Tres
fuerzas disputan el poder
La
oligarquía y las fuerzas neoliberales quieren llevar a Palacio a Vaca
Diez, el presidente del Congreso, para aplastar la protesta social por
la vía militar. Los más moderados y reformistas, con el apoyo de la
Iglesia, apuestan por el Presidente de la Corte Suprema para que
convoque a elecciones. La Embajada de Estados Unidos, las
transnacionales y el Ejército priorizan la primera alternativa, pero
no descartan la segunda. La tercera fuerza es de los sectores más
radicalizados y combativos de la COB que luchan por la nacionalización
y el gobierno de obreros y campesinos
Econoticiasbolivia,
08/06/05
La
Paz.-
Los sectores más duros y reaccionarios de la oligarquía boliviana se
han alineado en torno a un pequeño pero ambicioso grupo de políticos
neoliberales para hacer presidente de Bolivia al primer hombre del
Congreso, Hormando Vaca Diez, un ferviente defensor del dominio
norteamericano sobre el país más pobre de Sudamérica.
La
mejor carta de presentación de Vaca Diez es haber logrado, en la Cámara
de Senadores que preside, una ley que da total impunidad a las tropas
de Estados Unidos que cometan delitos de genocidio en Bolivia. La ley
no prosperó por el bloqueo en la Cámara de Diputados, pero mostró
de cuerpo entero al hombre que amenaza con barrer la rebelión de los
más pobres con bala y metralla y que está en la primera línea de
sucesión constitucional para reemplazar en Palacio de gobierno al
renunciante Carlos Mesa.
Nadie
lo quiere en los sindicatos y movimientos sociales y populares, y
entre las clases medias y sectores más moderados hay el temor que
Vaca Diez sumerja a Bolivia en un baño de sangre y en una guerra
civil. Por ello, la Iglesia Católica, el Movimiento al Socialismo
(MAS) del diputado cocalero Evo Morales, muchos empresarios y sectores
moderados del movimiento campesino e indígena quieren como sucesor de
Mesa al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez,
para que convoque de inmediato a nuevas elecciones.
"El
que se asuma la Presidencia que se comprometa a realizar elecciones.
Si uno de los candidatos significa mayor sangre y enfrentamiento,
tiene que ponerse la mano al pecho y renunciar", dijo el
presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia,
Roberto Mustaffá, que no oculta su temor por un gobierno de Vaca
Diez, que tiene la intención de mantenerse en el cargo hasta agosto
del 2007.
Este
mismo temor fue expresado anoche por el propio presidente Mesa, en un
dramático discurso emitido por las cadenas televisivas. "La única
salida para Bolivia es un proceso electoral inmediato, un proceso
electoral que complete todo el mecanismo de transformación:
presidente, vicepresidente, senadores, diputados, Asamblea
Constituyente, por supuesto Referéndum Autonómico, elección de
prefectos (...) La única posibilidad es un mecanismo de sucesión
constitucional que llegue hasta el presidente de la Corte Suprema de
Justicia, y que además marque el adelantamiento de elecciones",
dijo al exhortar a Vaca Diez a renunciar y a no empujar a Bolivia a la
guerra civil
Horas
antes, Vaca Diez -dirigente del Movimiento de la Izquierda
Revolucionaria, un partido socialdemócrata que comenzó combatiendo a
la dictadura fascista de Hugo Banzer en la década del 70, pero que
después se unió al mismo Banzer en los 90 y cogobernó con el
neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada, masacrando al pueblo en octubre
del 2003-trasladó la sesión del Congreso que definirá quién es
presidente a la ciudad de Sucre, para evitar el bloqueo y la
asfixiante presión social que vive La Paz, cercada por las protestas,
sin combustible, transporte ni alimentos.
La
sesión está prevista para horas de la mañana de este jueves y allí
convergen los 157 parlamentarios, la mayoría de ellos (dos tercios)
representantes de los partidos neoliberales que cogobernaron con Sánchez
de Lozada y sólo un tercio pertenecientes al MAS de Evo Morales y a
otras fracciones campesinas. En Sucre, el poder político intenta
dirimir entre Vaca Diez y Rodríguez, entre la vía militar y la vía
electoral, para tratar de desarticular la protesta social y acabar con
las demandas de la nacionalización del gas y el petróleo, consigna
que ha ganado a fondo a casi todas las organizaciones de trabajadores
y vecinos del campo y la ciudad.
La
Embajada y el Ejército
Estas
dos alternativas son patrocinadas por la Embajada de Estados Unidos,
las Fuerzas Armadas y las transnacionales petroleras como Repsol,
British Petroleum, Total, Enron, Shell, Petrobras y otras que tienen
en sus manos los más de cien mil millones de dólares, que es el
valor aproximado de las reservas bolivianas de gas y petróleo, las
segundas en importancia de Sudamérica. Toda una fortuna para un país
que tiene a un tercio de sus nueve millones de habitantes pasando
hambre y a otro tercio sin lo suficiente para vivir dignamente como
ser humano.
La
Embajada, el Ejército y las petroleras apuestan en primera instancia
por Vaca Diez, pero no descartan tampoco a Rodríguez. Saben que la
apuesta por Vaca Diez, por ahogar en sangre la rebelión de los
pobres, es muy arriesgada, dado el grado de radicalidad de las
protestas que han cortado ya cuatro de cada cinco caminos de Bolivia,
que han cortado los accesos a casi todas las ciudades del país y
cercado a cuatro de las diez ciudades principales del país. La
profunda movilización social y la creciente organización de
campesinos, obreros, indígenas y vecinos de los barrios más pobres
de las grandes ciudades hace difícil liquidar la protesta, sin llegar
al genocidio.
Las
fisuras en las Fuerzas Armadas también les obligan a oscilar entre
estas dos alternativas. Al interior del Ejército existen al menos
tres tendencias: una dispuesta a masacrar al pueblo, otra
institucionalista que acataría las instrucciones del nuevo Presidente
para reponer el orden, aunque sin llegar a desatar un genocidio, y una
tercera que apunta hacia la nacionalización de los recursos
naturales. Esta tercera es la que más preocupa a la Embajada, que no
quiere que aparezca ningún Chávez.
Sacar
al Ejército a meter bala y metralla en los caminos, en el campo y las
ciudades no garantiza nada, y puede, por el contrario, radicalizar aún
más a los sectores más combativos y revolucionarios de trabajadores
y vecinos, que no creen ni quieren que la crisis boliviana desemboque
en otro gobierno neoliberal, ya sea de Vaca Diez, ya sea de Rodríguez
y de futuras elecciones.
La
tercera vía
En
las filas de la Central Obrera Boliviana, de la Federación de
Mineros, de Maestros Urbanos, de la Federación de Campesinos de La
Paz y de la Central Obrera y la Federación de Juntas Vecinales de El
Alto no se aceptan ni las elecciones ni la sucesión constitucional,
no quieren ni a Vaca Diez ni a Rodríguez.
"Los
campesinos de La Paz no aceptan a estos oportunistas neoliberales que
siguen sin atender las demandas del pueblo. Nos están obligando a que
los pobres, a que el pueblo tome el poder", dijo el dirigente de
la Federación Campesina, Gualberto Choque.
La
Federación de Mineros sostiene que la única salida de fondo a la
profunda crisis y a favor de los más pobres es la toma del poder por
obreros, campesinos y clases medias empobrecidas. "Debemos
discutir e imponer el gobierno popular y revolucionario que debe
sustituir al (renunciante presidente Carlos) Mesa".
Esta
línea ha sido respaldada por un Cabildo abierto de más de 400 mil
personas y aprobada por el último ampliado de la COB que determinó
conformar el "Comando Revolucionario del Pueblo", que tendrá
la misión de comenzar a articular a los sindicatos, organizaciones
populares y sectores políticos y gremiales en torno a una estrategia
de poder de obreros, campesinos y clases medias empobrecidas.
"Debemos
convocar a los movimientos combatientes a ser parte de la Gran
Asamblea Popular Nacional que desplace al actual Parlamento corrupto y
neoliberal", habían señalado los mineros.
Sin
embargo, esta tercera alternativa tropieza con serios problemas tanto
en el campo político-ideológico como en el organizativo. Hasta ahora
la radicalidad verbal de los dirigentes no se ha traducido en una
labor unificada y coordinada para potenciar y consolidar los gérmenes
del poder popular que emergen espontáneamente en las Asambleas y
cabildos de barrios y sectores, especialmente en El Alto y La Paz. Y
esta puede ser la clave para su derrota.
No
se ven tampoco señales significativas del trabajo revolucionario para
dividir y/o neutralizar la capacidad de fuego en la Policía y el Ejército.
No se habla tampoco, aún, del tema de las armas y de la insurrección.
No hay una dirección revolucionaria unificada.
En
muchos sectores, especialmente entre campesinos, indígenas y
colonizadores, aún hay la equivocada confianza de que bastan las
gigantescas movilizaciones para derrotar a la burguesía. Otros aún
confían en las elecciones y son muchos todavía los que creen que la
salida planteada por el MAS, para hacer presidente a Rodríguez, es la
más acertada.
No
extraña, por ello, que miles de campesinos, mineros cooperativistas y
colonizadores estén marchando desde las provincias de Chuquisaca y
Potosí sobre la ciudad de Sucre para tratar de detener la elección
de Vaca Diez e intentar que la salida a la crisis se dé por la vía
electoral.
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