Tramparéndum
Por
Roberto Sáenz
Socialismo o Barbarie, 24/07/04
“Nos quieren hacer escoger si
queremos que nos peguen con un piedra o que nos peguen un tiro. Y
nosotros no queremos que nos peguen nunca más” (Florencio Cocarico,
dirigente campesino, Econoticias, 16/07/04)
El pasado domingo 18, se realizo en Bolivia el referéndum
sobre los hidrocarburos convocado por Carlos Mesa. En la edición
anterior, publicamos el material con el cual nuestros compañeros de Socialismo
o Barbarie de Bolivia batallaron contra el referéndum tramposo
(ver, Gane el Sí o el No, pierde el pueblo).
Como era de esperar, el referéndum
fue ganado por el gobierno, obteniendo en la mayoría de las cinco
preguntas una adhesión de entre el 75% (preguntas 1, 2, 3 y 5) y 50 %
de los votantes (pregunta 4).
Sin embargo, a pesar del triunfalismo gubernamental y de los
medios de comunicación burgueses, el resultado de este montaje
concientemente confucionista, es bastante mas contradictorio.
Porque según Econoticias, la suma de aquellos que votaron en blanco,
anularon o no fueron a votar, fue muy grande, casi del 60% del padrón
electoral. El total de ciudadanos mayores de 18 años con derecho
a voto en Bolivia es de 5.100.000. De ellos se inscribieron para votar
en este referéndum, sólo 4.4 millones. (En Bolivia, es necesario ese
trámite antidemocrático para poder votar).
De los inscriptos, alrededor de 600.000 votaron en blanco o
anularon el voto. Además, 1.800.000 inscriptos no fueron a votar
(cuando la abstención en las presidenciales del 2002 sólo fue de
algo mas de 1.000.000 y en 1997 fue de 900.000). Asimismo, como
dijimos, 640.000 ni siquiera se inscribieron en el padrón. Esto
suma unas 3.000.000 de personas, frente al 1.500.000 que votaron por
el Sí a las preguntas de Mesa.
Si
esto no se termina de ver de esa forma, es porque la altisonancia
bravucona de los dirigentes de la COB (que llamaron al “boicot” y
no hicieron nada para garantizarlo) dejó las calles tranquilas
durante todo el domingo 18. El evidente fracaso del boicot llamado por la dirección de la
Central Obrera Boliviana (y la manipulación de las cifras) dio
entonces la falsa impresión de un apoyo unánime al gobierno. Es que
las bravuconadas a la que nos tienen acostumbrados los dirigentes de
la COB, no constituye una política revolucionaria, sino
gesticulaciones que terminan muchas veces fortaleciendo a Mesa, como
cuando el fracasado anuncio de la “huelga general por tiempo
indeterminado” en mayo pasado.
El “boicot”
no puede ser menos que una acción activa para hacer fracasar
la elección, por la vía de impedir de manera efectiva que se
vote, es decir, que la elección se realice. Y esto sólo ocurrió
en puntos aislados del Altiplano y El Alto. Pero, al mismo tiempo, es
muy significativo el dato de los 600.000 que votaron en blanco o
anularon el voto, más las casi 800.000 personas que se sumaron a la
abstención (teniendo en cuenta el promedio “normal” de
abstenciones de las dos ultimas elecciones presidenciales. Si además,
se le agregan los casi 640.000 ciudadanos que ni siquiera se
inscribieron para votar, quedan cantidades igualadas entre los que
votaron por el Sí de Mesa y los que lo rechazaron de manera más o
menos activa.
Sobre la base de esta realidad, más contradictoria de lo
que parece a primera vista, habrá que seguir trabajando por
luchar contra del plan de reabsorción indolora y falsamente “democrática”
del Octubre boliviano. Las próximas etapas de esta plan son las
elecciones municipales de noviembre de este año y la anunciada
Constituyente (amañada) para el año que viene. Esta batalla política
comienza por hacer una interpretación de los resultados del
domingo.
El Referéndum como
mecanismo bonapartista
Inicialmente, el pedido de referéndum formó parte de la
batería de reivindicaciones democráticas de los movimientos sociales
y de lucha.
Pero
las consignas democráticas tienen un doble carácter, un doble
filo muy peligroso. A veces pueden ser movilizadoras y liberadoras, si
están encarnadas por las acción independiente y autoorganizada de
los trabajadores y los sectores popular. Pero también, en otras
ocasiones, pueden ser un mecanismo de reabsorción indolora,
reaccionaria y falsamente “democrática” de los procesos
revolucionarios.
Este es evidentemente el uso que ha hecho Mesa del referéndum,
apoyándose en el justo reclamo democrático del pueblo trabajador que
quiere decidir. Pero el problema de este tipo de instancias es quién
las convoca. Una cosa muy distinta es si una eventual
consulta popular es convocada las organizaciones del movimiento obrero
y popular. Y otra, si las convoca el gobierno burgués, con todos los
medios a su favor, y algo más...
Porque siempre, en el caso de un referéndum, la cuestión
generalmente se resuelve desde las mismas preguntas. El que hace
las preguntas, es quien tiene la llave del referéndum. Y esto es
lo que paso en Bolivia con el referéndum sobre el gas. El gobierno de
Mesa que formuló las preguntas, tuvo la posibilidad de manipularlas,
para hacer responder exactamente lo opuesto de lo que el pueblo
boliviano evidentemente quiere.
¿En este caso, cómo se armó la trampa? Recordemos que, en
un referéndum se contesta Sí o No a una o más preguntas. En este
caso, fue sencillo manipularlas: Votar por Sí implicaba el apoyo
al proyecto de nueva Ley de Hidrocarburos propuesto por Mesa.
Votar por No, aparecía como sosteniendo la continuidad de la vieja
Ley de Hidrocarburos del depuesto presidente Sánchez de Losada.
Por lo tanto, sólo quedaba como alternativa el voto en blanco, el
anulado o la abstención. Pero, además, no se había establecido
un piso mínimo de votantes para considerar legítima la consulta.
Así, las petroleras y el gobierno terminan ganando lo que era una
apuesta (en las condiciones de la actual coyuntura en Bolivia)
asegurada de antemano. Con esto, además, se hacía aparecer como el
sector “más activo”, al que votó por el Sí.
El pueblo quiere que el gas vuelva a sus manos, pero Mesa les
ha hecho votar que quede en manos de las transnacionales. Es que el
referéndum constituye –en estas condiciones– un mecanismo
bonapartista, antidemocrático, impuesto desde arriba, mecanismo
ya utilizado en otros momentos históricos para internar cerrar
procesos revolucionados bajo una apariencia democrática, como
ya se analizaba en el clásico trabajo de Marx, El XVIII Brumario
de Luis Bonaparte. En ese ejemplo estudiado por Marx, el mecanismo
del referéndum sirvió para entronizar un “Bonaparte”; es decir,
un gobernante autoritario que aparecía como decidiendo todo por
encima de las clases.[]
Aunque a Carlos Mesa no le da la talla para eso, trata sin
embargo de mostrarse como un gobierno que se coloca “por encima”
de todas las clases sociales del país. Mesa, al presentarse como
“por encima” de los dirigentes “radicales” de la COB pero
también de los sectores burgueses más reaccionarios de Tarija y
Santa Cruz (que son autonomistas respecto del Estado boliviano), hace
pasar, mediante este juego, la continuidad prácticamente intacta de
los intereses de fondo de las transnacionales.
En estas condiciones, ni la COB ni la CSUTCB (central
campesina dirigida por Felipe Quispe) lograron hacer nada realmente
coherente para enfrentar esa trampa. Se limitaron a llamar al boicot y
a “incendiar el país” en abstracto. De lo que se trataba, más
que de proclamas “inflamadas”, era de organizar una verdadera
campaña de esclarecimiento político entre las masas acerca
del significado del referéndum. Y, en ese marco político,
decidir la mejor táctica frente al mismo.
Nada de esto hicieron la COB, y mucho menos dirigentes como
Oscar Olivera, de la Coordinadora del Agua del Cochabamba, que llegó
a decir que “el referéndum está bien, lo que está mal son las
preguntas”.
Ahora viene la pelea por la “interpretación” del referéndum
confucionista.
Notas:
.-
Históricamente, este concepto, se refiere a Napoleón Bonaparte
que llego al poder hacia finales del siglo XVIII como liquidador
de la Revolución Francesa, aunque al mismo tiempo mantuvo lo
esencial de sus conquistas burguesas. Luego, a mediados del siglo
XIX, después de la Revolución de 1848, el sobrino de Napoleón,
Luis Bonaparte, vino a jugar una parodia asumiendo el poder luego
del fracaso de esa revolución. Terminó por entronizarse mediante
un referéndum en el cual logro el apoyo de los campesinos contra
los trabajadores de las ciudades. Sin embargo, utilizamos aquí el
concepto de “mecanismo bonapartista” sólo en el
sentido de mecanismo antidemocrático y operado arriba, y
no de que Mesa sería realmente un “Bonaparte”. Es que las
actuales relaciones de fuerzas entre las clases en Bolivia no le
dan hoy esa posibilidad.
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