Arde Bolivia

 

La rebelión de los pobres está en marcha otra vez

Redacción de Econoticiasbolivia
La Paz, 15/04/04

La rebelión de los pobres, la mayor sublevación popular contra las transnacionales y el neoliberalismo en el Sur de América, hoy ha reanudado su marcha. En las principales ciudades de Bolivia, miles de manifestantes acudieron al llamado de la Central Obrera y conminaron al presidente Carlos Mesa a dar fin con el neoliberalismo y a nacionalizar el gas y el petróleo.

"Si el Gobierno no nos hace caso hasta el primero de mayo, todos como un solo hombre debemos ir a la huelga general y al bloqueo de caminos hasta que el Gobierno borre de un plumazo la Ley de hidrocarburos y el (decreto neoliberal) 21060", dijo el líder de la Central Obrera Boliviana (COB), Jaime Solares, el minero que hace seis meses dirigió la primera fase de la rebelión popular que derribó del poder al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.

En La Paz, esta declaratoria de guerra contra el sucesor de Sánchez de Lozada fue ratificada por la masiva concentración popular y una posterior marcha, que reunió por lo menos a 20 mil trabajadores de diversos sectores laborales. A su paso por las céntricas calles y avenidas, la marcha fue muy aplaudida por cientos de empobrecidos ciudadanos de la clase media, que además ovacionaron al líder obrero, cuya figura pareció agigantarse, tras una sañuda campaña de desprestigio desatada en su contra por el ex dictador Luis García Mesa, esferas gubernamentales y los grandes medios de comunicación.

Pancartas, gritos y una intermitente cadena de explosiones de dinamita y petardos sellaron el reinicio de la ofensiva popular y el fin de la tregua que los sindicatos y organizaciones sociales habían otorgado al presidente Mesa, en la esperanza de que éste pudiera sobreponerse a la asfixiante presión de las transnacionales petroleras, apartarse de las recetas impuestas por los organismos internacionales y no agachar la cabeza ante la Embajada de Estados Unidos.

Mesa se va derrumbando

Pero nada de eso hizo Mesa. Por el contrario, ratificó una a una todas las políticas neoliberales emprendidas por Sánchez de Lozada, manteniendo a duras penas un modelo de libre mercado que destruye la capacidad productiva del país, que liquida empleos y empobrece aceleradamente a los bolivianos, erradicando la hoja de coca y abandonando a su suerte a los sectores campesinos, pequeños productores e informales, sumidos en el descalabro y en una virtual indigencia.

Su plan económico ha sido desarmado por todos los costados y no logra poner en marcha medidas prácticas para atenuar en algo el quebranto de las finanzas públicas, menos insuflar nuevos bríos a una economía semiparalizada y que parece funcionar hasta ahora sólo por inercia.

En lo que se refiere al gas, Mesa actúa como un suicida. Al igual que Sánchez de Lozada intenta, por todos los medios, respaldar los proyectos de Repsol/YPF, Petrobras y otras transnacionales para exportar gas, primero a la Argentina/Chile y luego a Estados Unidos y México.

En el caso de la Argentina, que usará el gas boliviano para superar problemas coyunturales internos de abastecimiento y reanudar las exportaciones a Chile, quiere hacerlo incluso sin referéndum, pisoteando los compromisos que asumió en octubre, cuando hablaba con mucha humildad ante los movimientos populares.

Eso también ha cambiado. Hoy habla con mucha más autoridad de la que realmente tiene, pues va perdiendo credibilidad entre la clase media cada día en que adopta decisiones que retira casi de inmediato por la presión de cualquier sector, cada día en que dice una cosa y hace otra.

Así, promete recuperar la propiedad del gas, potenciar otra vez la empresa estatal del petróleo y aumentar los tributos sobre las transnacionales, pero en su nueva ley de hidrocarburos les garantiza la continuidad de todos su privilegios, les entrega el control absoluto y la propiedad de todas las reservas de gas y petróleo de Bolivia y modifica parcialmente los tributos pero sin obligarles a entregar más dinero al Estado.

Masivas protestas

Por eso son cada vez menos los que le creen, cada vez menos los que lo quieren. Y esto se ha visto hoy en Cochabamba, donde varios miles de trabajadores, urbanos y rurales, protestaron esta tarde contra sus políticas, contra la venta del gas a la Argentina, contra el Presidente y sus falsas promesas.

"Si el gobierno está pensando que con estas movidas políticas va a desinflar los movimientos sociales está muy equivocado", señalaron los dirigentes de la Central Obrera Departamental (COD) de Cochabamba.

En Potosí, cerca de cinco mil manifestantes participaron de la marcha, aglutinados bajo la misma consigna de que el gas no se vende si antes no se nacionaliza y se industrializa en el país. El dirigente de la COD, Gerardo Coro aseguró que los trabajadores de Potosí se habían puesto en pie de combate contra las transnacionales. "Esta es una guerra (...) el gas no se irá a la Argentina y Chile", agregó el dirigente minero Hilarión Choque.

En la ciudad de Oruro ocurrió algo similar. En cambio, en Santa Cruz, la protesta fue diferente, menos numerosa pero con una nueva proyección. Dirigentes de varios sectores laborales tomaron pacíficamente por casi una hora las instalaciones de la petrolera Transredes, exigiendo que paguen más impuestos por la explotación que hacen de los hidrocarburos nacionales. "Estamos haciendo una toma simbólica de estos predios (...) por hoy estamos solo dirigentes", dijo el ejecutivo de la COD, Gabriel Helwing.

Otro sindicalista, el dirigente fabril Edwin Fernández advirtió que "ya no se puede tolerar que las transnacionales impongan sus caprichos en nuestro país, que impongan condiciones en contra de los bolivianos (...) Hay que pararlos ahora".

Las protestas laborales también se hicieron sentir en otras ciudades menores, aunque en algunos distrito, como en Sucre, tienen previsto realizar recién este viernes las acciones definidas en el último ampliado sindical realizado en el distrito minero de Huanuni, la plaza fuerte del líder de la COB, Jaime Solares, que hoy además salió airoso de una fuerte campaña de desprestigio dirigida en su contra desde esferas gubernamentales.

Guerra sucia

En horas de la mañana, el más tenebroso y cruel dictador militar que conoció Bolivia, Luis García Meza, aseguró desde la cárcel de alta seguridad de Chonchocoro, donde cumple una pena de 30 años por delitos de genocidio, que el líder obrero Solares había sido un informante de las fuerzas represivas en 1980.

Esta denuncia, que ya había sido presentada hace varios años atrás por otras personas, fue amplificada ampliamente por casi todos los medios de comunicación, que dedicaron la mayor parte de sus noticieros para cuestionar la conducta del líder obrero, tratando de generar una corriente de opinión que anule la convocatoria y liderazgo de Solares, el que negó una y otra vez la denuncia del ex dictador.

En el Parlamento, varios diputados se pronunciaron en contra de Solares. Lo mismo hicieron los sindicalistas ligados al Movimiento al Socialismo (MAS) y a los partidos neoliberales. Sin embargo, en las calles de La Paz, el minero de Huanuni cosechó aplausos de los ciudadanos que observaban la marcha laboral y recibió una ovación de los trabajadores concentrados en la Plaza San Francisco.

Guerra a muerte

"Sabemos que este gobierno lacayo de las transnacionales quiere distraernos con sus discursos bonitos (...) han acudido al asesino y narcotraficante García Meza para destruir mi conducta sindical", dijo Solares.

Para la radical dirigente del magisterio urbano, Vilma Plata, "la derecha se está organizando frente al avance de los trabajadores, para frenar las movilizaciones, por lo tanto se debe mantener la unidad entre los trabajadores de base para vencer esa arremetida. La COB no son los dirigentes, eso es un equívoco, la COB somos las bases y las bases vamos a defender nuestra organización de la arremetida de la derecha". Los campesinos, a través del "Mallku" Felipe Quispe también respaldaron a Solares y ratificaron su adhesión al bloqueo nacional de caminos desde el 2 de mayo.

En la plaza de San Francisco, al cierre de la concentración laboral, el minero de Huanuni dejaba en claro lo que estaba pasando en Bolivia: "Esta es una guerra a muerte (...) La COB no se vende ni se alquila. La COB está para servir a los obreros, a los campesinos y a los pobres. ¡Viva la COB!, ¡Mueran las transnacionales!".

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