"Guerra del
Agua" logra la salida de transnacional de El Alto
Por Julio Mamani
Conde
Bolpress, 12/01/05
Una de las ciudades más
pobres de Bolivia da otra lección de dignidad en la defensa de la
soberanía. Lucha organizada y pacífica donde no se recurrió ni al
disparo de cápsulas de gas logro asestar una herida significativa a
las trasnacionales. Supuestos conductores de octubre fueron
arrinconados por nuevos dirigentes. La Fejuve logró articular
movimiento contundente que cerco a la ciudad sede de gobierno. Los
alteños discuten cómo hacer una empresa donde se erradique el asalto
de los partidos políticos.
El Alto, (APA).- La
denominada Guerra del Agua, movimiento que fue bautizado el paro cívico
que se inicio el pasado lunes, donde no se disparo ni una sola cápsula
de gas ni hubo heridos, concluyó con la salida de la empresa
transnacional Aguas del Illimani (subsidiaria de la empresa francesa
Lyonnaise Eaux), el cual se constituye en una herida muy significativa
que le asestan a las empresas transnacionales en Bolivia, porque
consideran que la siguiente será Electropaz y otras subsidiarias
internacionales.
Bastaron sólo dos días
para que el gobierno encabezado por el presidente de la República,
Carlos Mesa que había amenazado con renunciar si es que los
movimientos se tornaban violentos, doble el brazo para ceder ante el
principal pedido de los alteños. La decisión fue precipitada por una
inusual prepotencia de los ejecutivos de Aguas del Illimani, que se
resistieron a rebajar el costo de la instalación de agua y
alcantarillado.
Si bien no hubo
confrontación para que el movimiento de los alteños sea catalogado
como una guerra, fue considerada como tal por el hecho de que los
vecinos estaban dispuestos a sacar si o si a la empresa transnacional.
Pese a un gran
despliegue de una campaña donde se pretendía marcar el movimiento de
los alteños como una tendencia de desestabilización de Mesa y que
estaba al servicio del ex presidente de la República Gonzalo Sánchez
de Lozada, los únicos que salieron maltrechos fueron los
representantes del gobierno, como el director de Prevención de
Conflictos Gregorio Lanza.
La propia
administración de Mesa comenzó a articular un frente organizado en
su contra con la aprobación del alza de los carburantes, ya que todas
las organizaciones sindicales y vecinales, comenzaron a agruparse
alrededor de la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve).
La expulsión de
Aguas del Illimani de El Alto, la reversión del decreto que dispone
el alza del precio de los carburantes, la aprobación de las Ley de
Hidrocarburos con nacionalización, el juicio de responsabilidades
contra Sánchez de Lozada y las demandas que no fueron respondidos,
lograron que las organizaciones alteñas se unan, pese a las
diferencias de sus dirigentes.
Heridas profundas
Desde que se hizo
cargo en El Alto, la empresa Aguas del Illimani cuidadosamente fue
abriendo heridas profundas en los alteños, cuyo odio se fue
expresando en apedreaduras a sus oficinas. Sin embargo, una muestra
del repudio contundente de los alteños a la presencia de la empresa
transnacional se dio en las jornadas de febrero de 2003, donde sus
oficinas de la Av. 6 de Marzo fueron saqueadas y quemadas.
Durante la
permanencia de la empresa, fueron los vecinos alteños que urgidos por
el servicio de alcantarillado pluvial se resignaron a conformar
cooperativas con sus propios recursos económicos. Los pobladores de
las villas de reciente asentamiento se resignaron vivir comprando agua
de cisternas porque el contrato de Aguas del Illimani no permitía que
se amplíen instalaciones.
Las tarifas fijadas
al cambio de la moneda estadounidense y el pago elevado por la
instalación de los servicios de agua y alcantarillado, fueron causas
permanentes de reclamo que se perdieron en las Oficinas de Defensa del
Consumidor (Odeco) que instalaron la Superintendencia de Servicios Básicos.
Enero, octubre con
dirección
Los alteños
volvieron a constatar que uno de las "armas mortales" que
tienen para conseguir sus demandas es el paro cívico indefinido,
medida que en octubre del año 2003 logro revertir la venta del gas a
costa de una virtual masacre donde perdieron la vida 80 bolivianos y
que provocó la caída del ex presidente considerado icono del
neoliberalismo de América Latina, Gonzalo Sánchez de Lozada.
El paro de las
jornadas de enero del 2005 tiene su diferencia de octubre del 2003 en
que los dirigentes tanto de la Fejuve como de la COR no dejaron la
conducción en ningún momento. Además, el actual gobierno no sacó a
las calles al ejército ni ordeno que se aplaque la medida a balas, ni
los dirigentes tuvieron motivos para apelar a la violencia para hacer
acatar la medida de presión. Sin embargo, el repliegue del
autotransporte sindicalizado, apoyo significativamente para que se
paralice a El Alto sin apelar a la violencia.
Nuevamente como en
octubre del 2003, los cruces y las ex trancas se convirtieron en
centro de debate y fortalecimiento de los piquetes de bloqueo.
La conducción de los
dirigentes, evitó que corrientes oportunistas que se autodenominan
como conductores de octubre y los gonistas, que se dispersaron para
poner su toque sutil de la renuncia inmediata de Mesa, hayan influido
en la movilización.
Sobre la base de que
no se de ninguna oportunidad de que los partidos políticos ni las
agrupaciones ciudadanas obtengan un gran botín sobre el organismo que
administrará el servicio de agua y alcantarillado en El Alto, los
alteños deben optar por una empresa nacional o una cooperativa con un
control social rígido, para no repetir las amargas experiencias de la
Cooperativa de Teléfonos de La Paz (Cotel) y del Consejo de
Desarrollo Institucional (CDI) de la Universidad Publica de El Alto (UPEA).
El Alto, reducto de
la defensa de la soberanía
El Alto que en el
pasado fue considerado como una barrio más de la ciudad de La Paz,
hoy con sus más de 700 mil habitantes y que está considerada como
una de las poblaciones más pobres de Bolivia, se ha constituido en un
nuevo centro de defensa de la soberanía del país, donde
sindicalistas y políticos de izquierda acuden para aprender de la
unidad y fortaleza de lucha que tienen.
Una de las ciudades más
pobres de Bolivia acaba de dar otra lección de dignidad en la defensa
de la soberanía y de los recursos naturales: que es posible en base a
la unidad doblar el brazo a un gobierno sin cegar ninguna vida.
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