Arde Bolivia

 

Todo el apoyo al paro cívico de nuestros hermanos alteños

La pelea continúa... Fuera  Aguas  del  Illimani

Por Carla Punkoya y Alem Rosi
Socialismo Revolucionario nº 0, marzo 2005
periódico de Socialismo o Barbarie Bolivia

"En nombre de quienes lavan ropa ajena, y expulsan de la blancura la mugre ajena.
En nombre de quienes cuidan hijos ajenos y venden su fuerza de trabajo en forma de amor maternal y humillaciones.
En nombre de quienes habitan en vivienda ajena, que ya no es vientre amable,
sino una tumba o cárcel.
En nombre de quienes comen mendrugos ajenos y aún lo mastican con sentimiento de ladrón.
En nombre de quienes viven en un país ajeno. Las casas y las fábricas y los comercios.
Y las calles y las ciudades y los pueblos y los ríos y los lagos
y los volcanes y los montes, son siempre de otros. Y por eso está allí la policía y la Guardia cuidándolos contra nosotros.
En nombre de quienes lo único que tiene es hambre, explotación, enfermedades,
 
sed de justicia y de agua, persecuciones, condenas, soledad, abandono, muerte...
Yo acuso a la propiedad privada de privarnos de todo."  (Roque Dalton)

Lecciones de una lucha inconclusa 

Todos vimos durante la última década del siglo XX en América Latina como miles de talleres y fábricas cerraban sus puertas. Millones y millones eran echados a la calle y millones y millones de familias quedarían de ahí en más en la pobreza. Vimos como los Parlamentos latinoamericanos  hipotecaban el futuro de miles de trabajadores votando leyes de ajuste y la flexibilización laboral, como el 21060 aquí.

Todos vivimos la entrega, por parte de los gobiernos, de nuestro patrimonio y recursos naturales a las transnacionales mediante escandalosas privatizaciones. Cumpliendo así al pié de la letra las exigencias del imperialismo.

El mismo discurso se escuchaba de boca de presidentes, empresarios, funcionarios y políticos tradicionales. Nos decían que era el mejor camino hacia el primer mundo. La realidad latinoamericana grita. Más que una entrada al primer mundo, se dio vía libre para que el imperialismo terminara de adueñarse de lo nuestro. 

Bolivia como parte de esta realidad

En el Cono sur, les tocó cumplir la tarea a Menem en Argentina, a Collor en Brasil,  Fujimori en Perú, entre otros. En nuestro país, fue durante el primer gobierno de Goni (1993-1997) que,  con las leyes de Capitalización y de hidrocarburos, se entregaban los recursos naturales y los servicios, (incluidos los básicos, como agua y luz), a las transnacionales. En el caso del agua, en julio de 1997 mediante Decreto Supremo 24663 se otorgó por 30 años, la concesión del servicio de agua potable y alcantarillado de La Paz y El Alto a la Multinacional francesa  Aguas del Illimani.

Hacia fines de esa década se empezaba a respirar otro aire. Primero vino Ecuador, después Argentina, y siguió Bolivia... Comenzaba un nuevo período de la lucha de clases en Sudamérica signado por un componente de rechazo y cuestionamiento general de los pueblos del continente al saqueo imperialista.

La lucha de El Alto

Por ello hoy,  apoyar la lucha de los hermanos alteños para expulsar de una vez por todas a Aguas del Illimani, es de suma importancia, para los trabajadores y el pueblo de Bolivia, y para el resto de la región. Porque expresa en pleno siglo XXI  la pelea por acceder a un servicio tan elemental como es el agua. Porque cuestiona y enfrenta, en los hechos,  tanto la depredación de las transnacionales, enriquecidas  con la pobreza de nuestra gente,  como la complicidad del gobierno de Carlos Mesa para que esta  situación se mantenga. En El Alto, una de las ciudades más pobres de Bolivia, miles de habitantes no acceden al agua potable ni al alcantarillado. Obviamente que la empresa (como las demás transnacionales) sin invertir un peso y cobrando elevadísimas tarifas, nunca dejó de obtener millonarias ganancias gracias a la complicidad de los distintos gobiernos que se fueron sucediendo, incluido hoy el de Mesa.

Enero del 2005: Primer capítulo de la guerra del agua

Un mes atrás nuevamente El Alto se convertía en el campo de batalla, esta vez para librar "la guerra por el agua".

El paro cívico indefinido aprobado a fines del 2004 por Fejuve El Alto demandando la rescisión del contrato con Aguas del Illimani, fue agudizado y fortalecido por el decreto que aprobó el alza de los precios de los carburantes anunciado por Mesa en los primeros días del año. Medida que provocó una oleada de protestas a lo largo y ancho del país. Organizaciones campesinas, sociales y sindicales de La Paz y El Alto acordaron entonces concretar a partir del lunes 10 de enero un paro cívico por tiempo indefinido por la expulsión de la empresa Aguas del Illimani y el rechazo al alza de los precios de los carburantes.

Dos días de paro cívico contundente se cumplieron en El Alto y Santa Cruz.  Multitudinarias marchas, bloqueos y paros sectoriales en ciudades como Oruro, Potosí y Cochabamba clamaban también por las mismas reivindicaciones.

La maniobra del gobierno. Dar algo para no perder todo

No quedaron dudas de que la furia popular, más los días de paro cívico exitoso, amenazaron la estabilidad del gobierno de Mesa y lo pusieron contra la pared, obligándolo a ceder en  o que respecta a Aguas del Illimani.

Enfrentado a la posibilidad de otro estallido como el que derribó  a Goni, el gobierno de Mesa concedió algo para no perder todo. Principalmente, quedarse en el poder, poner a salvo sus medidas económicas pro petroleras para continuar garantizando la entrega del gas y el petróleo a las trasnacionales y desactivar simultáneamente la huelga en El Alto y la creciente convulsión política y social desatada en Santa Cruz, donde quedó demostrada la intención de las elites empresariales del oriente de usar un justo reclamo sentido por las masas para imponer y defender sus intereses como clase dominante.

Días antes de iniciarse las medidas de presión las autoridades afirmaban no estar dispuestas a terminar el  contrato con la empresa. Bastaron dos días de paro para que el gobierno mediante decreto supremo se comprometiera a iniciar la rescisión del contrato con la transnacional. La conjetura del gobierno de prometer la terminación del contrato para desactivar la protesta de los alteños, en medio del clima de convulsión social que vivía (y vive) el país, puso de manifiesto su claro propósito; que El Alto se olvidara del diesel y la nacionalización del gas.

Las direcciones del movimiento de masas

Frente a la propuesta del gobierno, la decisión de los sectores en lucha fue levantar el paro para evaluar la misma. Lamentablemente, las direcciones de los organismos de masas obreros y populares han vuelto a hacer lo de siempre: discursos revolucionarios, medidas de presión aprovechando la combatividad de las masas... y luego negociar frenando los movimientos a cambio de promesas y migajas.

Marzo del 2005. Segundo capítulo de la guerra del agua

Pasó más de un mes desde que el gobierno obligado por la presión popular aprobó el decreto para expulsar a la empresa.  Y, como si no hubiera pasado nada, y como sucede  recurrentemente en el país en cada conflicto, la empresa continuó lucrando y  la promesa del gobierno no se cumplió.

Frente a esta provocación la reacción alteña no se hizo esperar.  El Alto retoma la pelea para expulsar definitivamente a la transnacional con un paro cívico que se mantuvo durante tres días y se fue radicalizando paulatinamente. En este punto cabe mencionar el papel traidor y cómplice con el gobierno del gremio del transporte, negándose a parar, dirigidos por un burócrata pro gobierno como Ángel Villacorta de conocida filiación al MNR.

Los argumentos del gobierno para volver a justificar su incumplimiento son siempre los mismos: "los contratos no se pueden romper", "las inversiones extranjeras son necesarias", "la culpa siempre es de la gestión anterior",  "costaría fortunas expulsar a Aguas del Illimani", etc. Y, o casualidad, estos argumentos son compartidos tanto por Paredes (que de traidor no tiene nada, pués su identificación con los intereses privados y extranjeros no es nueva), por los empresarios y todos los funcionarios (todos los que han pasado por la superintendencia en este caso), burócratas sindicales y políticos de los partidos tradicionales. Que siempre, de una u otra  manera, sus propuestas y soluciones  apuntan a dilatar, desvirtuar o contener las luchas, para que la situación en favor de los intereses de las transnacionales se siga manteniendo.

Estos argumentos enfurecen aún más frente a la triste e indiscutible realidad de Bolivia.  Donde una minoría poderosa vive a costa del trabajo, la marginalidad, pobreza y exclusión de la inmensa mayoría del pueblo boliviano. Pués entonces la indemnización ya se ha pagado varias veces, y con creces, con años de saqueo imperialista y explotación capitalista.

Aprender de la experiencia y redoblar la lucha

Lamentablemente los tres días de paro no alcanzaron para cumplir el objetivo de expulsar a Aguas del Illimani.  Y a pesar de que a nivel general, y  en El Alto en particular, se había sacado la correcta conclusión de que todo se trataba de un chantaje, las direcciones resolvieron levantar las medidas, otorgando una "gratuita" tregua ", por tres meses.  Capitulando así frente a  la maniobra  planteada por Mesa en su discurso  del 6 de marzo en el que presentaba su renuncia y colaborando a que continúe en su cargo. En esos días escribíamos;  "Carlos Mesa presentó su "renuncia": es un chantaje contra la lucha de los hermanos alteños. Lo que buscar es hacerlos retroceder y derrotarlos. No podemos aceptar esta imposición. .. " (Ver Declaración completa de SoB Internacional).

Como en enero,  cuando el gobierno, ahogado por la movilización  resolvió sacrificar el tema del agua ofreciendo rescindir el contrato con Aisa con el claro objetivo de desviar  la mirada del aumento del diesel y desactivar  la lucha que venía creciendo en el país, en marzo, con una nueva maniobra, logró frenar nuevamente al pueblo alteño en su lucha contra la transnacional.

Frente a un gobierno que continúa demostrándose como un fiel defensor de los intereses de las transnacionales, se hace más que necesaria la unidad y coordinación de todos los sectores en lucha. Levantando un único pliego que recoja las reivindicaciones de todos,  y no solo de alguno de los sectores en lucha. Es que, de lo que se trata es ponerse al frente de la lucha, tratando de convencer y ganar para esta pelea a la mayoría de la población alteña, aún hoy confundida gracias a la campaña del gobierno, los empresarios y los medios, acusando al movimiento de desestabilizador, o que se le estaría haciendo el juego al MNR, como afirmó Filemón Escobar, uno de  los  máximos traidor es a  la lucha obrera y popular. O sosteniendo que los paros provocan millonarias pérdidas. Todo con la intención de confundir a nuestra gente para dividir y desactivar la protesta del movimiento obrero, originario, campesino y  popular.

Compañeros, la experiencia nos ha mostrado quien es quien en esta pelea y cual es el camino para lograr el triunfo. Nos muestra que no se puede confiar ni un minuto más en el gobierno de Mesa.  Solo con la movilización independiente de las masas y decidiendo todo democráticamente desde las bases,  se puede imponer (si, imponer) una salida favorable y en beneficio de la mayoría trabajadora

La experiencia en curso nos muestra que el agua es sólo un episodio en esta pelea que marcó con sangre el octubre boliviano: recuperar el dominio del gas y los recursos naturales bajo control de los trabajadores y el pueblo. Para poder poner  todo al servicio de la necesidad de la gente y no de la ganancia de pocos. ¡Fuera ya  Aguas del Illimani! ¡Nada de indemnización! ¡Fuera Pepelucho, defensor de las transnacionales!

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