Los movimientos
sociales, indígenas y populares afrontan una coyuntura complicada.
Hay tres salidas posibles, dice el internacionalista Tom Lewis que
previene sobre el peligro de dejarse encandilar por la papeleta
electoral
Elecciones, desafío
estratégico y peligros para la izquierda boliviana
Por
Tom Lewis (*)
Especial
para Econoticiasbolivia, 02/08/05
Cochabamba.– Los
movimientos sociales, indígenas, laborales, y populares de Bolivia
lograron una victoria importante el pasado día 9 de junio cuando
bloquearon el ascenso al poder de Hormando Vaca Diez, otro neoliberal
aún más conservador que el ex–presidente Carlos Mesa, quien tuvo
que dimitir el día 6 de junio.
Esa victoria dio fin a
un mes de manifestaciones, huelgas, y bloqueos de camino en donde habían
surgido como las consignas principales: "¡Nacionalización de
los Hidrocarburos!" y "¡Asamblea Constituyente ya!".
Las heroicas jornadas
de mayo y junio, que concentraron en un día a más de 300.000
personas en la Plaza San Francisco de La Paz, afirmaron la capacidad
de las fuerzas de la izquierda boliviana de coordinar sus acciones
para atacar al neoliberalismo y hacer tambalear su Estado.
El desenlace inmediato
de este episodio –el más reciente en la lucha de los bolivianos
para recuperar sus recursos naturales del control que las empresas
trasnacionales ejercen– fue la sucesión, como presidente interino,
de Eduardo Rodríguez, jefe de la Corte Suprema.
El mandato
constitucional de Rodríguez es convocar al país a elecciones
adelantadas para el 4 de diciembre de 2005. Y es precisamente la
proximidad de las elecciones nacionales que ha planteado un desafío
estratégico para la izquierda boliviana y que la amenaza con la
posibilidad de una derrota que le pueda costar caro.
Balance de mayo y
junio
La presidencia interina
de Rodríguez representa un empate transitorio en los conflictos
sociales bolivianos. Los acontecimientos de mayo y junio muestran que
Bolivia está viviendo un momento extraordinario en términos de la
acumulación y la articulación de fuerzas rebeldes.
Según el sociólogo Álvaro
García Linera, no sólo hay un despertar de los movimientos sociales,
incluido el movimiento laboral, sino también un despertar de la
fuerza indígena–algo que no ha ocurrido en 100 años.
En mayo y junio estas
fuerzas combinadas lograron que sus consignas –"nacionalización"
y "asamblea constituyente"– sean los temas de debate en la
sociedad, el Congreso, los medios de comunicación, etc.
Sin embargo, y a pesar
de su gran despliegue de fuerza, hay que reconocer que las fuerzas
rebeldes no lograron realizar sus demandas.
Todavía no hay
nacionalización, y la asamblea constituyente se ha postergado hasta
julio de 2006. Muchos dudan que se realice incluso en esa fecha.
La problemática
situación en que se encuentran hoy los movimientos sociales, indígenas,
laborales, y populares de Bolivia se debe a su incapacidad de tomar el
poder durante la sublevación de mayo y junio. La realidad es que no
se puede pedir "nacionalización" de un gobierno neoliberal.
Hay que tener en manos el poder estatal para realizar tal demanda.
Sin la capacidad de
tomar el poder, los movimientos sociales tuvieron que retroceder,
abriendo espacio para nuevas maniobras gubernamentales.
Perspectivas
electorales
La táctica de convocar
a elecciones adelantadas ha sido una jugada genial de la clase
dirigente que, por el momento, ha puesto a los movimientos sociales a
la defensiva. El actual Congreso y el oficio de la presidencia están
totalmente desacreditados.
Pero, con partidos y
candidatos nuevos, las nuevas elecciones pueden relegitimar esas
instituciones–por lo menos durante una temporada difícil de
prever–a los ojos de muchos ciudadanos que ahora apoyan las demandas
de los movimientos sociales. El problema para la izquierda es que la
mayoría de los analistas, inclusive los de la propia izquierda,
pronostican que la composición del nuevo Congreso no va a diferir
mucho de su actual composición.
La elección de un
Congreso así diseñado, y la probabilidad de que salga otro candidato
neoliberal como presidente del país, provocarían un gran
debilitamiento de los movimientos sociales.
Por eso, muchos
activistas acá consideran que estas elecciones son las más
importantes en la historia moderna del país. Ha surgido entonces un
debate dentro de la izquierda sobre qué tácticas deben adoptar
frente a las elecciones de diciembre.
Construir el
"instrumento político"
Todos parecen reconocer
que los eventos de mayo y junio han colocado la cuestión del poder en
la agenda de los movimientos sociales.
Pero la proximidad de
las elecciones les ha producido una aparente contradicción entre la táctica
y la estrategia. La mayoría de las bases y los dirigentes que
protagonizan las luchas sociales se ha dado cuenta de la necesidad de
tener algún organismo político a la izquierda del ya establecido
Movimiento al Socialismo (MAS), dirigido por Evo Morales.
Efectivamente, hay una
percepción bastante generalizada de que en varias ocasiones el MAS ha
traicionado las demandas de los movimientos sociales, y que ese
partido está siempre dispuesto a sacrificar sus principios para
viabilizar sus posibilidades electorales.
Así faltando un
"instrumento político" revolucionario capaz de asaltar
frontalmente al neoliberalismo, la izquierda boliviana considera que sólo
tiene tres opciones posibles para el período electoral.
Primero, la izquierda
podría dedicarse a conformar su propio "instrumento político"–el
eufemismo usado acá para "partido" u "organización"
de representación en la esfera política de los que luchan por una
transformación profunda de la sociedad boliviana.
La ventaja de esa táctica
es que puede fortalecer la autonomía de los movimientos sociales y
radicalizar aún más sus bases vistas a la toma del poder.
Es decir, que esta
primera táctica puede desembocar precisamente en un "instrumento
político" con peso nacional, y así el resultado estaría más
conforme con la estrategia transformadora de los sectores más
radicales de los movimientos sociales. La desventaja es que corre el
riesgo de ser percibido como proceso sectario con respecto al MAS,
dado que las masas quieren la unidad de la izquierda, y que,
especialmente en el campo, miran a Evo Morales como su líder
indiscutible.
La segunda táctica
posible es presentar candidatos locales y regionales donde existe la
probabilidad de que ganen los comicios.
La ventaja aquí es que
puede asegurar que haya diputados y senadores afines a los movimientos
sociales en el Congreso–una ventaja que algunos creen sumamente
importante dado que el nuevo Congreso va a decidir la forma y la
composición de la proyectada asamblea constituyente.
La desventaja es que se
rinde de antemano en la contienda para una hegemonía ideológica y
política al nivel nacional.
Finalmente, hay la táctica
de unirse con el MAS en un frente electoralista.
Las ventajas serían
que los movimientos sociales no sean percibidos como si se abstuvieran
del proceso electoral, y que sí sean percibidos como los que obran
por la unidad de la izquierda frente al neoliberalismo.
La desventaja es que
los movimientos sociales correrían los riesgos de perder su propia
identidad en la campaña electoral y de fomentar la idea de que el MAS
representa una verdadera alternativa al neoliberalismo.
¿Qué hacer?
El debate sobre estas
tres opciones no se ha concluido, y está claro que la coyuntura
actual es compleja y que está llena de peligros para la izquierda.
No es mi lugar el
decirles a los movimientos sociales bolivianos qué camino deben
seguir en el curso de los próximos meses. Pero sí se me ocurre un
comentario que se puede tomar en cuenta.
La lección más
contundente de mayo y junio es la necesidad de tomar el poder para
realizar las demandas de los movimientos sociales. A partir de esto,
la mayoría abrumadora de los protagonistas del recién conflicto
reconocen que hace falta un "instrumento político" para la
toma del poder estatal.
Si esto es la verdad,
la prioridad en el próximo período tiene que ser la conformación de
tal "instrumento político." Sin embargo, a mi modo de ver,
dar prioridad a este proceso no excluye que haya candidaturas
independientes en distintas localidades o regiones donde se juzga que
haya buenas posibilidades para hacer propaganda a favor de la creación
de un partido u organización revolucionario.
Tampoco excluye un
eventual frente electoralista con el MAS al nivel nacional, si no
existen posibilidades realistas de llevar a cabo una campaña
independiente por falta del "instrumento político."
En varios países la
izquierda revolucionaria, en determinadas circunstancias, ha llamado a
votar por un partido reformista mientras trabaja por la creación y la
elaboración de un partido revolucionario. La realidad es que los
resultados electorales pueden animar o desmoralizar a la gente y, en
todo caso, sirven para medir su conciencia y propensiones.
La clave de todo esto,
y lo sugiero con toda humildad, es la organización y la concientización
tanto de las bases como desde las bases–es decir, no tener ilusiones
en la vía electoralista al poder para los que sufren la explotación
y opresión capitalistas.
Sólo un movimiento de
masas puede llevar a "los de abajo" al poder; la revolución
contra el gran capital no nos van a regalar los políticos que vagan
por los pasillos del poder allá arriba.
La tarea estratégica
en esta coyuntura es obviamente la conformación de una organización
revolucionaria de masas. Cualquier táctica que pueda contribuir a
llevar a cabo esa tarea debe ser utilizada.
En el terreno
electoralista, los peligros de perder de vista la prioridad de
construir una alternativa revolucionaria son grandes.
Tanto los militantes de
base como los líderes mismos, sin embargo, tenemos todos que aprender
como construir una organización revolucionaria al mismo tiempo en que
se construye un movimiento social más amplio. Mejor dicho, tenemos
que aprender como construir una organización revolucionaria a través
de nuestra participación en y nuestra elaboración de un movimiento más
amplio.
Y eso por una sola razón:
una verdadera revolución contra el capitalismo y su estado sólo
puede resultar de la acción directa de la mayoría de la sociedad, y
no de una minoría que pretende actuar en su nombre.
Con tal que quede claro
que el ejercicio electoral es sólo una parte del proceso de conformar
una organización revolucionaria, el participar en las elecciones de
diciembre en forma independiente, o en la forma del frente único,
puede servir en la presente coyuntura como uno de los varios modos de
avanzar la creación de tal organización.
También contribuirá
al crecimiento de los movimientos sociales en sí, y dará
oportunidades para precisar las propuestas, y la visión de la
sociedad pos–neoliberal, que tienen los distintos grupos que
componen el movimiento social.
Y de estos diálogos y
debates vendrán los militantes que llegarán a conformar un verdadero
"instrumento político" de los trabajadores y
trabajadoras–indígenas, campesinos, urbanos, regulares, eventuales,
y desempleados–de Bolivia.
(*) Tom Lewis milita en
la International Socialist Organization, cuya sede está en Chicago,
Illinois (EEUU). Es catedrático de literaturas y culturas hispánicas
en la Universidad de Iowa (Iowa City) y co–autor de Cochabamba:
Water War in Bolivia (South End Press, 2004).
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