La segunda renuncia de Carlos Mesa
Por Roberto
Sáenz
Socialismo
Revolucionario nº 0, marzo 2005
Periódico de Socialismo o Barbarie Bolivia
En menos de 10 días el presidente de
Bolivia ha batido todo un récord: ha renunciado dos veces. Ante la
primera, logró ser ratificado por el Congreso. Ahora este último ha
rechazado su exigencia de que convoque a elecciones generales
anticipadas para el 28 de agosto. En estas condiciones, Mesa ha
decidido seguir, aunque ahora debilitado luego de tantas volteretas.
¿Qué es lo que ha estado detrás de este juego de
peligrosas maniobras que ha venido llevando adelante Carlos Mesa en
las últimas semanas? El intento de obtener los atributos para poder
seguir gobernando evitando la apertura de una nueva crisis
revolucionaria como la que se vivió en octubre del 2003.
Al cierre de esta edición y a pesar de la incertidumbre de
estas horas, luego de un nuevo discurso al país en la madrugada de
hoy jueves 17/3, Mesa afirmó que continúa al frente del gobierno. Al
mismo tiempo, Evo Morales ha hecho votar en un ampliado de las 6
Federaciones Cocaleras del Chapare el levantamiento de los bloqueos
“para no seguir incomodando a la población” y el
“encaminamiento de la lucha hacia las elecciones de
Constituyentes”. Así parece que finalmente –y como forma de
evitar que el país caiga en un “vacío de poder”– todo el mundo
(partidos patronales, Mesa, MAS de Evo, Fejuve de El Alto, etc), ha
acordado –de hecho– volver a insistir en la continuidad de Mesa.
Han realizado esto rechazando su tentativa de legitimarse mediante
elecciones generales anticipadas, elecciones que a la mayoria de los
aparatos políticos no les convenían.
La crisis política está, sin embargo,
muy lejos de haberse resuelto. Más bien lo más probable es lo
contrario ante la magnitud de la misma, sin parangón en toda la región
sur de América Latina. Crisis que ha movilizado y vuelto a movilizar
a gobiernos como el de Kirchner y Lula (bajo los auspicios de Bush) en
la búsqueda “de una salida consensuada” que reafirme a Mesa. Un
conflicto profundo que nos hace prever, de manera casi inevitable, nuevos
choques políticos y de clases en las próximas semanas.
Drama en cuatro actos
La Bolivia de los últimos días ha sido
una nueva muestra de los cambios de frente que ocurren en oportunidad
de situaciones de extrema crisis política. Se puede decir que ha sido
como un drama en cuatro actos, en los que se han sucedido momentos
de acción y reacción sin que ninguno de los contendientes haya
logrado imponerse de manera decisiva. [1]
Primer acto:
el 2 de marzo comenzaba un nuevo paro cívico en El Alto, que fue
creciendo en intensidad y adhesión con el correr de los días, al
punto de obligar a la maniobra de Mesa, que presenta su primera
renuncia la noche del domingo 6 de marzo.
Al pueblo alteño se le fueron sumando
los bloqueos en el interior del país, sobre todo en torno a la ciudad
de Cochabamba y la región del Chapare, así como en rutas que van de
Santa Cruz hacia la frontera argentina.
En este primer acto, las acciones de masas
llegaron a madurar tanto como para que Mesa señalara que se estaba
“frente a un clima similar al previo a la rebelión de octubre”.
Segundo acto:
tras la primera “renuncia” de Mesa, se ve que en realidad, se
trata de un chantaje para lograr su ratificación. Esta ratificación
busca superar su debilidad política a partir de la firma de un
“Pacto de Unidad Nacional” por parte de todos los partidos
alrededor de un programa presentado por el propio presidente.
El martes 8 es ratificado por unanimidad
por el Congreso, con la participación incluso de los legisladores del
MAS de Evo Morales y el MIP de Felipe Quispe, que sostienen la
continuidad de Mesa en vez de sostener la pelea por echarlo. El
gobierno parecía retomar la iniciativa.
Tercer acto:
el “Pacto de Unidad Nacional” que pide Mesa es firmado por los
partidos patronales de la ex “megacoalición” gonista (MIR, MNR,
NFR, ADN y UCS), pero para no “incendiarse” frente a los
movimientos sociales, el MAS y el MIP se niegan a hacerlo [2], esto
es, se cuidan de firmar un pacto de apoyo político al gobierno.
Por el contrario, firman un acuerdo
(“Pacto por la defensa de la Dignidad y la Soberanía Nacional”)
entre las principales direcciones del movimiento de masas: Jaime
Solares de la COB, Evo Morales por los cocaleros, Felipe Quispe de la
CSUTCB, Mamani por la Fejuve de El Alto, Oscar Olivera por la
Coordinadora del Gas, etc. El pacto supuestamente tiene el compromiso
de continuar la lucha en curso. Simultáneamente, El Alto levanta su
paro cívico y da una tregua a Mesa por tres meses, aun sin lograr
echar a Aguas del Illimani. Por su parte,
el 16 las Federaciones Cocaleras levantaron los bloqueos de
rutas, aduciendo la necesidad de dar una “tregua” en la batalla
por la ley de hidrocarburos, a la espera de que el Parlamento
finalmente eleve las regalías al 50%. [3]
Cuarto acto:
sintiéndose “traicionado” por el Congreso, que finalmente hace
votar en Senadores un
proyecto de ley con matices respecto al que él quería, Mesa dice que
el Pacto de Unidad Nacional “no ha durado ni una semana” y el
martes 15 por la noche presenta su segunda “renuncia”, planteando
la exigencia al Parlamento a que convoque las elecciones anticipadas.
Esta exigencia es rechazada y Mesa decide continuar en el gobierno,
apoyándose en el levantamiento de los bloqueos de rutas, sobre todo
por responsabilidad de Evo Morales,
Sin embargo, nadie parece haber salido
ganador aún. Todavía no se ha introducido una modificación profunda
en la relación de fuerzas en un sentido u otro, y más bien la
situación parece ir hacia nuevos y agudos choques entre las clases
como ya hemos señalado. Esto más allá de que las direcciones del
movimiento de masas (con Evo Morales a la cabeza, seguido por Mamani,
Solares y Quispe) realmente tuvieron en sus manos la posibilidad de
echar a Mesa e imponer una Constituyente libre y soberana garantizada
por la movilización de las masas en las calles. Pero al contrario, todos
han sostenido alguna variante de salida “institucional” y
colaborado en la permanencia del gobierno de Mesa, levantando el Paro
Cívico de El Alto y los bloqueos.
Una vez más, en gran medida han
traicionado una lucha que venía creciendo de manera irresistible,
y renunciado a la posibilidad de una salida independiente en manos de
los explotados y oprimidos. Esto en la búsqueda de una salida dentro
del régimen, a la medida de las necesidades electoralistas del MAS.
Desbloquear la gobernabilidad
Con su último discurso, Mesa ha
afirmado que continúa en el gobierno. Lo ha dicho, amparándose en
“el desbloqueo objetivo” de los cortes de ruta. Pero su maniobra
política –comenzada el domingo 6– pretendía ir más lejos:
buscaba la convocatoria a elecciones anticipadas para el 28 de agosto.
En ellas pensaba presentarse como candidato a presidente por una
coalición de diputados y senadores. Y, sobre todo, de algunos de los
intendentes de las ciudades más importantes que hoy lo respaldan,
como es el caso de Juan del Granado de La Paz y “Pepelucho”
Paredes de El Alto. O sea, por el partido de los “independientes”,
de las clases medias urbanas.
A decir verdad, con su primer renuncia
había intentado “desbloquear” su gobernabilidad sin llegar al
extremo de la convocatoria a elecciones anticipadas. Como él mismo lo
ha señalado en su último discurso al país (madrugada del 17 de
marzo), lo que buscaba y busca es “desbloquear” el impasse
existente en su gobierno, en la “gobernabilidad”. Porque no hay
que perder de vista que el gobierno de Mesa es un gobierno sin
partido propio, que se apoya en las encuestas de popularidad. Pero
sobre todo en el sostén dado luego del 17 de octubre del 2003
fundamentalmente por el MAS de Evo Morales, así como en las
reiteradas “treguas” de los dirigentes de las organizaciones de
masas y los viejos partidos de la megacoalición gonista en el
Parlamento. Un gobierno que en las últimas semanas había queado
“en el aire” producto de la polarización de la cituación entre
el polo reaccionario de la burguesía cruceña y los movimientos
sociales.
En este contexto de polarización
creciente azuzada por el propio Mesa, éste es ratificado en el
Congreso el 8 de marzo, pero sin que esto signifique realmente que
se le concedieran los atributos políticos para poder gobernar, dada
la continuidad de los enfrentamientos que polarizan los intereses de
la burguesía y el imperialismo contra los de los explotados y
oprimidos del altiplano y todo el país.
En estas condiciones, esgrimiendo el
apoyo de las clases medias de las ciudades y mostrando encuestas en su
favor, Mesa habló de la paradoja de tener “el apoyo mayoritario de
la población y no poder gobernar”. La maniobra se intentó
completar: la convocatoria a unas elecciones anticipadas en las que
pretendía presentarse como candidato presidencial y tratar de obtener
así una base política propia para poder gobernar. Esta
fué la razón final de la última maniobra mesista y del coro de
parlamentarios adictos (el “bloque patriótico”) que lo acompaña.
Pero fracasó en esto, porque a los viejos partidos parlamentarios y
al MAS no les convenía el adelanto de las elecciones,
Sin poder completar su maniobra, Mesa ha
optado por continuar. Pero en cierto modo como su ratificación lo había
fortalecido, su última pirueta lo deja debilitado, aún a pesar de
como lo favorece el levantamiento de los cortes y la lucha alteña.
Porque para que se afirme Mesa, necesita
derrotar a los movimientos de lucha obreros, originarios y campesinos,
cosa que para nada ha ocurrido: solo se ha suspendido la lucha.
Y es por esta razón de fondo, que parte
de los actos de este drama ha sido el intento de movilización
reaccionaria de las clases medias contra los “bloqueadores”.
“El que no salta es bloqueador”
El domingo 6, ante la presentación de
su primera “renuncia”, y nuevamente el jueves 10, a partir de la
convocatoria presidencial, en las principales ciudades como La Paz,
Cochabamba y otras el gobierno intentó movilizar a su favor a las
clases medias del país. Al son de “el que no salta es
bloqueador”, logró juntar unas 4000 personas frente al Palacio de
Gobierno en la Plaza Murillo de La Paz.
Si se tiene en cuenta que en esta misma
ciudad, en oportunidad de las marchas que bajan de El Alto a La Paz,
se movilizan alrededor de 100.000 personas, está claro que su
base de apoyo militante es más bien escuálida y que esta
maniobra (difundida y resaltada por todos los medios de comunicación)
en gran medida fracasó.
Sin embargo, es importante dar cuenta de
la dinámica de clases de esta movilización de las clases medias y
del peligro que potencialmente implica. A diferencia de otros países
de Latinoamérica, se combinan tanto el componente más estrictamente
político con lo social e incluso étnico–racial que la hacen
distinta, más reaccionaria que lo habitual.
En todos los procesos revolucionarios la
clase media tiende a dividirse en segmentos más a
derecha y otros más a izquierda. Incluso en la Argentina de los últimos
años –sin llegar al grado de polarización de Bolivia–, es un
hecho que una cosa es el segmento de clase media “progresista” hoy
todavía embelesada con el gobierno de Kirchner, y otra el sector que
es interpelado por las reivindicaciones de seguridad de Blumberg.
En el caso boliviano se suma otro
componente: el étnico y / o racial. Las clases medias
bolivianas tienen una suerte de desprecio por el trabajador de la
ciudad y el campo al que consideran “inferior, indio y cholo”.
Decenas de reportes periodísticos han informado cosas como las
siguientes: “una mujer de pollera cargada de su pequeño hijo de
apenas un año de edad lloraba desesperada, pues fue blanco de
agresiones físicas por parte de los jóvenes marchistas que la
confundieron con una cocalera: ‘Ustedes los cocaleros sólo vienen a
la ciudad a perjudicar, son campesinos, no entienden, parecen ovejas o
llamas con coca en su boca’”.
Este componente social se expresa en los
Comités Cívicos de la burguesía cruceña; en los jóvenes de la
zona norte, cívicos y militantes movilizados por las agrupaciones
ciudadanas de Cochabamba; en las manifestaciones de los llamados “pañuelos
blancos”, que terminaron en esa ciudad en un enfrentamiento con
desocupados y universitarios en la Plaza 14 de Septiembre o en la
Plaza Murillo de La Paz.
“El presidente sabe que no podrá
contener la movilización (...) La estrategia es apelar al ciudadano
urbano y de clase media y de esta forma conformar un colchón
social que se enfrente al sector ‘bloqueador’ (...).
‘Mano dura, mano dura’ gritan miles de personas en la Plaza
Murillo, pidiendo al Presidente que ponga orden en el país”. [4]
Mesa busca apelar justamente a esa veta
de una clase media con terror a que sus posiciones de privilegio en
las ciudades se vean “asaltada” por el cerco de los “indios”.
Esto es, por los trabajadores y originarios habitantes de las ciudades
proletarias como El Alto, movilizadas al calor del actual proceso
revolucionario. Sobre esta base social es que Mesa pretende conformar
su propio partido, aún a pesar de que no pudo imponer las elecciones
anticipadas,
Congreso de Bases
El MAS y el MIP no firmaron el Pacto de
Unidad Nacional que exigía Mesa, pero sí apoyaron su “continuidad
institucional”. Mamani, de la Fejuve de El Alto, señalaba que
“nunca habían pedido la renuncia de Mesa”, porque si se iba, “a
quién le iban a reclamar”. Es evidente que estas organizaciones y
sobre todo Evo Morales llevaron a cabo la maniobra de disfrazar su
sostén al gobierno y al
régimen capitalista en momentos que en la movilización estaba
suficientemente madura para echar a Mesa. Y por esto razón, le
impusieron una derrota parcial y gratuita a la movilización,
que no se desprendía del conjunto de la situación.
A esto se la ha sumado el levantamiento
del paro cívico alteño y la tregua concedida a Mesa por tres meses
por la Fejuve, aun a pesar de que no se logró que Aguas de Illimani
se retire de El Alto y La Paz. Una tregua similar
le ha sido acordada por los cocaleros al gobierno, que a partir
del 16 levantaron los cortes de ruta, a pesar de que el miércoles 9
Morales, Solares, Quispe y otros dirigentes habían firmado el
“Pacto por la Soberanía” por el cual se comprometían a enfrentar
de manera unida a Mesa. Se ve que estos “pactos de lucha” de los
dirigentes duran poco...
Sin embargo, a pesar de todo sin
otorgarles ninguna confianza, tomémosles la palabra. El
acuerdo entre las organizaciones de masas es imprescindible
para desarrollar la lucha obrera y popular contra el gobierno y por
una salida de los trabajadores. Entonces, lo que hay que exigir e
imponer es que se realice un verdadero Congreso de Bases de la COB,
la CSTCB, las Federaciones Cocaleras, las Fejuves y la Coordinadora
del gas. En la perspectiva de conformar un verdadero organismo
democrático de lucha obrero, campesino, originario y popular que
pueda superar la actual fragmentación entre los organismos de masas
así como a las actuales direcciones, para abrir la perspectiva de una
lucha consecuentes y un gobierno de las organizaciones de masas.
Ni Carlos Mesa ni elecciones anticipadas
Huelga General y Constituyente revolucionaria ya
La convocatoria a elecciones anticipadas
por parte de Mesa eran una trampa evidente, e iban a ser convocados
por un Congreso repudiado y desprestigiado. El plan era hacer de
manera simultánea, la elección presidencial y la parlamentaria, con
esos mismos senadores y diputados oficiando de constituyentes.
Pero si realmente la Constituyente es la
que debe discutir la “Refundación de Bolivia”, ¿cómo es que
el sistema político seguiría prácticamente igual, e incluso
votado y funcionando de manera preexistente?
Reiteramos: era una maniobra
total. Apuntaba a mantener prácticamente sin cambios toda la
actual institucionalidad, atando, pactando y amañando la
Constituyente (que sería así completamente tramposa) que pudiera
convocar este parlamento y Mesa. Se trataba de hacer pasar un
acuerdo que deje incólumes las bases del capitalismo semicolonial
boliviano, relegitimando y emparchando sus actuales instituciones.
Por el contrario, una verdadera Constituyente
libre y soberana (y por tanto, revolucionaria) sólo puede surgir
de una elección ampliamente representativa, sobre la base de la
liquidación completa del actual régimen político, sin
elecciones a presidente y nuevos parlamentarios para instituciones
preexistentes que condicionen todo el proceso.
Sin embargo, la continuidad de Mesa en
el gobierno obligada por la cueva de bandidos del Congreso, no lo es
menos. Esta continuidad solo ha sido posible porque Evo Morales, la
Fejuve y las demás organizaciones obreras y populares, en vez de
profundizar la lucha como se habían comprometido, levantaron la
lucha justo cuando la misma se estaba profundizando.
Hay que volver a la pelea por echar con
la lucha en las calles a Carlos Mesa: ni un minuto más puede la clase
trabajadora boliviana soportar a un gobierno que ya se quizo ir dos
veces y ha traicionado abiertamente la “agenda de octubre”. Pero
tampoco se puede seguir soportando el Congreso gonista de la “megacoalición”.
La verdadera salida solo puede venir de
volver a las calles y las rutas,
echar a Mesa y al corrupto congreso, en la perspectiva de una
constituyente verdaderamente Libre y Soberana, vale decir
revolucionaria.
La misma solo podrá ser garantizada y
convocada sobre la base no de dar “treguas” para sostener a
Mesa y esta corrupta democracia de los ricos, sino de la más
amplia movilización de masas y la expulsión revolucionaria de
Carlos Mesa del gobierno, así como el cierre del actual Parlamento.
Esta es la tarea esta que puede y debe estar en manos de las
organizaciones de masas, de un Congreso de Bases de la COB,
CSUTCB, Fejuve y demás organizaciones de masas que de manera
provisoria se hiciera cargo del poder.
Notas:
1. Desde el punto de vista
superestructural, muchos analistas señalan que tanto Mesa como
Morales han salido debilitados de la crisis, aunque para nosotros lo
decisivo no es eso, sino cómo han quedado las relaciones de fuerza
mas generales entre las clases. En este sentido, no parece haber
habido modificaciones sustanciales. Más bien insistimos en que el
escenario a corto plazo es de nuevos choques y gran
polarización social y política.
2. Esto lo reconoce el propio Evo
Morales, que en un reportaje admitió que “si firmaba, el sector
social nos sacaba la mugre”. Redacción de La Prensa (Bolivia),
13–03–05.
3. Hay que aclarar que ni Mesa ni
tampoco el MAS levantan el reclamo de la nacionalización inmediata y
sin indemnización de los hidrocarburos. El proyecto de ley del MAS sólo
reclama un pago mayor de regalías. Toda la discusión se plantea bajo
la forma tramposa y encubierta de polarizar todo alrededor del 18% de
regalías como quiere Mesa, o el 50%, como pretende el MAS. Por su
parte, el Parlamento votó, al cierre de esta edición, una versión
intermedia entre ambas posiciones: el 18% de regalías, como quiere
Mesa, más el 32% de impuestos, pero a pagar de una vez y no
deducibles de otros impuestos, no en cuotas y con deducciones como
pide Mesa.
4.
Bolpress, 7–3–05.
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