“¡Ni 30, ni 50, nacionalización!”
Por Carla Punkoya y Roberto
Sáenz
Socialismo o Barbarie, La Paz / Buenos Aires, mañana del 01/06/05
“La enconada lucha nacional y de clases que se libra en
Bolivia, en el corazón de la América morena, se desliza
aceleradamente hacia terrenos explosivos. Los sectores oligárquicos y
empresariales del oriente y el sur del país, con el in disimulado
apoyo de las petroleras y los grupos más reaccionarios de la derecha,
se están organizando para alcanzar una autonomía separatista que
preserve sus millonarios privilegios sobre la tierra y los recursos
naturales amenazados por la tormenta social que viene del altiplano y
los valles. Allí los sectores populares, aún divididos, han
levantado la bandera de la nacionalización
del gas y el petróleo (...). En el medio, el endeble gobierno
neoliberal de Carlos Mesa y un arrinconado parlamento, intentan
mantenerse a flote, en el marco de la ‘legalidad’, apostando a
neutralizar a los sectores en lucha en torno a concesiones menores
sobre una asamblea constituyente y mayores niveles de descentralización
y autonomía parcial para las regiones. El gobierno y el Congreso
quieren, sobre todo, alejar el fantasma de la revolución, que cada día
cobra más fuerza en las sitiadas calles de La Paz y El Alto.” (Econoticiasbolivia)
Un cierto vacío
La creciente polarización de fuerzas sociales
ha colocado al país “en el vértice de un huracán”. Así lo
definió el propio Carlos Mesa días atrás. No es para menos. Las últimas
semanas han ido desencadenando una movilización de masas sin igual
desde octubre del 2003. A estas horas, La Paz está “copada” por
la población trabajadora que una y otra vez “arremete” sobre la
Plaza Murillo. Han comenzado algunos saqueos, el síntoma más claro
del vació de poder. Con componentes de todos los sectores populares:
vecinos de El Alto y La Paz, docentes urbanos y rurales, fabriles,
mineros provenientes de Huanuni, campesinos del altiplano, cocaleros
de los Yungas y El Chapare, estudiantes universitarios de la UPEA y la
UMSA. La lista es interminable (a la que se agrega Oruro, Cochabamba,
Sucre, Potosí y también Tarija). Reveladora de la increíble
capacidad de movilización de un país con solo 9.000.000 de
habitantes.
En estas condiciones, desde hace varios días se vive un
creciente vació de poder y un choque de intereses que amenaza con
polarizar más y más la situación, haciéndola explosiva. Hasta
estas horas, ni el propio Mesa ni el Congreso han sido capaces de
reunirse y dar una salida a la situación. En caso de que todo se
agrave aún más, se especula con la salida de Mesa y la convocatoria
a elecciones anticipadas. Sin embargo, esto no ha ocurrido aún. Entre
otras razones, porque no responde a las expectativas ni del MAS ni de
los partidos de la ex “megacoalición”, temerosos de no salir bien
parados en una eventual elección presidencial. La crisis creciente,
la polarización y falta de definiciones es lo que ha dejado en el
aire a Mesa.
Está claro que a la postre -de una u otra manera, más temprano que
tarde- su caída aparece como inevitable.
Pero no se trata solo de la posible caída del presidente;
sino de las condiciones en las que se crea una situación de más y más
polarización, donde incluso (hacia el futuro) no se pueden descartar
elementos de guerra civil. En estas horas, la permanencia de Mesa en
el poder pende de un delgado hilo marcado por lo que algunos analistas
llaman el “empate catastrófico” de fuerzas que hace que no
termine de aparecer una alternativa para reemplazarlo.
Sin embargo, a todos los efectos prácticos, se vive
–insistimos- un vació de poder. De ahí la aparición de los
militares como “razón última” del poder del Estado tal cual lo
hicieron (a sangre y fuego) en Octubre.
Cualquier circunstancia, cualquier incidente que se “vaya
de las manos” puede dar lugar a un choque, a una chispa que
desencadene un levantamiento popular de masas similar al de octubre
del 2003.
Radicalización y falta de salida
Las actuales jornadas de lucha están encabezadas
centralmente por el COR y la Fejuve de El Alto, la COB y los
sindicatos de docentes urbanos y rurales.
Es desde estas organizaciones que ha emanado el radicalizado
pliego de reivindicaciones, que a pesar de carencia de salida más de
fondo, es muy progresivo. Está planteada la nacionalización del gas,
el que se vaya Mesa y el cierre del ilegítimo Congreso heredado de la
“megacoalición”.
Este pliego de reclamos, ha desbordado por izquierda y en las
calles, los reclamos con los que Evo Morales y el MAS han movilizado
un contingente campesino desde los valles de Cochabamba. Morales está
en contra de que se vaya Mesa, esta en contra del cierre del
Parlamento, esta en contra de la nacionalización del Gas (reclamando
solo el aumento de las regalías al 50%) y levanta una
“Constituyente” pero dentro del marco del actual gobierno y régimen
político. Es decir, un pliego totalmente timorato y capitulador, que
sostiene con la excusa de la “defensa de la democracia”. Defensa
concebida no como la de los derechos democráticos elementales de las
masas trabajadoras ante cualquier intento represivo o golpista (que es
absolutamente correcta y elemental), sino como el sostenimiento de la
actual falsa democracia de los ricos, capitalistas y racistas
repudiada cada vez más por el pueblo.
En este marco, durante la semana pasada, el pronunciamiento
de dos ignotos teniente coroneles a favor de la caída de Mesa y de un
gobierno “cívico / militar” (con el escandaloso apoyo de
Solares), le dio argumentos a Morales para confundir. Sin embargo,
luego del masivo repudio popular a esta intentona, este
“argumento” se ha despejado y lo que domina es el desborde por la
izquierda a Evo Morales, que busca afanosamente alguna componenda en
el Congreso que pueda dar una salida dentro del régimen. Desborde que
se ha expresado en crecientes muestras de repudio a Morales en las
calles, en pancartas, banderas, etc.
Sin embargo, el pliego de reclamos de las organizaciones más
combativas tiene un gran déficit: no establece ninguna salida por la
positiva, salvo el reclamo nacionalizador. Pero en momentos en que
amenaza con volverse a colocar el problema del poder en el país, esta
carencia es muy grave y problemática. En este sentido, ni el programa
del MAS, pero tampoco el planteo del “militar bueno” de Solares
son una salida. Ambos son un desastre que evita plantear una
perspectiva independiente en manos de los trabajadores y el pueblo
explotado y oprimido.
No es casual entonces que Evo sostenga hasta el final a Mesa;
o que Solares esté a la búsqueda de algún militar
“nacionalista” que pueda dar una solución.
Es precisamente, por esta carencia del pliego de reclamos,
que se “filtra” toda la especulación acerca de que salida dar a
la actual crisis. Como venimos señalando, en ningún caso tiene una
expresión o búsqueda independiente que debería ser la de un
gobierno provisorio de las organizaciones de masas que convoque a una
Constituyente revolucionaria.
De octubre a mayo
Un elemento importante es establecer alguna comparación
entre las actuales jornadas en curso y las de septiembre y octubre del
2003. Como en aquella oportunidad, lo que está decisivamente en el
centro de los reclamos populares es el tema del gas. Sin embargo, este
reclamo está colocado de una manera distinta, superior a cuando al
levantamiento de octubre.
Como se recordará, en aquella oportunidad, el planteo era mucho más
genérico: “el gas para los bolivianos”. O “el gas es
nuestro”. Pero este planteo general, no era específico respecto
como lograr el objetivo de que el gas fuera a parar realmente a manos
de los explotados y oprimidos. En esta oportunidad, el planteo es
mucho más radical y revolucionario: lisa y llanamente, la
nacionalización.
Fue el planteo tan “abierto” o general en octubre del
2003 el que dio lugar a toda la maniobra de Mesa y Evo Morales
alrededor de una genérica “nueva ley hidrocarburifera”, al referéndum
tramposo de agosto del año pasado y al minué que se vivió alrededor
de la ley del gas en las últimas semanas: un mero regateo alrededor
de las regalías e impuestos a pagar sobre el gas, que sin embargo
(hasta hoy) sigue en manos de las multinacionales.
Por el contrario, la apuesta por la nacionalización vino
desde abajo: desde las organizaciones de masas como la COB, la COR y
Fejuve de El Alto, desbordando por izquierda la política del MAS,
sostenida hasta hoy con el falso argumento de la necesidad de
“socios” para la explotación del recurso hidrocarburífero.
El que el movimiento de masas movilizado esté levantando el
reclamo de la nacionalización lisa y llana del gas, muestra un
progreso político de enorme importancia en la conciencia popular, que
comprende que la única salida es que el mismo esté realmente en
manos del pueblo trabajador.
Hay otra importante diferencia respecto de octubre: el mayor
grado de organización de conjunto. Y la superior intervención de
trabajadores en el actual proceso. Está claro que el componente de
masas, espontaneidad y populares son connaturales a toda rebelión
popular. Es también el caso de hoy y del inmenso componente popular
masivo que esta copando La Paz en estos momentos.
Pero vale la pena detenerse en estos progresos.
Por un lado, la actual movilización es más avanzada no solo
por el carácter de sus reivindicaciones (pliego de reclamos,
nacionalización, etc), sino porque aparece como más organizada. Esto
es, organizaciones como el COR y la Fejuve de El Alto, la COB, el
sindicato de docentes urbanos y rurales, los mineros de la FSTMB, los
fabriles con sus marchas de “teas”, muestran un grado de
organización mayor del conjunto de la movilización.
En este sentido, siendo que el carácter “espontáneo” de
la lucha (en octubre) fue detonado por la salvaje represión y que
este componente de “espontaneidad” es propio de toda verdadera
rebelión popular, el actual mayor grado de organización muestra un
progreso y una madurez que habría que profundizar más para ir mas
lejos.
Al mismo tiempo, también se muestra de manera clara, un
mayor contingente de trabajadores asalariados interviniendo como tales
en el proceso. Por tomar un ejemplo: en esta oportunidad, el
importante sindicato de los docentes urbanos (dirigido por Vilma Plata
del POR) ha logrado hacer coincidir la lucha salarial con este pico de
la crisis y la movilización (a diferencia del octubre cuando no tuvo
esta participación). Se trata en este caso de un componente de
trabajadores asalariados muy importante porque es masivo, haciéndose
visible en compactas movilizaciones en las calles.
Otro ejemplo: el de los fabriles de El Alto. En este aludimos
a las importantes fábricas obreras de El Alto como la textil Amatex y
otras, realizando marchas de “Teas” (es decir, de antorchas) por
las noches (en la medida que durante el día siguen trabajando). En
estos momentos, todos los informes indican que la mayoría de las fábricas
alteñas se han adherido al paro cívico. También se pudo ver días
atrás, un importante contingente minero de los sindicalizados de
Huanuni, que hicieron su característica irrupción detonando
dinamitas a su paso.
Estos ejemplos muestran una progresión, una mayor
participación organizada de la clase trabajadora, que en el caso del
Octubre se expresó casi exclusivamente por la vía de los mineros y
de los trabajadores alteños en tanto que vecinos. Lo que señalamos
sin perder de vista como El Alto revalida sus títulos como comuna
revolucionaría, de trabajadores, originaria y popular, centro
revolucionario de la Bolivia de hoy.
Rumbo de colisión
Esta crisis aguda que se esta viviendo, se da en el marco de
una “creciente disociación entre el poderío económico en
‘oriente’, y poderío político de los movimientos sociales en
‘occidente’. Y, con ello, a una apertura de las tijeras de la
estabilidad, pues los componentes del poder se hallan repartidos en
zonas distintas, sin posibilidad inmediata de que una logre desplazar
o derrotar a la otra de la posición que ocupa. El poder económico
ascendente, pese a sus problemas, se ha desplazado de occidente a
oriente; pero el poder sociopolítico de movilización, se ha
reforzado en occidente, dando lugar a una nueva incertidumbre geográfica
del poder estatal en los años siguientes. Lo interesante de esto que
podríamos llamar la ‘paradoja de octubre’, es que esta separación
regional, simultáneamente expresa una separación y confrontación étnica
y de clases nítidamente diferenciadas: empresarios en oriente con
poder económico e indígenas y sectores plebeyos de occidente con
poder político. Ambos acechando a un Estado, a una burocracia y a una
correlación de fuerzas políticas gubernamentales que territorial,
social y culturalmente no expresan óptimamente la nueva configuración
económica, geográfica, clasista y política de la sociedad
boliviana”.
El abierto choque de intereses que se vive hoy en Bolivia
adquiere una relevancia particular, en la medida que toma la dimensión
de una crisis nacional en la que esta en juego la mismísima unidad
del país.
En este marco, la radicalidad del planteo que está en el
centro de la actual crisis (la “nacionalización” del gas) en la
medida que abiertamente la burguesía y la oligarquía cruceña está
reclamando que el mismo siga en sus manos, expresa un curso de colisión:
un abierto choque con la movilización de masas en “occidente”. Su
reclamo se hace por la vía de colocar sobre la mesa (de una manera
cada vez más radical), la exigencia de la realización de un referéndum
de “autonomía” (a desarrollarse el 12 de agosto próximo) donde
se busca hacer votar no solo la “autonomía política” de su
departamento o región, sino, sustancialmente, la “autonomía económica”.
Es decir, abiertamente proclaman su potestad sobre el gas y el petróleo
en base a falsos argumentos territoriales.
La lucha por esta reivindicación absolutamente central para
el futuro del país y el pueblo trabajador boliviano; y al mismo
tiempo botín de las burguesías del oriente y el imperialismo, es lo
que ha abierto un rumbo de colisión que ni aún la caída de Carlos
Mesa podría lograr realmente cerrar. Es lo que alimenta los elementos
de guerra civil que puedan eventualmente desarrollarse. Es un hecho
que la dimensión nacional / global de la crisis que vive Bolivia ha
puesto en cuestión la unidad nacional del país.
En estas condiciones, el rumbo de colisión de las fuerzas
sociales es de enorme magnitud. Se trata de dos fuerzas sociales y
geográficas que polarizan el país y tienden a un enfrentamiento
fundamental. Desde el punto de vista de las masas explotadas y
oprimidas, su epicentro se encuentra en la comuna revolucionaria de El
Alto y La Paz: expresan el reclamo de parar el saqueo del país: del
“gas para los bolivianos” que estuvo en el centro del octubre del
2003 y que Mesa intentó burlar. Por otra parte, están los intereses
oligárquicos e imperialistas de Santa Cruz, donde los reaccionarios
“Comités Cívicos” han dado sobradas muestras de su capacidad de
encabezar (regionalmente), multitudinarios movimientos.
Esta encrucijada político y geográfica, es la que parece
irreversible. La que Mesa y Evo Morales pretenden resolver mediante la
“combinación” de las agendas: es decir, elección de prefectos y
autonomías más Constituyente. Pero si la elección de prefectos y el
referéndum por las autonomías se hacen antes que la Constituyente,
queda claro que esta última queda entonces vaciada de todo contenido.
He ahí también el motivo del desacuerdo y desarrollo agudo de la
actual crisis; de la división en las alturas en el seno de la clase
dominante.
El recurso de la fuerza
“Si llegamos al extremo de la convulsión, el pedido de
militarizar el país para poner orden se generalizará’, opinó
Jaime Acuña, vicepresidente de la Asociación de Exportadores de
Potosí. ‘La democracia se da en países con un determinado nivel
cultural, parece que el nivel en el que vivimos es poco adecuado para
adoptar la democracia’, dijo. ‘No pedimos que se militarice el país,
pero si llegamos al extremo de la crisis, esa posibilidad va a
convertirse en necesidad”.
Muchos comentaristas han subrayado el “autismo” de Mesa
en las última semanas. Otro síntoma claro de las situaciones de vació
político. Se ha señalado la “paradoja” de un presidente que
intentó renunciar dos veces y, ahora, aparece aferrado al poder. A
las movilizaciones de masas que se suceden en La Paz las llama
“minorías de vándalos”, pretendiendo desconocerlas: “grupos
minoritarios, grupos minoritarios que pueden reunir 1000, 2000,
10.000, 20.000, 30.0000, siguen siendo grupos minoritarios frente a
una país que tiene 9 millones y medio de habitantes y que el 18 de
julio del 2004, asistió al Referéndum sobre los hidrocarburos y
expresó su opinión por el sí o por el no a esas preguntas del Referéndum”.
La semana pasada dio un discurso al país, presentando un ridículo
e ignoto “plan económico-social” que nada tiene que ver con la
realidad y que todo el mundo político repudió. Es común que ante el
abismo, los presidentes intenten “fugar hacia delante”, perdiendo
de manera aguda el sentido de realidad.
En estas condiciones, ante el “abismo” actual, es que
reaparecen las fuerzas armadas. No centralmente en tanto que la
(marginal) proclama nacionalista y golpista de la semana pasada (de
dos oficiales de menor jerarquía), sino en lo que hace a las
apelaciones de Mesa a ellas para “mantener la legalidad”; y como
fundamento último de la existencia del Estado.
Está claro que en la situación en que Mesa ha perdido toda
base social propia, en que se suceden las exigencias de su renuncia y
que, incluso, desde sectores empresarios hay voces que sugieren su
alejamiento como forma de evitar polaridades mayores, la peligrosa
apelación a las fuerzas armadas expresa precisamente el recurso al
fundamento ultimo del poder del Estado capitalista y racista boliviano
que se esconde detrás de las formas políticas de la
“democracia”.
No es que sugiramos la posibilidad de un “golpe de
estado” en sentido clásico, sino la apelación a las Fuerzas
Armadas para mantener a las masas “en raya”, tal cual como en
Octubre. O, eventualmente, para ser garantes de una “salida” en
los términos y en el marco del mismo Estado y democracia de los ricos
y no en términos de las necesidades y aspiraciones más profundas de
los obreros y campesinos.
Ausencia de organismos de frente único
El pasado miércoles (...) en el centro de la hoyada (La Paz)
se realizó un “Cabildo Abierto” en la que participaron miles de
campesinos y trabajadores. El mismo fue convocado con la idea de
“unificar” el programa de lucha entre las organizaciones alteñas
y de La Paz y las influenciadas por Evo Morales. Allí se desarrollo
una interesante discusión en la que se le recriminó a Evo Morales el
no levantar el reclamo de “nacionalización”, a lo que este solo
atinó a responder que el tenia el mandato de “sus bases”. Es
decir, de las 6 Federaciones Cocaleras del Chapare que no son hoy las
que están en el centro de la lucha. En el cierre del debate, Solares
salió a “salvar” a Evo, abucheado y criticado por muchos compañeros.
Pero por su propia característica “casual” o
“eventual”, un Cabildo Abierto no puede reemplazar algo que está
todavía hoy (con este grado de movilización) ausente: la necesidad
de un verdadero organismo de frente único de masas, realmente democrático
y con mandato de las bases, que se transforme en la dirección única
de la lucha.
En la medida que la COB por sí sola hoy no es eso, los
dirigentes hacen frentes únicos y acuerdos por arriba pero sin
control alguno de las bases obreras, vecinales y campesinas. El
cabildo abierto no puede reemplazar esta carencia. Insistimos, no
puede reemplazar la falta de algún organismo realmente de bases y común
que pudiera proyectarse como organismo de poder.
En su momento, esto se resumía en le propia COB que
combinaba el carácter de sindicato y organismo de frente único y
doble poder a la vez. Junto con esto, a comienzos de la década de los
’70 estuvo la Asamblea Popular que también era un organismo de
frente único de lucha, más allá de sus características más bien
de vanguardia. Nada de esto hay en la actualidad. Es una tarea
pendiente si no se quiere seguir atrapados ora en la fragmentación,
ora “sindicalistamente” en los “cuerpos orgánicos” de la COB,
que no terminan de asegurar realmente mecanismos de decisión y
control por parte de las bases trabajadoras.
La falta de partido
La movilización de hoy aparece hasta cierto punto con rasgos
más avanzados que en octubre. Sin embargo, subsiste un enorme: la
falta de una verdadera organización socialista revolucionaria. Es
decir, no hay fuertes partidos de vanguardia provenientes del
trotskismo como es hoy el caso de otros países (Argentina, Brasil,
Inglaterra, Francia).
Está claro que el POR sigue siendo la organización de la
tradición socialista revolucionaria más importante del país. Esta
claro que por intermedio del paro docente y de las declaraciones de
Vilma Plata, parece estar teniendo una participación más destacada
que en octubre.
Sin embargo, esto no quita que específicamente como partido
es de una inmensa debilidad y no tiene ninguna presencia. Además, su
política no ayuda para nada: aún tomando los aspectos progresivos
del pliego de reclamos que está en la calle, tiene la grave pose
“izquierdista”, de no tomar en cuenta las reivindicaciones democráticas,
las que quedan en las reformistas manos del MAS. Porque no se puede
hoy en Bolivia no levantar el reclamo de Asamblea Constituyente
Revolucionaria: esto significaría desconocer la genuina exigencia
democrática que expresa la emergencia del problema originario.
Al mismo tiempo, el POR está recorrido por otro grave
problema de signo opuesto (oportunista): el sindicalismo y seguidismo
a los “cuerpos orgánicos” de la COB, desconociendo la absoluta
necesidad de pelear por organismos de frente único de masas: es
decir, un verdadero Congreso de Bases, Asamblea Popular o como se lo
quiere llamar, que supere el “frente único” de los dirigentes por
arriba. Que ponga realmente la potestad de las decisiones realmente en
las bases trabajadoras y campesinas. Camino, además, imprescindible
para contar con organismos de poder centralizados capaz de reemplazar
al poder burgués. Lo que se hace más agudo aún en condiciones de
vació de poder como las actuales. O sea, en momentos en que se vuelve
a plantear el problema del poder y hay que intentar construir los
instrumentos reales para poder resolverlo.
Notas:
En los últimos meses, desde su fracasada maniobra de “doble
renuncia”, la popularidad de Mesa se “pulverizó”. Prácticamente
hasta marzo de este año, gozó de un predicamento entre las masas
(sobre todo en las “clases medias”, pero no solo) similar al
que en la Argentina goza Néstor Kirchner. Hoy la situación se ha
dado vuelta, y una mayoría visible de la población exige en las
calles su renuncia.
Mesa ha dicho claramente en un discurso del día de ayer martes
31/05 que: “El que yo como Presidente de la República, haya
hecho una apuesta consciente por la paz y el diálogo, después
del trauma dramático como el de octubre del 2003, no quiere
decir que conceptualmente renuncie a la aplicación de este
derecho (se refiere a la aplicación del artículo 208 de la
constitución boliviana, que manda la intervención de las fuerzas
armadas en caso de “inestabilidad”), que no es el derecho del
Presidente ni de las Fuerzas Armadas, sino el derecho de la nación
boliviana a defenderse a sí misma”. Bolpress, 01-06-05.
Se llamo “megacoalición” al acuerdo de partidos burgueses
“neoliberales” que sostuvieron a Sánchez de Losada en el
Congreso (MNR, NFR, MIR, UCS) y que siguen siendo mayoría en él
hasta hoy.
La pose “ultraizquierdista” de Solares (y también del
POR boliviano) de plantear la correcta consigna del cierre del
parlamento pero no levantar ninguna consigna “democrática” es
un gravísimo error que deja ese ángulo completamente en
manos del MAS de Morales. Un gravísimo error porque el actual
proceso en Bolivia está cruzado (entre otros aspectos) por un legítimo
reclamo y aspiración democrática revolucionaria por parte de las
mayorías culturalmente originarias de acabar con el Estado
boliviano en tanto que estado racista.
Esto más allá que hasta estas horas está claro que el proceso
de la lucha no ha llegado a tales extremos de enfrentamientos y
acciones directas.
Está claro que, igualmente, queda abierta la manera especifica
por la cual se llevaría a cabo la nacionalización y o expropiación
del Gas y el Petróleo; y la necesidad de que sea puesto bajo
control y / o administración de los trabajadores y el pueblo.
O sea, para poder plantearse realmente el problema del poder, que
requiere de una organización específica de la toma del
mismo, cuestión que está alejadísima de las perspectivas reales
de las direcciones de las organizaciones de masas.
En torno al carácter de El Alto sigue habiendo toda una
discusión. García Linera insiste en que el factor determinante
principal es su vinculación con las comunidades agrarias del
Altiplano. En nuestro caso, seguimos insistiendo que el hecho
dominante es el carácter urbano de la ciudad. Y aún más, su
carácter de ciudad “proletaria”, de trabajadores, con la
segunda radicación de industria más importantes luego de Santa
Cruz.
Memorias de Octubre, página 24. Álvaro García Linera y otros.
Muela del diablo editores, Bolivia, 2004.
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