aumentar el consumo interno y la capacidad de redistribución del Estado, y evitar la inestabilidad. De ellas se desprende una orientación más social y nacionalista del discurso y la política económica, que ha dejado atrás el "enriquecerse es glorioso" formulado por el viejo Deng Xiaoping en los noventa. Con una mayoría social, principalmente campesina, poco favorecida por el crecimiento, y una desigualdad social superior a la de India, unos dirigentes cuyo norte es la estabilidad se han hecho algo socialdemócratas.

"Los beneficios del desarrollo deben llegar a la gente", no sólo al capital, dijo el presidente Hu Jintao en una declaración reciente. Por tercer año consecutivo, tanto Hu como el popular primer ministro, Wen Jiabao, han pasado la fiesta del Año Nuevo chino "con el pueblo", el primero en una aldea de Gansú, el segundo, en una localidad minera del nordeste. Wen recibió el martes a doce trabajadores (entre ellos; un campesino, un taxista, obreros de la construcción, un médico rural, un parado, un policía, y un vendedor de material agrícola) en su despacho del complejo gubernamental pekinés de Zhongnanhai. Mantuvo una reunión de tres horas con el grupo, tras la cuales el primer ministro declaró: "Las puertas de Zhongnanhai están abiertas a las masas, el nuestro es un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, y ése es nuestro objetivo".

La sesión de la Asamblea Nacional Popular (ANP) durará once días y medio, hasta el 16 de marzo, e incluirá seis informes; del primer ministro - hoy, con las previsiones de crecimiento para el 2007-, del comité permanente de la ANP, del Tribunal Supremo y la Fiscalía, sobre el plan quinquenal, y sobre los presupuestos, así como la aprobación y discusión de un importante paquete de leyes.

Entre ellas, una nueva ley de propiedad que, por primera vez, regulará la protección de la propiedad privada. Su primera versión fue presentada a la ANP por su comité permanente en el 2002. En la sesión del año pasado fue rechazada tras una eficaz campaña de los sectores de izquierda, que, en el contexto de la orientación social y keynesiana de la política de Hu y Wen, alarmó a los sectores empresariales y de la derecha liberal. Tras siete rondas de debate sin precedentes en el comité permanente de la ANP, en diciembre se decidió presentarla de nuevo, con importantes matices. En su actual versión, el proyecto de ley ha excluido la privatización de la tierra, una idea inviable que fue concebida por "gente de ciudad que desconoce la realidad y los problemas del campo", en palabras del profesor Wen Tiejun, el respetado decano de los estudios agrarios chinos de la Universidad Renmin de Pekín.

También declara la propiedad estatal como "centro" del sistema económico (aunque la contribución de la empresa privada al PIB sea del 65%, según la moderada estimación de la Federación de Industria y Comercio de China), y regula toda una serie de medidas para protegerla de la privatización ilegal, el "saqueo", el "reparto secreto" y la "demolición", fórmulas todas ellas que casi siempre describen a un funcionario corrupto emparentado, económica o familiarmente, con un empresario sin escrúpulos.

Otra ley muy significativa es la ley fiscal de empresas, que establece una tasación unificada para empresas chinas y extranjeras. Se acaba así con los privilegios fiscales concedidos a las segundas para atraer la inversión extranjera. Hoy China recibe 60.000 millones de dólares anuales en inversiones extranjeras, siente que debe fortalecer el control de sectores industriales enteros dominados por multinacionales y, sin renunciar a la apertura, practica una política económica más nacionalista.

La inversión en las regiones pobres del centro y el oeste de China, que el Gobierno quiere desarrollar, seguirá teniendo un trato fiscal especial, pero la reglamentación según la cual las empresas chinas soportan por término medio una carga impositiva de entre el 22% y el 24%, frente al 10% o 13% de las extranjeras, ha perdido sentido. La nueva política quiere poner la calidad por delante de la cantidad, seleccionar más la inversión en dirección a la alta tecnología y la innovación, e incrementar los controles sobre las multinacionales extranjeras, especialmente en los sectores más vinculados a la seguridad nacional, capaces de hipotecar la soberanía china.

Actualmente, el 80% de la exportación china de alta tecnología es obra de multinacionales afincadas aquí, que se llevan el grueso del beneficio. Ésa es la simple realidad del mito del "gigante tecnológico chino". La Asamblea discutirá también una nueva legislación social más atenta hacia la situación de los sectores marginados de la prosperidad de los últimos veinte años, en materia de contratación laboral, empleo y mediación en conflictos.

Se espera que la lucha contra la corrupción ocupe también un lugar prominente en los discursos. Nueve funcionarios de Shanghai han sido incriminados por fraude en los fondos de la Seguridad Social, en un caso sin precedentes en la ciudad mimada por el anterior presidente, Jiang Zemin. El secretario del partido y miembro del Politburó, Chen Liangyu, ha sido destituido. Un total de 97.000 miembros del partido fueron sancionados por corrupción en el 2006, entre ellos el jefe de administración de alimentos.