El
siguiente artículo fue publicado en vísperas del estallido de la
actual crisis política, con las peleas a trompadas en el parlamento
de La Paz y la suspensión de la Asamblea Constituyente en Sucre.
En él alertábamos de la fragilidad de los pactos entre el gobierno
de Evo Morales y las oligarquías de Oriente, que se venían sumando
tensiones y más tensiones, y que todo se les podía ir de las
manos...
Cabildos abiertos, peleas en las alturas y nuevo
pacto
¿A dónde va la Asamblea
Constituyente?
Por Martín Camacho y José Luis Rojo
Socialismo Revolucionario, periódico de SoB Bolivia
La Paz, agosto de 2007
“La
Constituyente puede inclusive no cambiar nada; lo
fundamental es que los indígenas, históricamente excluidos, sean los
que estampen con su firma la nueva Constitución.”
(Álvaro
García Linera, vicepresidente de Bolivia y teórico del
“indigenismo”).
El
Congreso boliviano acaba de pasar un acuerdo entre el gobierno y la
oposición (Podemos, MNR, UN, etc.) para postergar la Constituyente al
14 de diciembre. Con fecha de vencimiento el 6 de agosto, se tenía
que pasar, sí o sí, este acuerdo con las oligarquías de la “Media
Luna” para que el paquete constitucional pueda ser “encaminado”,
so pena de una crisis política mayor. Es que a medida que se acercaba
la fecha “tope”, se venían sumado tensiones y más tensiones.
A
la propuesta masista –en la comisión de “visión del país”–
de que la nueva constitución reconozca “45 autonomías originarias
y 36 lenguas oficiales”... los departamentos del Oriente
respondieron apoyando el reclamo chuquisaqueño de la “capitalidad
plena” para la ciudad de Sucre (ciudad que es sede hoy solamente del
Poder Judicial y del funcionamiento mismo de la Constituyente). Ante
esta exigencia, las autoridades departamentales de La Paz (sin mayor
distinción de banderías políticas)
redoblaron la apuesta, convocando a un masivo Cabildo Abierto
en El Alto (un millón o mas de asistentes).
Ni lerdas ni perezosas, las autoridades de Sucre hicieron lo propio,
movilizando entre 200.000 y 300.000 personas en apoyo a sus reclamos,
una cantidad nada despreciable dada la población de la ciudad.
Una
postergación consensuada que no cierra la crisis
Es
en este contexto, entonces, que en los primeros días del mes de
agosto y luego de semanas y semanas de tironeos y amagues, se
terminó pasando este nuevo acuerdo. Básicamente, el mismo
establece el compromiso masista de aprobar por 2/3 cada artículo de
la constitución, tal cual el reclamo de las oligarquías y que
constituye una vez mas, otra concesión del gobierno a la
derecha.
Además,
se acordó que cada despacho por mayoría y minoría en artículos que
no logren acuerdos, irá al Congreso… para que este formule las
preguntas referidas a ser sometidas a referéndum popular. También irá
a referéndum la Constitución reformada como un todo.
Sin
embargo, si se ha hecho nuevamente evidente la voluntad “pactista”
del MAS y la reafirmación de garantías a las oligarquías de la
Media Luna, esto no quiere decir que la crisis política abierta se
haya cerrado; esta es (y seguirá siendo) crónica y recurrente.
Ahora
mismo, representantes del propio MAS en la Constituyente, como Román
Loayza, aparecen cuestionando la “intromisión” del Congreso. Está
claro porqué: ¿acaso no había dicho Morales y Linera que la
Constituyente sería “soberana” y “fundacional”?
En
este contexto, de aquí a diciembre, lo que se puede esperar
–entonces– es que los tironeos y amagues continúen. En
todo caso, la coyuntura se va a mover entre el “pactismo” y el
“oficio de brujos”.
¿Qué
queremos significar con esto último? En otros artículos de este
mismo periódico estamos señalando la caracterización de que tanto
el gobierno del MAS como las oligarquías del Oriente –al convocar a
los recientes Cabildos– estuvieron jugando con fuego. Es
decir, al haber convocando a movilizaciones desde arriba de tal
magnitud (por objetivos que no son propios de estas mismas masas;
porque no se trató de acciones independientes), no se puede descartar
que no se les termine yendo las cosas de las manos. Porque
cuando se sacan cientos de miles a las calles con consignas contrapuestas
como “la sede no se mueve, la sede NO se cede” (en La Paz)
o “la sede SI se cede” (en el caso de Sucre) y se crispan y
polarizan los sentimientos, las consecuencias pueden ir mas allá de
los deseos y pactos de los convocantes.
Es
por esta razón que vamos a intentar explicar –en este articulo–
que problemas de fondo están en juego en estas peligrosas
movidas de fichas que podría terminar resultando que más temprano
que tarde las masas –ahora sí– terminen entrando en la escena
política como fue el caso de octubre 2003 y mayo–junio 2005.
Cuestión que, obviamente, no es querida por ninguno de los dos
contendientes que se baten en las alturas del poder en la búsqueda de
un pacto constitucional que responda a sus intereses.
¿Cuestiones de mero “procedimiento”?
Desde la negociación para la convocatoria misma a la
Constituyente, esta estuvo cruzada por cuestiones de “procedimiento”.
Hay que recordar el sinnúmero de problemas que estuvieron y siguen
estando en discusión, evidenciando la voluntad del gobierno masista
de llegar a algún tipo de “pacto” constitucional con los
cruceños, que sin embargo no les inhabilite para imponer algunas tibias
reformas vía la Constituyente que satisfagan las expectativas de
sus propia base social. La contradicción es que, al mismo tiempo,
la vocación de esta misma oligarquía es la de imponer limites
estrictos a los alcances de la Constituyente misma.
Empezando
porque el 6 de julio del 2006 no solo se votaron los constituyentes
sino que, al mismo tiempo, se llevo a cabo el plebiscito por las
autonomías departamentales, donde si bien el NO gano nacionalmente...
no casualmente el SI gano en Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando
exigiendo estos departamentos, a partir de esa fecha, su
efectivizacion.
Pero sí se estaba convocando –en el mismo momento– a la elección
de los constituyentes: ¿no debería una autentica “constituyente”
como poder soberano (como “fundacional” la vendía el gobierno...)
supuestamente colocada por encima de todos los demás, resolver también
acerca de esta cuestión? Esta claro que, en estas condiciones, la
Constituyente nació ya , desde el vamos, condicionada y pactada y
de ninguna manera “originaria” o “fundacional” como ha
pretendido vender –solo de modo propagandístico– el MAS.
No
se trato de la única limitación. La segunda fue –también desde el
inicio– el pacto que pasaron Morales y Linera con Podemos, UN, MNR,
MIR y demás partidos de la derecha,
acerca de la famosa “cláusula cerrojo” de los 2/3. Es
decir, que nada importante podría ser votado en la Constituyente que
no pasara por una votación del 66% de los constituyentes electos. Y
la doble garantía dada a las oligarquías vino del hecho que
se instrumento un complejo sistema de votación (uninominales y
departamentales) por la cual incluso obteniendo el MAS una abrumadora
mayoría de los votos, quedaba garantizada una representación de tipo
digamos “federativa” por las cuales las minorías que alzaban sí o
sí con una representación de al menos el 38% de los votos.
Claro esta que el mecanismo pactado y aceptado de esta cláusula
cerrojo cuando pretendió ser “desconocido” –y se sigue dando
vueltas alrededor del mismo– por el propio gobierno, desató esa
serie larga de semanas y meses en la cual la Constituyente estuvo en
un punto muerto por la discusión, precisamente, del artículo 70 del
reglamento de funcionamiento de la misma, entregándoles, de paso, una
falsa bandera “democrática” a las oligarquías.
¿Que es lo que hay verdaderamente detrás de esta interminable
querella de procedimientos que se renueva a cada paso? Debería
estar ya –a estas alturas– muy claro: el MAS eligió la vía
“pactada” para avanzar con la misma capitulando
–realmente– en el carácter “soberano” y “fundacional” de
la misma, dándole garantías, y garantías suplementarias, a las
oligarquías de que nada sería tocado –en lo fundamental– en lo
que hace a las bases estructurales del Estado boliviano.
Pero sin embargo, también está el hecho de que Morales y
Linera arrastran la contradicción real ya señalada de que
algunas reformas vía la Constituyente necesitan sí o sí consagrar.
Y, al mismo tiempo, desde la derecha, no se hace más que meter presión
para que estas garantías sean respetadas, temerosas –también
realmente– de cualquier cambio que se pretenda introducir y buscando
incluso –en todo lo posible– inclinar más y más la vara para que
el reordenamiento del país que salga finalmente de la misma sea lo menos
desfavorable para sus intereses.
Dos proyectos en pugna
En
suma: detrás de la cuestiones de procedimiento, lo que hay es una
discusión de fondo acerca de “modelos” de país. Que quede
claro desde el vamos: ni el gobierno de Morales y Linera, ni claro
esta la derecha, cuestionan las bases estructurales que hacen de
Bolivia un país capitalista y dependiente. No es esto
realmente lo que esta en juego entre ellos. Pero sin embargo, sí es
verdad que ambos sectores que están en pugna –en ultima instancia,
defensores del capitalismo–, rivalizan a la hora de dos
proyectos diversos de país.
En el caso del MAS y
sobre la base de una orientación que intenta recomponer la
gobernabilidad del país, lo que se esta adelantando, es un proyecto
tibiamente reformista que como alfa y omega de todo tiene el re–colocar
al Estado en un lugar preponderante en la vida política y económica
del país.
Sin llegar a ser un
modelo verdaderamente capitalista de Estado, ni haber tocado bases
fundantes del modelo neoliberal (no olvidar que sigue vigente –en lo
esencial– la 21.060) tiene elementos para ese lado. Varias
veces ha repetido García Linera sus planteos acerca que: “nuestras
fuerzas se encaminan a la puesta en marcha de un nuevo modelo económico
que he denominado, provisoriamente, ‘capitalismo andino–amazónico’.
Es decir, la construcción de un Estado fuerte que regule
la expansión de la economía industrial, extraiga sus excedentes y
los transfiera al ámbito comunitario (...). Para ello contamos con el
Estado y con el excedente de los hidrocarburos nacionalizados”.
Elementos
capitalistas de Estado que suponen, entre otras cosas, un cierto replanteo
de las relaciones de expoliación del país por parte de las potencias
imperialistas y “sub–imperialistas” (caso, sobre todo, de
Brasil) en la búsqueda que una parte mayor de la renta
petrolera y gasifera quede en manos del Estado para que este
pueda garantizar la gobernabilidad del país. Y junto con esto,
Morales y Linera pretenden dar satisfacción –sobre todo– a
las reivindicaciones democráticas originarias de la abrumadora
mayoría de la población harta ya del dominio oligárquico–opresor
histórico.
Por
su parte, si los grandes grupos capitalistas de la minería y del
entorno del altiplano (la “vieja” oligarquía, la reciclada después
del ‘52) quedaron como a la defensiva después del Octubre del 2003,
la posta reaccionaria fue tomada desde el Oriente. Oriente que
no casualmente es sede de las reservas gasiferas e hidrocarburiferas,
así como de una pujante producción agrícola, ganadera y
agroindustrial, lo que ha dado lugar a la emergencia de una
“nueva oligarquía”, una “nueva rosca” capitalista.
García
Linera la describe así: “el otro polo ordenador del campo político,
el sector que posee una clara imagen de lo que debería ser el país
en términos de vinculación a los mercados externos, del papel de la
inversión extranjera, de subordinación del Estado a los negocios
privados y de preservación, o restauración, del viejo orden que los
ha encumbrado (...), es el empresariado agro–exportador,
financiero y de las petroleras, que poseen el papel más dinámico,
modernizador y ascendente de la actividad económica nacional”.
Estos
sectores reaccionarios tienen la particularidad que han venido logrando
arrastrar a amplios sectores de masas en la convicción de que los
problemas de sus departamentos supuestamente dependerían del... excesivo
“centralismo” de La Paz. Es decir, han logrado erigir un taparrabos
regionalista como forma de asegurar sus intereses (en el fondo, lo
que buscan, es asegurarse las “ganancias” de 20 años de
neoliberalismo brutal y de despojo de las masas) frente al vendaval
que se abrió como subproducto de la rebelión popular. Una
reaccionaria hegemonía regionalista, que si no logra hacerse valer
nacionalmente, sí es ampliamente hegemónica en la Media Luna y podría
abrir realmente la vía de la ruptura de la unidad nacional del
país si es que se exasperan aun mas las contradicciones.
Una crisis de Estado
Pero lo anterior nos
lleva a profundizar en el diagnostico de la crisis del país.
Esta claro que se trata de una crisis muy compleja que combina
–en sus bases materiales– la catástrofe de la expoliación
redoblada en los últimos 20 años por la imposición del capitalismo
neoliberal, con una crisis del régimen político que sirvió de marco
a la 21.060 y todos los brutales ataques antiobreros y antipopulares
que vinieron junto y después de ella.
Pero
sobre esta base, hay un elemento mas: bajo la presión de la
emergencia de las masas en las calles y del surgimiento del Oriente
como polo económicamente dinámico y políticamente conservador, lo
que se termino abriendo es una verdadera crisis de Estado. Es
decir, una crisis donde lo que termina estando en cuestión
–realmente– es la misma unidad nacional del país. Claro
esta que esto no ocurre en cualquier circunstancia, en estados
“exitosos” o que pasan por situaciones de estabilidad.
Ilustrando
esta idea, Linera señala que “no se debe olvidar que las
construcciones nacionales modernas, como hechos de unificación
cultural y política, se levantan sobre procesos exitosos de
retención y redistribución del excedente industrial–mercantil; de
ahí que las propuestas de autonomía departamental de los Comités Cívicos,
cíclicamente reivindicada cada vez que hay una renta hidrocarburífera
a disponer, o de autogobierno indígena, con la que distintos
grupos sociales regionales cuestionan la configuración del bloque de
poder estatal y el ordenamiento institucional; develan a su modo las fallas
de un orden económico de larga data”.
Pero
precisamente, cuando lo que se vive es una crisis de la magnitud de la
que esta latente en el país –aun hoy este mediatizada por el
gobierno del MAS– lo que emerge son las tensiones de los sectores
que buscan “salvarse” de alguna manera o poner a “resguardo”
sus intereses económico–sociales. De ahí las reaccionarias
campañas cruceñas respecto que en el altiplano, sus poblaciones
serian “vagas”, que no les gustaría “trabajar”, etc. En el
fondo, lo que buscan, es una manera de ponerse a resguardo de
la emergencia de rebelión popular que ha tenido epicentro en el
centro político del país y porque desconfían de la receta masista
para lograr aplacar los ánimos.
Es decir, la crisis
ha llevado a una “disociación entre el poderío económico
en ‘Oriente’, y poderío político de los movimientos sociales en
‘Occidente’ y, con ello, a una apertura de las tijeras
de la estabilidad pues los componentes del poder se hallan repartidos
en dos zonas distintas, en dos regiones distintas, sin posibilidad
inmediata de que una logre desplazar o derrotar a la otra de la posición
que ocupa. El poder económico ascendente, pese a sus problemas, se ha
desplazado de occidente a oriente, pero el poder sociopolítico de
movilización, se reforzado en occidente, dando lugar a una nueva
incertidumbre geográfica del poder estatal en los siguientes años”.
Es decir, la verdadera crisis de Estado que se ha terminado
configurando en Bolivia, es el subproducto de dos elementos:
uno mas “estructrual”, que da cuenta de la señalada
“incertidumbre geográfica del poder”. Y otra mas “política”,
que tiene que ver con la emergencia de los movimientos sociales en el
eje de El Alto, La Paz y Oruro. Lo que no esta claro es, precisamente,
si esta “incertidumbre geográfica del poder” que configura
–realmente– una crisis de Estado a su vez montada sobre el ciclo
de rebelión popular y sus dramáticas contradicciones económico–sociales,
podrán ser resueltas de manera “pactada” o detonaran la
emergencia de elementos de guerra civil...
Buscando la vía de una Constituyente pactada
Es
en estas condiciones que se ven los limites estrictamente reformistas
del gobierno del MAS. Desde el vamos, aun antes de asumir, García
Linera señalaba que en Bolivia habría un “empate catastrófico”
en las relaciones de fuerzas y que “no habría otra alternativa”
que ir a una salida “pactada” de la crisis... El propio Evo
Morales cuando inauguraba la Constituyente el 6 de agosto del año
pasado señalaba que “La Asamblea Constituyente no es para
subordinar a nadie, el movimiento campesino originario jamás ha
sometido a nadie, pero ha sido sometido; jamás ha discriminado a
nadie, pero ha sido discriminado. No se trata de revanchismos, sino cambios
concertados para des–conolonizar y des–neoliberalizar
Bolivia”.
“Cambios
concertados”. He ahí, fielmente reflejado, el programa del MAS en
la Constituyente y más en general, en lo que hace a su acción de
gobierno. De ahí, precisamente, la estrategia de la búsqueda de una
Constituyente pactada. Y como directa consecuencia de ello, vinieron
las “cláusulas cerrojo” y todas las garantías suplementarias a
la Media Luna.
Pero
esto encierra un problema y una grave contradicción que de
manera recurrente se ha venido haciendo presente. Es que al tiempo que
se pacta y se re–pacta la Constituyente con la derecha, el gobierno
del MAS tiene la necesidad de conceder algo a las masas
originarias y populares que siguen mirando con mucha expectativa lo
que de la Constituyente pueda salir. No queremos decir que esto haya
sido un obstáculo para que el gobierno masista no haya ido vaciando
de contenido –una a una– las reivindicaciones del octubre. Así ha
venido ocurriendo con la falsa “nacionalización” del gas (que, en
el fondo, no se trató más que de una re–negociación de los
contratos con las petroleras) o el caso de la anunciada –con bombos
y platillos– “revolución agraria” y que no llega siquiera a una
mera reforma consecuente (ver articulo en esta misma edición de SR).
Pero
sin embargo, cada artículo que se pone en discusión, da lugar a
debate y contradicción. Porque existen contradicciones y tensiones reales
a la hora del re–ordenamiento del país que se hacen difíciles
(pero no decimos que sea imposible) saldar.
Porque
hay –en las alturas– un choque entre dos tendencias
contrapuestas: la del MAS, que pretende imponer lo más que pueda de
su agenda “reformista” (que incluye un determinado nivel de
autonomía para los pueblos originarios); y, la de la derecha y los
cruceños, que pretende acotar los aires “reformistas” a su mínima
expresión, con la expectativa, suplementaria, de imponer su propia
agenda.
Veamos.
Los cruceños, pretenden dar estatus constitucional a las
autonomías departamentales. El MAS, para “negociar” pero también
para dar alguna satisfacción a su base social (básicamente
campesina–originaria) “contraataca” con el planteo del reconocimiento
de 45 autonomías originarias y 36 idiomas oficiales... La
derecha, entonces, dice que las autonomías departamentales “quedarían
en papel mojado”...
y el conflicto queda planteado.
Como
señala el semanario Pulso: “La vedette del debate de fondo de este
momento de crisis es, sin duda, la autonomía (...). Mario
Orellana Mamani, asambleísta masista de la comisión de “Visión de
País” asegura que ‘el nuevo tipo de Estado que proponen, el
Plurinacional, unitario y comunitario y el de la comunidad de naciones
(...) tiene que ver con la mayor participación que los pueblos indígenas
tendrán en el Congreso o Asamblea Plurinacional”.
Pero –mostrando la contradicción existente entre ambas “autonomías”–
luego agrega que “los comités cívicos y los prefectos de la
autodenominada Media Luna, seguramente pretenden imponer un modelo de
autonomía departamental que, por un lado, no comparta sus recursos
financieros con las provincias y, por el otro, no permita que los
pueblos indígenas desarrollen dinámicas autonómicas” y subrayan
que “ahora no queda duda que el principal objetivo del modelo de
autonomía que propugnan los cívicos cruceños es la captura
del control de los bosques y la tierra”.
A
esto se le agregan otros elementos de “disputa”. El
gobierno coloca el planteo de la votación a partir de los 16 años;
del voto para los inmigrantes que viven en el exterior del país; de
la re–elección presidencial ilimitada con el mecanismo del referéndum
revocatorio... Y la oposición lanza entonces la acusación de que
Morales pretendería “erigirse en un dictador estilo Hugo Chávez”.
Las
contradicciones anteriores ilustran entonces los problemas recurrentes
que enfrenta la vía “pactista” y abren interrogantes respecto del
éxito de la misma. Vía, que sin embargo, es la que se pretende que,
finalmente, y luego de muchos “amagues” de ambas partes, llegue a
buen puerto...
El final esta abierto.
Constituyente, etnia y clase
Sin
embargo, superpuesto a lo anterior, hay –a nuestro modo de ver–
una contradicción que es más básica y fundamental. Esta no
tiene que ver con la pelea en las alturas, sino con la relación
entre el gobierno del MAS, la Constituyente y las propias masas
explotadas y oprimidas. Porque la Constituyente boliviana está
cruzada por el problema que enfrentan –en el límite– todas las
constituyentes, por más “soberanas” que las mismas se declaren.
Es que por más “derechos” que se otorguen en el papel, si
las condiciones sociales básicas de la vida y explotación de
los obreros y campesinos no cambian, estos derechos –por mínimos
que sean– no podrán ser realmente utilizados.
En
este sentido, Silvia Rivera Cusicanqui, señala que desde los sectores
populares del campo y la ciudad se ha llegado a concebir la Asamblea
Constituyente como “una suerte de talismán o varita mágica,
mediante la cual se revertirían radicalmente todos los procesos de degradación
de la democracia y erosión de las condiciones de vida de la
población”.
Pero
aquí está justamente el gran problema: se podrá declarar una y mil
veces el carácter “multiétnico”, “pluricultural” e, incluso,
“plurinacional” del país;
se podrá decretar la “igualdad étnica” de las personas. Pero
resulta ser que si el originario es a la vez un obrero o asalariado
explotado por un patrón, en la medida que Bolivia siga siendo
capitalista... su condición social básica de explotado cambiaria poco
y nada. Mientras que el patrón seguirá viviendo de la explotación
del trabajo de obrero, este seguirá padeciendo en la miseria y no
hay derecho ni dios “igualitario” que pueda cambiar esto, por más
que este sancionado en la “ley de leyes”!
El
propio Felix Patzi Paco, reconocido intelectual indigenista y
ex Ministro de Educación del gobierno del MAS se interroga “¿Ustedes
creen en la Constitución Política del Estado? Cuando se habla, en el
artículo primero y en el 171, del reconocimiento (de los derechos indígenas)
¿qué implicancia tiene este reconocimiento? ¿Será que reconoce la
diversidad, la multiculturalidad con toda su implicancia en cuento
sistema económico y político?”.
Precisamente,
ya hace dos años atrás alertábamos que los planteos de reforma
meramente “democráticos–formales” (como los que enarbola –y aún
así, muy tibiamente– el MAS en la Constituyente) tienen el talón
de Aquiles, de que “al no cuestionar las bases sociales del Estado capitalista
boliviano, de ninguna manera pueden crear las condiciones para una
verdadera solución del problema nacional indígena”.
Es
decir, siquiera los problemas democráticos más elementales tienen
solución bajo la continuidad de una Bolivia capitalista y
dependiente, aun esta sea la Bolivia “reformada” por el MAS. Y
agregábamos al respecto que: “lo que constituye un error y una recaída
idealista es perder de vista que toda sociedad se basa en
determinadas relaciones materiales de intercambio del hombre con la
naturaleza (y, entre sí) a nivel de su formación social. Si se
pierde de vista esta articulación (...), lo que se perderá es la
formación de clase de la sociedad (...). El hecho de que en Bolivia
exista una cuestión nacional de importancia inmensa como es la cuestión
indígena, no puede hacer perder de vista sobre que relaciones de
producción y explotación se apoya esa misma sociedad”.
Porque, en ultima instancia, si no se solucionan los problemas a nivel
de la base material de la misma sociedad, no habrá derechos democráticos
que alcancen. Pero está claro que este es el límite del tímido
reformismo del MAS: de ninguna manera está dispuesto a cuestionar
el carácter capitalista del país.
Por una Bolivia Socialista, obrera, originaria,
campesina y popular
En el contexto de pugnas y pactismo en las alturas
que venimos señalando, no es casual que Morales haya convocado a un
desfile militar... en Santa Cruz en la semana de la independencia. Es
que Morales (a no olvidarlo) es –al mismo tiempo que un símbolo,
obviamente, más virtual que real, de “poder”
originario–campesino–, el actual... jefe de Estado de la Bolivia
capitalista. Bolivia que –históricamente– ha tenido una
conformación unitaria y que el proyecto de constitución del
MAS viene a ratificar.
Es decir, el gobierno masista se presenta como el garante
de la unidad del país. Y no es casual tampoco que la principal
institución del mismo Estado, las Fuerzas Armadas (y a la cual
Morales viene dedicando importantes esfuerzos de reconocimiento a lo
largo de toda su gestión) también sean presentadas (y, de hecho, lo
son, por lo menos en lo que hace a la actual conducción) como “garantes
de esa unidad nacional” del país. De ahí el nada casual
desfile oficialista en Santa Cruz y el discurso de Wilfredo Vargas
(Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia) que se planto
contra los que “amenazan la institucionalidad y unidad del país”…
En
estas condiciones, y a pesar de las múltiples contradicciones
ampliamente descriptas aquí, para nada se puede descartar el hecho
que la perspectiva más probable sigue siendo que, aún cruzada
por múltiples presiones, contradicciones y crisis, finalmente se
arribe a algún tipo de pacto constitucional entre ambas
fracciones. Insistimos, a pesar de todos los pesares, esta sigue
siendo la perspectiva más probable, como se evidencia en el
acuerdo de postergación al 14 de diciembre. Esto es así, incluso
por consideraciones políticas que hacen al momento de “mediación”
que se sigue viviendo hoy en el ciclo de las Rebeliones Populares en
Latinoamérica.
Sin
embargo, también hay que tener presente la otra alternativa (que
expresa otra de las tendencias actuantes en la región): la
eventualidad del desencadenamiento de elementos de enfrentamientos
físicos y / o de guerra civil con base territorial y con sectores
patronales divididos entre los dos “bandos”. Es que al tiempo que
se hacen presentes los elementos de “mediación”, la crisis de
fondo que ha dado origen a este verdadero ciclo de rebeliones
populares regional y local, no ha sido resuelta. Y las
contradicciones podrían –en cualquier giro de las circunstancias–
polarizarse. Ahora mismo, estamos señalando como ambos
contendientes siguen jugando de aprendices de brujo al poner en
las calles –desde arriba– ingentes sectores de masas alrededor
de la punga por la capitalidad de La Paz o Sucre.
En
estas condiciones, lo importante es subrayar que frente a cualquiera
de las dos circunstancias, cada vez se hace más perentorio e
imprescindible, que los trabajadores den pasos por poner en pie una
alternativa independiente, de clase.
En
este sentido, es muy grave el curso crecientemente adaptacionista de
la COB y el hecho que salvo los contingentes mineros asalariados de
Huanuni, los docentes urbanos de La Paz, algunos sectores
universitarios y lugares de radicación de la nueva clase obrera de El
Alto, todo las demás representaciones están cooptadas crecientemente
por el gobierno masista.
Pero el hecho es que ni el gobierno de Frente
Popular, ni la oligarquía cruceña expresan realmente los intereses más
profundos de las masas explotados y oprimidas del país. Con
“pactismo” o con guerra civil, los trabajadores de la ciudad y el
campo NO deberán embanderarse con alguno de los “campos”
(burgueses) en pugna, sino construir un camino independiente y de
clase. Una Bolivia socialista, obrera, originaria, campesina y
popular.
Políticos conservadores como José Luis Paredes (ex MIR) o Manuel
Doria Medina (UN) se hicieron ver por el Cabildo, el que fue
convocado por Juan del Granado (del Movimiento Sin Miedo), alcalde
de La Paz. Los que no se hicieron ver, pero obviamente apoyaron,
fueron los funcionarios del gobierno masista.
Los medios periodísticos han referido que el de El Alto habría
sido “la mayor concentración de personas que jamás se haya
visto en el país en toda su historia”. Y señalan que entre
otras referencias comparativas inmediatas (“olvidándose”, no
casualmente, de las jornadas de octubre 2003) estarían “el
Cabildo cruceño del 2 de julio de 2006, la misa oficiada por el
papa Juan Pablo II en 1987, y la concentración en la plaza San
Francisco de La Paz el 10 de octubre de 1982, cuando el retorno de
la democracia”.
Es decir, no deja de tener gran importancia política donde este
la sede del poder; sede que, evidentemente, se intenta sacar de El
Alto y La Paz, lugar de las jornadas revolucionarias de octubre y
mayo–junio. Pero, al mismo tiempo, se trata de una cuestión que
NO tiene que ver con reivindicaciones propias de los
obreros y campesinos o con sus intereses de clase. Se trata, mas
bien, de una disputa por la distribución del poder y las
influencia en las alturas de las clases dominantes.
Que esto no era todo estaba claro desde el comienzo mismo de la
elección presidencial en diciembre del 2005, donde bajo el
gobierno transitorio de Rodríguez Velze, ya las oligarquías se
habían asegurado el mismo dia de la elección presidencial, la
instauración de la elecciones de los prefectos departamentales
por voto universal, votación que se efectivizo ese mismo dia. Es
decir, un condicionamiento mas al poder central de La Paz desde
el comienzo mismo del gobierno del MAS.
Podemos es el partido de Jorge Quiroga, ex vice de Banzer y
candidato presidencial de la oposición en las elecciones que gano
Evo. UN (Unión Nacional) es otro partido patronal,
desprendimiento del MIR y liderado por el empresario occidental y
del cemento, Doria Medina. El MNR es el viejo partido de Paz
Estensoro y Sánchez de Losada, que quedo muy golpeado luego de la
caída de este ultimo en octubre 2003.
El complejo mecanismo consagro que en las 70 circunscripciones
locales (antes llamadas “uninominales”), el vencedor lograba
dos constituyentes, y la primer minoría una tercera, sumando un
total de 210 elegidos. Al mismo tiempo, en las 9 circunscripciones
departamentales, el vencedor lograba solo 2 cúrales, mientras que
los otros tres se repartieron de a uno entre las tres siguientes
minorías. Por lo tanto, incluso si un partido ganaba en todas las
circunscripciones, tendría no mas de un 62% de los
constituyentes... es decir un 4% por debajo del 66% como mínimo
exigible para las votaciones en la Constituyente misma. En
estas condiciones, con el 51% de los votos, el MAS gano 137 de los
255 cúreles (quedando subrepresentado), mientras que Podemos (con
solo el 15% de los votos) y demás agrupaciones de la derecha, con
una proporción de votos mucho menor, quedaron claramente sobre
representados. Y todo esto por no volver a repetir el hecho de
que contra las promesas anteriores del MAS en la elección de
Constituyentes solamente se acepto la votación vía voto
universal de los mismas y no los mecanismos de representación
comunitarios y sindicales de los que tanto se había hablando
anteriormente (datos tomados de la revista Willka, año 1, nº1,
El Alto, Bolivia, 2007).
Mas abajo explicaremos porque, dentro de los estrechos limites
puramente “políticos” en los que se quiere dar lugar a esta
satisfacción, la opresión nacional de la población originaria y
sus derechos iguales, no pueden realmente ser satisfechos.
García Linera, “Memorias de octubre”, La Muela del Diablo,
2004, pp. 76.
García Linera, “Memorias de octubre”, La Muela del Diablo,
2004, pp. 67. Evidentemente Linera es más interesante como
analista que como vicepresidente...
En este sentido, el congresista conservador y también conocido
sociólogo Jorge Lazarte señala a este respecto que: “Si se
define el Estado como plurinacional en el primer artículo de la
Constitución Política del Estado, entonces todas las naciones
integrantes tendrán derecho a un territorio y, por tanto, perderán
sentido las autonomías departamentales”. Pulso nº 402.
Comenta también Pulso, referido a las “tribulaciones” de
distintos congresistas respecto de la evolución de las sesiones:
“¿Cómo se resolverá la Asamblea? ¿Habrá llegado la hora de
realizar un pacto entre las fuerzas políticas que la
conforman? Para el MNR (...) no hay otra alternativa (...) si no
es a través de un gran acuerdo entre todos los partidos políticos
y agrupaciones ciudadanas”. Y luego transcribe la opinión de Saúl
Avalos (del MAS) acerca de que los asambleístas “están obligados
a realizar un pacto. Este se lograría sentándose en una mesa
y dialogando con las fuerzas opositoras”. Y luego, la redacción
de Pulso, señala que “el asambleísta oficialista reconoce que
para conseguirlo, habrá que relegar consignas incluso de su
partido; ‘somos concientes de que no todo puede estar. Esperemos
que todas las fuerzas políticas entren a esta negociación
predispuestos a perder algo”. Pulso, nº 403.
En revista Subversión, nº1, Cochabamba, 2006.
Hay que señalar que ya estas “palabras” encierran también
materia de debate en la Constituyente, porque si –en realidad–
la multiculturalidad y multietnicidad ya está reconocida en la
Constitución del ’94, el planteo de “plurinacionalidad” sí
ha dado ahora al agudo debate que estamos señalando arriba. Con
ser esta cuestión una específica –que de aplicarse
consecuentemente, lo que dudamos– haría a la autodeterminación
de los pueblos indígenas, la misma nunca podría ser
plenamente aprovechada sobre una base material estrecha,
tributaria de la continuidad del capitalismo en Bolivia.
“La Pluriculturalidad en la CPE”. Patzi Paco, Subversión, nº1,
Cochabamba, 2006.
“Crítica al romanticismo anticapitalista”. En Rebeliones en
América Latina, Buenos Aires, 2005, pp. 23.
Roberto Sáenz, ídem, pp. 22. En el mismo sentido, un reciente
Boletín del CEDLA (Foro Permanente sobre la Reforma del Estado, nº5,
enero 2007) señala muy apropiadamente que “muchas veces
tendemos a mirar la división administrativa y política del país
con un sentido de abstracción de lo que son las relaciones
sociales, en las que normalmente se encuentran las relaciones de
dominación por el uso del poder y relaciones de explotación
(...) ¿Quién nos puede asegurar que con mayor autonomía vamos a
tener menos explotación del trabajo en La Paz, Cochabamba, Potosí,
Chuquisaca, Beni o Pando? ¿Quién nos puede asegurar que, por
ejemplo, vamos a poder tener un salario mínimo mayor al actual?
¿Quién nos puede asegurar que la autonomía soluciona los
grandes problemas de desarrollo en Bolivia”. Está claro que nadie,
porque resolver los problemas planteados por el CEDLA requiere de
una revolución social y no una meramente “popular y
democrática” como dice defender el MAS.
Esto mismo atañe a las miradas romántica que se hace de las
formas de producción comunales desde las corrientes indigenistas.
Por más derechos “iguales” que se puedan reconocer, en el
contexto de una economía nacional, regional y mundial
capitalista, ¿cómo y de qué manera estas economías
comunales podrían competir en un pie de igualdad con una gran
empresa capitalista de producción? No hay “dios” que pudiera
lograr esto, por más “sostenimiento” que García Linera
pretenda otorgarles desde el Estado.
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