García
Linera tomó la decisión, presiones de Lula y Petrobras se impusieron
Privatizador
del Mutún dirige la "nacionalización"
del gas
Econoticiasbolivia,
15/09/06
La Paz.– Cae el
ministro Soliz Rada. Ahora el equipo que negocia con las petroleras a
nombre de Bolivia está constituido por dos ex funcionarios de
Petrobras, por un aplicado alumno del FMI y por un ex militar ligado a
organismos financiados desde Estados Unidos.
En un franco proceso de
derechización, el presidente interino de Bolivia, Alvaro García
Linera concluyó la noche de este viernes por desmantelar el equipo
petrolero de la "nacionalización" de Evo Morales, al echar
del gabinete al ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz Rada, y
reemplazarlo con el ministro que privatizó el gigantesco yacimiento
de hierro del Mutún.
En horas de la tarde,
Soliz Rada se vio obligado a presentar su renuncia, tras que García
Linera anulara su decisión de retomar el control estatal de las
refinerías entregadas a Petrobras, Repsol y Total.
García Linera, que
reemplaza temporalmente en el cargo a Morales, que está en la cumbre
de los no alineados en Cuba, tomó esta decisión tras recibir, por vía
telefónica, la protesta del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula
da Silva.
Una
caída anunciada
Desde fines de agosto,
Soliz Rada había perdido la conducción directa de la política
hidrocarburífera de Bolivia y de las negociaciones con las
petroleras, que ahora están a cargo de García Linera y de otros
cuatro ministros del gabinete de Morales, todos ellos ubicados en una
posición más conciliadora y mucho más pro empresarial que Soliz
Rada, que había utilizado las denuncias públicas de los fraudes y
delitos de Repsol, Petrobras y Shell para mejorar su posición
negociadora con ellas. Su caída era previsible, al igual que el
recambio de la política de confrontación verbal con las petroleras
por otra que busca acuerdos inmediatos y cualquier precio.
Así, la designación
del nuevo ministro de Hidrocarburos, posesionado la noche de este
viernes, recayó en Carlos Villegas, ex ministro de Planificación y
responsable directo de la privatización del Mutún y de la millonaria
subvención en gas natural (al menos 100 millones de dólares) que
entregará Bolivia a la transnacional Jindal para que explote ese
yacimiento que contiene la reserva de hierro más grande del mundo.
El reemplazo de Soliz
Rada por Villegas confirma, además, el cambio de orientación que se
da en el sector de hidrocarburos desde mediados de agosto, cuando se
destituyó al ex presidente de la petrolera estatal boliviana, Jorge
Alvarado, al superintendente de Hidrocarburos, Víctor Hugo Saínz, y
al viceministro de Hidrocarburos, Julio Gómez, todos ellos amplios
conocedores del tema petrolero y muy leales a Evo Morales. A ellos se
sumó el nuevo superintendente de Hidrocarburos, Santiago Berrios, que
renunció al cargo a tres semanas de haber sido posesionado.
Giro
derechista
Liquidado el primer
equipo petrolero, que avanzó muy poco en la negociación de los
contratos con las transnacionales, que deben legalizar su permanencia
en Bolivia hasta el 1 de noviembre de 2006 o salir del país, el
presidente Morales conformó un nuevo equipo a la cabeza del
vicepresidente Alvaro García Linera y de otros cuatro ministros, en
un claro viraje hacia una posición más moderada y de derecha,
buscando la conciliación inmediata con los intereses de las
petroleras extranjeras.
Así, el equipo que está
negociando los nuevos contratos con las petroleras extranjeras está
conformado por el nuevo presidente de la estatal petrolera, Juan
Carlos Ortiz, con amplia experiencia en el sector ya que fue gerente
comercial de Petrobras; por el ministro de Defensa, Walter San Miguel,
ex abogado de Petrobras y leal servidor de los empresarios nacionales
y brasileños que desfalcaron a la empresa área nacional; por el
ministro de Hacienda, Luis Alberto Arce, un burócrata forjado en la
escuela del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial; por ex
ministro de Planificación del Desarrollo y ahora de Hidrocarburos,
Carlos Villegas, un profesor universitario y académico investigador
de organizaciones no gubernamentales; y por el ministro de la
Presidencia, Juan Ramón Quintana, un ex militar especializado en
temas de defensa continental y miembro de Resdal, una entidad
financiada desde Estados Unidos por la Fundación Nacional para la
Democracia, creada por Ronald Reagan para combatir a la izquierda y al
comunismo.
Negociación
a ciegas
A nombre de Bolivia,
este equipo negocia con las transnacionales extranjeras en condiciones
precarias, casi a ciegas y con resultados casi predecibles. Con
auditorías incompletas, negociadores poco calificados y una legislación
con amplios vacíos legales, el gobierno boliviano negocia con clara
desventaja y a marchas forzadas los nuevos contratos con los que las
transnacionales petroleras seguirán explotando las segundas mayores
reservas de gas y petróleo de América del Sur.
El objetivo
gubernamental es avanzar hasta el 1 de noviembre lo más que se pueda
en su autodenominado proceso de "nacionalización", que se
traduce, ante la ausencia de expropiaciones y confiscaciones, en la
legalización de los contratos de las petroleras extranjeras, para que
éstas tributen un poco más de impuestos a cambio de plenas garantías
para seguir explotando yacimientos valuados en más de 200 mil
millones de dólares.
Una de las grandes
debilidades es la ausencia casi total de sólidas y completas auditorías
sobre las inversiones y operaciones que realizaron las petroleras en
las concesiones otorgadas por los gobiernos neoliberales. Estas
auditorías están siendo ejecutadas por consorcios privados
especializados en el área de hidrocarburos y que en el pasado han
tenido fuertes vínculos con las petroleras que hoy investigan y
auditan. Alguna de ellas, incluso, tienen un pasado poco transparente,
como es el caso de Consult System, descalificada con anterioridad por
las autoridades bolivianas por la falsificación de documentos. Esta
empresa tiene a su cargo la auditoría de los campos petroleros Colpa
y Caranda que opera la brasileña Petrobras.
Según establece un
informe del Ministerio de Hidrocarburos, hecho público este fin de
semana, el gobierno boliviano sólo cuenta hasta ahora con dos
informes preliminares de las 11 auditorías encargadas.
Vacíos
legales
Otra gran debilidad en
estas negociaciones es la falta de reglamentos de la actual ley de
Hidrocarburos, 3058, aprobada en mayo de 2005 por el Congreso
neoliberal y refrendada por el gobierno del ex presidente Carlos Mesa
y que, teóricamente, es la base legal de las negociaciones. El
decreto de "nacionalización" del 1 de mayo de 2006 de Evo
Morales no hace otra cosa, en lo esencial, que ampliar los plazos
otorgados por esa ley, que tiene muchas limitaciones y vacíos en su
aplicación.
Por ello, las
autoridades y funcionarios gubernamentales están amarrados por los
reglamentos de la entreguista ley que dejó el ex presidente Gonzalo Sánchez
de Lozada, derrocado en octubre del 2003 por una insurrección
popular.
"Se sigue
trabajando con la ley de Sánchez de Lozada, porque la actual (3058)
no tiene los reglamentos actualizados (...) Eso perjudica notablemente
el proceso de recuperación de los hidrocarburos", aseguró el
renunciante superintendente de Hidrocarburos, Santiago Berríos.
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