Los problemas siguen siendo los mismos, pero sus
seguidores dicen que ya no volverá a hablar de renuncias
Mesa ahora quiere quedarse, pero no dice cómo garantizará
la gobernabilidad
Por Osvaldo Calle Quiñonez
Bolpress, 18/03/05
Al final de un nuevo episodio de la cuasi novelesca
historia presidencial de los últimos días, Carlos Mesa decidió
quedarse como presidente. En un parco discurso, sin la emotividad ni
la extensión de los últimos en los que incluso llegó a renunciar,
el mandatario dijo que no le dará la espalda al país que le acompaña,
aunque no dijo cómo garantizará la gobernabilidad frente a un
Congreso, al que insiste en atacar, los movimientos sociales para los
cuales Mesa es un defensor del interés de las transnacionales y,
ahora, también frente a la crítica de los analistas que consideran
que uno de los problemas del presidente, es el mismo presidente.
Mesa, convertido en el presidente que más veces amenazó
con renunciar a su investidura, ahora se enfrenta a las consecuencias
de las ya consideradas "impulsivas acciones".
Desde octubre de 2003, la antipatía que el mirista
Hormando Vaca Diez —uno de los políticos que respaldó a Gonzalo Sánchez
de Lozada durante las jornadas sangrientas de Octubre— provoca en la
población se habían convertido en el seguro de Mesa para mantenerse
en la presidencia.
Fiel al estilo de Gonzalo Sánchez de Lozada, Mesa creyó
e hizo creer a muchos que sin él la democracia se terminaba en
Bolivia. Por esta razón, muchas veces amenazó con presentar su
renuncia si no se hacía lo que él quería.
"Chantaje" para frenar la Ley de Hidrocarburos
El 6 de marzo, pasó de la amenaza a los hechos y presentó
su renuncia ante el Congreso, posición que fue interpretada como un
"chantaje" para evitar la aprobación de la Ley de
Hidrocarburos.
Si el Congreso no acepta una agenda mínima, renunciará
de manera irrevocable, dijeron sus allegados.
Con esa amenaza de por medio, buscó el apoyo de los
partidos políticos, aquellos a los que el orgulloso presidente había
desdeñado, y logró que la Nueva Fuerza Republicana (NFR) cambie su
posición de pedir el 50% de regalías en el negocio petrolero.
En su arrebato de la primera semana de marzo, Mesa se
peleó con el MAS y la Federación de Juntas Vecinales de El Alto, a
cuyos líderes atacó y responsabilizó de la crisis. El ataque obligó
a una radicalización del MAS que volvió a sus orígenes y participó
en masivos bloqueos de carreteras, aquellos que pusieron en jaque a un
presidente quien —no está claro si porque no quiso o porque no
pudo— no ordenó reprimir los bloqueos, como normalmente lo hicieron
sus antecesores.
En la noche en la que la Cámara de Diputados se
aprestaba a aprobar la Ley de Hidrocarburos, en un esfuerzo de última
hora, Mesa envió al Congreso un proyecto de Ley para adelantar las
elecciones, a la par que sus seguidores afirmaban que si el proyecto
era rechazado, iba a renunciar irrevocablemente.
Mesa quería cambiar la agenda del Congreso, esperaba que
la población vuelva a salir a las calles a pedirle que siga. Pero los
diputados ignoraron el mensaje presidencial y aprobaron la ley que las
petroleras consideran confiscatoria y, en esa misma línea, el
gobierno la considera suicida, además que esta vez no hubieron
marchas en las calles.
Un escritor dijo que los procesos suelen repetirse, la
primera vez como drama, la segunda como una comedia. Las amenazas del
Presidente se habían devaluado, las anunciadas renuncias apenas parecían
una tragicomedia que dejó en la incertidumbre a los bolivianos.
Aún así, el jueves, el país estuvo en vilo esperando
la decisión congresal, a la par que muchas voces ya daban por hecho
la renuncia del presidente.
Al término de una sesión en la que los congresales le
dieron diversos calificativos a las acciones del presidente, entre
ellas "la falta de pantalones para gobernar", el Congreso
ratificó el previsible rechazó a la propuesta presidencial
argumentando razones legales.
A esas alturas, el congreso ya tenía la opción
"B", es decir una salida constitucional para una eventual
renuncia del Presidente quien a su vez inició una maratónica serie
de reuniones, primero con los militares (¿qué habló con ellos, qué
les pidió?), policías, obispos, su bancada formada por políticos
conversos y su gabinete para anunciar que se quedaba.
Cerca de las 23.00 Mesa volvió a las
pantallas de
televisión, el lugar donde mejor ejerce su cargo. Allí, no hizo
referencia a la ilegalidad de su propuesta y le echó la culpa del
rechazo congresal a su pedido al interés que tienen los congresales
de "aferrarse a su permanencia como miembros del Congreso
Nacional".
"No tendría ningún sentido, no tendría ninguna
consecuencia ni ninguna coherencia el que yo entregue la Presidencia a
alguien que no tiene la legitimidad del voto de hoy, porque lo
importante es la recuperación de la legitimidad del voto de
hoy", dijo el mandatario que nunca postuló para presidente.
Si esperaba un nuevo "balconazo", Mesa se quedó
con las ganas. Ya no hubo gente que saliera a agradecerle su decisión,
por el contrario, después de de su nuevo mensaje, el presidente
comenzó a recibir críticas de políticos y analistas, algunos de los
cuales afirmaron que uno de los problemas del presidente, es el mismo
presidente.
"Esta jugada política (la renuncia de hace dos
semanas) terminó en un fracaso porque el país volvió a desordenarse
y él (Mesa) perdió todo el apoyo político que había logrado
concitar", dijo el politólogo Jorge Lazarte.
Casi al mismo tiempo, en un estilo parecido al de los
padres que deben dar la cara por algunas acciones de sus hijos, el
senador Franz Barrios, dijo que "el presidente de la República
se comprometió a no hablar más de renunciar a su cargo dando lugar a
que más bien se lleve adelante un proceso de concertación entre
todos los sectores del país, dentro del marco de un gran acuerdo
nacional".
Todo sigue igual
"Mesa se queda sin tener segura la
gobernabilidad", "El Presidente se queda, pero no despeja la
incertidumbre", dicen los principales titulares de La Prensa y La
Razón, dos periódicos conservadores de la sede de gobierno.
El mensaje de la noche del jueves, muy corto en relación
a los largos discursos a los había acostumbrado a los bolivianos, no
hizo referencia a las nuevas condiciones en las que garantizará la
gobernabilidad en la emergencia de los movimientos sociales.
El nuevo episodio de la presidencia terminó. Mesa se
queda en el poder, pero todo sigue igual, quizás incluso peor, porque
el mandatario comenzó a perder la simpatía de la clase media que,
esta vez, ya no hizo circular correos electrónicos argumentando
apoyos para el mandatario.
En lo inmediato, además del deterioro de la imagen
presidencial, nada ha cambiado en la situación social boliviana. Los
movimientos sociales siguen en un proceso de acumulación de fuerzas,
lo mismo que el atrincheramiento de los sectores sociales allegados a
los intereses de las transnacionales que tienen el control de la
economía boliviana.
Lo que sí se ha deteriorado mucho es la relación del
Presidente con el Congreso que, así como están las cosas, quizás
solo por ego puede aprobar y obligar a que Mesa cumpla con leyes que
no estén hechas a medida de las transnacionales a las que defiende
Mesa.
Tiene una tregua por los feriados
Gobierno dice que trabajará por "acuerdos mínimos"
La Paz, (ABI) 18/03/05.- El gobierno del Presidente,
Carlos Mesa, hará las gestiones necesarias para generar condiciones
que permitan sentar las bases de un diálogo hacia "acuerdos mínimos"
en temas centrales como la Asamblea Constituyente y el referéndum
autonómico.
El viceministro de Coordinación Gubernamental, Carlos
Agreda, sostuvo que luego de los últimos acontecimientos, los
bolivianos están convencidos de la importancia de llegar a concebir
una ley de Hidrocarburos viable y evitar el enfrentamiento para
avanzar en una agenda nacional.
"Entonces necesitamos un acuerdo social, un acuerdo
político, un acuerdo parlamentario que nos permita llevar adelante
una agenda mínima; éste es un momento de transición para el país y
nosotros estamos dispuesto a avanzar en esa línea", expresó.
No existen bloqueos camineros y el Congreso Nacional
empieza a "tener absoluta conciencia de la demanda histórica",
explicó Agreda, quien afirmó que el gobierno está consciente del
camino que resta andar y los errores que pudo haber cometido.
La necesidad de llegar a un pacto social fue la conclusión
de un primer acuerdo entre el Presidente, Carlos Mesa, y el Congreso
Nacional, después que anunciara su decisión de renunciar a su cargo,
agobiado por bloqueo de caminos que cercaban al país y la economía.
Un acuerdo, denominado Ante la Nación y donde estaba
inscrito llevar adelante la Constituyente, elección de prefectos,
autonomías y una ley de Hidrocarburos razonable, hizo que el
Mandatario desistiera de su renuncia, aunque podo después constató
que el compromiso no se cumplió al haberse aprobado una ley energética,
en el Cámara de Diputados, "inviable".
Ante esta situación, propuso adelantar las elecciones
generales para el próximo 28 de agosto. El Congreso rechazó la
propuesta y el Mandatario aseguró que se mantendría en el cargo y
cumpliría con la agenda nacional que reclama la ciudadanía.
Agreda aseguró que se debe consolidar un pacto social de
"acuerdos mínimos" que garantice paz y condiciones de
desarrollo económico, sobre todo en momentos que se registra un
contexto internacional favorable para las exportaciones nacionales.
"Vamos a trabajar en un espacio donde podamos estar
todos y donde se puedan tomar estas decisiones. Mas que asistir (a
posibles convocatorias) vamos a tratar de trabajar para que existe una
convocatoria, es un proceso extremadamente difícil", reconoció.
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