Bolivia

 

Constituyente

El vice se dobla ante la oligarquía

Econoticiasbolivia, 20/09/06

La Paz.– El presidente interino de Bolivia, Álvaro García Linera, paralizó la protesta campesina e indígena contra la oligarquía petrolatifundista y ablandó, otra vez, la posición gubernamental que intentaba rescatar en algo el carácter progresista de la Asamblea Constituyente.

En ausencia del presidente Evo Morales, que asiste a la Asamblea de las Naciones Unidas, el vicepresidente García Linera acordó ayer con los prefectos (gobernadores) de las nueve regiones de Bolivia suspender el denominado cerco a Santa Cruz, con el que los adherentes campesinos e indígenas del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) buscaban arrinconar a los sectores empresariales y las élites de poder, que defienden con uñas y dientes el poder de veto que tienen en la Asamblea Constituyente.

En la reunión con los voceros de la oligarquía petrolatifundista, asentados especialmente en las prefecturas de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, García Linera ofreció, además, retroceder parcialmente en la intención–decisión para que la mayoría del MAS redacte por sí sola la nueva Constitución Política del Estado, cediendo a la fórmula de los dos tercios, reclamados por la oposición y que da un poder de veto a los asambleístas de la oligarquía.

Ayer, el vicepresidente propuso que los temas conflictivos de la nueva Constitución Política del Estado (entre ellas las autonomías regionales, el régimen de tierras y explotación de los recursos naturales) sean aprobados con el sistema de los dos tercios, es decir en base al consenso entre la izquierda indigenista y la derecha oligárquica. Se trata de una concesión en la fórmula del oficialismo que antes se había cerrado en pedir la mayoría absoluta para todo.

La propuesta del vicepresidente fue formulada antes de ingresar a una prolongada reunión de seis horas con los nueve prefectos que llevaban como misión pedir que se mantenga el pacto indígena – oligárquico, refrendado la Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente, que precisamente establece los dos tercios para la aprobación del nuevo texto constitucional.

Los cuatro puntos acordados en la reunión entre García Linera y los prefectos son:

1.– Reafirmar el reconocimiento a la legitimidad de las autoridades nacionales y departamentales democráticamente elegidas.

2.– Reconocer la importancia de la continuidad de las reuniones entre los nueve prefectos democráticamente elegidos y el Presidente de la República y sus ministros para planificar y coordinar el desarrollo de las regiones, claramente en el respeto a las diferencias políticas de cada una de las autoridades y la coordinación más estrecha entre el Ejecutivo y los prefectos.

3.– El Gobierno y los prefectos que forman parte del Poder Ejecutivo hacen una invocatoria a todos los constituyentes a que en el marco de la ley formulen propuestas equilibradas entre mayorías y minorías que viabilicen un reglamento y un debate fructífero para el éxito de la Asamblea Constituyente. Los prefectos y el Gobierno reafirman su entusiasmo en el desarrollo de la Asamblea Constituyente. En ese contexto el Gobierno al igual que los prefectos en su legitimidad y liderazgo regional harán los esfuerzos para promover iniciativas que se puedan tomar a nivel de las regiones para encontrar consensos necesarios a fin de que la Asamblea Constituyente tenga lo más pronto un reglamento que garantice su desarrollo, la convivencia de mayorías y minorías en el marco de la Ley de Convocatoria.

4.– Se consideró con mucha preocupación el tema del paro y bloqueo campesino a Santa Cruz. El Gobierno a través de su Presidente interino manifestó la preocupación sobre este tema.

"Volvemos a hacer la invocatoria a los sectores movilizados a levantar la medida del bloqueo que le afecta al departamento (de Santa Cruz), a Bolivia y a los intereses del país y junto con los prefectos hemos establecido una convocatoria a los líderes sociales movilizados a tiempo de levantar la medida de presión del bloqueo a llevar adelante una reunión entre Gobierno central, prefecturas y los movimientos sociales movilizados y los sectores cívicos de la región para coordinar los temas pendientes de la agenda y las necesidades y reivindicaciones que se tiene en estas movilizaciones", afirmó García Linera.

De inmediato, el máximo dirigente de la oficialista Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), el parlamentarios masista Isaac Avalos, anunció la suspensión de los incipientes bloqueos en las regiones del oriente del país, impulsados como represalia a las acciones de la oligarquía petrolatifundista que paralizó por 24 horas a media Bolivia hace dos semanas.


Las fuerzas de la gobernante izquierda indigenista y de la oligarquía petrolatifundista suspenden las escaramuzas y buscan un nuevo acuerdo

Evo se abstiene de imponer su mayoría en la Constituyente

Econoticiasbolivia, 14/09/06

La Paz.– La presión y las amenazas de la oligarquía petrolatifundista han frenado la intención–decisión del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) para redactar por sí solo la nueva Constitución Política del Estado y rescatar en algo el carácter progresista de una Asamblea Constituyente.

Desde el pasado viernes 1 de septiembre, cuando la mayoritaria bancada de asambleístas del MAS aprobó, en la primera de dos etapas, un reglamento que eliminaba el poder de veto que tenía la minoritaria representación de la oligarquía, las sesiones de la Asamblea Constituyente han quedado en el limbo, producto de la indecisión gubernamental.

Este miércoles, el pleno de la Asamblea dejó de lado ese reglamento de debates y aprobó parcialmente otro de carácter transitorio, aunque sin dilucidar si la nueva Constitución será producto del consenso entre el MAS y las fuerzas de la oligarquía, a través del mecanismo de los dos tercios, o sí será impuesto por los asambleístas leales a Evo, mediante la fórmula de la mayoría simple.

Con esta acción, el MAS de Evo Morales intenta abrir una espacio al diálogo con los opositores, dejando en suspenso la ruptura del pacto con la derecha neoliberal, que había dado origen a la Asamblea y que estaba orientado a "moderar", hasta la inocuidad, la nueva Constitución y las autonomías regionales.

En el gobierno se temía que la aprobación definitiva del primer reglamento hubiese desatado una virulenta como impredecible ofensiva de las fuerzas opositores, que ya cumplieron el viernes 8 de septiembre un contundente paro de protesta de 24 horas en cuatro de los nueve departamentos (regiones) de Bolivia en defensa del pacto que dio origen a esa Asamblea.

Por ello, los asambleístas decretaron el receso de sus actividades hasta el jueves 21 de septiembre y, como respuesta, los prefectos (gobernadores) y comités cívicos de las cuatro regiones (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija), que representan los intereses de la oligarquía petrolatifundista, suspendieron por una semana la reunión de este viernes, en la que debían definir nuevas medidas de presión contra el gobierno.

Amenazas y guerra sucia

Antes del acuerdo preliminar de las bancadas, los opositores, atrincherados en las 4 prefecturas y Comités cívicos y articulados por la ultraderechista Podemos, del ex presidente Jorge Quiroga, mantenían una preocupación con un claro carácter belicista.

Francisco Navajas, presidente del Comité Cívico de Tarija, afirmó que las resoluciones que se vayan a tomar dependerán "de los avances que se den en la Asamblea Constituyente". En este ámbito, muchos ya hablan de una nueva huelga de 48 horas para forzar al presidente Morales a reconocer en toda la línea el pacto indígena – oligárquico, que se expresa en los dos tercios y en poder de veto entregado a los representantes de la derecha.

Para defender sus intereses, las fuerzas de la oligarquía enarbolan la bandera de la autonomía que les da mucha fuerza entre el pueblo, especialmente en Santa Cruz y Tarija, donde incluso muchas de las organizaciones sociales y laborales han caído bajo la influencia de las logias de poder y los grupos empresariales.

Esta presión ya ha hecho mella en el gobierno que ya archivó su propuesta de reglamento y que busca ahora la formar de hacer andar a la Asamblea, donde cuenta con una amplia mayoría que le permitiría tomar decisiones por sí solo, si es que así se lo propusiera.

Esta presión ha desatado también la "guerra sucia" entre oficialistas y opositores, y en las que menudean calificativos como "conspiradores", "golpistas", "dictadores". En este marco, este martes el vocero presidencial, Alex Contreras, dijo lo suyo: "Nosotros creemos que el prefecto Reyes Villa (de Cochabamba) es parte de este proceso de complot y confabulación que lo hemos denunciado hace tiempo atrás, la misma que está integrada por algunos comités cívicos y algunos prefectos en combinación con algunas empresas transnacionales, algunos malos empresarios y los partidos políticos neoliberales".

Optimismo conciliador

Otros son un poco más optimistas. "Tengo un moderado optimismo de encontrar puntos de acercamiento, pero también se requiere que reflexionen y cambien de actitud aquellos grupos políticos que no quieren la Constituyente y simplemente utilizan la palestra de los dos tercios para boicotearla", dijo por su parte el vicepresidente Alvaro García Linera, poco antes de partir a Washington, donde intentaba negociar un conveio comercial con Estados Unidos.

El vicepresidente había sido el gestor del primer acuerdo con la oligarquía petrolatifundista, a la que le dio el poder de veto a través del mecanismo de los dos tercios. Así, en la ley de Convocatoria a la Constituyente se establece que el texto de la nueva Constitución debe ser aprobada por dos tercios de votos (producto de alianza del MAS con la oligarquía) y luego ser refrendada por el pueblo a través de un referéndum. En cambio, la posición que hasta ahora sostenía el MAS, producto de la presión de la fracción indígena – campesina, planteaba que si en tres votaciones consecutivas no se logra el apoyo de los dos tercios, ese texto igualmente debe ir en consulta al pueblo para que sea aprobado o rechazado, con lo que se anula, en los hechos, el veto de la oligarquía.

La Asamblea está conformada por 255 representantes, 137 son del MAS (54%), 60 de la ultraderechista Podemos del ex presidente Jorge Quiroga y los restantes 58 por asambleístas de 13 agrupaciones de derecha y de izquierda. En este escenario, alcanzar un apoyo de dos tercios (170 asambleístas) equivale a llegar a un consenso entre el gobernante MAS y la derecha oligárquica. Ni más ni menos, lo que quería unos meses atrás el vicepresidente García Linera, con el aval del propio presidente Morales.