El
XVII Congreso del Partido Comunista y la restauración del capitalismo
Por
Álvaro Rein (*)
Sin
Permiso, 15/04/07
En
Octubre de este año se celebrará el XVII congreso del Partido
Comunista de China (PCCH), el segundo desde que la llamada
"cuarta generación" de dirigentes encabezados por Hu Jintao
asumiera el poder en el XVI congreso en 2002. (1) La tarea más
importante de cada congreso es elegir a los miembros del comité
central del PCCH de entre una lista de candidatos confeccionada por la
dirección saliente del Partido. Los miembros de este nuevo comité
central elegirán a su vez a los miembros del politburó y a los
miembros de la permanente del politburó en base a una lista de
candidatos preconfeccionada. Estos dos últimos órganos del Partido
son los núcleos más importantes del poder político en China.
Aunque
los dos lideres más importantes chinos (el actual jefe de estado y
secretario del Partido Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao)
continuarán en sus puestos hasta el próximo congreso en el 2012, la
avanzada edad de muchos de los otros dirigentes actuales del Partido
implica que al menos la mitad de los miembros del comité central y
del politburó serán remplazados en este congreso.
Desde
el 2002 dos grandes facciones político–clientelares comparten el
poder en China, en un delicado equilibrio basado en el reparto de los
puestos en los órganos centrales del Partido. La primera facción
esta compuesta por aquellos dirigentes agrupados alrededor de la
figura de Jiang Zemin (el ex primer secretario del Partido y ex
presidente de la Republica) y la segunda facción a aquellos
dirigentes del entorno de Hu Jintao.
De
acuerdo a las reglas informales de sucesión del Partido, el XVII
congreso marcará el comienzo del segundo y ultimo mandato de Hu
Jintao como secretario general, antes de su jubilación en el XVIII
congreso del 2012. El congreso de este año es, por lo tanto, la última
oportunidad que tiene Hu de consolidar su poder político, aumentando
la presencia de miembros de su facción en los tres órganos centrales
del Partido para así poder maximizar su influencia en el proceso de
elección de su sucesor en el 2012.
Históricamente,
uno de los problemas más acuciantes del sistema político chino ha
sido precisamente el de gestionar la sucesión del poder. Mientras
Jiang y Hu fueron designados sucesores oficiales por los llamados
"ancianos del partido" encabezados por Deng Xiaoping, el
futuro sucesor de Hu –que será el líder de la futura "quinta
generación"de dirigentes–, no podrá ya recurrir al apoyo de
la desaparecida generación de viejos revolucionarios y a la enorme
legitimidad que este apoyo confería en el pasado. Este sucesor, por
lo tanto, se enfrentara a una tarea mucho más difícil a la hora de
legitimar su autoridad y consolidar su poder.
Hoy
sabemos que la dirección del PCCH empezó ya a elaborar las listas
secretas de posibles sucesores para Hu como líder máximo de "la
quinta generación" en 1997. (2) Los dos principales candidatos
para suceder a Hu son Li Keqiang (actual secretario del PCCH en la
provincia Liaoning) y Xi
Jinping (el nuevo secretario del PCCH de Shanghai). La carrera política
de Li lo sitúa claramente en la facción de Hu, mientras que Xi es más
bien un independiente que cuenta con la simpatía de las dos
facciones. A estos dos hay que añadir otros dos miembros de la facción
de Hu, Li Yuanchao (secretario de Jiangsu) y Wang
Yang (secretario de Chongqing) y un ferviente seguidor de la
facción de Jiang, Bo
Xilai (el actual ministro de comercio). Todos estos personajes forman
ya parte del comité central pero no del politburó y, para poder
realmente llegar a formar parte de la futura dirección del partido,
tendrán que entrar en el politburó en el 2007.
La
campaña anticorrupción como preludio del XVII congreso
En
China, las recurrentes campañas anticorrupción siempre han servido
mas como una oportunidad para eliminar a rivales políticos dentro del
PCCH que para reducir la corrupción inherente al sistema político y
que parece aumentar de año en año. En pleno período pre–congresual,
Hu Jintao ha lanzado una nueva campaña cuya principal victima ha sido
uno de los representantes más importantes de la facción de Jiang
Zemin, el secretario del PCCH de Shanghai y miembro del politburó
Cheng Liangyu. El verano pasado Cheng fue acusado de la transferencia
ilegal de 439,5 millones de dólares del fondo de pensiones de
Shanghai para financiar las inversiones de un famoso magnate
inmobiliario que gestiona tres autopistas. El hijo y hermano de Cheng
también parecen estar involucrados en varias tramas inmobiliarias
ligadas al uso de los fondos de la seguridad social.
Cheng
había sido uno de los principales críticos de la política de
regulación macro–económica implementada desde el 2004 por Hu
Jintao y su primer ministro Wen Jiabao para evitar un
sobrecalentamiento de la economía. Se oponía sobre todo a la
regulación de las inversiones inmobiliarias. Según los rumores de la
prensa, Cheng había criticado duramente la política económica de Hu
y Wen en una reunión del politburó de Junio del 2004, llegando
incluso a pedir que Wen asumiera "responsabilidades políticas"
por el posible dañó que su orientación pudiese hacer a la economía.
(3)
El
defenestrado Cheng ha sido finalmente remplazado por Xi Jinping, ex
gobernador de la provincia de Zhejiang y uno de los favoritos a
suceder a Hu Jingtao como líder máximo en el 2012. Al contrario que
Cheng, Xi no es miembro de la facción de Jiang Zemin y su nuevo
ascenso a secretario del Partido de Shanghai le dará derecho a formar
parte del nuevo politburó elegido tras el XVII congreso de este año.
Xi
es especialmente admirado por los neoliberales por su abierta simpatía
hacia la mercantilización de la economía China. Este "joven"doctor
en derecho, hijo de un veterano del Partido, ejerció de secretario
del Partido en dos de las provincias mas mercantilizadas de China (Zhejiang,
donde el sector privado abarca ya el 90% de la economía, y Fujian,
donde abarca alrededor del 50%). Los representantes mejor informados
del capitalismo mundial –como el ex director del banco de inversión
Goldman Sachs y actual secretario del tesoro de EE UU, Paulson–, son
plenamente conscientes de la futura relevancia política de Xi. Hace
un año, en su primera visita a China como nuevo secretario del
tesoro, Paulson comenzó su gira oficial cenando con Xi.
El
otro modo tradicional a través del cual los políticos de Beijing
historicamente han condicionado la composición de la futura dirección
del Partido ha sido ejerciendo su derecho de nombrar y transferir a
los dirigentes provinciales del PCCH. En efecto, Hu Jintao también
esta en estos momentos implementando la tercera mayor rotación de
personal administrativo a nivel local desde 1978. Desde julio del 2006
y hasta junio del 2007, 170.000 cargos provinciales y locales serán
re–evaluados con posibilidad de cambio. Dado que todos los
secretarios provinciales del Partido y vice–secretarios con rango de
gobernador provincial (incluidos los alcaldes de ciudades con rango de
provincia) tienen derecho a pertenecer al comité central, los cambios
de personal que puedan acaecer a este nivel influirán directamente en
la composición de las listas al comité central del XVII congreso.
Entre
el 24 y 26 de Marzo, junto al anuncio de Xi como nuevo secretario del
Partido en Shanghai, se anunciaron cuatro otros nuevos secretarios
provinciales para Zhejiang, Shaanxi, Shandong y Qinghai) y
un nuevo secretario para Tianjin. El nuevo secretario de
Tianjin entrara seguramente en el politburó.
Las
dos grandes familias de la burocracia China: sus políticas y origen
socio–económico
La
facción de Jiang Zemin es popularmente conocida por el simpático
apelativo de "banda de Shanghai", a razón de que la mayoría
de sus miembros labraron sus carreras políticas en el seno de la
burocracia del PCCH de Shanghai durante el mandato de Jiang como
primer secretario del Partido en esa ciudad. La facción de Hu Jintao
es conocida como los "tuanpai", que en chino literalmente
quiere decir los "miembros de la Liga de la Juventud Comunista (LJC)".
Como su propio nombre indica, los tuanpai esta compuesta de políticos
que labraron su carrera en el seno de la LJC durante el mandato de Hu
Jintao como secretario de esta organización a mediados de los años
ochenta.
Esta
primera descripción de las dos grandes (que no las únicas)
"familias" políticas en la China de hoy, ya sugiere que,
lejos de referirnos a facciones diferenciadas entre si
por plataformas o ideas políticos bien definidas, de lo que
estamos hablando es básicamente de dos amplias redes clientelares
construidas en torno a figuras con poder político que repartir. Sin
embargo, esta conclusión es solo válida en parte.
Esta
claro que aunque lo quisiera alguno de los miembros de estas dos
facciones, el sistema político chino (en cuya defensa a ultranza están
interesados todos estos dirigentes) no permite la articulación
publica de plataformas políticas diferenciadas y la competición
abierta entre ellas. Sin embargo, existen pruebas suficientes para
afirmar que el origen burocrático distinto de los miembros de cada
una de estas familias ha condicionado en mayor o menor medida ideas o
sensibilidades distintas que acaban influenciando las políticas que
se implementan en China.
Al
provenir de la metrópolis que mas se ha beneficiado de las
oportunidades ofrecidas por la restauración del mercado, no debe
extrañarnos que muchos de los miembros de la "banda de Shanghai"
se cuenten entre los más fervientes partidarios de priorizar, sobre
otras consideraciones, la liberalización y reestructuración de
mercado. La mayoría de los tecnócratas de ideología neo–liberal,
que dominan los principales organismos que implementan la política
económica en China (el banco central, ministerio de finanzas y la
comisión nacional de reforma y desarrollo), están también ligados
por su carrera burocrática a esta facción.
La
oposición del corrupto ex secretario de Shanghai Cheng Liangyu a las
políticas de regulación del boom inmobiliario, descrita al comienzo
de este artículo, es un ejemplo vivo de hasta que punto los miembros
de la "banda de Shanghai" pueden llegar a elaborar un
discurso político pro–mercado directamente ligado a la defensa de
su posición social e intereses.
Recordemos
también que fue bajo el mandato de Jiang Zemin, el líder de la
"banda de Shanghai", cuando entre 1995–2001
aproximadamente 67 millones de trabajadores chinos (el 40% de los
trabajadores del sector público) perdieron su trabajo con la
privatización o cierre de empresas públicas.
El XV congreso del PCCH de 1997 en el que Jiang alcanzo la cima
de su poder político también es conocido por el "congreso de
las privatizaciones". (4)
También
fue Jiang y su grupo de confianza quienes idearon la famosa teoría de
"las tres representaciones" en el 2000, bajo la que se
legalizó la afiliación al PCCH de empresarios (hasta entonces
incompatible estatutariamente). Se abrían así las puertas del
Partido no solo a los capitalistas sino, más importantemente, se legalizaba la
conversión de burócratas comunistas en capitalistas. (5)
De
acuerdo a datos oficiales, alrededor del 30% de los empresarios chinos
pertenecían al PCCH ya en el 2004, mientras que en el 1993 solo el
13% pertenecían al Partido. El 90% de este 30% eran ya miembros del
PCCH antes de convertirse en empresarios. (6) ¿De donde han salido
todos estos comunistas–capitalistas en tan pocos años? La propia
Academia de Ciencias Sociales China nos explica
que la mayoría de ellos eran miembros del PCCH que ejercían
de directores de empresas públicas antes de que estas fuesen
privatizadas y que, tras ser privatizadas sus empresas, no solo se
adueñaron de ellas sino que mantuvieron su afiliación al Partido.
Esta nueva clase de "capitalistas rojos" le deben
directamente su existencia a la histórica oleada de privatizaciones
bajo el mandato de Jiang en 1995–2001.Tan solo un año después, en
el 2002, Jiang también empezó a elaborar una nueva ideología
oficial –"las tres representaciones"– que legitimase y
protegiese la posición de esta nueva clase social, cuyos intereses el
Partido oficialmente ahora también tiene que defender.
Las
encuestas oficiales también revelan que ya a finales de los años
ochenta, miembros del PCCH comenzaron a convertirse en empresarios
(las encuestas indican que entre 46–60% de los empresarios chinos
eran ex miembros del Partido). Pero que, contrariamente a lo que viene
ocurriendo desde los noventa, la mayoría de estos abandonaban el
Partido tras convertirse en capitalistas (solo el 8.2% mantenían su
carné del partido). La razón es que el PCCH todavía no legitimaba
la compatibilidad entre las dos cosas y en 1989, por ejemplo, al poco
tiempo de la masacre de Tiananmen y en plena ofensiva
"conservadora", el comité central emitió una circular que
prohibía explícitamente la entrada en el PCCH de empresarios. (7)
Al
contrario que los miembros de la banda de Shanghai, las carreras de la
mayoría de los miembros de los "tuanpai" están ligadas a
la administración de las provincias mas atrasadas de China. Prácticamente
ninguno de ellos a hecho carrera en ningún organismo económico
oficial. Su origen en la LJC también empalma con el de dos anteriores
dirigentes clave en la historia reciente de China: Zhao Ziyang y Hu
Yaobang, máximos exponentes en el pasado de un cierto liberalismo
social y político que complementaba su liberalismo económico.
El
primer ministro Wen Jiabao, que aunque no proviene de la LJC esta
claramente alineado con Hu y los "tuanpai", es sin duda
alguna la personalidad política más interesante de este grupo. La
preocupación por el desarrollo sostenible y el medio ambiente que
refleja su política económica es algo claramente novedoso en la
historia política de China, por mucho que sus políticas concretas
puedan ser criticadas desde una posición ecologista más o menos
coherente.
La
otra gran preocupación de Wen ha sido el desarrollo de la economía
rural y las condiciones de vida de los campesinos chinos. No hay que
olvidar que uno de los grandes problemas del "milagro económico
chino" ha sido la creciente desigualdad entre el ritmo de aumento
de los ingresos urbanos y rurales. Los campesinos chinos –ya sea
desplazados de sus tierras por especuladores inmobiliarios ligados a
la burocracia local del Partido,
arruinados por la insaciable presión fiscal de la administración
local, o excluidos de un sistema de educación y sanidad
mercantilizado–, han sido la principal fuente de conflicto social en
los últimos años. El gobierno de Wen ha propuesto políticas
concretas, como la abolición del impuesto agrario o limites sobre la
expropiación de tierras agrarias para desarrollo inmobiliario, para
afrontar estos problemas.
El
objetivo de la estrategia económica del gobierno de Wen es equilibrar
el modelo de crecimiento chino para hacerlo más sostenible a largo
plazo haciendo que dependa menos del crecimiento desenfrenado de la
inversión y más del consumo privado. Para ello debe conseguir
reducir la enorme tasa de ahorro familiar que en gran parte financia
la inversión a través del sistema bancario. Dado que la principal
causa de la alta tasa de ahorro de las familias chinas es el aumento
de la inseguridad social creado por la mercantilización del sistema
de sanidad, la educación, la vivienda y las pensiones bajo el mandato
de Jiang Zemin, no es de extrañar que una de las prioridades de Wen
es reconstruir un sistema de bienestar público minimamente accesible.
En
gran medida, la nueva "idea fuerte"de Hu Jintao y sus
seguidores de crear una "sociedad socialista harmoniosa" es
un intento de ideologizar esta nueva sensibilidad "social y ecológica"
que va siendo plasmada en las políticas concretas de Wen. La
"sociedad socialista harmoniosa" de Hu y Wen buscan evitar
que las contradicciones sociales creadas por el milagro Chino amenacen
la dictadura del PCCH y
contrasta con la "teoría de las tres representaciones"de
Jiang Zemin, cuya principal preocupación era legitimar ideológicamente
el desarrollo de una clase capitalista en China y la mercantilización
de la economía.
Estas
distinciones han llevado a algunos de los mejores analistas de la política
China a etiquetar a los "tuanpai" como el núcleo de una
"coalición populista", contrapuesta a una "coalición
elitista" de la "banda de Shanghai". (8) Sin embargo,
en mi opinión, sería un gran error interpretar los distintos matices
ideológicos de las dos facciones en el sentido de que la "banda
de Shanghai" representase una especie de facción más
procapitalista que los miembros de los "tuanpai".
Las
diferencias actuales entre las dos facciones tienen también poco que
ver con la división entre "conservadores"y
"liberales" en la dirección del PCCH en los años ochenta y
principios de los noventa. El debate en aquellos años era si el
objetivo de las reformas de mercado debía ser fortalecer y
complementar el sistema socialista o hasta que punto estas reformas
amenazaban el socialismo y implicaban una gradual pero irreversible
restauración, más o menos encubierta, del capitalismo en China.
Cuando Deng Xiaoping derrotó política e ideológicamente a los
"conservadores" a principio de los noventa dejó claramente
establecido un nuevo consenso que argumentaba que, lejos de amenazar
la dictadura del PCCH, la mercantilización acelerada de la economía
china era la mejor garantía de permanencia del Partido en el poder.
(9) El nuevo consenso político creado por Deng, quedo plasmado en el
histórico XIV congreso del PCCH en 1992 que proclamo abiertamente que
el objetivo del proceso de reformas en China era, ni mas ni menos, que
la instauración de un sistema de "socialismo de mercado con
características China". (10)
Todos
los miembros de la clase dirigente china de hoy son básicamente hijos
de ese consenso y comparten el objetivo común de restaurar el
capitalismo en China, además de los principios liberales económicos
más fundamentales.
El
ejemplo más reciente de la conformidad de los "tuanpai" con
los principios más fundamentales del capitalismo es la nueva ley de
propiedad, aprobada en marzo de este año, que aunque sin duda
contiene también ciertos elementos progresistas, no es más que un
paso lógico en la progresiva integración legal e institucional de
una nueva clase capitalista en China. (11)
Wang
Zhaoguo, el vice–presidente del congreso y uno de los más
destacados "tuanpai", fue el encargado de tratar de
justificar las evidentes contradicciones entre esta ley y los
principios más fundamentales de un país que se dice socialista. Según
Wang, el hecho que la nueva ley conceda por primera vez el mismo grado
de protección a la propiedad privada que a la publica no contradice
que el articulo 6 y 7 de la Constitución china declaren que el
estado tiene el deber de defender el papel "dominante" del
sector público, que es también la "fuerza motriz" de la
economía y el sector que define el carácter fundamentalmente
socialista del sistema económico en base a su peso dominante. El artículo
7 de la constitución también reza que es el deber del estado
garantizar la consolidación y crecimiento del sector público de la
economía, algo claramente en contradicción con las políticas
privatizadoras que tuvieron su auge bajo Jiang pero que han continuado
luego bajo Hu.
El
hecho es que si empleamos la definición de la Constitución de lo que
constituye o no una economía socialista, hace tiempo que China ha
abandonado el socialismo. Si en 1998 el sector público abarcaba todavía
el 57% de la economía china (excluyendo la agricultura), en el 2001
el peso del sector privado ya superaba al público (51.8% privado
frente a 48.2% público). Desde entonces el sector privado no ha hecho
más que aumentar su peso dominante sobre el sector público y en el
2003 la propiedad privada abarcaba ya el 57% de la economía frente a
un 42.9% de la propiedad publica. (12)
Es
cierto que la nueva ley de propiedad, como dice Wang, también intenta
proteger lo que queda de propiedad pública de su robo incontrolado
orquestado por los directores de empresas publicas en connivencia con
las autoridades locales del PCCH. Pero dado que se proclama una ley
socialista basada en el principio de mantener la posición dominante
de la propiedad pública, llama la atención que no establezca ningún
limite efectivo sobre la transformación de propiedad publica en
privada, como por ejemplo si lo hace con respecto a la conversión de
tierra agraria en propiedad inmobiliaria en base al principio
claramente anti–mercantil de garantizar la autosuficiencia alimentaría.
La nueva ley trata de regular la privatización de empresas públicas,
no de limitarla, y se puede incluso argumentar que –al no poner
limites efectivos al derecho de las autoridades locales chinas de
decidir si las empresas bajo su control se privatizan o no–, deja
libres a uno de los principales motores de las privatizaciones
fraudulentas en los últimos años.
En
lo que respecta a la reforma de las empresas estatales, no hay tampoco
gran diferencia entre las facciones de Jiang y Hu. Los
"tuanpai" comparten la idea básica de la "banda de
Shanghai" de que merece la pena apoyar y mantener el control
estatal sobre un reducido número de grandes empresas en sectores
estratégicas de la economía (eso sí, la lista de sectores y de
empresas va haciéndose cada vez más pequeña según pasan los años),
pero que el 80% del resto de las empresas estatales básicamente
sobran y deben ser o cerradas o privatizadas totalmente.
La
prueba más reciente de este completo consenso ideológico en lo
concerniente a las empresas estatales las ofrece el primer ministro
Wen Jiabao en su discurso ante el Congreso chino de este año, en el
que explica que hay que avanzar en el proceso de corporativización y
conversión en sociedades por acciones de las empresas en las que el
estado mantenga el control. Es decir, incluso las empresas públicas
tienen que pasar a funcionar bajo el principio mercantil de priorizar
la maximización de la rentabilidad y el valor de sus acciones sobre
cualquier otra consideración. En lo que respecta a las empresas
publicas en números rojos, Wen aclara que su gobierno las va
finalmente a obligar a cerrar si, incluso después de haberlas
"liberado"de su obligación de mantener programas sociales
para sus empleados, no mejoran su rentabilidad.
El
párrafo anterior sin duda contiene el principio básico que
diferencia el papel del sector público en la antigua economía
"socialista" China del nuevo "socialismo de
mercado". En los años cincuenta y sesenta, cuando se crearon
muchas de estas empresas, el criterio principal del sector público
era crear empleo estable ligado a la institución de todo un mini
estado de bienestar (incluyendo la provisión de vivienda, sanidad y
educación gratuita) financiado por cada empresa para sus empleados.
Los principios de rentabilidad simplemente no le concernían al
director de empresa, quien carecía casi por completo de cualquier
capacidad de administración autónoma de los recursos y del
presupuesto de la empresa que dirigía. Con el "socialismo de
mercado", el gobierno chino le ha concedido al director de
empresa la autonomía de que antes carecía y le ha pedido explícitamente
que cambie radicalmente de prioridades: nada le obliga ya a centrarse
en el bienestar de sus empleados (lo políticamente correcto antes) y
se le exige que empiece a idear modos de aumentar los beneficios de su
empresa y mejorar su competitividad. Para ayudar al viejo burócrata
del Partido en su nueva misión,
el gobierno también permitir
la entrada de inversores privados en su empresa para que le aclaren en
qué se basan los nuevos incentivos.
Es
cierto que el gobierno de Wen dice querer crear un nuevo y
"moderno" estado de bienestar que, en vez de tener que ser
financiado por las empresas públicas, sea sostenido directamente por
el estado central. Pero no es menos cierto que mientras se ha avanzado
a pasos galopantes en el desmantelamiento del viejo sistema de
bienestar, este nuevo sistema del que tanto se habla bajo el reinado
de los "tuanpai" brilla todavía por su ausencia. Mientras
la financiación concreta de políticas sociales concretas no
incremente de forma radical sus actuales niveles testimoniales, el
discurso social de los "tuanpai" no será más que retórica.
Como
hemos visto, la diferencia entre una facción y otra no consiste en su
menor o mayor simpatía hacia un programa de restauración capitalista
en China compartido por ambas. La diferencia fundamental entre las políticas
de las dos familias viene marcado por el hecho de que los
"tuanpai" han llegado al poder en el momento de mayores
conflictos sociales y degradación del medio ambiente en la historia
reciente del país. El origen de sus carreras les ha concienciado
acerca de la urgencia de resolver o al menos aliviar estos problemas.
Sin
duda muchos de los miembros de la "banda de Shanghai" ya se
percataron de la acumulación de conflictos sociales bajo su reinado
(1989–2002), pero sus iniciativas políticas claramente continuaron
priorizando la liberalización económica por encima de todo. La misión
de los "tuanpai" es restaurar cierto equilibrio, para
"salvar" el proyecto de modernización capitalista chino de
sus propias contradicciones, y así, salvar también el régimen político
que defienden. La renovación generacional de la dirección del
Partido, que comenzará con el congreso de este año y culminará en
el congreso del 2012 no ofrece ninguna indicación de que el programa
de restauración capitalista guiado por una dictadura férrea de
Partido vaya a cambiar.
Notas:
(*)
Álvaro Rein es el heterónimo de un analista español especializado
en las economías asiáticas, particularmente en la de china. Ha
publicado anteriormente en Sin Permiso
"La política cambiaria china y los desequilibrios
globales".
([1])
La primera generación de dirigentes sería la encabezada por Mao, la
segunda por Deng Xiaoping y la tercera por Jiang Zemin.
(2) Véase A. J. Nathan and B. Gilley, "China's
new rulers: the secret files", 2002, Granta Books, Londres.
(3) Véase Cheng Li, "Was the Shanghai gang
Shanghaid? The fall of Chen Liangyu and the survival of Jiang Zemin's
faction", China Leadership Monitor, No. 20.
(4)
Esta agresión sin precedentes contra el empleo público no quedó sin
respuesta. En 1998, el número de conflictos laborales colectivos
aumenté en un 65%, y el de trabajadores envueltos en estos conflictos
se disparó en un 89%. Hasta el día de hoy, nunca más se ha vuelto a
producir un aumento anual tal en la conflictividad laboral. La
conflictividad laboral se apaciguó
un poco entre el 2000 y el 2001, pero se disparó de nuevo en
los dos años siguientes.
(5)
Según la teoría de "las tres representaciones", el PCCH
debe de representar a "las fuerzas productivas avanzadas",
"la cultura avanzada" y "los intereses de la inmensa
mayoría de la sociedad".
(6)
Véase "el libro azul de la sociedad China" del 2004
publicado por la Academia de Ciencias Sociales China.
(7) Véase W.K. Lau, "The 15th congress of the
CCP: milestone in China's privatization" Capital and Class,
Summer 1999 pag. 66,
http://findarticles.com/p/articles/mi_qa3780/is_199907/ai_n8851180
(8) Véase Cheng Li, "One Party, two factions:
Chinese bipartisanship in the making?",
http://www.chinavitae.org/reference/conferencepapers/Li_Cheng.pdf
(9)
En realidad, tanto la mayoría de los conservadores como la mayoría
de los liberales identificaban "socialismo" con dictadura de
Partido más que con la propiedad colectiva de los medios de producción.
El debate sobre la compatibilidad entre reformas de mercado y
socialismo era en realidad un debate sobre la compatibilidad del
capitalismo con la dictadura del PCCH.
(10)
Fue también en el congreso de 1992 cuando Hu Jintao entró en el
politburo y su ejecutiva (catapultado desde su posición de secretario
del Partido en Tibet) y Jiang Zemin fue oficialmente entronizado como
secretario del partido (puesto que ocupaba desde 1989, cuando sustituyó
al purgado Zhao Ziyang).
(11)
Entre los elementos que acaso puedan calificarse como socialmente
"progresistas" están
los artículos sobre el suelo relacionados con la defensa de los
derechos de los agricultores y residentes contra los abusos de los
especuladores inmobiliarios y las autoridades locales.
(12) OECD 2005 Economic Survey of China:
www.oecd.org/dataoecd/10/25/35294862.pdf
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