Santa Cruz
¿Autonomía
o separatismo?
Por Bernardo
Corro Barrientos
Bolpress,
11/04/05
El Comité Cívico
de Santa Cruz comenzó por fin a publicar los detalles de su propuesta
sobre lo que entiende por autonomías (folletos: "Autonomías
departamentales" de Mario Galindo y "Bases para constituir
las autonomías departamentales" de Juan Carlos Urenda). Antes,
con discursos en general cargados de pasión, por decir algo amable,
era difícil distinguir los argumentos que fundamentan las propuestas
denominadas autonomistas. No era posible, por ejemplo, deducir cómo
podrían contribuir éstas al desarrollo de los departamentos y del país,
cómo mejorar las condiciones socioeconómicas de los sectores
sociales y originarios pobres, cómo contribuir a la gobernabilidad y
a la unidad nacional.
Lamentablemente,
con estas propuestas, las dudas que existían se esclarecen y se
precisan las sospechas sobre las tendencias egoístas y separatistas
de las elites empresariales cruceñas, las más beneficiadas con el
sistema centralista burocrático actual. Se ve que, en realidad, no se
busca inocentemente la "autonomía" como se proclama, ni
tampoco un federalismo suave, sino una verdadera separación y
desintegración del país. Esto se expresa claramente, en síntesis
muy apretada, en las propuestas descritas siguientes.
Primeramente,
se propone que el 66.7 % de los impuestos nacionales generados en los
departamentos se queden en el lugar y que sólo el 33.3% restante vaya
al Tesoro General de la Nación (TGN). Actualmente la proporción
vigente es casi al revés. Para dimensionar esta propuesta se debe
tener en cuenta que sólo entre La Paz y Santa Cruz se genera cerca
del 90% de estos impuestos. Si esto se realizara, significaría una
cuantiosa pérdida para los departamentos que generan escasos recursos
tributarios, como Oruro, Potosí, Beni y Pando.
El 10% de
los nuevos ingresos departamentales que el nuevo sistema les asignaría
a cambio no les compensaría en absoluto la pérdida de las
transferencias anteriores. El nuevo sistema significaría, por
consiguiente, el crecimiento de una mayor asimetría entre los
departamentos. Por otra parte, una mayor renta petrolera departamental
consecutiva a una ley de hidrocarburos más favorable al país, sólo
contribuiría, en las condiciones mencionadas, a una mayor asimetría
entre los departamentos.
En segundo
lugar, se propone la "potestad tributaria departamental"
sobre los impuestos y regalías que sean recaudados en el
departamento, es decir, que estos recursos sean primeramente
recaudados y fiscalizados por cada departamento y posteriormente
remitidos al Estado Central. Actualmente estos son recaudados por el
servicio estatal de impuestos y luego redistribuidos a los
departamentos, de acuerdo sus necesidades. Lo propuesto significaría
no solo un verdadero separatismo, sino más aún poner de rodillas al
Estado central y al país. Este sistema no existe en ningún Estado
federal o autónomo. En estos es el Estado central el que recauda los
impuestos y luego los transfiere a cada Estado y provincia. En estos
países se reconoce que proceder al revés significaría destruir al
país en su conjunto. Esto sucede en países federales avanzados como
Estados Unidos, Alemania, España, etc.
En tercer
lugar, se propone que los recursos naturales (gas, minería,
maderas,...), sean "competencia departamental", es decir,
que sus políticas de producción, de comercialización y de
beneficios sean definidos por cada departamento. Esto significa que, más
allá de los eufemismos sobre el respeto a la CPE, se propone que la
mayor parte de la renta por la extracción de los recursos naturales
como el gas, serán directamente para beneficio excluyente de la elite
empresarial cruceña y no para el desarrollo del país.
En cuarto
lugar, se plantea que la "autonomización" de los
departamentos sea gradual, es decir que se aplique en los
departamentos a medida que se los apruebe via referéndum. Los ideólogos
separatistas prefieren en realidad que pocos o ninguno más aprueben
este estatus de "autonomía", por lo que procederán a
apropiarse solos de los beneficios mencionados, dejando por
consiguiente a los otros en el desamparo. ¿Quién asumirá en
adelante los costos de los departamentos pobres no autónomos?
Finalmente,
es sorprendente contemplar el egoísmo y la ambición excluyente de la
elite empresarial cruceña. No olvidar que esta elite, en tanto que
fracción más importante del poder del Estado central durante cerca
de cincuenta años y el sector empresarial más beneficiado con los
recursos generados durante este tiempo por los departamentos de Oruro
y Potosí, trata ahora de desintegrar al país simplemente con el propósito
de satisfacer sus intereses de corto plazo. Es igualmente sorprendente
ver cómo las elites de los otros departamentos se cruzan de brazos
ante el peligro contra sus propios intereses que representan las
ambiciones desbocadas de las elites orientales.
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