Cuesta
arriba en la lucha por el salario
Econoticiasbolivia,
08/05/07
Mineros
arrancan un bono, maestros urbanos dejan la lucha y magisterio rural y
salubristas intensifican la presión con huelgas de hambre y
movilizaciones. Miles de comerciantes asedian La Paz
La
Paz.– La lucha por un mejor salario quedó parcialmente desinflada
tras que los combativos sindicatos de maestros urbanos aceptaron
anoche la propuesta gubernamental de elevar el sueldo nominal y tres
bonos en 6 por ciento. La tregua declarada por los urbanos deja en la
estacada a otros miles de maestros rurales y salubristas que
intensificaron sus medidas de presión, a la par que cientos de policías
organizaban un mítin para exigir incremento salarial en el centro de
La Paz, agobiada por la presión de miles de empobrecidos comerciantes
de ropa usada.
Una
semana atrás, los más de cuatro mil mineros de Huanuni habían
logrado, mediante una huelga, doblegar parcialmente al Gobierno del
presidente Evo Morales al arrancarle un bono de producción
equivalente al 60 por ciento del salario. El ofrecimiento
gubernamental era del 40 por ciento.
Todas
estas acciones de lucha sindical se libran al margen de la Central
Obrera Boliviana (COB), que hasta ahora no logra aglutinar a los
sectores en un solo frente de batalla ni articularlos en torno al
pliego único, donde están precisamente estas demandas salariales y
otras reivindicaciones como la nacionalización real de los
hidrocarburos y la creación de empleos estables y con salarios
dignos.
Todos
los sectores laborales rechazaron, verbalmente, el incremento del
salario mínimo en cinco por ciento, de 500 a 525 bolivianos (de 62 a
65 dólares), y reclamaron la vigencia de un salario mínimo de 1.800
bolivianos (225 dólares), pero sólo los maestros, salubristas y
mineros ejecutaron acciones en pos de estas demandas. En otros
sectores laborales, incluida la COB , la presencia de dirigentes
leales al presidente Morales frenan la protesta de los trabajadores,
que, según las cifras oficiales, han perdido casi una décima parte
de su salario real en los dos últimos años, producto del alza del
costo de vida que se engulle casi de inmediato el incremento anual
nominal de ingresos, dejando más pobreza y penuria entre los
asalariados y trabajadores por cuenta propia.
Sindicatos cooptados
Al
anochecer de este lunes, un ampliado nacional del Magisterio urbano,
dominado por dirigentes oficialistas leales al presidente Morales,
declararon un “cuarto intermedio” en la lucha por el salario, que
habían impulsado hasta ahora los sindicatos más radicalizados,
especialmente de La Paz , y que habían impuesto un paro de 24 horas
el pasado jueves.
El
dirigente de la Confederación de Maestros Urbanos de Bolivia, Fermín
Valencia, declaró la suspensión oficial de las medidas de presión
(huelga y movilizaciones callejeras) y la aceptación del aumento del
6 por ciento al salario y a cada uno de los tres bonos anuales con los
que cuenta el sector.
De
esta manera, el bono fusionado (Pro Libro y al Cumplimiento) que es de
1.425 bolivianos (178 dólares), ascenderá a 1.511 (189 dólares); el
Bono económico de 842 bolivianos que subirá a 893 bolivianos y el de
Incentivo a la Permanencia (IP) que aumentará de 548 a 581 bolivianos
(un dólar equivale a 8 bolivianos).
El
ampliado declaró, además, vigilia sectorial para lograr la abrogación
de la Ley de Pensiones 1723, la modificación del nuevo proyecto de
ley de Educación y la aprobación de una nueva que establezca la
jubilación a los 55 años con las 12 últimas papeletas de pago.
Estos
dirigentes rechazaron también el ultimátum del presidente Morales de
declarar profesión libre al magisterio, las presiones anunciadas para
despedir maestros y descontar el salario por los días de huelga.
Movilización sectorial
En
el sector de salud se mantiene una huelga general y se multiplican los
piquetes de huelga de hambre y las movilizaciones callejeras. El
magisterio rural, por su lado, ratificó el paro de 72 horas que
iniciarán este miércoles, si es que el Gobierno no responde
satisfactoriamente a su demanda sectorial de aumento salarial.
En
La Paz , el diálogo de los salubristas con el Gobierno está en cero.
Mientras el viceministro de Salud, Luis Alberto Nogales, condiciona
una negociación con este sector a la suspensión del paro indefinido
que llevan desde hace 11 días; el máximo dirigente de este sector
pide que primero se inicie la reunión para desistir de sus medidas.
Nogales informó que el paro en salud se cumple en un 90 por ciento
del país.
En
apoyo de los huelguistas, varias regionales de la COB anunciaron su
decisión de plegarse al ayuno voluntario. Así, el dirigente Antonio
Hurtado dijo que este miércoles los miembros del comité ejecutivo de
la Central Obrera del Beni iniciarán la huelga de hambre.
"Estamos solidarios con los trabajadores en salud porque
consideramos justas sus demandas y, además, nos preocupa la actitud
del Gobierno, su soberbia y prepotencia, ya que mientras dice que es
un gobierno de los sectores sociales, vemos que esto no es cierto,
pues si fuera un gobierno de los sectores sociales, con seguridad de
que al momento estuviera atendiendo las demandas de todos los
trabajadores".
A
media mañana de este martes, cientos de policías de seguridad física
realizaron un mitin en la plaza Isabel la Católica de La Paz para
exigir la nivelación salarial y categorización para aumentar sus míseros
ingresos. “Tenemos derechos y nuestras familias también deben
comer”, dijo de los policías amotinados, mientras marchaban rumbo
al Ministerio de Gobierno para plantar la cara por sus demandas que
son cuatro: incremento salarial, ingreso al escalafón de la Policía,
uniformes y ascensos.
Comerciantes empobrecidos
Otros
que protestan, y muy fuerte, son casi 10 mil comerciantes minoristas
que se han concentrado en La Paz, exigiendo que el Gobierno extienda
el plazo de importación de ropa usada. Son comerciantes empobrecidos,
al filo de la miseria extrema, que carecen de un empleo estable y que
ganan unos centavos al comercializar prendas usadas.
"No
pedimos dinero ni trabajo. Sólo pedimos ampliación de la importación
por tres años. Si no hay fuentes de trabajo, ¿de qué vamos a vivir?
No es justo que con un decretazo nos corten la alimentación",
dice Tomás Quispe, dirigente de los comerciantes que convulsionan la
sede de gobierno y exasperan a otros miles de microproductores y
artesanos, igual de miserables que ellos, y que luchan para evitar que
la ropa usada termine de matar la precaria y poco competitiva
industria manufacturera local.
En
batalla por el salario
Por Gabriel Tabera Soliz
Econoticiasbolivia, 04/05/07
Trabajadores luchan para arrancar a
Evo un incremento real, que no se esfume con el alza del costo de
vida, quieren un pedazo más grande de la torta que por ahora sólo
engorda al Estado y a los empresarios
La Paz.– La inédita participación
del presidente Evo Morales en la marcha de la Central Obrera Boliviana
(COB) podría quedar reducida a una simple anécdota del primero de
mayo, tras que maestros, salubristas y otros sectores laborales
comenzaran la batalla anual por un mayor incremento de salarios.
Marchando como en sus épocas de
dirigente sindical, Morales iniciaba en las primeras horas de este mes
un acercamiento insistentemente reclamado por la dirigencia de la COB
, aunque minutos después, al decretar un aumento de tres dólares al
salario mínimo mensual de 500 a 525 bolivianos (de 62 a 65 dólares),
un cinco por ciento, desandaba en su propósito conciliador.
El máximo dirigente de la COB , Pedro
Montes, disparó primero. “Este incremento es una vergüenza, en vez
de mejorar el estándar de vida de los trabajadores, lo empeora mucho
más por el aumento del costo de vida. Es insignificante, es una burla
a la clase trabajadora. No nos sirve. Exigimos un incremento que por
lo menos permita vivir dignamente. 525 bolivianos no es nada”.
Paradojas
Como respuesta, el gobierno intenta
convencer a los sindicatos que las arcas estatales, aunque se han
inflado con los millonarios ingresos provenientes de los contratos
petroleros, siguen en terapia intensiva y que sólo tienen lo
necesario para que el salario no pierda su valor real y cubra el alza
del costo de vida.
”El decreto ( 29116) que fija el
salario mínimo nacional en 525 bolivianos quiere preservar el poder
adquisitivo del salario. El año pasado la inflación fue del 4,5 por
ciento, hay alguito más de incremento, no es significativo, pero la
política se mantiene para mantener el poder adquisitivo del salario mínimo
nacional”, dice a la prensa el ministro de Hacienda, Luis Arce,
mientras miles de maestros y salubristas en paro gritan y maldicen en
las calles exigiendo más incremento.
Los empresarios tampoco están
contentos, aunque por razones diferentes. A ellos les parece mucho
pagar a sus empleados esos tres dólares más al mes. “Es una medida
política, están apretando mucho más a los empresarios y no a los
informales”, se queja el presidente de la Confederación de
Empresarios Privados de Bolivia, Roberto Mustafá.
Moral y datos
Estas razones tropiezan, sin embargo,
con las estadísticas, casi siempre frías, que también juegan a
favor de unos y ponen en figurillas a otros. En el Ejecutivo, por
ejemplo, buscan afanosos la ecuación simple y directa que explique y
conjugue el éxito de la “nacionalización”, la danza de millones
del gas y la crónica miseria del Estado y del incremento salarial.
En el 2004 el Estado recibía por el
gas 287 millones de dólares, el 2005 subió a 608 millones de dólares,
el 2006 obtiene 1.352 millones de dólares y el 2007 se aguarda 2.000
mil millones de dólares, dice la public idad oficial que muestra cómo
engorda el fisco, incisivo para recaudar más recursos pero mezquino
para compartir con los más pobres.
En año y medio de gobierno de la
“revolución democrática y cultural” que encabeza el presidente
Morales, los ingresos del Estado se han multiplicado por casi 10 veces
(según las cifras oficiales), producto de los mayores volúmenes de
exportación de gas, el aumento de precios de las materias primas y la
mayor participación estatal en el negocio, aunque nada de ello llega
a los trabajadores.
Los empresarios, grandes y medianos,
son también víctimas de su propio éxito. En los dos últimos años
han declarado ante el fisco que sus ganancias han aumentado en 85 por
ciento, casi el doble, pero a la hora de pagar más salarios aseguran
que están a un paso del descalabro y el cierre.
Realidades
Las cifras oficiales muestran que las
finanzas del Estado y de las empresas privadas gozan de muy buena
salud, a la par que empeora la situación de los trabajadores. En los
dos últimos años, el salario promedio real (poder adquisitivo) de
los trabajadores del sector empresarial privado disminuyó en 9,26 por
ciento y el de los trabajadores del sector público en 4 por ciento,
según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que están
revelando que los obreros y empleados bolivianos trabajan más que
antes, reciben menos y comen peor. Estadísticas suficientes para
alimentar la batalla por el salario, en la que también juegan la
demagogia, el cálculo político y la impostura.
En lo que va del año, la inflación
llegó a 2,5 por ciento, devorando ya la mitad del reciente incremento
gubernamental, que muchos temen que desaparezca del todo en los próximos
tres meses, con lo que a partir de julio o agosto, la capacidad de
compra del salario (el salario real) caerá mucho más.
Salarios de hambre
A principios del 2006, el ingreso
promedio mensual de los trabajadores de todo el país era, según el
INE, de 874 bolivianos (110 dólares), insuficientes para que un
trabajador pueda mantener a su familia, por lo que ahora es común que
las mujeres, jóvenes y niños engrosen la fuerza laboral en busca de
unos centavos más. Por ello, la COB reclama que el presidente Morales
cumpla con su promesa electoral de triplicar el salario mínimo, lo
que ya ha sido descartado por el oficialismo.
Entre los trabajadores de servicios y
comercio, el ingreso promedio era de 890 bolivianos, mientras que en
los trabajadores de la industria extractiva, la manufactura y la
construcción el promedio mensual era sólo de 957. En la agricultura
este promedio era apenas de 199 bolivianos, ni más ni menos.
Los datos oficiales muestran que el
ingreso promedio mensual que reciben los obreros de todo el país
alcanza apenas a 967 bolivianos, el de los empleados a 1.722, y el de
los trabajadores por cuenta propia a sólo 699. Con estos salarios,
los trabajadores bolivianos están condenados a vivir en la extrema
pobreza.
Cae
el salario real y se agrava la explotación laboral
Con
Evo o sin Evo, el neoliberalismo sigue haciendo de las suyas
Por Gabriel Tabera Soliz
Econoticiasbolivia, 04/05/07
La Paz.– La fuerza laboral boliviana
vive su mala hora, con empleos precarios, salarios de hambre y una
creciente explotación laboral. Son cuatro millones y medio de hombres
y mujeres, muchos de ellos muy jóvenes, casi niños, que trabajan en
el campo y las ciudades, tratando de conseguir el sustento diario de
sus familias.
300 mil de ellos tienen ingreso cero,
están desempleados y deambulan buscando emplearse en lo que sea, para
ganar lo que se pueda, aunque sin ningún éxito.
Otros tres millones trabajan en la
economía informal, con ingresos raquíticos y condiciones miserables,
sin seguridad social ni beneficios, al margen de la legislación
laboral protectiva y, muchos de ellos, en el submundo de la
sobrevivencia y la sobreexplotación. Casi siempre ganan muy poco,
aunque a veces la fortuna les sonríe y obtienen un buen ingreso, en
otras ocasiones no reciben nada, ni siquiera una moneda.
Este ejército laboral se completa con
otros 900 mil trabajadores de la economía formal, 600 mil en el
sector empresarial privado y 300 mil como empleados del Estado. Ellos,
aunque cuentan con un empleo un poco más seguro y con prestaciones
sociales y laborales parciales (aguinaldo, bonos, vacaciones), también
cargan su cruz, con la disminución de su capacidad de compra y las
siempre crecientes exigencias de la patronal, señala un amplio
reportaje difundido en La Época.
Deterioro general
Las cifras oficiales, casi siempre
mezquinas para explicar la real situación laboral, muestran que en
Bolivia hay un paulatino proceso de depauperación de la fuerza de
trabajo, tanto por las malas condiciones de trabajo como por la caída
en el ingreso real.
En los últimos dos años, por ejemplo,
la capacidad de compra de gran parte de los trabajadores bolivianos
disminuyó en casi 10 por ciento, producto de los míseros incrementos
salariales otorgados al principio de cada gestión anual, que se
esfumaron casi de inmediato con el alza de precios de los principales
productos de consumo.
La lucha sindical para que los
trabajadores tuvieran un par de billetes más en el bolsillo tuvo un
impacto positivo pero efímero, que se diluyó en un par de meses, por
lo que los obreros y empleados concluían cada gestión con un menor
poder adquisitivo de sus salarios, agravando su crítica situación.
Según los datos del Instituto Nacional
de Estadística (INE), el salario real (poder adquisitivo) de los
trabajadores del sector empresarial privado disminuyó en 9,26 por
ciento y el de los trabajadores del sector público en 4 por ciento,
en lo que va del 2005 y 2006. Esta misma tendencia se habría dado
entre los trabajadores del sector informal, que tienen un ingreso que
apenas alcanza a la mitad o un poquito más de los asalariados.
Salarios de hambre
A principios del 2006, el ingreso
promedio mensual de los trabajadores de todo el país era, según el
INE, de 874 bolivianos (110 dólares), cifra que convierte el trabajo
en pobreza permanente y de por vida.
Entre los trabajadores de servicios y
comercio, el ingreso promedio era de 890 bolivianos, mientras que en
los trabajadores de la industria extractiva, la manufactura y la
construcción el promedio mensual era sólo de 957. En la agricultura
este promedio era apenas de 199 bolivianos, ni más ni menos.
Los datos oficiales muestran que el
ingreso promedio mensual que reciben los obreros de todo el país
alcanza apenas a 967 bolivianos, el de los empleados a 1.722, y el de
los trabajadores por cuenta propia a sólo 699.
Con estos salarios, los trabajadores
bolivianos están encadenados a la pobreza.
Explotación de menores
Estas cifras, que no alcanzan para
cubrir el costo de la canasta familiar (estimado en la Central Obrera
en 6.700 bolivianos para una familia de cinco miembros), muestran a
las claras que un trabajador promedio no está en condiciones de
sostener económicamente a su familia. Por ello, estas familias se
hunden en la pobreza y envían a más miembros del hogar (mujeres y niños)
a buscar el sustento diario.
Así, según las proyecciones del INE,
cerca un tercio de toda la población laboral boliviana es menor de 25
años, la mayor parte de ellos insertos en ocupaciones sin calificación
y mal remuneradas. En este caso, es particularmente crítica la
situación de 450 mil trabajadores jóvenes y adolescentes que tienen
entre 15 y 19 años, que dejan la escuela y los estudios para trabajar
en cientos de oficios y actividades, muchos de ellos por encima de las
48 horas laborales, con salarios muy bajos y en condiciones de
sobreexplotación. Son mano de obra barata, fácil de domesticar y
dispuesta a todo a cambio de muy poco.
Mucho peor están otros 300 mil
infantes de 7 a 14 años, que conforman el ejército infantil laboral,
sometidos a diversos grados de explotación laboral y familiar, sin
derechos sociales y vulnerables a todos los peligros de trabajar en
calle, en condiciones muy precarias y sin derecho a gozar de su
infancia. Ellos virtualmente están condenados a vivir en la pobreza y
a perpetuar este mal social en sus hijos.
Aunque la ley prohíbe el trabajo hasta
los 14 años, muchos de ellos trabajan en negro, con bajísimos
ingresos, largas jornadas, sin protección legal ni industrial,
ausencia de contratos laborales y en muchos casos violencia física y
sexual en el lugar de trabajo, según los informes de las
organizaciones de Naciones Unidas como la Unicef y el PNUD.
Hambruna y pobreza
Con salarios tan bajos, no es de extrañar
que en un tercio de los hogares bolivianos se pase hambre y se viva en
los rigores propios de la extrema pobreza, lo que provoca la
desintegración de la unidad familiar, la pérdida de dignidad y, en
muchos casos, la prostitución infantil y la delincuencia. Son
familias que están a un paso de la indigencia y rumbo a la
autodestrucción.
En otro tercio de los hogares apenas se
tiene lo necesario para cubrir los costos de la alimentación y la
norma diaria es la pobreza y la permanente insatisfacción. De ahí
emergen los migrantes a la Argentina y Europa.
Revolución
de Evo: menos salario y más ganancia
Lucran
los de arriba, lloran los de abajo
Econoticiasbolivia, 04/05/07
La Paz.– El salario real de los
trabajadores bolivianos disminuyó en los dos últimos años en casi
10 por ciento, agravando sus condiciones de pobreza e insatisfacción
laboral.
Los datos del INE revelan que, en el
bienio 2005–2006, los trabajadores del sector empresarial privado
perdieron 9,26 por ciento y los trabajadores del sector público otro
4 por ciento.
Para los trabajadores del sector
empresarial privado, el año 2006 fue mucho peor que los anteriores,
ya que en esa gestión perdieron 5,49 por ciento de su capacidad de
compra. Los más afectados fueron los mineros asalariados, los
trabajadores de la industria de bebidas, tabaco, textiles, productos
químicos, trabajadores del comercio y hoteles, transportistas
asalariados, bancarios y maestros.
Entre los grupos ocupacionales, la
disminución de la capacidad de compra fue mayor entre los
profesionales, empleados y obreros, agrega la estadística oficial.
La reducción real de ingresos fue del
orden del 4,13 por ciento entre los gerentes y administradores que
trabajan para las empresas privadas, de 7 por ciento entre los
profesionales, de 2 a casi 5 por ciento entre los empleados y de más
de 1 a casi 4 por ciento para los obreros.
Más lucro para los de arriba
Esta caída en el salario real de los
trabajadores, que se amortigua un poco para aquellos que tienen años
de antiguedad y perciben bonos adicionales, contrasta notoriamente con
la situación de bonanza que experimentan gran parte de los dueños y
accionistas de las empresas grandes, medianas y pequeñas del sector
privado.
En los dos últimos años, las
ganancias declaradas oficialmente por este sector virtualmente se
duplicaron, alcanzando a un crecimiento de 85,6 por ciento, según
datos del Viceministerio de Política Tributaria del Ministerio de
Hacienda.
Estas ganancias, que casi siempre son
mucho mayores a lo que oficialmente se declara ante el fisco,
aumentaron, según los registros tributarios, en 53,6 por ciento entre
el 2005 y el 2006 y en otro 20,8 por ciento adicional entre el primer
trimestre del 2006 y 2007.
Más desigualdad
Así, ensanchando aún más las grandes
asimetrías y desigualdades de la sociedad boliviana, donde muy pocos
acaparan casi todos los ingresos y muchos carecen de casi todo, los
beneficios del crecimiento económico fueron a parar a manos de los
empresarios, mientras que los trabajadores están peor que antes.
Los casos más ilustrativos de esta
injusta situación se dan, por ejemplo, en la minería y en la banca
comercial privada, ambos con fuertes lazos con el capital extranjero.
Durante el 2006, las compañías
mineras, especialmente las transnacionales y las de la minería
mediana, y en menor proporción las cooperativas y empresas chicas,
obtuvieron además de sus ganancias habituales, otros 500 millones de
dólares en ganancias adicionales extraordinarias, sin tener que
aumentar la producción ni sus costos de operación.
En este periodo de bonanza, donde los
dueños y accionistas de las minas ganan a manos llenas, el salario
real de los hombres y mujeres que arriesgan la vida para hacer la
fortuna de otros, cayó en 2,4 por ciento. Los datos del INE confirman
que unos se llevan los millones y los otros sólo la silicosis y la
amargura.
Capital y trabajo
Lejos de los socavones de angustia, en
las modernas y asépticas oficinas de la banca, la distribución de
ganancias y penurias no es diferente. Unos, los banqueros, la mayor
parte de ellos extranjeros, acumulan los billetes, mientras que los
otros, todos sus empleados y trabajadores, reciben, en términos
reales, cada vez menos.
La ganancia líquida de los banqueros y
dueños de financieras y mutuales fue en el 2006 de 77,6 millones de dólares,
una ganancia “ sin precedentes históricos en las últimas dos décadas”,
según dice un reporte de la Superintendencia de Bancos y Entidades
Financieras.
En este periodo de bonanza de los
banqueros y afines, el salario real de los empleados, hombres y
mujeres que cuentan los billetes de otros, disminuyó en 4,28 por
ciento. En el 2005, periodo en el que los banqueros tuvieron una
ganancia líquida de 43,6 millones de dólares, el salario real de los
trabajadores bancarios cayó en otro 3,76 por ciento.
En síntesis, en estos dos últimos años,
la ganancia neta de los empresarios de la banca, que hacen un
lucrativo negocio al pagar muy poco por los depósitos de la gente,
que después prestan muy caro a otros, aumentó en 121,2 millones de dólares,
mientras que el salario real de sus empleados disminuyó en 12,6 por
ciento, confirmando la regla de oro del capital: a menor salario,
mayor ganancia.
Sector público
Entre los trabajadores y empleados del
sector público, la situación laboral fue muy mala en el 2005 y no
tanto en el 2006. En el primer año, la pérdida del poder adquisitivo
del salario promedio fue 3,72 por ciento y en el segundo año la
reducción alcanzó al 0,26 por ciento.
En promedio, la pérdida en el bienio
2005–2006 fue de 4 por ciento. Los más afectados por la baja en el
salario real fueron los trabajadores y funcionarios de las
instituciones de seguridad social y de la administración
descentralizada, con una disminución aproximada del 10 por ciento.
Otros que sintieron el impacto en su bolsillo, aunque en menor
proporción, fueron los empleados de las empresas públicas no
financieras y los empleados de los Gobiernos municipales.
Los grupos ocupacionales que vieron
reducir con más fuerza su capacidad de compra fueron, según los
datos del INE, los trabajadores eventuales que perdieron el 12,09 por
ciento, los trabajadores administrativos con 10,53 por ciento y los
directivos con una merma de 8,52 por ciento.
En ese periodo, el personal de servicio
perdió el 4,77 por ciento de su salario real, los obreros el 3,59 por
ciento y los profesionales un 1,92 por ciento.
Estado rico, gente pobre
Para este conjunto humano, –que cada
día ve cómo suben, centavo a centavo, los productos de la canasta
familiar, y que a la fuerza deben recortan poco a poco el presupuesto
mensual y sus esperanzas en días mejores–, importa muy poco el
superávit fiscal y el notable crecimiento de los ingresos que
engordan al Estado.
Los datos del
Ministerio de Hacienda muestran que los ingresos tributarios del fisco
se han duplicado en los dos últimos años y que en la gestión 2007
recibirán 1.200 millones de dólares adicionales a los obtenidos en
el 2005. Pese a ello, el Ministerio ha descartado toda posibilidad de
incrementar el salario nominal (cantidad de billetes) de los
trabajadores del sector público por encima del 6 por ciento, cifra
que ahora, en términos reales, sólo significa 3 por ciento por el
aumento del costo de vida en ese mismo monto en los primeros cuatro
meses del año. En los siguientes ocho meses, el aumento de precios no
debería ser mayor a 3 por ciento. De lo contrario, a pesar del
aumento salarial nominal del 6 por ciento, los trabajadores seguirán
reduciendo su poder de compra.
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