Bolivia

 

Peleas en las alturas y desborde popular en Bolivia

Rebelión en Cochabamba

Por Martín Camacho y Nacho Vargas (SoB Bolivia), desde Cochabamba, 22/01/07
Socialismo o Barbarie, periódico, 25/01/07

Una noticia sacudió a América Latina: la formación de un “Gobierno Revolucionario” surgido desde abajo en la ciudad de Cochabamba, como respuesta a las provocaciones del prefecto (alcalde) derechista, Manfred Reyes Villa. La movilización popular impuso por la vía de los hechos, si bien de manera efímera, un prefecto como expresión de la lucha popular. El MAS, por supuesto, desautorizó y condenó el hecho, alineándose con la “legalidad” del prefecto “elegido democráticamente”.

Aunque las aguas se han calmado provisoriamente, este acontecimiento es sintomático de que la experiencia con el gobierno del MAS ha comenzado. Los límites y contradicciones de su proyecto reformista se van a ir haciendo cada vez más evidentes, por lo que se hace necesario extraer de la experiencia todas las conclusiones necesarias. Conclusiones que a nuestro entender, van en el sentido de reafirmar la necesidad absoluta de la independencia de clase ante al gobierno de frente popular.

Un año ha pasado ya desde que Evo Morales y el MAS se hacían cargo del poder con una contundente mayoría absoluta. Seguramente, aquel 22 de enero del 2006 es recordado por muchos como el día de la asunción del primer presidente indígena, que venía con la promesa de cambiar la Bolivia de 500 años de domino y opresión, sembrando grandes expectativas e ilusiones populares. Así, el 22 de enero, la mitad más uno le dio su voto de confianza depositando en el nuevo gobierno indígena la esperanza de cambio.

Un año después, el panorama es diferente. Si bien es un  hecho que el gobierno de Morales y Linera conserva un gran apoyo popular, el país se encuentra hoy polarizado, dividido y enfrentado política y socialmente. Esto ha sido producto de la política masista de pactar con la derecha y desmovilizar, dividir y enfrentar a los trabajadores y las masas. Es así que el 2006 ha sido un año de acumulación de contradicciones para el gobierno del MAS. La Asamblea Constituyente, su principal apuesta política (junto con la “nacionalización” del gas) y que ha sabido vender a las masas como el cumplimiento de un punto esencial de la agenda de Octubre, se ha convertido en el ring de las disputas entre el gobierno y la derecha, y su crisis constituye el telón de fondo de los hechos de Cochabamba.

Desborde por izquierda al gobierno del MAS

Los hechos revolucionarios ocurridos en Cochabamba se vienen a sumar a un escenario nacional complicado para el gobierno de Evo Morales. Se encuentra empantanado en su principal política, la Asamblea Constituyente. Luego de haber pactado con la derecha cruceña el candado de los dos tercios, ha intentado hacer caso omiso a lo establecido en la ley de convocatoria, lo que generó la reacción de una derecha envalentonada producto de las concesiones y agachadas del Gobierno.

Si bien la situación política cochabambina atraviesa por un momento de impasse, producto de que el gobierno ha logrado en alguna medida encausar los acontecimientos al terreno de la “legalidad” burguesa, desconociendo al efímero gobierno “prefectural revolucionario” y ratificando a Reyes Villa, los problemas de fondo de la Bolivia en general y de Cochabamba en particular siguen sin resolverse, lo que podría preanunciar nuevas tormentas.

Es muy importante dejar en claro cómo se han ido desarrollando los acontecimientos previos a la jornada del 16 del enero, ya que ellos mismos revelarán, por un lado, que fueron la justa respuesta de las bases trabajadoras a las provocaciones del fascista Manfred Reyes Villa, y expresión de hartazgo frente a las salidas “democráticas” del gobierno frentepopulista del MAS. Y por el otro, aunque en pequeñas dimensiones y efímeramente, dan cuenta de la primera experiencia de desborde por izquierda (aunque no haya tenido desde un principio, ni haya adquirido, un carácter abiertamente antigubernamental) a la política de conciliación  de Evo Morales y García Linera.

Provocación y justa reacción popular

El 11 de diciembre, el ultraderechista Manfred Reyes, prefecto del departamento de Cochabamba, convoca a una marcha y concentración para el 14 de diciembre con el objetivo de defender la “democracia”. Esta provocación encuentra su fundamento en la forma en que debe ser aprobada la nueva Constitución: si con el apoyo de los dos tercios de los constituyentes o con la mayoría simple.

Envalentonado por la convocatoria conseguida, el 14 de diciembre anuncia frente al cabildo reaccionario el llamamiento a un “referéndum autonómico”. Ante miles de personas dice: “adelante Santa Cruz y su independencia”, dándole rienda suelta a la provocación. En respuesta, se producen los primeros enfrentamientos.

El martes 19 de diciembre, grupos de choque dirigidos por el prefecto atacan a trabajadores y campesinos que se encuentran apostados en la plaza principal demandando el retiro del prefecto. Nuevamente la respuesta no se hace esperar, y un policía es alcanzado por un explosivo. El miércoles 20 se conforma un Cabildo del Pueblo en el que se ratifica el pedido de renuncia al Prefecto.

El jueves 4 de enero, una nueva marcha se hace sentir en la ciudad mientras las bases trabajadoras permanecen en vigilia en la puerta de la prefectura y se determinan bloqueos en las rutas de todo el departamento, al tiempo que comienzan a sumarse los primeros cocaleros, adhiriendo a lo resuelto en el Cabido realizado el día anterior. El lunes 8, la situación se pone más tensa y en las primeras horas de la tarde los sectores populares insisten en tomar posesión de la prefectura e incendian sus puertas. Mientras tanto, se van intensificando los bloqueos. El martes 9, la derecha instalada en el Comité Cívico monta una nueva provocación: convoca para el día siguiente una “marcha por la paz”. El miércoles 10, los campesinos, anticipándose a la derecha, ocupan la plaza donde estaba llamada la “marcha por la paz”. La movilización se suspende, pero los grupos fascistas fieles al prefecto Reyes Villa siguen actuando. Salen a la calle, y armados y dispuestos a “echar a los indios a patadas”.

El jueves 11 quedará en la memoria de muchos como el día más sangriento. En las primeras horas del día se dan los primeros choques y heridos en la zona norte de la ciudad. La policía arma “cordones de seguridad” para impedir los enfrenamientos. Unas 5.000 personas del fascistoide bloque de la “juventud por la democracia” (junto con un centenar de matones a sueldo traídos por el prefecto desde Santa Cruz) rompen el “cerco policial” levantando la reaccionaria consigna de “recuperar la plaza” ocupada por los campesinos. Horas después es asesinado arteramente el compañero cocalero Juan Tica Colque. El odio, la bronca y la indignación se desatan y los cocaleros –con todo derecho– ajustician a un joven derechista.

El  viernes 12 continúa la ocupación de la plaza principal.  El prefecto Manfred Reyes desiste de convocar al referéndum autonómico. Los días siguientes la tensión sigue, se prevén nuevos cortes de rutas y continúan las marchas y vigilias.

Los sucesos revolucionarios del 16 de enero

El martes 16 de enero un Cabildo Abierto en el que participaron bases campesinas cocaleras, regantes, trabajadores, estudiantes y sectores populares produjeron un hecho revolucionario (aunque efímero):  destituyeron al prefecto Manfred Reyes Villa y obligaron al Consejo de Departamental a nombrar un nuevo “Gobierno Departamental Revolucionario”. La protesta fue inicialmente convocada, organizada e impulsada por el gobierno de Evo Morales con el objetivo de “detener el avance derechista, pero sin llegar a derrocar a Reyes Villa ni a romper con la oligarquía” (Econoticias, 17-01). Sin embargo, este objetivo se vio desbordado producto de la durísima represión por parte de la policía y el “vía libre” que las “fuerzas de seguridad” le dieron a la actuación de las bandas fascistas que se cobraron la vida de dos compañeros cocaleros.

Las bases trabajadoras se convocaron en el Cabildo Abierto con la intención de echar a patadas al prefecto Reyes Villa, indignadas por el respaldo público que este prefecto fascista le había dado a la oligarquía del oriente del país. Es que Reyes Villa se había jugado a hacer de Cochabamba la nueva “adquisición” de la derecha cruceña (como actualmente lo son los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, donde la derecha secesionista ejerce el control a través de las Prefecturas, los comités cívicos, apoyo ciudadano y bandas fascistas organizadas). Ejerciendo una incesante presión, el Cabildo obligó al Consejo Departamental a vetar a Manfred y a nombrar un nuevo Gobierno Prefectural que basaba su legitimidad en las bases trabajadoras movilizadas en la calle y organizadas en Cabildo Abierto.

Frente a estos hechos, el gobierno de Evo Morales salió inmediatamente a desconocer, rechazar, boicotear y condenar al nuevo gobierno surgido desde abajo. La defensa del “Estado de derecho” por parte del MAS se hizo carne en las palabras del vicepresidente Linera, quien defendió de manera vergonzosa al fascista Manfred Reyes por haber sido electo por el “voto democrático”. Conjuntamente con los argumentos legalistas, el gobierno de Morales se aprestó inmediatamente a instar a todos los movimientos sociales leales a que se replegaran a sus lugares de origen, socavando de esta manera las bases del nuevo gobierno.

El “Gobierno Prefectural Revolucionario” como precedente

Si  bien la “existencia real” del Gobierno Prefectural Revolucionario no fue más allá de llevar en andas a Tiburcio Herradas horas después de haber sido proclamado, la importancia  de esta experiencia radica en el inmenso precedente que deja sentado. A nuestro modo de ver, el valor que tiene la experiencia del Gobierno Prefectural Revolucionario surgido desde abajo radica en que muestra un camino opuesto y alternativo al que propone y defiende el MAS para enfrentar el avance de la derecha: el de la movilización e incluso llegando a poner en pie organismos de poder de los propios trabajadores si es necesario.

Las permanentes agachadas del gobierno central frente a la oligarquía, como lo demuestra la Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente, permitiéndole la posibilidad de veto, no han hecho otra cosa que permitir el resurgimiento con fuerza de una derecha que luego de las jornadas revolucionarias de octubre de 2003 y mayo-junio de 2005 estaba prácticamente muerta.

Las bases trabajadoras, cansadas del envalentonamiento de la derecha propiciado por el MAS y hartas del camino sin salida al que las llevan las timoratas medidas reformistas y legalistas del gobierno, han dado importantes pasos en un camino distinto: la organización independiente, por abajo, en la calle y directa. Esta organización no sólo ha servido para impulsar la destitución del prefecto, sino que ha dado un salto cualitativo y se ha planteado y encarado, aunque de manera efímera, el nombramiento de hecho de un “gobierno del pueblo”.

Impasse

El momento político actual es de impasse, luego de los sucesos revolucionarios del martes 16. La existencia real del Gobierno Prefectural fue muy efímera y su lugar fue ocupado en los hechos por el Consejo Departamental presidido por el actual viceprefecto Johnny Ferrel, zanjando así la posibilidad de que se produjera un vacío de poder. Sin embargo, la cuestión de fondo no se ha resuelto, ya que ninguno de los tres caminos posibles de resolución ha ido hasta las últimas consecuencias o se ha impuesto hasta el momento.

El camino del Referéndum Revocatorio propuesto por el gobierno de Evo está en veremos, ya que tal como fue presentado (tratamiento especial para aquellos que hayan obtenido más del 50% de los votos al momento de su elección) no será aceptado por la Cámara de Senadores, en la que la derecha es mayoría. Por otro lado, está pendiente la vuelta a sus funciones del actual prefecto Manfred Reyes, quien formalmente no ha renunciado ni ha sido relevado de su cargo. Por el contrario, tiene todas las intenciones de reincorporarse a su cargo “lo antes posible”, lo que podría traer nuevos aires de tormenta: luego de lo sucedido, la vuelta sin más del prefecto aparece como intragable para los sectores populares. El tercer camino es el andado por el cabildo del 16.

Después de Cochabamba, El Alto

El precedente sentado es muy importante, y se presenta como un ejemplo para el resto de las bases trabajadoras de Bolivia. Aquí radica la gran importancia de los sucesos revolucionarios de Cochabamba. Los dichos de un importante cardenal revelan el miedo que genera que los trabajadores se liberen de las ataduras que dirigentes timoratos les quieren imponer y se organicen de manera independiente: “Que no se contagie la violencia a otros departamentos” (Bolpress, 11-01).

En lo inmediato, la situación que dio origen a los sucesos de Cochabamba parece estar repitiéndose (a escala mucho menor) en La Paz y El Alto, donde las bases trabajadoras están exigiendo la renuncia del prefecto Paredes. En este marco, el lunes 22 se llevó adelante un Paro Cívico liderado por las juntas vecinales de El Alto que tuvo alto acatamiento, si bien no se movilizaron hacia la Prefectura.

Los acontecimientos que se produjeron en la ciudad de Cochabamba le dan más fuerza y sientan un precedente importantísimo a las bases trabajadoras campesinas y originarias nucleadas en las juntas vecinales de El Alto (Fejuve). Éstas están saliendo a las calles con marchas, bloqueos y un paro cívico de 24 horas con el único objetivo de echar al prefecto Paredes. Y si bien no han ido más allá de estas medidas porque el gobierno puso todo para mediar lo más posible, se evidencia que no le es tan fácil parar el descontento de las masas.

Por un camino independiente

Hoy, más que nunca, se hace necesario poner en pie, y bien en alto, las reivindicaciones planteadas en la agenda de octubre, postergadas una y otra vez. Se hace cada vez más necesario construir nuestro propio instrumento político, independiente del Estado, sus partidos e instituciones, para dar la pelea política en todos los terrenos.

Los desafíos ya se han planteado. Y el primero de ellos es el de mantenerse firmes y no capitular a las políticas pro capitalistas del MAS. En la pelea por aplastar los intentos secesionistas de la derecha cruceña, por la verdadera nacionalización del gas y por una Asamblea Constituyente auténticamente democrática, se deberá ir construyendo la verdadera alternativa independiente. Los trabajadores y el pueblo bolivianos debemos construir nuestro propio camino independiente de las peleas en las alturas entre la derecha reaccionaria y el gobierno frentepopulista del MAS, el camino que hace falta para acabar realmente con el imperialismo y el capitalismo en Bolivia y abrir camino a una Bolivia socialista, obrera, originaria, campesina y popular. En ese sentido, la experiencia de Cochabamba, seguramente, se volverá a hacer sentir en el futuro.