La
burguesía nacional, temiendo que la Asamblea Constituyente reduzca
sus privilegios centenarios, propone abiertamente la división del país
La oligarquía pide a los gobiernos de Brasil y Argentina
crear protectorados en Santa Cruz y Tarija
Bolpress,
01/06/05
Ni
confrontación regional ni mucho menos un enfrentamiento étnico; lo
que se agudiza en Bolivia es la lucha de clases sociales. Por un lado,
la burguesía rentista del capital extranjero se juega una de sus últimas
cartas para mantener el sistema, la economía y la política tal y
como funcionaron en estos últimos 20 años de neoliberalismo. Por
otro lado, las clases explotadas, el reducido proletariado, las clases
medias empobrecidas, el campesinado y los indígenas batallan en las
calles con el objetivo de recuperar las empresas públicas
privatizadas e iniciar de inmediato el diseño de una nueva nación
menos excluyente en una Asamblea Constituyente.
El
sector más poderoso del empresariado nacional, a la cabeza de las
organizaciones patronales de Santa Cruz, emprende una decidida
arremetida para frenar el ascenso político de los movimientos
sociales de oriente y occidente, empeñados en nacionalizar los
hidrocarburos. A las elites que controlan el país les preocupa el
hecho de que las organizaciones de base hayan conseguido irradiar un
discurso nacionalista que, por ahora, se torna irrefrenable.
Concientes de su debilidad discursiva, las oligarquías renuncian a su
derecho de debatir con los sectores sociales las condiciones para la
refundación del país y, antes de sentarse en una misma mesa con líderes
de izquierda, prefieren patear el tablero llamando a un referéndum
autonómico previo a la Constituyente.
Al
empresariado cruceño y su brazo político, el Comité Cívico de
Santa Cruz, ya no les importa el futuro del país. Sus propuestas han
dejado de ser nacionales y ahora se reducen al ámbito departamental.
De ahí su demostrado desinterés por llegar a un acuerdo con las
fuerzas sociales de occidente, inclusive con los movimientos más
moderados como el MAS que postulan fusionar en una sola agenda los
planteamientos de los sectores enfrentados, es decir el referéndum
autonómico y la Asamblea Constituyente.
En
el fondo, como ha denunciado el senador pro oficialista Filemón Escóbar,
la oligarquía no está dispuesta a transar porque ha visto en la
convulsión que sacude al occidente una oportunidad para justificar
sus planteamientos independentistas. Por eso cierra filas pidiendo la
renuncia del Presidente Carlos Mesa y por eso instruye a la brigada
parlamentaria pro autonomista, encabezada por el senador Hormando Vaca
Díez, sabotear las sesiones congresales que supuestamente tienen la
misión de pacificar el país.
Se
trata de una jugada política de la ultraderecha representada por el
Comité Cívico de Santa Cruz que quiere instalar su gobierno propio a
la cabeza de Vaca Díez luego de derrocar a Mesa, interpreta el
senador Escóbar. El presidente del Congreso juega a "Vaca Díez
presidente de la República", denuncia el diputado del MAS, Jorge
Alvarado.
Ambos
legisladores y varios analistas políticos coinciden en que el
objetivo de la oligarquía es agudizar los conflictos. También se
comenta insistentemente que intervienen en este plan sectores políticos
allegados al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, derrocado por
una insurrección en octubre de 2003. Lo cierto es que la estrategia
divisionista ya se ha puesto en marcha.
En
varias calles de La Paz aparecieron grafitis anti
"radicales" y antipopulares. "Haga patria, mate un
sindicalista", "Evo cabrón te espera el paredón" y
muchas otras consignas se ven inscritas en las paredes del centro
citadino, en tanto que los edificios de algunas ONGs también
amanecieron con inscripciones hirientes. Por ejemplo, se ha dibujado a
una persona orinando sobre la hoz y el martillo, tradicional ícono de
los comunistas.
En
Santa Cruz, la fascista Unión Juvenil Cruceñista, brazo armado del
Comité Cívico de esa capital, en estos momentos se encuentra
haciendo vigilia en la plaza central esperando a la marcha de
campesinos e indígenas sin tierra que se dirige a ese lugar para
manifestar su rechazo al autonomismo empresarial. Estos sectores
excluidos no se sienten representados por los cívicos, a los que
consideran divisionistas, pero los jóvenes de la Unión se preparan
para escarmentar a los disidentes. No será la primera vez que los jóvenes
citadinos intenten apalear a los "indios" levantiscos.
La
burguesía y los cívicos cruceños, a los que se han unido los
representantes cívicos de Tarija, Beni y Pando, comprenden su
desventaja en una eventual lucha de ideas en el marco de la
Constituyente. A los sectores más conservadores de estas regiones les
aterra pensar que la fuerza movilizadora de los sindicatos reencauce
la economía por el camino del estatismo. Es por eso que pidieron a
los enviados de los presidentes Inacio Lula da Silva y Alfonso
Kirchner respaldo político. Sin prever las consecuencias, los cívicos
vinculados al empresariado solicitaron al gobierno de Brasil crear un
protectorado en Santa Cruz y al gobierno de Argentina proteger una
colonia divisionista en Tarija.
Los
gobiernos vecinos rechazaron el planteamiento divisionista y dejaron
en claro que tampoco apoyarán una intervención armada a la cabeza de
Naciones Unidas y menos la injerencia de la desprestigiada OEA.
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