El saqueo y la insurgencia
Por Jaime Quispe Callisaya
Bolpress, 18/03/05
La historia de Bolivia se caracteriza por el saqueo de la
riqueza del suelo y subsuelo. Este saqueo comenzó con la colonización
y fue continuado con la República.
Todos conocemos, con qué obstinación las élites políticas
saquearon las riquezas de esta tierra, en particular la riqueza
mineral. Potosí, ciudad minera por excelencia, fue una de las
ciudades más ricas y más pobladas del mundo durante el auge
colonial. Pero hoy, es uno de los departamentos más pobres, por no
decir el más pobre de Bolivia. Luego fue la época del estaño, de
igual manera no quedó nada para Bolivia.
Este saqueo se ha intensificado estos últimos años.
Atendiendo a las exigencias del FMI y del Banco Mundial el gobierno ha
optado por la política de privatización de las empresas públicas
nacionales, más conocida como la capitalización. Estas
transnacionales lograron apoderarse de los bienes públicos gracias a
la ineptitud y corrupción de nuestros gobernantes, quienes aceptaron
vender los bienes de los bolivianos a precios inferiores a condición
de recibir comisiones. Estas transnacionales ahora controlan los
hidrocarburos, las telecomunicaciones, el ferrocarril, la
electricidad, etc.
La entrada de las transnacionales en el mercado nacional
no benefició en nada a los bolivianos. Al contrario, tuvo como
consecuencia una alza de tarifas en varios sectores, una reducción de
ingresos para el Estado, etc. Un ejemplo claro de esta política, es
sin duda la concesión a Aguas de Tunari en Cochabamba (1999), filial
de la transnacional estadounidense Bechtel Corporation. Desde un
principio el precio del agua aumentó en un 400%. La reacción del
pueblo no se hizo esperar. Crearon una coordinación, organizaron una
consulta popular, marchas, bloqueos; dijeron que el agua no es una
mercadería y llegaron a expulsar a ésta transnacional del país. El
mismo destino le espera a la compañía francesa Aguas de Illimani del
Alto. La reducción de ingresos para el Estado tuvo que ser compensada
por el impuestazo (12 y 13 de febrero del 2003) que fue retirada a
causa de la explosión social y dejó un saldo de 33 muertos y más de
200 heridos. Este impuesto sobre salario tenía previsto reducir la ya
baja remuneración de alrededor del 12.5 %. Ahora, es la hora del gas.
Con la misma obstinación de antaño, la élite criolla está
realizando negociaciones a escondidas con las transnacionales para el
saqueo del gas. De acuerdo a las estimaciones, Bolivia tiene una
reserva de gas de 52 trillones de pies cúbicos. La segunda reserva más
importante de Sudamérica. Las transnacionales querían aprovechar
nuevamente, crearon un consorcio: el Pacific LGN (compuesta por
transnacionales como British Gas (BG) British Petroleum y REPSOL/YPF)
para exportar el gas hacia los Estados Unidos y México. La finalidad
era saquear la materia prima "el gas" a cambio de impuestos
y regalías simbólicas para el Estado boliviano. Además, por ser más
económico debía pasar por un puerto chileno. País, con quien perdió
la guerra del pacífico y el acceso al mar (1879). Esta guerra que
también fue provocada por las transnacionales. Pero, esta vez, el
pueblo quiere participar directamente en las decisiones de tal
importancia, el pueblo dijo: el gas debe ser primero para los
bolivianos; segundo, no se debe vender como materia prima; tercero, se
debe industrializar en Bolivia para que beneficie a nuestro país y
solamente después se puede exportar. Lo importante es que el pueblo
reconquiste su derecho de controlar la gestión de las materias primas
y no las transnacionales. El gas, es la gota de agua que hizo rebasar
la copa.
El pueblo pidió el control sobre las materias primas,
pidió también la constituyente, pidió la consulta popular, pero el
gobierno hizo los oídos sordos. Al contrario, envió las fuerzas
represivas para acallarlos. Hubo 59 muertos y más de 400 heridos en
los acontecimientos del octubre negro, donde casi todos eran aymaras
de la región del Alto (La Paz). La revuelta del pueblo era
incontrolable por tantos siglos de injusticia, podía haber sido mucho
más dramática e incluso mucho más radical, porque la mayoría del
pueblo ya no tiene nada que perder; porque también hay posiciones
extremas en los dos lados. La revuelta del pueblo terminó con la
huida del presidente y sus estrechos colaboradores a los Estados
Unidos.
Luego, fue el turno del vicepresidente Mesa en asumir el
puesto de presidente, como lo determina la constitución política,
pero el nuevo presidente sin tener partido político que lo respalde y
sin ningún proyecto político y me atrevería a decir sin ninguna
ideología trata de seguir el mismo camino que su antecesor. Organizó
el referéndum, pero ahora se olvido del resultado, para saquear
nuevamente el gas y así ponerse a desnudo defendiendo la política de
los saqueadores. Para un demócrata que ejerce el poder, la
legitimidad se lo obtiene en las urnas y no organizando
manifestaciones para que lo apoyen. Por eso, la única decisión
acertada sería que llame a elecciones anticipadas.
La otra astucia de la clase política (los saqueadores)
son los préstamos bilaterales o de los organismos internaciones.
Estos préstamos rara vez están en favor de la economía nacional y
de los bolivianos. Sin embargo, es el pueblo que debe rembolsar esta
deuda externa. Sobre un total de 5.767 millones de dólares de préstamos
recibidos, Bolivia ha reembolsado 6.645 millones de dólares y le
queda por pagar todavía 4.299,7 millones de dólares (2002). O sea,
Bolivia ya ha pagado ampliamente estos préstamos. Tenemos que obrar
para que se anule esta deuda; porque no sólo es injusta y no benefició
al pueblo, sino también es una de las causas para que la mayoría de
la población boliviana viva en estado de indigencia absoluta. Como
vemos, la minoría dominante siempre ha servido de nexo con las
multinacionales para saquear el país. Están de consultores en las
multinacionales luego de ministros o viceversa; estos señores deben
ser juzgados por traición a la patria, por el saqueo de las riquezas,
por el genocidio que están cometiendo con las poblaciones indígenas.
El pueblo, exige el control de las materias primas, pero también debe
exigir que se realice una auditoria sobre todos los responsables del
saqueo de Bolivia, sobre los que negociaron las privatizaciones, sobre
los beneficiarios de los préstamos, sobre el rol que desempeñaron
los organismos financieros, etc. En conclusión, podemos decir que en
este país hay dos naciones: una, la Bolivia dominada por una minoría
de criollos y la otra: las primeras naciones de este continente,
sometidas a la subyugación, a la explotación, a la humillación.
Esta diferencia yo no lo hago, tan solo constato, al ver por ejemplo a
los gabinetes ministeriales de cada gobierno que nos recuerda a la
apartheid del antaño. Esta situación constituye una negación de
nuestros derechos humanos fundamentales, viola la carta de las
Naciones Unidas. Viola la Convención Internacional sobre la Eliminación
de la Discriminación racial (ratificada por Bolivia) y otros tratados
internacionales. Hoy podemos afirmar sin temor a equivocarnos que
efectivamente, el colonialismo o la criollocracia, impide el
desarrollo social, económico, cultural y político de estos pueblos.
En estas condiciones, nada ni nadie puede impedir su libre determinación
que a su vez, puede ser la matriz de una nueva integración política
y social regional. La libre determinación de las primeras naciones es
el contrario de la balcanización, es el reconocimiento de una
sociedad plurinacional, es el derecho a ser tratado de igual a igual.
Los pueblos no deben esperar que alguien les otorgue ese derecho, sino
hay que reconquistarlo en el marco democrático.
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